jueves, 2 de diciembre de 2021

55. EL CRONISTA: "1991 ¡30 AÑOS! "

 Por Francisco Javier García Carrero

 Cronista Oficial de Arroyo de la Luz 

Ahora que estamos concluyendo 2021, otro año que casi podríamos catalogarlo como “triste y para olvidar” dada la incertidumbre que la actual pandemia nos genera y que parece que no quiere abandonarnos, deseo rememorar para todos mis paisanos lo que fue el año 1991. Un nuevo ejercicio de nostalgia que hará aflorar datos, personajes y acontecimientos que todos tenemos casi olvidados en nuestro “disco duro”. Para algunos, 1991 les puede parecer que está ahí a la vuelta de la esquina, aunque si lo miramos con una perspectiva más amplia nos daremos cuenta que han pasado nada menos que 30 años, tres décadas completas, que se dice pronto.

Para hacernos una idea de la importancia de esa cifra señalaros, por ejemplo, que nuestro actual alcalde era solo un niño de 5 años y el presidente de Paisajes y Fiestas era únicamente un jovencísimo adolescente de 14. En cambio, para los de mi generación, los nacidos en 1963, en ese año de 1991 ya éramos considerados mayores, unos adultos. La mayoría de nosotros, chicos y chicas, ya estábamos casados (entonces el personal contraía nupcias relativamente pronto, y casi la totalidad antes de los treinta, como fueron mis queridos amigos Ángeles y Teo que nos adelantaron a todos), e incluso muchos también tenían algún retoño, como era mi caso particular ya que aquel año nació mi primer vástago, mi hijo Javier, y el de los amigos, Jesús.

Pasadas las tradicionales fiestas de Navidad y de Reyes Magos, el calendario anual de actividades en la villa se iniciaba con la celebración de San Antón, que aquel año fue el 13 de enero y que ya por entonces tenían escasa espectacularidad y no muy distinto a lo que sucede hoy en día. Mucho más sobresalientes fueron las que se iniciaron el viernes 18 de enero y que anunciaron el pistoletazo de salida de las más llamativas de San Sebastián. Aquel año fueron tres días de actividades, desde la “búsqueda del tesoro”, “carreras pedestres y chocolatada”, hasta actuaciones variadas como la del grupo Harriero, “Molina” o “Tola”. Estas últimas tuvieron lugar el sábado por la tarde noche y antes de la magnífica subasta de ofrendas y que llenó la plaza el domingo día 20 de enero. Concluyeron las tres fiestas parroquiales con las que organizaba la Asunción el día de las Candelas, el 2 de febrero, donde junto a la tradicional subasta también los arroyanos volvieron a valorar la actuación del Harriero en versión adulta y los infantiles del grupo.

Cartel del Carnaval. 1991
Casi sin tiempo para recuperarse de las actividades anteriores, dos días después, entre el 4 y el 22 de febrero, y organizado por el Ayuntamiento que dirigía Felicísimo Bello, tuvo lugar un ambicioso programa de Carnavales. En el mismo destacó un concurso para elaborar cabezudos y los simpáticos pregones carnavaleros en romance, toda una novedad aquel año. Durante las tres noches de aquel primer fin de semana (8,9 y 10), y en la caseta municipal que se levantó en la Plaza de la Constitución, justo delante de la actual biblioteca, actuaron 3 magníficas orquestas, una cada jornada, y que tuvieron al personal bailando toda la noche (orquestas Xanadú, Brass y Escarlata). El 12 de febrero tuvo lugar la concentración del entierro de la sardina en la plazuela del Santo, distintos cortejos fúnebres que hicieron la delicia de pequeños y mayores. Por último, señalar que la comisión de festejos decidió que el primer premio de la cartelería carnavalera, de las mejores de la historia en estos concursos, recayó en el trabajo que al alimón realizaron Fátima Santisteban Rastrollo y Dolores Pallero Espadero.

Día de la Luz de 1991
Como era habitual, el plato fuerte del año llegó con el Día de la Luz. En 1991 se celebró el 1 de abril. Aquella jornada, y después de las tradicionales carreras de caballos y los desfiles de carrozas, actuó la cantante Estela, que por entonces se promocionaba como la “Pantoja de Extremadura”. El cartel de aquel año fue realizado por Alonso Pérez Serrano que recibió la cantidad de 15.000 pesetas. También hubo premios para las carrozas típicas y artísticas (35.00 pesetas para las ganadoras); para las mejores comparsas y parejas ataviadas con la vestimenta tradicional (3.000 pesetas para los triunfadores); y, por supuesto, para caballos y jinetes. El primer premio estaba dotado con 7.500 pesetas y medalla de oro, aunque también recibió premio de 1.000 pesetas y un trofeo hasta el caballo 50 de los que participaron aquel día.

Tres días más tarde, tuvo lugar la bajada de la Virgen de la Luz, aquel año el mayordomo-presidente, José Manuel Bañegil Molano, encargó el pregón de salutación a José Antonio Calderón y Alonso de Liébana, quien elaboró un sentido pregón a la Madre de todos. En relación con las fiestas del Día de la Luz y la tradicional Romería posterior, el Ayuntamiento organizó con relativo éxito diversos concursos populares. Entre ellos destacaron el de engalanamiento de ventanas y balcones, el de escaparates en los distintos comercios, además de los de dibujo y redacción.

Casi en paralelo con las anteriores actividades, desde el día 15 y hasta el 28 del mes de abril, Arroyo se llenó de teatro. Durante esos días tuvo lugar la V edición del certamen de teatro para grupos no profesionales de Extremadura, un evento que había nacido cinco años atrás, también durante el mandato de Felicísimo Bello como alcalde, y por iniciativa de la asociación La Senara y la Casa de la Cultura. Ese año cogió el testigo otra de las asociaciones míticas de la población, “Garabatos”.

Diecinueve fueron los grupos de teatro extremeños que quisieron participar en aquel certamen, un número que desbordó todas las previsiones de los organizadores. Fueron cinco los definitivamente elegidos para que representaran sus obras (Jarandilla de la Vera, Aceuchal, Navalmoral de la Mata y dos grupos de Mérida). El de Navalmoral mostró una magnífica representación de la obra teatral ¡Ay Carmela!, que fue, en definitiva, la ganadora de aquellas magníficas y entretenidas jornadas. El grupo obtuvo un premio de 125.000 pesetas y, además, la protagonista se embolsó 25.000 pesetas más como ganadora al premio a la mejor actriz.

Concluido el certamen el mes de mayo se llenó, como pocas veces había sucedido a nivel local, de mítines, panfletos y propaganda política. El 26 de mayo se celebraron unas elecciones locales con nada menos que seis candidaturas distintas, lo que decía mucho del interés de los arroyanos de entonces por participar de la gestión de los problemas locales.

Con ser esto muy significativo, lo más trascendental, e histórico, de aquellos comicios fue el resultado final del mismo. Por primera vez, y hasta la actualidad en los más de 40 años de juego democrático que llevamos, el imbatido PSOE local fue derrotado sin paliativo alguno por una candidatura independiente, ASOI, el grupo que lideraba el que ya llevaba 8 años siendo alcalde precisamente bajo las siglas del PSOE (Felicísimo Bello Merino), y que un tiempo atrás, y por segunda vez en su peripecia vital, se había desligado del partido de manera oficial. Más pronto que tarde tendremos que realizar un artículo monográfico y extenso a este magnífico alcalde que no deja de ser “memoria viva” de la Transición y la democracia en nuestra localidad.

