viernes, 30 de junio de 2023

05.2023 EL CRONISTA. "Cristo atado a la columna y Ecce Homo"

 Por Francisco Javier García Carrero
Cronista Oficial de Arroyo de la Luz

El quinto análisis de la serie de trabajos del profesor Antonio Pérez Toranzo y la asociación Photones, continúa con la iconografía que ya referimos en el anterior estudio y enmarcada en la Pasión de Cristo. En este caso serán dos las pinturas que analizaremos, ya que cronológicamente estos hechos se produjeron de manera consecutiva. Importante es que las dos obras se encuentran en nuestro excelso retablo, y que aluden a Cristo atado a la columna y el Ecce Homo, dos de los trabajos que Morales repitió una y otra vez, dado el éxito que tenían entre los distintos mecenas estos dos pasajes del Evangelio.


Cristo atado a la columna
@Retablo Iglesia de la Asunción (Arroyo de la Luz)

Ecce Homo
@Retablo Iglesia de la Asunción (Arroyo de la Luz)

Efectivamente, una vez consumada la traición de Judas, y después del correspondiente beso que le estampó en la mejilla, Jesucristo fue arrestado y a lo largo de toda la noche fue llevado de un lado a otro para someterlo a distintos juicios que protagonizaron judíos y romanos. Los primeros le acusaron de blasfemia, un delito que entonces se penaba con la muerte. No obstante, los judíos carecían de la autoridad para poder ejecutar a nadie y necesitaban contar con la autoridad de los romanos para que este castigo pudiera realizarse.

Judea llevaba entonces poco tiempo convertida en provincia romana, y generalmente había “tumultos políticos” sobre todo si se celebraban fiestas religiosas, como era el caso. Cuando detuvieron a Jesucristo se celebraba la “liberación de Egipto”; es decir la Pascua judía. En un principio, el prefecto romano, Poncio Pilatos, no encontró falta ni culpa alguna en el detenido y fue enviado a Herodes, el tetrarca de Galilea e hijo del más conocido, ya que no olvidemos que el detenido era galileo. Éste no quiso saber nada de él y lo volvió a enviar a Pilatos que en esta segunda ocasión decidió mandarlo a azotar. Es aquí donde aparece el primero de los cuadros analizados, “Cristo atado a la columna” y donde encontramos a Jesucristo (Juanjo Moreno) y el sayón (Juan Manuel García).

@Antonio Jesús Pérez Toranzo

Estamos ante un tema en numerosas ocasiones repetidos por el Divino o por su taller. No obstante, el que poseemos en Arroyo tiene varias particularidades que lo hacen único. Por un lado, probablemente estamos ante el cuadro más logrado y emotivo de Morales. Es con seguridad el más bello desnudo que hiciera el pintor a lo largo de su trayectoria profesional. Los ojos del flagelado alzados hacia el cielo y la separación del cuerpo de la columna provocan un juego de luces en diversos planos que modela la bella silueta de Jesucristo sobre la solo iluminada figura del sayón. Por otra parte, tal y como argumenta Fernando Claros Vicario en un magnífico artículo publicado en la revista Alcántara, pudiera ser que el sayón represente el rostro de Luis de Morales, y que por tanto nos encontremos con un autorretrato del Divino, una situación en absoluto extraña con los pintores de renombre.

Según la ley el máximo de latigazos a recibir fue el de 39. La tortura se realizó con el flagelo, un látigo de cuatro o cinco correas de piel de becerro con bolas de plomo y trozos de huesos de oveja incrustadas en los extremos. Atado al poste y desposeído de todas sus ropas, las heridas serían equivalente a quemaduras de tercer grado debidos al desgarro de piel y musculatura. A continuación, fue cuando le colocaron la corona de espinas que le provocó numerosas heridas en la cabeza.

Concluyó este martirio con nuevos golpes con una vara, le abofetearon, le volvieron a desposeer de su ropa y se le volvieron a abrir las heridas de la flagelación. En consecuencia, las condiciones físicas de Jesús eran pésimas antes de ser mostrado a la multitud y antes de ser llevado a la crucifixión. Es ahora cuando aparece la nueva obra a comentar, Poncio Pilatos (Daniel Álvarez), quien, tocado a la moda flamenca del siglo XVI, sostiene una larga vara en su mano izquierda y decide mostrar a Jesucristo ante la multitud a los que señala, mirándolos, “este es el Hombre”, el Ecce Homo, e invitando al populacho a contemplar el rostro dolorido, aunque sereno, del Nazareno (Juanjo Moreno), que repite personaje.

@Antonio Jesús Pérez Toranzo

Este Ecce Homo tuvo gran aceptación, prueba de ello son las múltiples versiones que se conocen del mismo episodio. Una factura soberbia que trasmite el drama que se avecina, aunque tratado por Morales con gran elegancia y hablando más al corazón de los fieles que observan la obra que mostrando la violencia inútil que se acaba de producir.

En resumen, estas dos obras para Antonio Pérez Toranzo fueron de más fácil edición fotográfica dado que los tres “modelos” lograron captar magníficamente las expresiones de los personajes que estaban representando (Jesucristo, el sayón y Poncio Pilatos). Todo ello resultó, pues, más sencillo dado, incluso, el parecido formal y físico con los originales, especialmente en el sayón al que interpreta nuestro párroco.   

