lunes, 29 de marzo de 2021

LA LUZ QUE NO HAY, LA LUZ QUE NO FUE

(Por José Luis Solano Rodríguez) 

     


     Un año más y …nos quedamos sin el Día de la Luz a celebrar según la tradición. Habrá que reciclarse, reiniciarlo de alguna otra forma. Este “bicho” maldito y canalla nos está haciendo cambiar demasiados hábitos y costumbres, sobre todo sociales, encerrándonos, todavía más que lo provocado por las nuevas tecnologías, medios de distracción u ocio, en casa, en una soledad humana sin contacto directo con los demás. La Corredera, o Carrera que se decía también antiguamente, será un espacio casi vacío, ocupado por coches aparcados en uno de sus lados, como cualquier otro día, sin tierra, sin más bulla que la que, quizás, se produzca sobre las doce si los vecinos salen a los balcones a aplaudir, a comentar deprimidos la situación un año más, con esperanza y deseo de ser la última vez que esto ocurra, que vuelva a la situación de antes, se llene de gente y de caballos cortando el aire, de carrozas mostrando tradiciones perdidas o realidades actuales con elaboraciones más estéticas, medios y trabajo de grupos de amigos obcecados en ensalzar la fiesta, donde el vino vuelva a correr, y no nos encontremos cuan emigrantes forzados de ella, como canta Pablo Guerrero, borrachos de nostalgias …, borrachos de vino no bebido, sin sentir la piedra despedida por un caballo, la piedra dura y sola que atraganta el alma.

   

 Este lunes de Pascua de Resurrección no siempre fue como lo hemos conocido en estos últimos tiempos: paseo-calentamiento de caballerías, procesión, celebración religiosa en la ermita, ida y vuelta de rocines y jinetes a ella y, desde las doce, las carreras de caballos, desfile de carrozas… Hace años, siglos, era una romería alrededor del santuario donde oficiaban el culto religioso, celebraban comidas de amigos y familiares, se solía cantar y bailar acudiendo algún buhonero a vender sus productos; a la caída de la tarde volvían al pueblo originándose, espontáneamente, las galopadas de rocines a la entrada, poco a poco reconduciéndose, oficialmente, desde el Santo a la plaza de la villa, como sigue ocurriendo en las Navas el domingo anterior. Luego se desdobló en dos fiestas, la del lunes como la conocemos y, trece días después, la Romería, intercalando en ese espacio temporal la venida de la Virgen al pueblo, la novena y demás actos religiosos y sociales.

     Así consta en nuestro conocer y se documenta en diversos medios; ahora bien, existe un autor que la enfoca de distinta manera, toda una ficción literaria, una Luz que no fue. Se trata del artículo Los caballistas de Arroyo del Puerco perteneciente al libro Nervios de la Raza (1915) de Eugenio Noel (1885-1936), seudónimo de Eugenio Muñoz Díaz, novelista, ensayista y publicista español, bohemio, contrario a los mitos de la España negra, a la de charanga y pandereta que diría Machado, a la tauromaquia, al flamenquismo, a los actos irracionales que decía, provocadores del retraso de este país con Europa que procuró aumentar y deformar en sus escritos para combatirla.

Ilustración de Martínez de León para postal de la serie Las Capeas,
 Eugenio Noel

  Su visión, distorsionada, de la fiesta de la Luz quizá sea producto de lo antes dicho, de unas informaciones que captó en los cafés literarios madrileños a los que acudía, sin conocerla ni vivirla y plasmó falseando las costumbres reales para mostrar una brutalidad exacerbada que había que erradicar. En él deja patente su desconocimiento del hecho, del lugar (…a dos pasos de Arroyo de la Malpartida…, en alusión a la Estación), al que describe como pobre pero honrado donde triunfan siempre los timoratos, los débiles, los zurupetos, en el que acusa al pueblo de ofrecer victimas por embalsar agua en una gran laguna y hacer que el paludismo avise y llegue por barrios, alabando el nombre de la Patrona (de cuyo nombre tanto valdría acordarse) para dar luz sobre la situación que veía el noventayochismo en España.