Y este mal resultado se produjo a pesar que el PSOE presentó para aquellas elecciones un candidato de absoluta solvencia, el maestro arroyano de EGB Máximo Salomón Román. No obstante, el carisma del que llevaba 8 años al frente del consistorio, unido a algún error de campaña del candidato socialista provocaron que Felicísimo se alzara con la mayoría absoluta para los cuatro siguientes años. Felicísimo venció en todos los colegios electorales de la localidad, desde las Escuelas Graduadas hasta el Hogar Juvenil, Casa de Cultura, Colegio de las Monjas, Pozo del Hambre o San Marcos. En esta última demarcación, por ejemplo, Felicísimo quintuplicó en votos a su oponente. En total 2.534 arroyanos se decantaron por ASOI frente a las 949 papeletas que optaron por el PSOE. A gran distancia se situó Izquierda Unida (Marcelo Parra Aparicio con 324 votos); Partido Popular (Carlos Amador Paredes, 216 votos); Extremadura Unida (Julián Marcelino González Chaves, 141 votos) y Centro Democrático y Social (Joaquín Crespo Crespo, 90 votos). Con estos resultados 9 concejales fueron de ASOI, 3 colocó el PSOE y el último se lo adjudicó Izquierda Unida.

PSOE. 1991


Agrupación Socialista Independiente.
Año 1991

Corporación municipal (1991-1995)
     Constituido el nuevo consistorio, una de sus primeras actuaciones fue la organización de las que ya eran tradicionales fiestas de verano, del “emigrante” se diría en más de una ocasión. Actividades festivas que ya estaban perfectamente consolidadas en la población desde la década anterior. Aquel año las fiestas tuvieron lugar entre el 3 y el 15 de agosto. El pistoletazo de salida tuvo lugar el día 2 con la elección de la reina de la belleza (Isabel Gibello), sus damas de honor y el míster de Arroyo de la Luz (Rafael Cordero), un evento que presentó con gran soltura el posteriormente malogrado Miguel Ángel Bello (D.E.P). En aquellas fiestas se contabilizaron desde festejos de rejones (Fermín Bohórquez), varias verbenas populares, charlotadas, cine, exposiciones, juegos de mesa, competiciones deportivas, maratón fotográfico, gigantes y cabezudos, festival folklórico internacional (Polonia, Lituania y el Harriero), III Concurso Premio Hermanos Caba, e incluso un guiñol que se trasladó en hora nocturna al parque de la Cruz de los Caídos.
Fiestas de Verano. 1991

Pocos días después, la corporación ya estaba preparando la que iba a ser la 173 edición de nuestras tradicionales ferias y fiestas de septiembre. Una serie de actividades previas anunciaron lo que iba a llegar. El 8 de septiembre, Día de Extremadura, varios autobuses de arroyanos se trasladaron a Trujillo con el fin de asistir a los actos programados por la Junta, un día después tuvo lugar un maratón popular en varias categorías y el 10 de septiembre que se bautizó como “Día de la Bicicleta” pero en el que también tuvo cabida una competición de tenis de mesa.

Ferias de septiembre de 1991

Como venía sucediendo desde el siglo XIX, las ferias se iniciaron con la apertura del tradicional mercado de ganado en este caso en las inmediaciones de la Charca Grande. Posteriormente los gigantes y cabezudos recorrieron las calles del pueblo y aquella noche en la plaza tuvo lugar un espectáculo de cabaret que fue muy aplaudido por el público asistente. El día siguiente, que era viernes, actuó la intérprete de canción española Tamara y desde las 12 una magnífica verbena con la orquesta Cámara que tuvo de nuevo al personal bailando hasta altas horas de la madrugada. Los más jóvenes ni se marcharon a dormir, porque a las ocho de la mañana del sábado, y llegadas desde el Santo, la plaza se llenó de vaquillas del aguardiente y hasta las 10. A las 5 de la tarde una nueva suelta de vaquillas hasta bien avanzada la tarde. La jornada concluyó con una nueva verbena y unas nuevas vaquillas, mañana y tarde en la jornada del domingo. Aquel día 15 de septiembre se dio por finalizadas las ferias con la quema de una colección de fuegos artificiales en las inmediaciones del río Pontones. Como complemento final de actividades, la semana del 16 al 20 de septiembre se proyectaron en la Casa de la Cultura varias películas de actualidad.

Próximo a concluir el año, y antes de llegar a su final, el mes de octubre también presentó nuevas notas llamativas, y poco habituales en nuestra provincia. Aunque no sucedió en Arroyo, me consta que algunos arroyanos participaron de aquellas protestas masivas que seguro que más de dos recordarán. Nos referimos al 13 de octubre cuando centenares de jóvenes arrasaron el centro de Cáceres en protesta por el adelanto del cierre de los bares de la zona de la Madrila, punto de encuentro entonces de la movida cacereña. La gobernadora Alicia Izaguirre había ordenado el cierre a las 3.30 h cuando esos pubs no solían cerrar hasta las 6 o 7 de la mañana.

Algunos nunca entendimos ese grado de violencia (escaparates destrozados, farolas arrancadas, cabinas telefónicas, kioscos por los suelos y salón de actos del Edificio Múltiple completamente vandalizado), para una protesta sobre el ocio cuando las cifras de paro, falta de industrias y otros problemas mucho más graves y casi endémicos acuciaban a la población extremeña, pero ese fue lo que sucedió y el motivo último del enfado de los jóvenes. El año 1991 tocaba a su fin y se iniciaba un 1992 lleno de esperanzas para todos los españoles, extremeños y arroyanos incluidos, lógicamente. El año de las olimpiadas de Barcelona, de la Expo sevillana y del AVE (Madrid-Sevilla, claro). Al nuestro todavía seguimos esperándolo ¡30 años después!  

martes, 2 de noviembre de 2021

54. EL CRONISTA: "LOS PRIMEROS AUTOMÓVILES EN ARROYO Y SUS CONSECUENCIAS"

Por Francisco Javier García Carrero

 Cronista Oficial de Arroyo de la Luz 

Titular del suceso (21 de abril de 1927)

     En un artículo de no hace tantos meses hemos comentado que para los que ya peinamos muchas canas, nuestra particular y maravillosa red social, de la que diariamente disfrutábamos cuando éramos niños, eran las calles del pueblo. El espacio en el que una multitud de chiquillos se divertían sin parar con aquellos juegos populares que hoy día ya casi nadie recuerda y que al menos empiezan a ser estudiados en trabajos de investigación por algunos alumnos que cursan distintas carreras universitarias, y que gracias a ellos aquellos juegos infantiles no se perderán para siempre.

Si esto resulta una obviedad para los de mi generación, imaginaos lo que significaba la calle para los que todavía son más mayores que nosotros, y, especialmente, pensad lo que eran las calles de la localidad para los arroyanos que ya no están con nosotros, porque ellos nacieron en los primeros años del siglo XX. Para estos arroyanos el único problema con el que se podían encontrar cuando estaban correteando, jugando y socializándose por alguna de nuestras calles era el de un carro de mulas desbocado, y que podía acabar de manera trágica (algún día realizaremos un artículo recogiendo alguno de estos luctuosos episodios que se dieron con cierta regularidad en Arroyo y hasta bien avanzada la década de los sesenta del siglo pasado).

