viernes, 2 de junio de 2017

05. EL CRONISTA: "JULIO PETIT ULLOA: ¡Viva la República! (La primera)"

Por Francisco Javier García Carrero
           Cronista Oficial de Arroyo de la Luz


Una de funciones de un cronista oficial es la de recuperar a aquellos paisanos, o allegados a nuestra localidad, que se distinguieron en su momento y que por diversos motivos se encuentran injustamente olvidados. Ya lo hicimos hace unos meses con el imaginero Jorquera y seguiremos en próximas entregas recuperando otros nombres. En esta ocasión quisiera poner en valor a un político completamente desdeñado por los arroyanos, Julio Petit Ulloa, probablemente eclipsado por uno de sus hermanos, Germán, al que, en cambio, sí se le recuerda en nuestra población, sí se le valora y sí se le homenajea perennemente sin merecimiento alguno, al menos para el que suscribe estas líneas.
Varios han sido los arroyanos que a lo largo de la historia, pasada y más cercana, han alcanzado diversos puestos de relevancia política a nivel local, provincial e incluso regional. Distintos son los nombres que podríamos señalar como alcaldes, diputados en la Diputación Provincial, diputados en la Asamblea de Extremadura o consejeros en el Gobierno regional. Ninguno de ellos, sin embargo, y que yo recuerde, ha logrado llegar al Congreso de los Diputados, pero sobre todo ninguno, con excepción de Julio Petit Ulloa, ha vivido en primera persona y como sujeto activo un acontecimiento histórico de excepcional relevancia como fue el cambio de modelo de Estado en febrero de 1873; es decir, el paso de la monarquía democrática de Amadeo I de Saboya a la Primera República española.
Julio Petit Ulloa fue el hijo mayor de una de las familias aristocráticas más importantes de la provincia cacereña a lo largo del siglo XIX y principios del siglo XX. Su padre fue Germán Petit Dumeny, un comisionista de lanas parisino nacido en 1803 y que llegó a Cáceres en el año 1832. Dos años después de arribar a la capital provincial, concretamente el 4 de septiembre de 1834 y en la iglesia de las Arguijuelas, contrajo matrimonio con la joven Petra Ulloa Queipo de Llano, natural de Medina del Campo e hija de los condes de Adanero y marqueses de Castro Serna.
Muy pronto comenzó el matrimonio a mantener relaciones económicas con nuestro pueblo y muy pronto comenzaron a incrementar el que ya era un vasto patrimonio familiar. En 1836, por ejemplo, compraron un lavadero de lanas con dos charcas, dos molinos y una fábrica de harinas. Unos años más tarde, entre 1859 y 1860 adquirieron al Estado varias dehesas del término municipal arroyano y que hasta entonces habían sido antiguos bienes concejiles de la villa.
El matrimonio tuvo seis hijos, Julio, Germán, Guillermo, Luisa, Francisca y Asunción. Todos ellos solteros con excepción de la última, Asunción que se había casado en el año 1860 con Alejandro Millán y Sociats, un ingeniero de Caminos y originario de Barcelona.
De todos los hermanos el que mayor relevancia política adquirió fue Julio Petit, aunque el más conocido en la localidad, como hemos señalado anteriormente, es Germán gracias a los años en los que estuvo como alcalde perpetuo de la villa dada su habilidad en el manejo de la farsa electoral tan típica de la Restauración, y que en alguna otra ocasión ya hemos comentado.
Julio Petit Ulloa desde el punto de vista ideológico se movía en la órbita de los partidos identificados con el liberalismo democrático y contrario, por consiguiente, a la monarquía que representaba la reina Isabel II. De hecho, fue uno de los políticos que en la población se sumó en septiembre de 1868 a la insurrección que estaban protagonizando diversos militares progresistas por todo el país (Topete, Prim y Serrano) que no solo eran contrarios al Gobierno sino también a la propia reina. Tan es así que una vez triunfante la revolución conocida como La Gloriosa, y conformado el Gobierno Provisional, se produjo el nombramiento de Julio Petit como alcalde de la población en octubre de 1868 y en sustitución de José María de Sobremonte, un regidor que había estado en el cargo desde 1863 y que no volverá al puesto hasta concluida la “resaca” revolucionaria del llamado Sexenio Democrático en el año 1875.
El paso de Julio Petit por la alcaldía de Arroyo del Puerco le sirvió como trampolín para alcanzar una meta mucho más alta dada la oratoria fácil en sus proclamas, su manera llana de hacer política y siempre al amparo y bajo protección del Partido Radical de Ruíz Zorrilla, una agrupación que fue clave durante el periodo del Gobierno Provisional y especialmente en el reinado de Amadeo I de Saboya.
Julio Petit estuvo al frente de la alcaldía de Arroyo del Puerco hasta febrero de 1871 en que fue sustituido por Pedro Bravo Javato, y poco después de proclamarse por las Cortes españolas a Amadeo I de Saboya como nuevo rey de España. De su estancia como alcalde tenemos varios momentos importantes. Uno de ellos cuando acudió a Madrid, capital del reino, en junio de 1869 como representante de la villa por los festejos organizados con motivo de la promulgación de la nueva Constitución. También fue muy efectiva la manera con la que el alcalde concluyó uno de los muchos motines de subsistencia que se vivieron en el siglo XIX. De esta forma, en el invierno de 1868 decidió poner de su bolsillo el dinero que hacía falta para combatir el hambre de los campesinos arroyanos y además pagar todos los atrasos que se debían a los empleados del consistorio ya que llevaban varios meses sin cobrar sus nóminas.
El abandono en la presidencia del Ayuntamiento en 1871 le llevó hasta la Diputación de Cáceres. Muy pronto fue nombrado Secretario Primero de esta corporación en la que comenzó a tener gran protagonismo institucional. Su salto a la política nacional le llegó en el verano de 1872 cuando se convocaron las terceras y últimas elecciones generales del reinado de Amadeo I de Saboya.
Las elecciones fueron señaladas para el 24 de agosto de ese año y pudieron votar todos los hombres mayores de 25 años. Petit decidió presentarse por la circunscripción de Cáceres capital que abarcaba, además de la ciudad cacereña, a todos los pueblos próximos a la misma. No fue un “combate” electoral muy reñido porque las actas nos hablan de una victoria contundente de nuestro paisano que obtuvo 3.795 votos cuando su inmediato seguidor, Enrique de Guzmán Márquez se tuvo que conformar con 926 sufragios.
 
