jueves, 17 de agosto de 2017

XXIX FIESTA DE LA TENCA

La Fiesta de la Tenca, declarada de Interés Turístico Gastronómico de Extremadura, se celebrará este año en Arroyo de la Luz el próximo 26 de agosto. Aquí tienes toda la información sobre la edición de este año: programa de actividades, participación en actividades, concursos, etc.
PROGRAMA.  DESCARGA AQUÍ
MERCADO DE ARTESANÍA. Todos/as los artesanos que quieran participar en el Mercado de Artesanía deberán realizar su inscripción antes del martes 22 de agosto enviado un correo a tajosalor@gmail.com con sus datos (nombre y apellidos y teléfono de contacto) tipo de producto a vender y número de metros. (la Mancomunidad Tajo-Salor se reserva el derecho de admisión para no superar el número y el tipo de puestos establecidos para este día).
Una vez confirmada su participación, será requisito imprescindible realizar un abono de 30 euros en concepto de fianza en el nº cuenta de Caja de Extremadura Es12 2048 1222 56 3400009737 (antes del jueves 25 de agosto).
Esta fianza será devuelta a todos/as los artesanos el día del mercado. El horario de participación en el mercado será obligatoriamente de 11,00 h a 23,00 h.
CONCURSO DE PESCA. Un año más el Concurso de Pesca forma parte del Circuito Deporte y Naturaleza de Extremadura DIVERSIDAD NATURAL de la Junta de Extremadura. Inscripciones para participar en el concurso en los Ayuntamientos de la Mancomunidad. DESCARGA AQUÍ LAS BASES
[Fuente: arroyodelaluz.es]





miércoles, 2 de agosto de 2017

07. EL CRONISTA: "HISTORIAS DE LA VENUS: El futuro ya está aquí"

Por Francisco Javier García Carrero
           Cronista Oficial de Arroyo de la Luz

Interior de la Venus. Archivo familia Galán (1)
La Venus






















El Bonito
En 1980 un grupo de la conocida “Movida madrileña”, Radio Futura, nos señalaba que el futuro ya había llegado a España. El futuro ya está aquí, decía una pegadiza canción del cuarteto español que se bailó, y mucho, en las pistas de la que ya no era una flamante y novísima pista de baile de la discoteca Venus de Arroyo de la Luz. Y no era reciente porque en Arroyo en cuestión de bailes el “futuro” había llegado seis años atrás, en 1974, cuando un “visionario” empresario de la localidad, Lázaro Galán Crespo, advirtió y observó con gran clarividencia, y mucho antes que Radio Futura compusiera la canción, que “la gente joven andar, corta el aire de seguridad”. Y es que resultaba evidente que la juventud arroyana de mediados de los setenta buscaba algo más atrevido que los insípidos, anodinos y aburridos bailes que todavía se celebraban en los salones del Moyano o Bonito, o los que durante muchos años se habían organizado en el salón de la calle Rafael Chaparro o en el más exclusivo de El Casino.