Juego del pañuelo.Tradipopulares.blogspot.com

Pero en los años veinte de la anterior centuria, el problema que se les empezó a presentar a aquellos niños que jugaban un día sí y otro también por nuestras calles fue la aparición de los primeros automóviles. No eran muchos, pero su novedad por nuestras travesías y carreteras provocaban un atractivo muy especial en aquellas mentes infantiles (el correr detrás de aquellos coches era también otra forma de entretenimiento, tal y como hemos visto en alguna que otra película como Al sur de Granada, por ejemplo). Si a esto último le unimos que la pericia de aquellos primeros conductores no era precisamente la más lograda (que eso era otra situación muy habitual en estos primeros años), la tragedia podía presentarse en cualquier momento, como así resultó en más de una ocasión.

Lugar del accidente
(Archivo Martín Panadero)
Y en este artículo de noviembre de 2021 quiero trasladaros la historia del que quizás sea el primer accidente automovilístico, el primer atropello, que tuvimos en el pueblo y que acabó con la vida de una adolescente arroyana de solo 17 años y que se llamaba Visitación Mariscal Leal. Todo ocurrió una tarde del 19 de abril de 1927. La chiquillería estaba jugando en la explanada que existía en los alrededores de la llamada Esquina de Cachorrito, en las proximidades donde actualmente se encuentran el hostal Divino Morales y el Maypa, una zona amplia que no tenía edificado ninguna de estas construcciones, y sin aparente peligro durante varias décadas de nuestra historia. Por allí únicamente habían pasado los carromatos de mulas que trasladaban a horas muy concretas a los arroyanos que se desplazaban hasta la estación Arroyo-Malpartida para coger el “rápido”, o los que llegaban a la población desde ella.

Pero a la altura de 1927 ya circulaba algún que otro automóvil proveniente de Alcántara, Brozas, Navas del Madroño o incluso desde Portugal. Unos coches que atravesaban el pueblo para dirigirse a la capital provincial. Esa zona donde se jugaba era el final de la carretera, una zona que tenía cierta pendiente, y era el espacio donde los automóviles que llegaban desde esas localidades alcanzaban una mayor velocidad, sin parangón, no obstante, con la que pudieran traer hoy día y que ha sido limitada por los actuales semáforos.

Denuncia (7 de noviembre de 1927)

Aquella tarde un automóvil con matrícula portuguesa “S-823” y que era conducido por el ciudadano portugués Virgilio Barroso Baptista, muy acomodado económicamente, fue la causa de la desgracia de esta familia arroyana. El conductor parece ser que no llevaba una “velocidad excesiva” y que el accidente se produjo, según todos los testigos de la tragedia, porque “Visitación estaba aturrullada, azarada”, declararon a las autoridades, ya que la joven no tenía claro si cruzar o no cruzar la carretera de izquierda a derecha. Al final no hizo ni una cosa ni la otra, y la bocina que sonaba de manera enérgica antes del impacto acabó por provocar en Visitación una confusión todavía mayor de la que ya tenía. El conductor portugués en última instancia logró dar un volantazo al vehículo para tratar de impedir un atropello frontal que parecía inevitable. No obstante, el coche golpeó con una de las aletas a la joven y el vehículo acabó empotrándose contra uno de los “baúles” que tenía esa carretera y que todavía recordarán muchos de los lectores.

Visitación Mariscal quedó completamente conmocionada después del golpe y perdió el conocimiento. El conductor, con el resto de sus acompañantes recogieron a la joven herida desde el suelo y la trasladaron de manera urgente hasta el Ayuntamiento. Hasta allí se desplazaron con prontitud dos de los facultativos que había en el pueblo y que fueron avisados por la chiquillería que había presenciado el fatal accidente. Los dos médicos apreciaron en Visitación un estado de suma gravedad. De la misma forma, Virgilio Barroso realizó sus primeras declaraciones de lo que había ocurrido, iniciándose las primeras diligencias indagatorias, quedando su coche a disposición de la autoridad judicial.

Pocos días después, el 22 de abril, “los esfuerzos de la ciencia no pudieron evitar el funesto desenlace”. La joven arroyana no pudo superar las heridas que había sufrido por el impacto, falleciendo la mañana de este día y siendo enterrada una jornada más tarde en el cementerio de la localidad. Al entierro acudieron un alto número de nuestros paisanos que lamentaron profundamente la pérdida de la joven.

El suceso llegó a ser juzgado en la Audiencia de Cáceres. Virgilio Barroso Baptista llegó a estar acusado de “imprudencia temeraria”, además de imputarle una “falta de cuidado, negligencia y descuido en sus actos”. Por todo ello, se llegó a solicitar por la fiscalía la pena de un año y un día de prisión correccional. El conductor en su declaración volvió a ratificarse que el coche circulaba a velocidad moderada y que todo fue un desgraciado accidente ya que avisó insistentemente con la bocina de la presencia del coche. Que fue la joven la que no acabó de decidirse si cruzar o no cruzar la carretera, por lo que a pesar del gran viraje que realizó fue una “aleta del coche por su parte posterior” la que impactó en la joven. Todos los testigos que acudieron al juicio corroboraron la versión del conductor por lo que el abogado defensor, Luis Pérez Córdoba, solicitó de la Audiencia que su defendido, que había indemnizado con esplendidez a los perjudicados, quedara absuelto de cualquier mancha al considerarse el “hecho como casual y fortuito”, como así fue.

Renault KJI (1923). caranddriver. com
    Sucesos similares siguieron ocurriendo en la misma carretera en los meses siguientes. Por ejemplo, en noviembre de ese mismo año de 1927 fue denunciado un Renault “de gran potencia por exceso de velocidad”, un automóvil que conducía el arroyano José Collado. Su coche en una zona estrecha de la carretera adelantó a otro automóvil que conducían dos abogados que circulaba mucho más lentamente. El adelantamiento se realizó con tal celeridad que al abogado que conducía, Fernando Vega, le hizo “perder la dirección y estrellarse contra un árbol quedando su vehículo con importantes desperfectos”. Además, según los abogados el coche de José Collado “desapareció a toda marcha”.

Mucho más grave fue lo que había sucedido unos días antes cuando la camioneta de viajeros que realizaba el trayecto Cáceres-Arroyo tuvo una salida de esa misma vía provocando el fallecimiento de una madre, su hija de tres años, y varios arroyanos más que resultaron gravemente heridos, aunque, como señalamos en otras ocasiones, estos dos sucesos ya forman parte de otras interesantes historias de nuestra localidad.


sábado, 2 de octubre de 2021

53. EL CRONISTA: "PROSTITUCIÓN DE POSGUERRA EN ARROYO"

Por Francisco Javier García Carrero

 Cronista Oficial de Arroyo de la Luz 

      El retorno a la moral tradicional, que supuestamente se había perdido durante los cinco años que la República española pervivió en paz, fue uno de los objetivos de las nuevas autoridades que surgieron después de la victoria en la guerra civil desde abril de 1939. No obstante, en esos valores tradicionales no entró la erradicación de la prostitución, más bien todo lo contrario.