Aquí tenéis una pequeña muestra de fotos de @APyF con el Making of (cómo se hizo):






















domingo, 11 de junio de 2023

04.2023 EL CRONISTA. "LA LUZ DEL DIVINO: La Última Cena"

 Por Francisco Javier García Carrero
Cronista Oficial de Arroyo de la Luz

Con el cuarto análisis de la serie de trabajos del profesor Antonio Pérez Toranzo y la asociación Photones, iniciamos la iconografía de la Pasión de Cristo. Un ciclo de diversas obras que culminan con el enterramiento de nuestro Señor. Efectivamente, desde finales de la Edad Media, en la historia del arte cristiano, el ciclo de la Pasión se convirtió en el tema principal de todos los artistas, ya fuese en pintura o escultura y transformándose, además, en los episodios más reconocidos por los fieles y de más fácil interpretación.

La Santa Cena fue la última comida de Jesús con sus apóstoles. Tuvo lugar en el cenáculo, un espacio arquitectónico donde sucedieron otros momentos bíblicos de gran trascendencia para los cristianos. Entre ellos, el lavado de los pies a sus discípulos, la aparición de Cristo después de la resurrección, o la bajada del Espíritu Santo en el día de Pentecostés.

La obra original elegida por Antonio es un cuadro de técnica mixta sobre tabla de 120 x 93,5 cm, fechado entre 1560 y 1570 y que puede admirarse en el Castello Ursino en Catania (Italia). Cuando el Divino optó por reflejar este episodio de los Evangelios, ya conocía, al menos, dos de las mejores referencias que sobre este tema se habían trabajado hasta ese momento. La más reconocida en la actualidad, la Ultima Cena de Leonardo Da Vinci, una pintura al fresco realizada a finales del siglo XV; y el trabajo al óleo de Juan de Juanes que está fechado a mediados del XVI, hacia 1555.

@Castello Ursino en Catania (Italia)

De cada uno de ellos Luis de Morales tomará diversas referencias que inspirarían su cuadro. De da Vinci tomará el momento elegido, el más dramático de todo lo que sucedió aquella noche de Pascua; y de Juan de Juanes la disposición casi circular de la obra presentada. Efectivamente, en primer lugar, el Divino optó por el momento de la noche en que Jesucristo anunciaba a sus seguidores que uno de ellos le iba a traicionar. Así fue, cuando en un ambiente de tensión y tristeza, mientras cenaban, Jesús les comunicaría con gran pesar que “de cierto os digo que uno de vosotros que come conmigo, me va a entregar”. De ahí la consternación en los distintos personajes, las distintas reacciones, todas ellas con gestualidad individualizada, ya que unos se asombran, otros alzan la mano y otros se levantan de su asiento no entendiendo lo que les dice su Maestro.

A continuación, y, en segundo lugar, Morales nos traslada, como hizo Juan de Juanes con algunos de los discípulos en su obra, un arriesgada y valiente composición para colocar de espaldas a tres de los diez personajes que aparecen en su trabajo. Uno de ellos, además, al que se refiere Jesús como el que va a traicionarle, por lo que no deja de ser el más importante, Judas Iscariote, al que sitúa, al igual que hace Juan de Juanes en el ángulo inferior derecha y un tanto alejado del resto de los discípulos que se sabían inocentes de la acusación.

Desgraciadamente, la composición del Divino nos ha llegado incompleta ya que faltan los laterales, donde estarían pintados dos apóstoles más. Una triste realidad ya que esta Última Cena es la única versión que conocemos de Morales. Obviamente el personaje central del cuadro no es otro que Jesucristo (Juan Carlos Denche), que ocupa la posición privilegiada en la obra. Por otro lado, con la sola excepción del apóstol Juan (Juan Cid), durmiendo sobre el costado de Jesús, los restantes comensales se miran y dialogan entre sí queriendo conocer el nombre del traidor, con excepción del verdaderamente culpable, Judas Iscariote que mira al Maestro y sabiéndose descubierto (Santos Jorna).

@Antonio Jesús Pérez Toranzo

El resto de los personajes que aparecen en la obra del profesor Toranzo son en la parte superior, y de izquierda a derecha, Leandro Parra, Matías Carrasco, los ya mencionados Juan Cid y Juan Carlos Denche, Miguel Ángel Serrano, Juan Manuel Valiente y Julio Delgado. Los tres apóstoles de la parte inferior serían, también de izquierda a derecha, el malogrado Manuel Rodríguez (D.E.P), José Luis Salcedo y el ya referido y casi irreconocible Santos Jorna. En todos ellos, destaca el lenguaje expresivo de sus manos, cuyos gestos, aunque diferenciados, provoca que sea la seña unificadora de todo el conjunto, tal y como sucede en la pintura de Leonardo.

En resumen, estamos ante una obra con gran cantidad de personajes, y eso que faltan dos, y con gran conjunto de accesorios para “attrezzo” que provocaron en Antonio un trabajo laborioso de muchas horas de edición y un sinfín de retoques a las distintas fotografías realizadas individualmente, y todo ello para que la obra resultante se adecuara a la escena que el Divino nos quiso plasmar.

Aquí tenéis una pequeña muestra de fotos de @APyF con el Making of (cómo se hizo):





















SAN PANCRACIO