El Casino


Y es que no hacía tantos años, durante toda la dictadura, el Régimen franquista había legislado hasta lo que consideramos la cotidianidad más absoluta. Además de la vestimenta, el llamado “decoro”, especialmente femenino, o la prohibición de la fiesta de Carnaval, también legislaron sobre los que entonces eran los “bailes modernos”, ya que éstos no eran del gusto de las nuevas autoridades, bailes que fueron catalogados como “la feria predilecta de Satanás”. Todavía en 1958 la Conferencia Episcopal española, estamos en pleno Nacional-Catolicismo, recalcaba que los bailes eran peligrosos para la moral, especialmente cuando éstos eran “agarrados” porque podían convertirse en “ocasión próxima para el pecado”.  De ahí que en esos bailes las chicas jóvenes llegaban siempre con las conocidas como “carabinas”; es decir aquellas mujeres mayores que vigilaban a varias chicas en todo momento, toda una institución socio-cultural de los años del franquismo.
La discoteca Venus, vino a cortar de raíz aquellas antiguallas, ya que la juventud arroyana comenzaba a alejarse del inmovilismo de la dictadura aunque solamente fuese en esta faceta lúdica. Y es que la discoteca, a diferencia de los bailes anteriores, conectaba con los procesos sociales en construcción en nuestro país y encajaba a la perfección en el sentido común y, sobre todo, en la normalidad más absoluta. Todo ello en consonancia con lo que dos años más tarde, en 1976, y aunque referido a otro contexto, el Presidente Suárez describió como “elevar a la categoría política de normal, lo que a nivel de calle es plenamente normal”.
De esta forma, podemos afirmar que en Arroyo desde 1974 se unificaron definitivamente las distintas clases sociales en un mismo espacio físico, aunque solo cuando de bailar se trataba. Hasta entonces, como en otros aspectos básicos de la vida local, había estado muy clara la diferenciación social a la hora de divertirse. No era lo mismo, ni mucho menos, acudir al Casino, que estaba casi reservado para unos pocos pudientes de la población, que concurrir al baile de la “Cooperativa” o al Bonito, por poner algún ejemplo.
Pero además a la Venus no acudía únicamente la juventud arroyana como sucedía en los bailes anteriores donde era muy raro ver a un joven que no fuese residente en Arroyo, esta discoteca, en cambio, comenzó a ser muy pronto mítica en toda la comarca. Gracias al instituto Luis de Morales, que recordemos que por entonces recibía alumnos, además de los locales, de Malpartida de Cáceres, Aliseda, Navas del Madroño e incluso de Brozas, los jóvenes llegaban a la pista de baile desde todas estas localidades y otras incluso más alejadas. Los había que aparecían en auto-stop, otros en taxis alquilados por varios de ellos e, incluso, arribaban en pequeñas motocicletas como los vespinos, quizás los más afortunados de todos ellos.
Interior de la Venus. Archivo familia Galán (2)
La discoteca Venus se convirtió, por consiguiente, en un lugar de tránsito, en una zona de búsqueda de “flirteos” rápidos o esporádicos y también de encuentros amorosos para toda una vida. Un escenario, en consecuencia, donde se ambientaron miles de historias, prácticamente cada uno tiene la suya propia. Ya no existían los “camaradas”, un término casi desconocido para los jóvenes de aquella generación. Entonces lo que prevalecía eran las expresiones “colega” o “tío y tía”; es decir, miembros de la misma pandilla de amigos. La noche se convirtió en un espacio de encuentro como hasta entonces nunca se había conocido en Arroyo, y la oscuridad de la sala, muchas veces únicamente iluminada por la “Disco ball”, será el lugar donde se desarrolle una producción cultural propia y completamente alejada de la que había movido a las generaciones anteriores. La discoteca se llena de vitalidad lúdica con uso y abuso de “haces” de luces que controla una de las figuras emblemáticas de la discoteca, el “disc-jockey”, hoy conocidos como DJ, y que entonces recibíamos el nombre menos rimbombante de “pinchadiscos”.
Un disc-jockey con un poder enorme sobre la pista porque era el “alma” que dirigía el baile a través del recorrido por las distintas canciones que iban sonando a lo largo de toda la noche. La música siempre estaba con un volumen muy considerable, lo que hacía casi imposible el “buscar la palabra” como anteriormente había sucedido durante los bailes de nuestros padres. Ahora el ritmo “discotequero” impedía largas conversaciones que quedaban circunscritas y en exclusiva para cuando llegaba el momento más esperado por la mayoría del personal que allí se encontraba, las “lentas”, aquellas canciones que tantos problemas le habían dado a los gobernantes de la generación anterior, y que ahora eran demandadas al disc-jockey incluso con ansiedad. “Oye tú, me diría más de uno, y en no pocas ocasiones, ¿cuándo coño vas a poner las lentas?”