El meretricio fue abolido en España en 1935, quizás el único intento serio por acabar con esta lacra de siglos. Durante los años de guerra civil fue de facto aceptada como “desahogo” de los combatientes en ambas zonas (genial como retrató este asunto García Berlanga en su película “La vaquilla”. Imagino que todos los lectores la habrán visto más de una vez). Terminado el conflicto, en el año 1941 y en un alarde de cinismo e hipocresía como pocas veces se han visto, dada la moralidad “nacional-católica” que siempre defendió el Régimen a lo largo de sus cuarenta años de existencia, la prostitución fue de nuevo reglamentada de manera oficial en todo el territorio nacional.

El objetivo teórico de las nuevas autoridades fue el de rehabilitar a las mujeres prostitutas, aunque lo que realmente escondía el “oficio” era el de una España de miseria y hambre, ya que las muertes en combate y los asesinatos durante la guerra provocó un sinfín de mujeres viudas y niñas huérfanas que llevó a contabilizar un número de prostitutas tan elevado como nunca había ocurrido, al menos en los últimos años de historia de nuestro país. De la misma forma, este aumento de la prostitución, se relacionó con un incremento sin parangón entre la población, tanto masculina como femenina, de las enfermedades de trasmisión sexual. Enfermedades venéreas que necesitaron de numerosas campañas oficiales con numerosa cartelería propagandística, ya desde la misma guerra. Acciones gubernamentales que trataron de minimizar el impacto de estos padecimientos en una sociedad que disponía de escasos remedios curativos para su completa erradicación.

Cartel Guerra Civil.
Alusión enfermedades venéreas.
(Biblioteca Universidad de Barcelona)

Existieron tres modalidades de prostitución, y de las tres tenemos constancia en nuestra localidad durante los años de dura posguerra. La primera era la prostitución pública y conocida por las autoridades, que era ejercida a través de terceros, los hoy conocidos como proxenetas. En la documentación oficial estas personas eran catalogadas entonces como “amas”, y ejercían su función en establecimientos reglamentados y perfectamente conocidos por el consistorio y que, por otro lado, constituyeron el principal foco de interés y de control de los mandatarios del Ayuntamiento.  La segunda modalidad era la ejercida “libremente”, privada en casas particulares, aunque también sujeta a inspecciones sanitarias y policiales y, por último, también existió una prostitución clandestina que era la única ejercida al margen de la ley y la única que estaba perseguida por el Régimen.

Sobre esta última modalidad, en mayo de 1938 informaba el alcalde del pueblo al gobernador civil de la provincia que por la localidad de Arroyo se encontraba una niña de solo 14 años, “refugiada del pueblo de Alía” que observaba una “conducta relajada y que eran insuficientes las recomendaciones que al fin de evitarlo se le han hecho”, diría el máximo mandatario. Por lo que para evitar males mayores que podrían relacionarse con las enfermedades venéreas que comenzaron a proliferar por la villa, lo adecuado era el “ingreso de la menor en algún centro de corrección de la capital”. No tardó en hacerse efectivo el requerimiento del alcalde local, González Toril, ya que el 6 de junio de ese mismo año un oficio de Gobernación indicaba que la menor sería recluida en el asilo de las Hermanitas Trinitarias que “con dicho fin estaba funcionando en la capital de Cáceres”.

De cualquier forma, y al margen de situaciones puntuales como la de la joven de Alía, las autoridades locales pusieron el foco especialmente en las dos primeras modalidades, una prostitución sobre las que existió un control exhaustivo, aunque en absoluto, y tal y como hemos señalado en el principio de este artículo, relacionado con la moralidad tan pregonada por las nuevas autoridades franquistas, sino más bien en relación con lo puramente sanitario. Estos establecimientos eran, siguiendo la terminología de la documentación encontrada, las conocidas como “casas toleradas”. Y es que el hambre y el número tan elevado de viudas y huérfanas hizo partícipe de la “infamia” incluso a familias honestas que alquilaban habitaciones o prestaban sus casas, como era lo que sucedía en nuestra localidad, y todo ello a cambio de una pequeña participación en el lucrativo “negocio”.

La “casa tolerada” más reconocida en Arroyo, al margen de otra muy pequeña y familiar y ubicada en las proximidades de la Plaza de José Antonio Primo de Rivera, estaba situada en las cercanías de lo que entonces era la ermita de San Antón, lugar donde ejercían el “oficio” varias mujeres. El Ayuntamiento dirigido por Eufrasio Tato Sanguino, y concretamente el inspector municipal de la policía local, elaboró varios documentos por el que se tenían que regir estas casas que algunos conocían como del “pecado”. Especificaba el inspector a sus subordinados, los conocidos como “serenos”, que estas “amas” tenían que informar del número exacto de “pupilas” y meretrices que tenían alojadas en su domicilio, señalando tanto sus nombres y apellidos como su lugar de nacimiento. De la misma forma, y de manera taxativa se les exigía que bajo ningún concepto las chicas podían ausentarse de Arroyo sin el permiso expreso del inspector municipal que en los años del Primer Franquismo era Alonso de Liébana.

Policía Municipal. Órdenes sobre prostitución (1945)

Normativa sobre prostitución de posguerra en Arroyo de la Luz

Con esta medida, que limitaba sus movimientos por diversos pueblos de la provincia, se pretendía evitar que alguna de las pupilas que padeciera alguna enfermedad infecto-contagiosa saliese de la localidad y pudiera seguir propagando sin control alguno lo que se consideró durante toda la década de los cuarenta como una verdadera “epidemia”. En no pocas ocasiones alguna enfermedad venérea saltó a madres de familia que en absoluto tuvieron nada que ver con la “profesión”, aunque resultaba obvio que habían sido contagiadas por sus “cristianos” esposos.

Teniendo en cuenta estos problemas, el oficio municipal de la inspección señalaba que era obligatorio que todos los sábados de cada uno de los meses del año, las “pupilas” tenían que ser reconocidas por uno de los médicos de la población. El facultativo tenía que certificar el estado puntual de salud en el que se encontraba la chica, un documento que debía entregarse al inspector municipal de la policía y que debía señalar nombre, estado sanitario y la fecha en que fue reconocida. Obviamente, si se encontraban contagiadas, debían permanecer al margen de cualquier encuentro de tipo sexual durante el periodo que el médico determinaba en el documento oficial.

De cualquier infracción sobre estas medidas fueron responsables las “amas” y no las chicas que ejercían la prostitución. Se les advertía, por otra parte, de las responsabilidades que pudiera acarrearles a algunas de esas amas en caso de contravenir algún punto de estas estrictas normas. Una advertencia que teniendo en cuenta el año en el que está fechado el documento, en el año 1945, este “aviso a navegantes” no era en absoluto baladí para el que la recibía.

Para finalizar, señalaremos que a pesar de la cotidianidad con la que se desarrolló la prostitución por toda la geografía nacional durante las décadas de los cuarenta y los cincuenta, no era fácil que esta temática fuese abordada públicamente ni, por supuesto, recogida por los escritores de la época. Era un asunto poco agradable para los dirigentes del régimen que trataron siempre de esconderlo y minimizarlo, como si no existiese. Por eso no tuvieron ningún reparo en censurar cualquier novela que reflejara lo que era la cotidianidad más absoluta de aquella España en blanco y negro. Uno de los casos más significativos y conocidos fue lo que sucedió con Camilo José Cela, amigo por entonces del poeta arroyano Juan Ramos Aparicio, que se vio obligado a publicar en Buenos Aires su magnífica novela “La colmena”, un trabajo que no obtuvo la aprobación de la censura franquista por sus constantes alusiones a esa prostitución cotidiana en el Madrid de posguerra. Por último, aprovecho el artículo para recomendar el visionado de la magnífica película dirigida por el recientemente fallecido Mario Camus o, mucho mejor, leer la novela original de nuestro Nobel, probablemente su mejor trabajo.

