domingo, 30 de julio de 2023

07.2023 EL CRONISTA. "LA LUZ DEL DIVINO: DESCENDIMIENTO DE LA CRUZ"

 Por Francisco Javier García Carrero
Cronista Oficial de Arroyo de la Luz

Seguimos con la serie de trabajos del profesor Antonio Pérez Toranzo y la asociación Photones. El siguiente análisis continúa versando sobre el martirologio de la vida adulta de Jesús, un modelo iconográfico que siempre ha estado muy presente en la obra de Morales. En este caso, y una vez más, Antonio ha elegido una pintura que los arroyanos podemos admirar una y otra vez ya que se encuentra en nuestro colosal retablo de la iglesia de la Asunción, el Descendimiento de la Cruz. Y es que, la pasión, la muerte y la resurrección de Jesucristo, tal y como venimos observando en los distintos comentarios ya publicados en el blog de Paisajes y fiestas, han conformado siempre el principal eje vertebrador de toda su obra. Una pintura para contemplar y orar muy cerca. Una vez más, el Divino pretendió acercar al creyente el sufrimiento y la resignación de Jesús y de todos aquellos que estuvieron con Él en los últimos instantes de su vida terrenal.

@Retablo de la Iglesia de la Asunción de Arroyo de la Luz

Aunque no era lo habitual entre los crucificados (ya lo comentaremos cuando tratemos el Santo Entierro), Jesucristo, en cambio, sí fue bajado de la cruz una vez que expiró. Por consiguiente, el descenso de la cruz, que es un episodio que está narrado por los cuatro evangelistas, se sitúa entre la crucifixión y el “Llanto sobre el Cristo muerto”, un pasaje también muy trabajado en la iconografía cristiana. Los cuatro evangelistas, con ligeras variantes de unos a otros, nos informan que fue José de Arimatea (propietario del sepulcro donde fue depositado Jesucristo una vez concluido este pasaje) el que solicitó permiso a Poncio Pilatos para poder descender el cuerpo de Jesús y así poder enterrarlo. Junto con él, Nicodemo, rico judío y miembro del Sanedrín, fue el que le ayudó que esta acción pudiera llevarse a efecto.

La sobriedad de las composiciones más antiguas y primitivas que narran este episodio de los evangelios, donde estos dos personajes son los únicos que aparecen junto con Jesucristo, se irá modificando con el paso de los años. De tal forma, que a la altura del siglo XVI ya se han incorporado nuevos protagonistas a esta escena, tal y como sucede con la obra que pintó Luis de Morales y que nos sirve de comentario. Ahora encontramos también a San Juan junto con las Santas Mujeres, (María de Cleofás, madre del apóstol Santiago, María Magdalena y la Virgen María) que todas rotas de dolor estarán también presentes en semejante trance. Todo ello acentuaba el recurso del pintor e incrementaba una mayor carga dramática a la escena y un mayor sentimentalismo entre los que visionan la obra.

El Descendimiento es una obra de clara influencia nórdica, en la que Morales que parece inspirarse en una semejante que pintó su maestro, Pedro de Campaña, y que actualmente se puede visionar en la catedral de Sevilla. La Virgen María (María de la Luz Cabezas), sostenida por una de las Santas Mujeres (María de la Luz Tejado) abre patéticamente los brazos y con gesto grandilocuente. Por otro lado, la Magdalena (Julio Niso) también quiere colaborar con la recogida del cuerpo inerte de Jesús (Javier Carrero), un trabajo que ya tienen casi completado José de Arimatea (Martín Panadero), el apóstol San Juan que le sujeta por un brazo (Juan Luis Bermejo) y Nicodemo (Eduardo Santano) y que sostiene a Cristo por ambas piernas. Completa la tragedia una plañidera llorosa que oculta parcialmente su rostro en señal de duelo y corroborando la tragedia consumada (Carolina Higuero).  

@Antonio Jesús Pérez Toranzo

     Una menor finura en la ejecución de algunos de los personajes que aparecen en la obra, y los recursos típicos de modelos figurativos a veces repetidos de otros cuadros del artista, hacen pensar a varios estudiosos de los trabajos de Morales que nos encontramos ante uno de los cuadros en los que más intervino su “taller”; es decir, los ayudantes de los que tenemos constancia que también estuvieron trabajando junto con él en la ermita de San Blas.

En resumen, para Antonio Pérez Toranzo nos hallamos ante una de las obras más compleja sobre la que tuvo que trabajar por la gran cantidad de “actores” que tiene la misma. Son ocho los participantes y su resultado final presenta un color bastante más acentuado que la obra original. Y es que estamos ante un intenso estudio en el ordenador, muy complicado por múltiples casuísticas. Por ejemplo, la cruz está realizada a partir de distintas fotografías de un mueble y el paisaje de fondo, que en el original es verdoso y casi crepuscular, se ha visto modificado con un nuevo guiño hacia nuestro querido Arroyo de la Luz, ya que lo presentado de fondo por Antonio no es otra cosa que una panorámica de nuestro pueblo.

Por último, los modelos de la obra, aunque ya se han identificado anteriormente, son de izquierda a derecha, y en la parte superior, Carol Higuero, Martín Panadero, Javier Carrero, Juan Luis Bermejo y Eduardo Santano. Los tres personajes restantes de la parte inferior son también, y en el mismo sentido, María de la Luz Cabezas, María de la Luz Tejado y Julio Niso. 