Tuve la suerte de trabajar como disc-jockey en la Venus durante varios años. El ritual siempre fue el mismo y las anécdotas a montones. Aunque eran varios los días que había discoteca, incluso los domingos por la mañana después de la misa de 12 y hasta las 14 horas, y además de discoteca infantil, el día más importante para el local era el sábado por la noche. Ya lo reflejó el cine cuando retrató en Fiebre del Sábado Noche a la discoteca Odisea 2001 junto a una banda sonora inolvidable. Los empleados de la Venus llegábamos como una hora antes de iniciarse la “discoteca”, ya no se decía baile. Pero antes que nadie ya estaba en la puerta el verdadero “alma mater” de aquel establecimiento, Carmen, la mujer de Lázaro a la que era difícil “driblar” para poder entrar sin adquirir la correspondiente entrada, según me comentaban casi todos, porque resulta evidente que yo no pagaba.
Lázaro, Carmen y Julia. Archivo familia Galán (3)
Joaquín Galán. Archivo familia Galán (4)
Poco después aparecía “Vito” que era el camarero, para ir preparando refrescos, vasos y botellas de ginebra que era lo que más se consumía y cortar limones para los combinados. Luego bajaba Lázaro, el dueño y en ocasiones, si se esperaba mucho tumulto, Joaquín, su hijo que ayudaba en todas partes. El disc-jockey comenzaba con música “ambiental”. Una media hora aproximadamente donde se “pinchaba” música que me gustaba a mí. Durante esos minutos sonaban sobre todo álbumes de Supertramp (Crime of the Century, que precisamente se había editado en 1974; Even in The Quietest Moment, del año 1977 o Breakfast in America, un LP que se convirtió en número uno durante muchas semanas durante el año 1978). De la misma forma, Pink Floyd y su The Wall, editado en 1979. También como música ambiental sonaban álbumes españoles, sobre todo el grupo Triana y su primer LP que tenía su mismo nombre, aunque popularmente es más conocido como El Patio (1975); también pinchaba a Hijos del Agobio editado en 1977, y quizás el más conocido por todos, Sombra y Luz de 1979.
Concluido ese periodo, y muchas veces con insistencia de Lázaro, ¡venga muchacho pon ahí música buena!, se refería a la música discotequera y que sonaba en todas las emisoras de radio a cualquier hora. Rápidamente se ponía a bailar todo el personal, los éxitos del momento provocaban el lleno de la pista, el delirio absoluto, Daddy Cool (Boney M.); Fiesta (Raffaela Carrá); Yes Sir I Can Boogie (Baccara); Stayin Alive y Nigth Fever (Bee Gees); You´re The One That I Want (John Travolta y Olivia Newton-John); Love is in The Air (John Paul Yong); Rivers of Babylon (Boney M.); Super Superman (Miguel Bosé), una pieza que los jóvenes trataban de bailar imitando al que tantas veces habíamos visto en la televisión, generalmente en el programa de televisión Aplauso; Y.M.C.A (Village People); I Will Survive (Gloria Gaynor); Do You Think I´m Sexy (Rod Steward); Born To Be Alive (Patrick Hernández); Gloria (Umberto Tozzi); Sin Amor (Iván) o Que no y Aire (Pedro Marín).
La siguiente media hora era de música lenta, melodías que iniciaban el ritual más buscado por todos, arroyanos y forasteros. Las parejas ya consolidadas abandonaban el sillón donde habían estado “charlando” en confidencias íntimas, por decir algo que pueda ser publicado, y los chicos que no tenían pareja fija comenzaban a otear las chicas que estaban esperando que alguno les dijera el típico: “¿bailas? No siempre había una respuesta afirmativa, pero cuando eso sucedía, la pista se llenaba de parejas entrelazadas que bailaban al acorde de canciones como Angie (Rolling Stones), una de las pocas piezas que provocaba que yo bajase de la “cabina” para bailar con mi novia; Tómame o Déjame (Mocedades); La Distancia (Roberto Carlos); El Jardín Prohibido (Sandro Giacobbe); Hotel California (Eagles); Amor (Lolita) The Year of the Cat (Al Stewart); It´s a Heartache (Bonni Tyler); Poco a poco me enamoré de ti (Collage); Esperanzas y Acordes (Pecos), éstas también la he bailado un montón de veces; Chiquitita (ABBA); Margherita (Richard Cocciante), una canción que conocí gracias a mi hermano Jesús, que me encantó y que aún continúo escuchando muy a menudo; Solo pienso en ti (Víctor Manuel); Woman in Love (Barbra Streisand); o A ti (Joe Dassin), un tema que siempre llevaba una dedicatoria muy especial.