La colmena. Camilo José Cela

Fragmento censurado de La Colmena (Biblioteca Nacional)


jueves, 2 de septiembre de 2021

DE LOS NOMBRES DE ARROYO II: DE LA PEÑA DE LA CRUZ AL GUADALTO

 José Luis Solano Rodríguez

     De los atribuidos al municipio, a la población, mencionados en el anterior capítulo paso a hablar de los que tratan sobre sus dehesas, ríos, calles, plazas … que han ido variando en el trascurso de los años según cambios políticos o culturales, incluido el uso y costumbre, alteraciones que no han afectado a todos los lugares pero sí a algunos; sin embargo, en la memoria colectiva y en la tradición han perseverado varios al margen de la denominación oficial que se ha tratado de imponer.

   


   Empecemos por las dehesas, plural, sí, que fueron varias con esa denominación, reducidas a una en el dicho oficial y popular, la de la Luz, sobre todo desde el s. XVI, que, por lo que consta en los documentos, se conocía previamente como “de la Matanza”, mencionada con una profundidad que preludia que debió ser grande ese hecho ocurrido en el s. XIII o, quizás, anormal y a destacar para las personas de la época, ahora reducido a la designación de un pozo al oeste de ella, cerca del cual se centraría el hecho bélico que la leyenda nos ha trasmitido y que las excavaciones arqueológicas no han dicho nada, puede que porque no se han realizado. Siguiendo en la zona, al suroeste llegamos a la zona agrícola más rica del término municipal, “Campo Primero” y “Campo Segundo”, un territorio sumamente dividido y parcelado por la transmisión parental y la venta, pudiendo, con el paso del tiempo, dado el abandono que va habiendo sobre la dedicación agraria, volver a concentrarse en manos de pocos poseedores o quizá de uno sólo, como antes lo fue, del Concejo de Arroyo, pero, siguiendo con su denominación, la actual es un recorte de la que existió hace varios siglos, incluso podemos hablar de una derivación de la primigenia conocida, Dehesa de “Valdesagual” –Valle de “Sagual” o “Acagual” en portugués, que no hay que olvidar que Arroyo perteneció a Portugal en el s XIV, y su raíz prerromance, “agual”, relativo a “agua”-, luego mencionada como calificativo de los Campos dichos –“Campo Primero y Segundo de Valdesagual”-, perdiéndose con el paso del tiempo la coletilla, reduciéndose sólo a ellos –Primero y Segundo- en exclusividad, explotación agropecuaria sobre la que, en torno al siglo XVIII, se efectuó, al decir de la época, un “rompimiento” por el que de pasto y bellota, para arbitrios municipales en ocasiones, por arrendamiento, su dedicación se orientó al uso agrícola privado dada la demanda de tierras por el aumento de la población y la buena calidad del terreno para ello, comenzando el principio de la disgregación territorial que conocemos. Al este de ellos, próximos a la “Grajuela Mayor”, un campo de algunas pizarras salientes se le da en la actualidad el nombre de “Piedra Hincada” - ¿un antiguo menhir, o piedra alargada escasamente trabajado, de época megalítica, con cuatro o cinco mil años?-, aunque documentos históricos lo sitúan por la Magdalena, pudiendo ser el recientemente aparecido junto a la antigua caseta de pescadores que su dueño ha puesto en pie.

     Siguiendo en las dehesas, nos vamos a la zona este, al “Corral Nuevo”, antes dehesa de tal nombre, quizás para distinguirla del otro Corral, previo, puede que el “viejo” o del “Concejo” de cuando, al principio de concedérsele a Arroyo la autonomía respecto a Cáceres, su término no llegaba más allá de donde caían las aguas de los tejados de las casas , los cuales constituyeron en los inicios del repartimiento territorial, tras la conquista cristiana, los ejidos, inmediatos a él, donde el común de vecinos llevaba su ganado y que, ante el aumento de la población y de la cabaña ganadera, hubo que dedicar otro espacio, el “Nuevo”, por ampliación de su territorio, proveedor de recursos económicos al Ayuntamiento, por sus “propios” y “arbitrios”, con el que abonaba salarios a sus cargos públicos y oficios del Concejo, a costa del arrendamiento de pasto y bellota, espacio que fue municipal hasta mediados del s XIX en que, por la desamortización de Madoz, pasó a ser propiedad de varias familias: Petit, mayoritariamente, y los Bravo. De aquí, nos vamos al norte inmediato, a la zona que se dice “Valcajadillo” o “Barcajadillo”, que fue dehesa para lo mismo que las otras, abarcando desde Zafrilla-Campo Frío-Corral Nuevo hasta la entrada de la Charca Grande su extensión, y que hoy se dice ese área como una zona al estar parcelada en manos privadas. Siguiendo la carretera –“carrera” que se decía antiguamente- de Alcántara llegaríamos al Saguarzal –nombre emparentado con el analizado “Sagual”- a su derecha, también dehesa pública de antiguo que pasaría a manos privadas en el s XIX, tras “romperse” en el XVIII, siguiendo los patrones liberales de propiedad privada, manteniendo su nombre desde antiguo. Dehesas que, salvo la Luz y por poco, ya que se intentó privatizar en el s. XIX, pasaron del Concejo a manos privadas.

     En las viñas, la raíz musulmana se hace notar, habida cuenta de su dominio en la zona durante más de quinientos años, restos arqueológicos –cañerías cerámicas, ladrillos…- así lo constatan, pero también denominaciones comunes a su cultura: “La Paloma”, “Valdeflores”…

     Siguiendo en las afueras de la población, hablaré de sus aguas. Las charcas, grande o chica, las denominaban “Laguna Mayor” y “Menor”; la “Quebrada”, que se mantiene tal cual, el “Pontones” ha ido variando llevado por las aguas, desde “Carla” que se le atribuye en época prerromana hasta el actual, pasando, quizás, por “Arroyo del Fresno” o, al menos, como tal en su cabecera, denominación que también se menciona atribuida al regato que llega a la “Dua”. Aguas abajo, en el puente de Valencia, se junta al Casillas, pero dicho río no tuvo siempre ese nombre atribuyéndosele uno de origen árabe “Guadalto” –del árabe “río alto”, en contraposición al que estaba más abajo y vierte su caudal: el Salor-, mencionado como tal en la zona limítrofe con el “Aguijón” o “Ahijón” -de “Olleco”, luego de “Cabeza la Gorda” o de la “Casa la Gorda”-, y “en el molino sobre la piedra”, …

Río Casillas, antes Guadalto, en el primer molino al oeste de la “Puente Nueva”

    Llegamos al casco urbano, a sus calles, cuyos nombres permanecen o han sido alterados, a veces escasamente, permaneciendo en la mente de los arroyanos que transmiten el testimonio. La “Corredera”, también llamada de antiguo “Carrera”, que debe su denominación, según muchos, por ser el lugar donde se corren los caballos, por donde vino el aviso de la victoria sobre los musulmanes en el “pozo de las matanzas”, también puede que por ser la Carrera, el camino, hacia Alcántara, derivando, subdividiéndose actualmente en tres: Juan Muñoz Chaves, Virgen de la Luz y Luis Chaves. Paralelo a ella, la de “Val de atrás” o “Valdetrás”, una calle que fue industrial, de hornos y almazara, hoy “Santos Salomón”, por delante del “Huerto Plata”, quizás porque fue de Plata, administrador del Conde de Benavente, ennoblecido, con casa y escudo en la calle del Moral. Paralela, al este, la plazuela del “Altozano”, tal vez por ser zona alta, hoy plaza de la “Libertad” que cambió la paloma libre y natural alusiva a ella por la pajarita encorsetada y rígida de la papiroflexia, trastocando su sentido. 