     "Fiesta de jolgorio para holgar en una devoción garantía de pereza profunda, en una multitud ávida de libertinaje, en la que se baila y se bebe, en la que se pierden las enamoradas parejas entre rastrojos y carrascas. Describe una subasta junto a la ermita, con sus exvotos, donde se incita a la puja al alza (la Santa quiere más). Al atardecer la gente se dirige al pueblo en carros para ver el espectáculo antes que lleguen los caballistas y realicen barbaridades sarracenas…que ponen en duda la civilización, una fiesta en dos partes, bestiales. Hombres y mujeres a caballo, solas o a la grupa cual walkyrias plebeyas, alabándose la muerte de dos de ellas el año anterior o el deseo de que ocurra al ver un caballo desbocado arrastrando a una. Mozos audaces en la barbarie como rasgo de su sangre, de su raza, cual Vetones, avivadas sus energías en la noche, incrementadas con los cruces de los perros para descabalgarlos en esta fiesta muy oriental, añorando el tiempo en que se los buscaba y procuraban ensartarlos en picas. Llega la segunda parte, se cierran las calles, se suelta el toro -que años atrás, dice, fueron varios a la vez-, el amo de ellas en la noche y en las casas, que abren sus puertas invitándolo a entrar; se busca y favorece la sangre, se juega con la muerte mientras los jinetes galopan con las garrochas a su busca. Lo mismo, con suerte, al año siguiente la Santa Patrona tendrá un milagro más y los mozos en su brutalidad desafíen su celeste 'patrocinio' ".

    Bien, pues hasta aquí esta exposición literaria, ficticia, falsa en sumo grado, no constatada documentalmente ni por transmisión oral del vecindario en el trascurso del tiempo. La fiesta puede que siga, que cambie, aunque no llegue a la barbarie expuesta en ese libro, no olvidado y hasta reeditado bajo el título Raíces de España en 1997, como otros de Noel hasta la actualidad, un autor que acabó en la miseria un día después que lo hicieran Cervantes y Shakespeare trescientos veinte años más tarde.

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sábado, 20 de marzo de 2021

REFORESTAR ARROYO

  (Por José Luis Solano Rodríguez)

Pedro José Castela


    El domingo 21 de marzo se celebra el Día Internacional de los Bosques. El día anterior el Ayuntamiento de Arroyo de la Luz convocó a los vecinos a crear una arboleda en el antiguo vertedero de Molano. En los últimos años el Consistorio ha actuado en las proximidades del casco urbano plantando árboles en torno al río Pontones, a su cabecera, en la Charca grande, alegrando la vista, agarrando la tierra, dando vida al paisaje; más alejado, en la Dehesa boyal, un espacio que iba hacia la desertización. La actuación sigue en diversas campañas que no han recogido todos los frutos esperados, un porcentaje bajo fructifica sobre una tierra arenosa, con poca materia orgánica, escasa de profundidad y manto vegetal.

     La lucha sigue y se puede ampliar, tanto en el espacio como en el tiempo; en éste, aumentando, aún más, los periodos de siembra, adaptados a las especies a incluir en el catálogo, no circunscribiéndolo sólo a la floritura de alguna fecha, sino extendiéndolo a un plan de actuación dentro de un programa meditado, dotado de medios, de inversiones, de personal…de ilusiones. En la superficie de intervención, expandiendo la pública, pero también incluyendo la privada en acuerdos con los propietarios, facilitándoles asesoramiento, plantas y semillas, … haciéndoles ver los beneficios de tener arbolado en sus tierras, en los límites de ellas, en zonas poco aptas para el cultivo, junto a los muros y alambradas, como complemento a los mojones solitarios que delimitan sus espacios. ¡Salve¡ al que ya lo ha hecho a la entrada de la Charca, al inicio del camino de la Luz, al que ha revivido alguna huerta… se necesitan más colaboradores, la vida debe de seguir.

     Arroyo tiene el privilegio de estar rodeado de agua, propiciatoria de un paisaje agradable, favorecedor de un microclima, de un complemento vital que, aún estando quieta, nos llena el ánima, no digamos nada cuando se expande, como en las últimas fechas. Ese elemento natural se vería complementado con los árboles, asidores-sanadores de la madre tierra, reclamadores de otras especies vivas, del líquido elemento, de la materia orgánica transmisora de vida.