No obstante, el momento de las lentas era el periodo más complicado dentro del recinto de la Venus. Varias fueron las ocasiones en las que se inició un conato o una pelea abierta por motivos de celos. La situación más complicada se presentaba cuando una chica arroyana estaba o había estado bailando las lentas con un “forastero”; y no digamos si ese forastero era de Malpartida de Cáceres. Esta procedencia incrementaba el agravio sobre el que se sentía ofendido, que no siempre era un antiguo novio, a veces únicamente bastaba con ser un familiar, un “primo”, o simplemente un pretendiente no siempre correspondido. Aunque la verdad es que para iniciar una pelea con los malpartideños en muchas ocasiones no se necesitaba demasiada “conversación”. ¡Cómo han cambiado los tiempos!
Para tratar de calmar posibles altercados lo mejor era volver a subir el volumen de la música y comenzar a “pinchar” discos que volvieran a llevar a un montón de jóvenes otra vez a la pista, y ¡aquí no ha pasado nada! En ese instante solían ponerse canciones más “pachangeras” porque estas piezas debían concluir en las obligadas “rumbas”, ya que el “flamenqueo”, además de a Lázaro, el dueño, tenía un público muy fiel, especialmente entre las chicas arroyanas. Entonces sonaron canciones como El Bimbó (Georgie Dann), una pieza que se bailaba golpeándose las caderas, aunque algunos buscaban partes más blandas; La Ramona (Fernando Esteso); Qué pasa contigo tío (Los Golfos); Hay que venir al sur (Raffaela Carrá); Te estoy amando locamente (Las Grecas); Ni más ni menos (Los Chichos) o ¡Ay que dolor! (Los Chunguitos).
Concluida esta fase que venía a durar otra media hora, la pista comenzaba a estar menos concurrida. Las chicas comenzaban a marcharse a sus domicilios dado el estricto horario que marcaban aún sus progenitores, y la sala de baile ya comenzaba a estar poblada únicamente de los que buscaban una música más fuerte, ¡Javi, pon “marcha”! Era el grito de guerra de los que escasamente habían participado hasta entonces de la noche, salvo estar cerca de la barra tomando sus “medios”. Y yo, obediente, iniciaba esta última fase con un rock suave, incluso del gusto de un número amplio de personas, Rama Lama Ding Dong (Rocky Sharpe and The Replays) o Rock and Roll en la plaza del pueblo (Tequila), e incluso el genial Sultans of Swing (Dire Straits) para posteriormente “pinchar” verdadera música de “marcha”. En ese momento no podían faltar unas canciones míticas para estos enamorados de lo que entonces era el “rock duro”. Era el momento de Highway Star, una canción de casi 7 minutos o Burn, ambas de la banda Deep Purple. Tampoco faltaba Sex Pistols y su God Save The Queen o Highway to Hell, una canción legendaria de AC/DC. A estas alturas de la noche ya no quedaba nada más que media docena de clientes que animados por esa música tocaban una guitarra “invisible” con la que emulaban a sus ídolos.
Y poco después el final, ¡Chico, termina ya! Era la voz de Lázaro que anunciaba que aquello tenía que concluir. La música se iba apagando, toda la sala quedaba completamente iluminada y se iniciaba la recogida de vasos y botellas que estaban esparcidos por todo el recinto. En ocasiones, y donde se situaban los rincones más “oscuros”, aparecían sobre los sillones de polipiel algunas gotas “acuosas” de lo que había sido “una noche de amor desesperada”, residuos orgánicos que provocaban un enfado tremendo entre las limpiadoras que se preguntaban qué pareja había estado allí sentada, lo cual era imposible de averiguar en ese instante.
En febrero de 1979 se inauguró otra discoteca en la población, El Palacio, con una pista de baile redonda y con un aparataje de luces en el techo muy superior a la que teníamos en la Venus, lo cual provocó, como no podía ser de otra forma, que la juventud arroyana se repartiera entre ambos establecimientos. A pesar de ello, durante toda la década de los ochenta la Venus siguió aguantando el tirón de manera muy digna, hasta que poco a poco fue languideciendo. Nuevos y similares establecimientos en los pueblos vecinos, y un cambio de mentalidad de la juventud de estas nuevas décadas provocó que el baile en las discotecas comenzara a estar pasado de moda tal y como lo hemos descrito en este artículo. Un traspaso posterior del negocio y una trágica muerte del dueño en octubre de 1994 que dejó consternados a muchos arroyanos fue el epílogo final de esta institución señera de la localidad.

Nota final: Este artículo está dedicado especialmente a todos los “jóvenes” que pasaron por la Venus, arroyanos y forasteros, actualmente entre los 48 y los 63 años, aproximadamente. Si tienes muchos más de esos números, o muchos menos, ¡no te puedes ni imaginar lo que te perdiste!

Discoteca Venus. Fachada actual (2017)