De esta forma, Julio Petit, se convirtió en uno de los 391 diputados elegidos para el Congreso en aquellas elecciones que fueron ganadas por el Partido Radical de Ruiz Zorrilla al que pertenecía y que volvió a formar nuevo Gobierno. A gran distancia de los Radicales estaban los Republicanos de Pi y Margall, los Constitucionalistas de Sagasta y  los Alfonsinos (monárquicos) de Cánovas del Castillo.
Después de la victoria electoral Petit fue proclamado Diputado electo por la circunscripción cacereña el día 20 de septiembre de 1872. Una legislatura muy corta, aunque ninguno de los elegidos en ese momento lo pronosticaban. A pesar del poco tiempo que estuvo en la Carrera de San Jerónimo se interesó, logrando adscribirse a la comisión oficial, por las propuestas de líneas ferroviarias de la región extremeña como fueron la de Madrid hasta la Estación Arroyo-Malpartida y la que debía discurrir entre Mérida y Sevilla. También participó en la comisión que estaba estudiando las mejoras de pago a través de las estaciones telegráficas y, sobre todo, fue uno de los diputados elegidos por sorteo el 21 de enero de 1873 para asistir al Palacio Real con motivo del “alumbramiento de S.M. la Reina de España”.
Efectivamente, el día 29 de enero la reina María Victoria Dal Pozzo, probablemente la mejor reina de la historia de España, y que paradójicamente nadie conoce, dio a luz su tercer hijo, el Infante Luis Amadeo de Saboya que fue bautizado pocos días después en la Capilla Real de Madrid. No obstante, a estas alturas el rey Amadeo ya había decidido dejar la jefatura del Estado. De esta forma, el 11 de febrero de 1873 el monarca presentó su escrito de abdicación al Congreso de los diputados a los que “devolvía la corona que me ofreció el voto nacional haciendo de ello renuncia por mí, por mis hijos y sucesores”.
Ante la tesitura de tener que buscar un nuevo rey por las distintas cancillerías europeas, el Congreso y el Senado en reunión conjunta como Asamblea Nacional decidieron por mayoría de sus miembros proclamar la Primera República española. Julio Petit Ulloa fue uno de los 257 diputados o senadores que optaron por apoyarla frente a 32 que no eran partidarios. Fue, por consiguiente, uno de los representantes de la Soberanía Nacional que se adhirió al discurso de Emilio Castelar cuando señaló que “la Monarquía ha muerto por una descomposición interior, sin que nadie, absolutamente nadie, haya contribuido a ello más que la providencia de Dios. Señores, con Fernando VII murió la Monarquía tradicional, con la fuga de Isabel II la Monarquía parlamentaria, con la renuncia de Don Amadeo de Saboya la Monarquía democrática. Nadie ha acabado con ella, ha muerto por sí misma”.
Julio Petit abandonó el Congreso de los Diputados el 22 de marzo de 1873 cuando se iniciaba una nueva legislatura, en este caso ya plenamente republicana, y que como en la que él había participado iba a tener un recorrido muy corto, casi tan escaso como la misma forma de Estado. Nuestro paisano volvió a Cáceres y retornó a sus contactos con Arroyo del Puerco, aunque desgraciadamente por muy poco tiempo ya que el 11 de diciembre de 1877 y a las 3 de la mañana dejaba este mundo con poco más de 40 años.

Y a partir de ese instante, el silencio y el olvido sobre su persona. Sirva este breve artículo para recordarlo y valorarlo en su justa medida.