JLSR

     Fomentemos un bosque, no estropeemos la casa que nos cobija, vivamos en naturaleza. Demos vida a Arroyo para poder tenerla.

domingo, 7 de marzo de 2021

EL REY FELIPE EN ARROYO

 (Por José Luis Solano Rodríguez)

     Sí, no os quedéis perplejos, no es ninguna noticia falsa, aunque no hayáis escuchado nada en medios de información, ni redes sociales de última generación lo difundieran... El rey Felipe estuvo en Arroyo. Ahora bien, no se trata del actual monarca que aparece en las noticias de televisión o en los periódicos muchos días, no el de la Casa de Borbón, del VI de España, que estando en Cáceres el pasado 25 de febrero a inaugurar la ampliación del Museo Helga de Alvear – que no hay que perderse- no se dignó visitarnos y traer a la consorte a degustar unas coles con buche –parece que ha fallado el servicio de protocolo municipal que puede que no la haya invitado en aras de promocionar la fiesta o hermanarnos gastronómicamente-, pudiendo compararlas con el pote asturiano, bueno que lo haré yo sino un verano más; al que me refiero es al II de la Monarquía Hispánica.

   Felipe II (1527-1598), de la Casa de Austria, hijo del Carlos I, biznieto de los Reyes Católicos. Intitulado rey de Castilla, León, Aragón, Navarra, Portugal, Sicilia, Cerdeña, Indias, Filipinas, Países Bajos, duque de Borgoña, Milán, de plazas africanas, señor de Vizcaya y de Molina …tuvo un Imperio en el que, se decía, nunca se ponía el sol.

  Había sido proclamado rey de Portugal en 1580 por la nobleza lusa, con la condición de que les respetara su independencia de Castilla y también la de sus posesiones imperiales, tras morir Sebastián I sin descendencia legítima, debiendo pelear por la corona con los partidarios –el pueblo llano- del descendiente ilegítimo de la realeza portuguesa, Antonio, prior de Crato, luego reconocido oficialmente como hijo, teniendo que derrotarlos el Gran Duque de Alba. Aquel, siguiendo la estela paterna, también tuvo un hijo bastardo que parece ser fue secuestrado por los eficientes servicios secretos del rey, para no perjudicar al monarca hispanoportugués. El monarca vino a Cáceres a entrevistarse con su amigo y consejero Obispo de Coria, Pedro García de Galarza, con el que permaneció del 9 al 12 de marzo de 1583, en su palacio –calle General Ezponda, junto a la plaza Mayor -, donde se quedó, encargándole que a ese niño que le habían entregado lo educase como a uno más de sus sobrinos, misión que parece ser cumplió, procurando que no se relacionase con nadie del país vecino y que se desvaneció no se sabe dónde. Sin oposición, Portugal permaneció junto a la corona española en la denominada Unión Ibérica hasta 1640.

     Pues bien, este todopoderoso señor recaló en Arroyo del Puerco un 8 de marzo de 1583 antes de acudir a la cita al día siguiente a encomendarle el futuro del hijo del prior al Obispo, pernoctando en Arroyo en el Palacio o Casa de la Fortaleza, como también la llamaban,

residencia del mayordomo condal, propiedad del conde-duque de Benavente, Grande de España y, por tanto, considerado primo del rey, título que ostentaba en esas fechas Juan Alonso Pimentel de Herrera y Enríquez de Velasco, VIII conde y V duque de Benavente…, noble y hombre de estado bastante conectado con el monarca. Los arroyanos –unos 3000, según se deriva de los repartimientos de impuestos y del dudoso censo de la corona de Castilla de 1591, que entonces no había censos demográficos- se enterarían a toque de campana, acudiendo a otear el patio a la plaza y aprovecharse del recibimiento concejil, según consta en documentos municipales, así como, si podían, hacer alguna súplica al paso de la carroza. El soberano tuvo tiempo de administrar sus reinos desde aquí, como demuestra la documentación firmada en la villa de Arroyo el Puerco pues parte de su corte administrativa le seguía en sus desplazamientos –así consta, refrendando documentos su eficiente Secretario Antonio de Erasso- y, muy posiblemente, su intrigante de Estado Antonio Pérez del Hierro, pues el asunto se las traía. La localidad se vio envuelta en la trama y, probablemente, no sacó nada beneficioso, siguió pagando impuestos y siete años después fueron convocados los vecinos, a través de su conde-duque, a integrar un ejército de sesenta mil infantes entre piqueros y arcabuceros, eso sí, con exacciones.

