Por Francisco Javier García Carrero
Cronista Oficial de Arroyo de la Luz
Pocos
son los arroyanos que han oído hablar de José Jorquera Mendieta, a pesar de
estar viviendo y trabajando en Arroyo, especialmente para la parroquia de
Nuestra Señora de la Asunción y la ermita de la Virgen de la Luz, durante más
de una década, y ser un afamado imaginero en la Extremadura de posguerra. Si
este aspecto es desconocido para la mayoría, a pesar de las obras espirituales
que nos legó y a las que se reza de manera asidua, muchos menos son los que
conocerán que José Jorquera fue un oficial del Ejercito de la República,
derrotado, encarcelado, y que con sus obras de marcado carácter religioso, una
vez libre, supo redimir y reeducar un pasado peligroso para las nuevas
autoridades del régimen franquista.
José
Jorquera Mendieta nació en Cazorla (Jaén) el 30 de julio de 1908. Era hijo de Pedro
Jorquera Ruiz y de Adelaida Mendieta Amador. Su padre carpintero de profesión le
inició en el arte de la madera. Tuvo que observar condiciones en su vástago
porque no tardó en enviarlo a estudiar imaginería y talla a la ciudad de
Granada. El inicio de la rebelión militar de julio de 1936 le truncó, como a
tantos jóvenes españoles, todas las expectativas vitales que tenía programadas.
Jaén quedó en manos de la República y consiguientemente Jorquera tuvo que
incorporarse al Ejército donde alcanzó en marzo de 1938 el grado de sargento y
posteriormente el de teniente de la 20 Brigada Mixta 80 Batallón, tropas
republicanas que operaban en el llamado Frente de Extremadura.
Estando
destacada su unidad en el pueblo de Campanario (Badajoz), conoció a una joven de
la localidad, Andrea Calderón Rodríguez con la que inició un noviazgo que acabó
en un matrimonio civil. Celebración perfectamente legal en el momento de su
realización aunque muy pronto invalidado jurídicamente por las nuevas
autoridades franquistas y que unos años más tarde, como tantos otros que se habían
celebrado durante el periodo republicano, tuvo que ser renovado cristianamente
para que fuese plenamente legítimo.
En
el verano de 1938 se produjo la gran ofensiva del ejército sublevado con la
finalidad de ocupar toda la región extremeña. El cierre de la llamada “Bolsa de
la Serena” provocó que Jorquera fuera uno de los miles de prisioneros de
aquella operación militar. En un primer momento, junto a su unidad y el resto
del ejército republicano derrotado fue enviado hasta el campo de concentración
de Castuera (Badajoz). Allí permaneció en condiciones infrahumanas hasta el día
18 de septiembre de 1939 en que fue trasladado a la prisión de Santo Domingo en
Mérida para más tarde ser enviado a la cárcel de Jaén, establecimiento donde
quedó preso de manera definitiva hasta que fue juzgado en noviembre de 1943. El
consejo de guerra le acusó del delito de “rebelión militar”, los jueces lo
encontraron culpable del mismo por lo que fue condenado a 20 años de prisión.
La intervención del párroco de Campanario, Jesús Aponte Ponce, consigue que el
28 de febrero de 1944 Jorquera logré la libertad condicional y un destierro de
su provincia de nacimiento con la obligación, además, de presentarse cada diez
días ante el cuartel de la Guardia Civil de su domicilio.
José
Jorquera regresó a Campanario donde fijó su residencia y trabajó un tiempo
corto en una carpintería como contratado. Muy pronto montó su propio taller al
que se incorporó Pedro, su hermano menor, como fiel ayudante y colaborador de
toda su obra. José Jorquera tuvo tres hijos, dos varones, Antonio y José Pedro,
que nacieron en Campanario, y una hija, Adela, originaria de Arroyo de la Luz,
ya que nació cuando los hermanos Jorquera habían trasladado su taller hasta
nuestra localidad.
Muy pronto, en 1945, se puso al servicio de la
iglesia de don Jesús Aponte en Campanario. Allí realizó retablos, púlpitos, una
balaustrada comulgatorio y un dosel para la imagen de Nuestra Señora de la
Asunción acompañada de una pareja de ángeles en escayola de tamaño natural,
entre otras muchas obras. Varios artículos periodísticos elogiando su trabajo
le animaron a presentarse en 1947 a un concurso de artesanía donde obtuvo un
meritorio accésit. En enero de 1949 su fama ya había saltado los límites
locales llegándole encargos de trabajos religiosos desde otras localidades como
Villagonzalo (Badajoz).
En
el verano de ese mismo año junto a su hermano Pedro y todo su taller arribó
hasta Arroyo de la Luz, localidad donde echará raíces y donde su fama como
imaginero creció exponencialmente durante más de una década. El primer encargo
que recibió en Arroyo fue la realización de un retablo de “estilo barroco” para
la capilla del Baptisterio de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Un
altar de 6´80 metros de alto por 4´5 de ancho. Con una mesa de 2´40 de largo y
sesenta centímetros de fondo. Sobre la mesa tenía que ir el Sagrario que
debería ser totalmente dorado. Debía tener también hornacinas para tres
imágenes de 1´30 de altas. Un trabajo por el que recibió 20.000 pesetas que fueron abonadas a la entrega de la obra.