     Continua a la “Corredera”, prolongándola, nos encontramos la “Larga”, más por extensión de la anterior o por ser la mayor de las inmediatas en el casco primigenio de Arroyo que por longitud, teniendo varios nombres en el s XX: Pablo Iglesias, Calvo Sotelo y, de los políticos, al patrón local S. Gregorio, que ostenta a día de hoy, aunque la mayoría de gente la conoce por el inicial. Próximas a ella, en la colación o barrio de S. Bartolomé permanecen las de “Castillejos”, “Del Moral”, quizás porque hubo un árbol tal, hoy recuperada y eliminada la dedicatoria al secretario municipal de la década de los treinta del siglo pasado, Gabino Gracia, que, en su prudencia, recomendó a Medardo Cervera, aspirante a alcalde en 1936, que no se metiera en asuntos políticos, lo que, para su desgracia, no hizo; “Gallegos” –o portugueses, por los repobladores medievales-, “Cuesta”, “Concejo” –inmediata al antiguo Corral de tal nombre-, “Hornillos” –de pan o de zumaque, que hubo-, pasando a ser de Sta. Teresa en los años setenta anteriores. Pasada la plaza de la Parroquial o de la Asunción, ahora de la Constitución, llegamos a la calle “Carniceros” por ser lugar de ellos, aunque la mayoría se establecían, por ordenanza municipal del Conde de Benavente, en la plaza inmediata, antiguo zoco en época musulmana, cerca del Ayuntamiento para que sus oficiales controlaran los pesos, medidas y calidades; su primera transversal, a la izquierda, la “Oscura” donde dice la canción estaban “los gatos negros” y “la tía María vendiendo sebo”, provocando en los niños el temor de ese espacio angosto, sólo con sol en su cenit. Hacia el este llegamos a la plaza “Nueva”, hoy del Divino Morales, contrapuesta a la otra, derivada de la ampliación del urbanismo, que cerraba con portones el acceso a la villa desde el exterior y acogía espectáculos taurinos con carros en celebraciones. Más allá de ella, el arrabal en principio, que luego se urbanizaría siendo parte del conjunto urbano, dejando atrás la calleja de “Papa lobo” o de los “lobos”, actual Castañeda, camino del Pontones, a las Tenerías que dieron nombre a la vigente, lugar del establecimiento industrial de ellas, próximas al río por su elevada demanda de agua para el oficio y por evitar los malos olores de las pieles. Siguiendo por el lateral del pueblo llegamos al NE a la calle del “Rollo”, hoy Juan Carlos I, calle abierta al rollo jurisdiccional ubicado en la carretera a Alcántara sin, en principio, la fila de casas próximas al emblema de la potestad señorial; al noroeste, la “Albuguera”, que sólo ha cambiado hacia “Albuera” -contracción de Albufera-, por su abertura, a día de hoy, como la anterior, rota por una fila de casas y tinados, a la Charca Grande, léxico romanizado de origen árabe, que la impronta de ese pueblo dejó.

     Estos conocemos a día de hoy, esperando que algunos que aparecen escritos se pueda aclarar su ubicación exacta dado que el paso del tiempo ha borrado su localización en el decir, sólo nuevos documentos darán razón de su ser, porque, encuestada gente de más de ochenta años, nadie sabe de esas denominaciones y ubicaciones, tales como: “Peña de la Cruz” en los límites del término fijados en el s. XII, aunque Daniel C. la sitúa en el camino de las ánimas que se abre hacia “Campo Primero” y “Segundo” desde el que va hacia la Luz; “Val de Azores” –quizá un lugar donde los musulmanes practicaban ese tipo de caza, particular de ellos o referente a “Azor” como muralla-, la “Llastra”, los “Luciellos” –posiblemente una zona de tumbas por el origen de ese nombre-, “Peña Gorda”, “Cabeza Escobosa”, “Camino de los Apeos”, el “Zalezo”, “Casar de la Pelota”, …. Invito a las personas que conozca alguno lo aclare y contribuya a esclarecer la historia y la cultura arroyana, que hasta Quintín lo ha hecho con los cambios habidos en el santoral local, como que la “Virgen de los Dolores”, de la cofradía de la Veracruz, fue, en principio, de las “Angustias” o que la “Verónica” es una adaptación de “Santa Rosa”, imagen proveniente de la Capilla de los Marín en el Convento a la que éstos tenían gran devoción.

52. EL CRONISTA: "MUERTE, GLORIA Y OLVIDO. EL EMPRESARIO RAFAEL ROS TEJEDOR"

Por Francisco Javier García Carrero 
 Cronista Oficial de Arroyo de la Luz 

Un difunto no se marcha definitivamente hasta cuando el olvido lo sepulta de manera irreversible. Y eso es lo que ha ocurrido ya hace muchos años con el empresario “arroyano”, tan conocido en vida como hoy completamente olvidado, totalmente “sepultado” por tanto, y donde la memoria de la población ya no llega. Siempre hemos escuchado y leído que mientras alguien te recuerde nunca habrás muerto del todo. No es el caso de Rafael Ros Tejedor, un empresario que, aunque no había nacido en nuestra localidad, llegó a tener una gran ascendencia en la villa durante todos los años en los que residió, trabajó y murió en lo que entonces era Arroyo del Puerco.

Con seguridad no nos equivocamos si afirmamos que probablemente sea el “forastero” que más arroyanos congregó el día de su funeral y en su entierro, y con gran diferencia sobre el segundo. Todo un gentío de más de mil personas estuvo presente en unas exequias que llegaron hasta la prensa regional por la “teatralidad” con la que se desarrollaron las mismas, y donde la “gloria” a Rafael Ros parecía que le iba a acompañar para toda la “eternidad”.

A pesar de esas cifras elevadas de acompañantes, y del impacto que aquella muerte causó entre los vecinos de la localidad, hoy día me salta la duda que sean muchos, o alguno incluso, los que logren ubicar cronológicamente al personaje en su contexto vital o sepa describir algo de su existencia en la villa.

Rafael Ros Tejedor pertenece a esa larga estirpe de empresarios que llegaron desde Cataluña, que arribaron a la población en la segunda mitad del siglo XIX, y que estuvieron relacionados con la fabricación corchera, una industria arroyana que llegó a tener gran importancia a nivel regional. Poniendo incluso a Arroyo en el escaparate nacional e internacional.

Los orígenes de la fabricación y manipulación del corcho en nuestra región se encuentran en Jerez de los Caballeros y Alburquerque, y en principios relacionados con el empresario e industrial inglés Thomas Reynolds Hunter. Muy pronto, desde 1845 esta modalidad industrial se extendió por otras localidades de la región como fueron San Vicente de Alcántara, Cañaveral, Barcarrota, Fregenal de la Sierra, Cáceres y Arroyo del Puerco en los que algunos apellidos catalanes tuvieron un gran predicamento. Tan es así que Arroyo se convirtió en las dos últimas décadas del siglo XIX y los dos primeros tercios del siglo XX en todo un “emporio” de la industria corcho-taponera en las que nombres como Tato Hernández, Fernando Marín, Martínez, Tauler y Macías, Maldonado, Suitino, José Hernández, Gubert y Ros Tejedor fueron todo un ejemplo del buen hacer industrial en la localidad de Arroyo del Puerco.