…de la comisión que tienen / fecha en arroyo el Puerco
a ocho de marzo de mil y quinientos y ochenta y tres anos
yo el Rey / refrendada de [Antonio de] erasso y librada de escribano público /


El Rey


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martes, 2 de marzo de 2021

46. EL CRONISTA: "LLANTO POR UNA REINA (María Isabel de Braganza)"

 Por Francisco Javier García Carrero

Cronista Oficial de Arroyo de la Luz 

María Isabel de Braganza
(Museo del Prado.
Por Bernardo López,
1829)

     Los días de luto oficial, o duelo nacional, siempre han sido, y son actualmente, la manera que tenemos de lamentar alguna tragedia que se ha producido en nuestro país. Hoy día se suele declarar luto oficial por diversas causas. Por ejemplo, el último declarado en España ha sido con motivo de la pandemia del COVID 19. Diez días de luto oficial, el más largo de la historia democrática en nuestro país, en el que la bandera nacional tuvo que ondear a media asta y con un crespón negro sobre el mástil.

Históricamente estas muestras de respeto institucional se producían después del fallecimiento de un personaje público y de especial significación para el resto de la población. En todos los casos solía realizarse un gran acto de homenaje oficial que era presidido por las autoridades políticas y religiosas de la localidad, una efeméride al que se invitaba a colaborar a todo el pueblo, situación que siempre se producía de manera efectiva y participando este último de forma masiva y con gran sentido del respeto.

A lo largo de nuestra historia local tenemos varios ejemplos en los que la localidad lamentaba con gran solemnidad la pérdida de los diferentes monarcas que se habían ido sucediendo en nuestro país. De esta forma, conocemos, por ejemplo, el luto que el pueblo profesó por la muerte de Carlos II el último de los monarcas de la dinastía austriaca en el año 1700. No obstante, en el presente artículo quiero reflejar el “llanto por una reina” que Arroyo del Puerco manifestó cuando tuvo conocimiento de la muerte de la joven soberana María Isabel de Braganza en los primeros días de enero de 1819, aunque la reina había fallecido el mes de diciembre del año anterior. Y quiero hacerlo sobre ella porque su muerte fue una auténtica tragedia, o más bien una carnicería, dada las circunstancias en las que se produjo aquella muerte.

Fernando VII. Patrimonio Hispalense.
Ayuntamiento de Sevilla
María Isabel de Braganza fue reina consorte de España por matrimonio con Fernando VII que era su tío carnal. El matrimonio, que era el segundo de este monarca tan particular y tan denostado, se celebró en 1816 cuando contaba la reina únicamente 19 años ya que había nacido en Portugal en 1797. Esta soberana fue muy aficionada a la cultura y al arte, por ejemplo, hablar del Museo del Prado, la pinacoteca más importante de España y una de las más sobresalientes del mundo, es también resaltar la figura de la que fue su fundadora, la reina María Isabel de Braganza.

En 1817 y con solo 20 años Isabel dará a luz a su primera hija que murió pocos meses más tarde. Un año después estaba de nuevo la reina embarazada, y en diciembre de 1818 Isabel falleció por las complicaciones de un segundo parto de otra niña que también nació muerta. Este segundo alumbramiento fue muy difícil y laborioso. En el trascurso de ese nacimiento la reina Isabel de Braganza perdió completamente el conocimiento, tanto fue así que los médicos creyeron que ya estaba muerta. Con la finalidad al menos de poder salvar la vida del bebé le practicaron una cesárea de urgencias. A partir de ese momento, todo fue una auténtica pesadilla o una tragedia, ya que la reina se despertó, gritando a todo el mundo que no estaba muerta, que estaba viva. Los médicos trataron de arreglar la negligencia lo mejor que pudieron, pero todo fue en vano, Isabel y su hija fallecieron aquella tarde del 26 de diciembre de 1818 en el palacio real de Aranjuez (Madrid), y cuando la reina contaba solo 21 años de edad.