Aquí tenéis una pequeña muestra de fotos de @APyF con el Making of (cómo se hizo):

































jueves, 13 de julio de 2023

06.2023 EL CRONISTA. "LA LUZ DEL DIVINO: EL CALVARIO"

 Por Francisco Javier García Carrero
Cronista Oficial de Arroyo de la Luz

Continuamos comentando la serie de trabajos del profesor Antonio Pérez Toranzo y la asociación Photones. El sexto análisis continúa con la iconografía enmarcada en la Pasión de Cristo. Llegamos al primero de los momentos claves de esta Pasión, aquel que refiere la muerte de Jesucristo en la cruz. Después de ser mostrado al populacho por Poncio Pilatos, tal y como referimos en el anterior estudio, y al grito “que lo crucifiquen, que lo crucifiquen”, la sentencia estaba a punto de cumplirse y no había vuelta atrás. El cuadro elegido por el profesor Toranzo tiene por título El Calvario y es un óleo sobre tabla de roble de gran formato ya que mide 166 por 138 centímetros y pintado en el año 1566 como colofón de un retablo, probablemente para el convento de Nuestra Señora de la Luz de Alconchel (Badajoz). Actualmente se encuentra en la pinacoteca por excelencia de nuestro país, el Museo del Prado (Madrid).  

@Museo Nacional del Prado (Madrid)

La crucifixión fue un castigo en absoluto extraño en aquellos territorios ya que se venía practicando desde hacía, al menos, un milenio por persas, asirios y fenicios. Se trataba de un horrible castigo que estaba reservado casi exclusivamente a los criminales más peligrosos, a los extranjeros o a los esclavos, lo cual no era el caso. La fijación del ajusticiado a la cruz se hacía por medio de cuerdas y clavos. Una vez llevado al suplicio portando la cruz de su martirio, Jesucristo fue clavado en el travesaño que estaba horizontal, luego era izado por un sistema de poleas o cuerdas. Para fijarlo a la cruz los soldados romanos utilizaron 3 clavos de una extensión de entre 13 y 18 centímetros. Dos de ellos para los brazos y el último para los pies superpuestos. El verdugo, aunque no siempre sucedía, debía atravesar de un solo golpe de martillo las extremidades y luego remacharlo a la madera.

Al margen del intenso dolor que todos estos suplicios infringieron a un cuerpo ya muy castigado por los anteriores tormentos, tan angustioso, o incluso mucho más, fue la dificultad que Jesucristo tenía para poder respirar. A continuación, fue, siguiendo el evangelio de San Juan, cuando los soldados romanos atravesaron con una lanza el costado de Jesucristo de donde salió sangre y agua, en ese orden.

Será este el momento elegido por el Divino Morales para mostrarnos este pasaje de los evangelios. Cristo ya izado en la cruz (Juan Luis Bermejo), que se encuentra flanqueado por la Virgen Dolorosa (Nina Bañegil) y un San Juan que completa la escena (Manuel Montero). De nuevo, y como sucedió con los cuadros comentados en el anterior análisis, estamos ante un asunto recurrente en su obra iconográfica. Comentar que también este pasaje era típico de la escultura, de hecho, en nuestro retablo el entallador placentino Alonso Hipólito esculpe estas mismas tres figuras para la hornacina superior de la calle central de nuestro excelso retablo de la iglesia de la Asunción.

@Antonio J. Pérez Toranzo

Morales nos muestra una figura de Cristo con un cuidadísimo dibujo de su anatomía y con un forzado escorzo en el rostro, situación que también observamos en la cabeza de San Juan. Los ojos y boca de Cristo entreabiertos, con labios ligeramente azulados y rostro lánguido que nos habla de la inmediatez de la muerte. La Virgen repite el rostro de otras Dolorosas con las manos entrelazadas mientras que la cabeza alzada y el perfil de San Juan es idéntico al que tenemos en Arroyo en el cuadro que refiere la Venida del Espíritu Santo. La cara de Cristo, en cambio, es idéntica a la obra Lamentación ante el Cristo muerto del Museo Provincial de Salamanca. En general, las tres figuras nos muestran la curva “serpentinata” en los cuerpos, pliegues de las vestimentas que se mueven y los ademanes dolientes que nos remiten a una estética claramente manierista. El ambiente lo completa Luis de Morales con amenazantes nubes en un ambiente global que acrecienta, si cabe, el patetismo de la escena.

En resumen, podemos decir que para el profesor Toranzo esta composición fue un trabajo muy laborioso. La disposición general de la obra, la propia cruz, los tres modelos que están de cuerpo entero, además de los pequeños detalles en sus figuras, a lo que se suma el fondo de la obra, supuso para Antonio largas sesiones en el proceso de la imagen en el ordenador. El cuerpo y la cara deformada de Cristo, con el pelo de otro modelo fue la primera figura trabajada. La posición de la Virgen con un ropaje con numerosos pliegues que tuvieron que pintarse para que pareciera el original fue otro reto de larga duración. Por otro lado, San Juan, este último con el pelo de su hijo que resultó idóneo para la ocasión, fue también un nuevo quehacer de intensa edición. Por último, el paisaje del fondo, con el guiño al castillo de San Martín de Trevejo, derruido, más el estudio de las nubes y el cielo constituyeron un último reto que ha merecido para ver este resultado final.

Aquí tenéis una pequeña muestra de fotos de @APyF con el Making of (cómo se hizo):