Fabrica de corcho de los Tato.
Década de los 50 siglo XX (Archivo Martín Panadero)

El catalán Rafael Ros Tejedor había sido alcalde de la localidad de Palamós (Gerona) en 1885. Poco después con su familia decidió abandonar Cataluña y montar en Arroyo una fábrica de corcho que comenzó a reportarle grandes beneficios económicos. En 1892 siendo Manuel Collado Jabato el alcalde, Ros Tejedor, fue elegido por elección popular concejal de nuestro consistorio. En el Ayuntamiento, y ligado a los postulados de la Unión Republicana, partido político del que formaba parte, mostró sus pretensiones para el pueblo en la que destacó, además de ofrecer mucho trabajo a la población con un sueldo decente para la época, su amor por la enseñanza para los niños más necesitados y por abastecer de agua potable a la localidad.

Sus pretensiones por la mejora en la calidad de vida de los arroyanos no pudieron completarse en su totalidad, ya que pocos años después de arribar a nuestro pueblo se produjo su defunción. Concretamente el 14 de noviembre de 1895 Ros Tejedor falleció en Arroyo del Puerco cuando contaba 69 años de edad, ya que había nacido en el ya lejano 1826. Su muerte causó un gran impacto en toda la sociedad arroyana y especialmente entre sus trabajadores. Conocida su muerte una comisión de los mismos se acercó hasta Cáceres para comprar entre todos sus empleados una gran corona de flores que depositaron sobre el féretro del finado.

Proyecto cementerio 1888

Ros Tejedor. Prensa extremeña. 1895

Un día después, 15 de noviembre, y a las dos y media de la tarde tuvieron lugar las exequias fúnebres. Para el traslado del cadáver hasta el cementerio arroyano, un recinto que llevaba solo seis años en funcionamiento, se dispuso en primer lugar dos extensas filas de arroyanos que se colocaron a lo largo de toda la calle Corredera. Es decir, más de un centenar de sus trabajadores, en un acto muy teatral, iluminaron con antorchas encendidas todo el recorrido del cadáver hasta su última morada. A continuación, y sobre una diligencia iba el féretro con los restos mortales de Rafel Ros, una caja mortuoria sobre el que se dispusieron tres grandes coronas con tres inscripciones diferentes. La primera que más sobresalía era la de su mujer, “A mi amante esposo” rezaba la misma; la segunda había sido donada por sus hijos, “A nuestro queridísimo padre”, se podía leer; y una tercera donada por sus empleados y que llevaba la inscripción de “La industria taponera dedica este recuerdo a Don Rafael Ros”.

Trabajadores fábrica de corcho (Archivo Martín Panadero)

Del féretro salían por ambas partes una serie de cintas mortuorias que eran sostenidas por Germán Petit Ulloa, antiguo y futuro alcalde de la población y en ese año diputado en la Diputación Provincial de Cáceres; Manuel Collado Jabato, alcalde de Arroyo del Puerco en ese instante; Fernando Martínez Camargo, futuro alcalde arroyano entre 1899 y 1902; Ruperto Hernández García, otro alcalde, en este caso el antecesor a Manuel Collado; y Cipriano Rodríguez, este último en representación del partido republicano de Navas del Madroño y amigo del finado.

Además de ellos, se presentaron varias comisiones del partido republicano a nivel provincial y regional entre los que destacaron Vicente González Pozo, Aquilino Jiménez Orozco y Eduardo González Nieves, entre otros nombres. Junto a ellos, también llegaron hasta Arroyo representantes de la industria corchera a nivel regional y nacional y otros acompañantes en representación del comercio, la cultura y las artes. Todos ellos, que superaban ampliamente el número de mil personas, todos ellos ansiosos por ofrecer el último adiós al hombre al que debían “el sostenimiento de más de cien familias arroyanas y fabricante modelo”, se diría con gran pesar.

Rafael Ros Tejedor dejó tres hijos varones, Baldomero, Rafael y Francisco y cuatro hijas, Visitación, Aurora, Laura y Julia. Su empresa taponera siguió su curso durante algunos años más y especialmente ligada a su hijo mayor Baldomero que ya no despertó el mismo grado de adhesión que el que tenía su padre. También continuó con la actividad corchera su otro hijo Rafael que fue nombrado ese mismo año vicepresidente de Unión Republicana y que vivió en la Plaza Nueva. No obstante, este último es conocido especialmente por su ligazón a la masonería.

Corcho de los catalanes. 1974

De hecho, fue el secretario de la logia masónica arroyana Estrella Flamígera y posteriormente fundador del triángulo masónico arroyano Caridad nº 48, masonería que tuvo un gran enfrentamiento dialéctico en la prensa regional con el cura párroco de la población Antonio Etreros López, y con denuncias judiciales incluidas, aunque todo eso, y como decimos en tantas ocasiones en anteriores artículos, es ya otra e interesante historia.

lunes, 2 de agosto de 2021

51. EL CRONISTA: "LA BALA QUE MATÓ A HERMINIO BONILLA JAVATO"

Por Francisco Javier García Carrero
 Cronista Oficial de Arroyo de la Luz 

Herminio Bonilla

El pasado domingo 4 de julio de 2021, y con 82 años de retraso, fueron inhumados en el cementerio de Arroyo de la Luz los restos del que fuera sargento del ejército franquista Herminio Bonilla Javato. En esa jornada, y en la más estricta intimidad familiar, los restos de Herminio fueron depositados en el nicho de los padres de nuestro infortunado paisano. Con ese sencillo acto se ponía fin al intenso trabajo que en los últimos años hemos estado realizado un buen número de personas, entre los que me incluyo, para que este día fuese una realidad, como así ha sucedido. Con ese enterramiento, definitivamente, tanto los padres del militar arroyano como su hijo reposarán juntos para la eternidad en el pueblo que los vio nacer.


La verdad es que, si en nuestro pueblo existe una familia que simbolice la tragedia que representó el golpe de estado de julio de 1936, y la posterior guerra civil que se desencadenó por el fracaso parcial del mismo, esa fue la familia Bonilla Javato. Y lo es porque dos de los tres hijos de Juan Bonilla Padilla y Basilia Javato, así se llamaban sus progenitores y que vivían en la calle Castima 2ª número 17, acabaron siendo víctimas de la guerra fratricida, aunque en circunstancias bien distintas, y cada uno de ellos en lugares y por contendientes diferentes. El primero de ellos, Máximo, y del que la familia actual en Arroyo nunca supo nada hasta el año 2008 con la publicación de mi libro Otra historia recuperada, fue puesto ante un piquete de ejecución un 3 de enero de 1938 y acusado de participar en un complot que nunca existió. Máximo está enterrado en el cementerio de Cáceres y actualmente una gran placa recuerda perennemente aquel fusilamiento y aquella injusticia.