Dibujo de época sobre el parto que causó la muerte de la reina María Isabel.
(saenzsotogrande.blogspot)

Hasta Arroyo del Puerco llegó con varios días de retraso la noticia de la muerte de la reina Isabel. Concretamente era bien avanzado el mes de enero de 1819 y siendo alcalde de la localidad por el estado noble el que entonces era coronel Juan Manuel Marín de la Quintana, un militar que no era arroyano, ya que había nacido en las colonias hispanoamericanas, exactamente en Argentina. Juan Manuel Marín había regresado a España en el año 1810 y se había asentado en Arroyo dada la ligazón familiar que aquí tenía de ascendientes desde hacía varios siglos (algún día trasladaremos la historia de este personaje tan singular para la historia de nuestra localidad).

Palacio de Juan Manuel Marín de la Quintana

Una vez que el pueblo tuvo conocimiento del fallecimiento de la reina, aunque nunca conoció el fondo de los motivos reales ni cómo se había producido el fatal desenlace, se decidió realizar unas exequias funerarias acorde con la posición social de esta reina consorte. Convocada la corporación municipal de urgencia se decidió que fuese el día 17 de enero de 1819 cuando se celebraría el funeral oficial por la muerte de María Isabel de Braganza en la iglesia parroquial de la Asunción.

El alcalde propuso, y fue aceptado por el resto de miembros del consistorio, que desde el día anterior, 16 de febrero, el balcón del Ayuntamiento, que era bastante más modesto que el que tenemos en la actualidad, se cubriera en su totalidad con un mantón completamente enlutado y, además, a la entrada de la puerta principal del edificio se dispuso un almohadón oscuro sobre el que se colocó el cetro y la corona real como símbolo heráldico de la difunta.

Y con ello llegó el día del funeral oficial. La orden había sido la de reunir a todos los miembros que trabajaban para la corporación municipal en la puerta principal del Ayuntamiento, incluidos funcionarios y escribientes, que en compañía de la totalidad del clero regular y secular de la villa (curas, presbíteros y monjes), deberían acompañar a “todas las personas de distinción” en el funeral. A todos ellos se les obligó y exigió a acudir al acto religioso vestidos de “luto riguroso”, diría la crónica del acto.

Una vez reunidas todas las autoridades en la explanada de nuestra plaza principal, y en riguroso silencio, marcharon en dirección a la iglesia de la Asunción en la que previamente se había preparado y colocado un “túmulo fúnebre” que estaba adornado correspondientemente para la ocasión. La iglesia, como en la mayor parte de las ocasiones en las que se celebraba un acto de esta categoría, se encontraba repleta de fieles en un silencio únicamente roto por las “plañideras”.

Seguidamente se inició el acto religioso, concretamente una misa funeraria que fue oficiada por el “reverendo Padre lector de vísperas en sagrada teología fray Juan de la Haba”, un religioso descalzo del conventual de San Francisco, un edificio que pronto se desamortizó. Parece ser, según las crónicas oficiales, que el sermón del padre franciscano “conmovió al numeroso vecindario existente”, arroyanos que dieron muestras del más profundo sentimiento y “acreditando el amor y la lealtad que profesaban a sus soberanos”.

Terminado el oficio en la iglesia parroquial, ya únicamente el clero en su totalidad, junto con las personalidades más sobresalientes de la villa, llegaron de nuevo hasta las casas consistoriales, lugar donde para finalizar se cantó un último responso funerario por el alma de la infortunada y joven reina Isabel de Braganza. Terminado este postrero oficio, el acto religioso se dio por concluido. A partir de este instante, cada uno de los intervinientes comenzó a marcharse a sus respectivos lugares de residencia, palacios, conventos, casas particulares, etc. Lugares donde todos ellos iniciaron un prolongado luto oficial. La reina Isabel de Braganza está enterrada en el Monasterio de El Escorial, concretamente en el Panteón de Infantes, al no ser madre de ningún rey de España.

El rey Fernando VII muy pronto volvió a mostrar deseos de casarse ya que seguía sin heredero alguno. Volvió a contraer matrimonio, y no sería el último, por tercera vez aquel mismo año de 1819, concretamente el 20 de octubre. La elegida era tan solo una niña 15 años, la alemana María Josefa Amalia de Sajonia, una princesa educada en un conventual y con la que el rey mantuvo una “particular y movidita noche de bodas”, por decir algo que pueda ser publicado. Tercera esposa con la que tampoco logró un heredero al trono español y que falleció en 1829 con solo 25 años, aunque todo esto es ya otra e interesante historia.