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Retablo barroco de la Iglesia de la Asunción |
A
pesar que el trabajo dejó muy satisfecho a Vicente Castro Barrio, cura párroco
de la Asunción, “el retablo ha sido
ejecutado a la completa satisfacción de la parroquia y a la de cuantos la han
examinado detenidamente, siendo nobles las tallas que le adornan”, la obra
fue desmontada durante la gran restauración que tuvo lugar en la iglesia a
finales de la década de los sesenta y principios de los setenta del siglo
pasado por lo que únicamente nos queda de este retablo una fotografía antigua.
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Cristo amarrado a la columna |
Don
Vicente Castro, muy contento y conforme con la obra anterior volvió a contratar
los trabajos del taller de Jorquera. En este caso se trataba de restaurar, dado
su penoso estado, varias de las imágenes de la parroquia y que son las que
actualmente se veneran en las procesiones de cada Semana Santa. Concretamente
Jorquera tuvo que trabajar en Nuestra Señora de los Dolores, a la que puso unas
manos nuevas y restauró todo el rostro; Cristo amarrado a la columna, al que
colocó manos y pies completamente nuevos; el Cristo de la Misericordia y el
Cristo yacente, a los que puso medias manos y la parte de los pies que les
faltaban. Concluida esta restauración en febrero de 1950 diría el párroco que “han quedado tan perfectamente realizados que
en algún caso han superado con creces la obra primitiva”.
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Cristo yacente |
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Vía Crucis |
La
fama del artista y su taller siguió creciendo. Tan es así que en mayo de 1950
fue contratado para que realizara una serie de ajustes en el retablo de la
Purísima Concepción en Malpartida de Cáceres, por el que obtuvo 3.000 pesetas.
Un año después volvió a trabajar en nuestra villa. Entonces fue el mayordomo de
la ermita de la Virgen de la Luz, Manuel Montero Rodríguez, el que encargó una
de sus obras más logradas, el Vía Crucis que aún se encuentra en el santuario.
Un trabajo que le reportó 7.000 pesetas, en el que intervino como ayudante su
hermano Pedro y que fue elogiado por Montero en estos términos, “Jorquera Mendieta ha cumplido a maravilla el
encargo que por el Sr. Mayordomo le confiara por tratarse de una labor de
verdadero artista que interpreta y mejora de modo insuperable los modelos
elegidos para tales fines, presentando una obra que enaltece a su autor y que
es digna de figurar entre estos santuarios de devoción mariana y del arte
cristiano”.
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Vía Crucis del Santuario de la Luz |
A
partir de ese instante, su trabajo comenzó a expandirse de manera importante.
El mismo año 1951 el párroco de Aliseda le contrató como restaurador en la
parroquia de Nuestra Señora de la Asunción y en la reparación de imágenes del
Sagrado Corazón, la Purísima y la Virgen del Campo. Un año después lo tenemos
trabajando en Zarza la Mayor donde el párroco de aquel pueblo y el alcalde le
contrataron para restaurar la Virgen del Sequero, patrona de este pueblo. De
1952 son también sus trabajos en Brozas para la colocación de dos repisas de
retablos y un año después tuvo un encargo de la parroquia de Montánchez para
que realizara una talla de Santo Domingo de Guzmán, a la vez que también estaba
trabajando para la parroquia de Salorino.
En
1954, su antiguo benefactor, Jesús Aponte, volvió a requerirle sus servicios
desde Campanario. En esta ocasión trabajó en dos nuevos retablos “gemelos de estilo barroco dorado” para
las imágenes de la Virgen de los Dolores y la Virgen Milagrosa. Trabajos que,
como recoge la certificación fueron realizados en su taller de Arroyo de la
Luz. En 1955 estuvo trabajando para la parroquia de Membrío y un año más tarde
le fueron encargadas unas andas para el patrón de San Vicente de Alcántara a la
vez que fue contratado por el ecónomo de la parroquia de San Andrés de Guijo de
Granadilla para que realizara un retablo en madera por el que cobró 9.000
pesetas.
En
1957 está fechado su último gran trabajo antes de su traslado con toda su
familia a Avilés (Asturias). Ese año y con motivo del nuevo manto que iba a
estrenar la Virgen de la Luz, confeccionó por encargo del mayordomo Florencio
Bernal Gil, unas andas doradas por las que cobró 28.000 pesetas.
Como
tantos otros arroyanos y a pesar que el trabajo no le faltaba, José Jorquera
Mendieta en compañía de su familia marchó a Avilés, ciudad en la que ya se
encontraba su hermano Pedro que había iniciado noviazgo y contraído matrimonio
con la arroyana Adoración León Clemente, hija de uno de los concejales
socialistas durante los meses del Frente Popular y sobrina del “topo” Juan
Pedro León.
José
Jorquera estuvo trabajando en una fábrica de muebles de Avilés hasta su
jubilación. Falleció el 3 de febrero de 1987.
Nota:
Mi más sincero agradecimiento a la Asociación Paisajes y Fiestas, y
especialmente a su presidente Daniel Álvarez Salceda por abrir la ventana de su
blog y así poder llegar a todos los arroyanos. También a Bartolomé Díaz,
cronista de Campanario por su ayuda en la elaboración de este artículo.