Alejandro, otro de los hijos de esta familia, fue el único que salió indemne de la guerra, aunque también participó de la misma, concretamente estuvo durante un largo tiempo en el Frente de Madrid como artillero adscrito a la 16ª División. De hecho, fue el primero de la familia que supo que su hermano Herminio había muerto en combate el 1 de enero de 1939, y cuando ya quedaban pocos meses para la finalización oficial de una guerra iniciada en 1936. El tercero de los hermanos, y del que quiero hablar especialmente en este artículo, se llamaba Herminio, un arroyano que, como hemos señalado al principio de este texto, no ha encontrado la paz definitiva hasta hace pocos días.

Datos Herminio Bonilla Javato
Herminio era diez años más joven que Máximo. Había nacido concretamente el 25 de septiembre de 1914 y pertenecía a la quinta de 1935. Estaba, pues, realizando el servicio militar cuando se inició la guerra. Concretamente cuando tuvo lugar el golpe de estado él estaba destinado en Logroño, zona que quedó en manos rebeldes desde el primer momento y a las órdenes del general Mola. Su unidad militar, el Regimiento de Infantería Bailén nº 24, quedó de esta forma, situada en zona sublevada y con ese regimiento estuvo participando en distintos frentes de guerra por toda la geografía nacional. Con el discurrir de la misma fue ascendido a sargento, galones que ostentaba cuando falleció. Participó en los combates del Frente Norte, donde resultó herido en la palma de la mano izquierda con “orificio de entrada y salida por arma de fuego”. Estuvo convaleciente en el Hospital de Aguilafuente en Zarautz en el actual País Vasco desde el 7 de junio de 1938, momento en que fue herido, y hasta el 5 de agosto del mismo año. Fue dado de alta ese día y le fue concedido otros 15 días más de convalecencia. Un hecho este de la herida en la mano que resultó determinante para iniciar las pesquisas de identificación cuando encontraron sus restos en una fosa común en el que permanecía enterrado desde enero de 1939.

Recuperado de las heridas, el primero de septiembre de 1938 se incorporó a su unidad que fue enviada hasta Cataluña. Allí Herminio intervino en los combates que se libraron para la ocupación definitiva de este territorio que estaba en manos republicanas desde el principio del conflicto, y que sería ocupado por el ejército sublevado en los meses finales de aquel año. Con un ejército republicano en retirada, Herminio participó en los frentes del Ebro y del Segre. De esta forma, en diciembre de 1938 cuando el ejército franquista inició la ocupación definitiva de Cataluña, la comarca de Les Garrigues se convirtió en escenario directo de la guerra. Concretamente se inició la batalla conocida como de Les Garrigues y que tuvo lugar entre el 23 de diciembre de 1938 y el 6 de enero de 1939. Y fue en esta batalla donde cayó mortalmente herido el sargento arroyano Herminio Bonilla Javato.

Concretamente nuestro paisano falleció el 1 de enero de 1939 en los combates que tuvieron lugar en las inmediaciones de El Solerás, una pequeña localidad de la provincia de Lleida y que hoy día cuenta con poco más de 300 habitantes. Herminio, como otros soldados del ejército franquista, recibió sepultura en una de las zanjas del antiguo cementerio de esta población, un camposanto que había quedado en desuso desde hacía tiempo. Estos datos eran conocidos someramente por la familia porque su hermano Alejandro había anotado en un papel que conservaban el lugar donde había sido depositado Herminio, “Cementerio de Solerás, Lérida. Zanja 1ª sepultura 9ª”.

Ha sido el Departamento de Justicia de la Generalitat de Cataluña, a través de la Dirección General de Memoria Democrática la que lleva a efecto las políticas públicas de memoria y es responsable de localizar dichas fosas, exhumar los restos e identificarlos. El propósito de esta política es recuperar los nombres y apellidos de todas las víctimas que quedan por localizar, y restituir esos restos a las familias que lo deseen y proceder a continuación a un digno enterramiento, como así ha sucedido en este caso.

Una vez decidida la actuación arqueológica en la fosa de El Solerás, en 2018 la Dirección General llevó a cabo la búsqueda para localizar a los familiares de los que allí se encontraban enterrados, entre ellos Herminio Bonilla Javato. Fruto de esta búsqueda contactaron con el Ayuntamiento arroyano (anterior corporación municipal), que poco conocían de Herminio, aunque el teniente de alcalde me llamó por teléfono para que pudiera ser yo el que contactara con la Generalitat y pudiera servir de ayuda en las pesquisas que estaban realizando.

Así lo hice de manera inmediata. Además de informar a la actual familia arroyana de todo el proceso que se estaba iniciando, a la Dirección General les envié un pequeño dossier con la información sobre Herminio y sus hermanos, fotografías incluidas, además de proporcionarles un dato trascendental para la identificación de los restos de Herminio, como fue la herida que éste había sufrido en la mano izquierda unos meses antes de su fallecimiento, tal y como hemos relatado anteriormente. Y es que uno de los cadáveres allí enterrados presentaba en los restos óseos de la mano un deterioro compatible con haber tenido una herida importante en esa zona del cuerpo (fractura antemortem en el II y III metacarpos de la mano izquierda con callo óseo que fue mal curado, lo que le generó el acortamiento de la diáfisis).

En el mes de julio de 2018 sus familiares en Arroyo registraron la solicitud de inscripción en el censo de personas desaparecidas, paso imprescindible para buscar e identificar posibles restos. En octubre de ese año el Departamento de Salud recibió la muestra genética de un sobrino de Herminio. En octubre de 2020 el estudio antropológico de los restos correspondientes al individuo de la fosa EN-6, exhumado en El Solerás, permitió apreciar la lesión de la mano lo que unido a los cruces genéticos que llevó a cabo el Hospital Universitario del Vall d´Hebron concluyeron que esos restos correspondían a Herminio Bonilla Javato con una probabilidad del 99,999%.

A Herminio lo encontraron en una fosa con otros 7 cadáveres. El esqueleto se encontraba en el extremo oeste de la fosa con el cuerpo apoyado directamente sobre el fondo de la zanja. Tenía los brazos semiflexionados al lado del cuerpo y las manos sobre la pelvis. El estado de conservación era bueno y la conexión de los huesos era estrecha. Entre los objetos que portaba se han recuperado dos hebillas, dos medallas y varios botones. También se localizaron fragmentos de metralla en las proximidades de las últimas costillas derechas e izquierdas y una bala a la altura del tórax. La bala que mató a Herminio Bonilla Javato.

La bala

Concluida la identificación del cuerpo había que dar un paso más, quizás el más importante de todos, la entrega de los restos a sus familiares, una situación que estaba previsto que se produjera mucho antes, pero que la pandemia la retrasó hasta el 2 de julio de 2021. Ese día a las 11 h, los arqueólogos catalanes recibieron a la familia arroyana que les mostró in situ la fosa donde había estado su tío más de 80 años. Les explicaron cómo había sido todo el proceso con la excavación y posteriormente acudieron al Ayuntamiento donde recogieron de manera oficial los restos de Herminio que posteriormente regresaron hasta su pueblo natal para recibir cristiana sepultura.

Familia de Herminio recibiendo las explicaciones
de los técnicos. Cementerio viejo de Solerás

En el proceso han intervenido profesionales de diferentes ámbitos científicos (historiográficos, arqueológicos, antropológicos y genéticos) y todos ellos con un único objetivo compartido, superar el olvido, recordar lo sucedido, y tener memoria de hechos como los que se vivieron en El Solerás. Todo ello para contribuir a que acontecimientos como una guerra civil jamás puedan volver a repetirse.