viernes, 2 de febrero de 2018

13. EL CRONISTA: "CINEMA PARADISO (Cine-Teatro Solano)"

Por Francisco Javier García Carrero
           Cronista Oficial de Arroyo de la Luz

Cine Solano 

Cinema Paradiso es una película italiana que estrenada en 1988 constituyó después de su proyección, y a decir de todos los críticos, la “declaración de amor” más importante que nunca se ha hecho al mundo del cine, o lo que es lo mismo, un canto de pasión al séptimo arte. Un film con numerosos premios como fueron el Especial del Jurado en Cannes e, incluso, el Óscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa, entre otros muchos que se otorgaron a sus protagonistas. También destacaba una perfecta banda sonora que envuelve toda la cinta y a sus maravillosos protagonistas.

Calificación y precios
Resulta evidente que cualquier arroyano que haya visto la película, y que sea de la generación de los que acudíamos al cine como uno de los máximos, sino el que más, entretenimiento de nuestra infancia, adolescencia y juventud, se sentirá perfectamente identificado con su protagonista. Así fue como muchos empezamos a amar el cine. Pero esta historia va mucho más allá de los “jóvenes” como el que suscribe este artículo. El teatro-cine Solano está perfectamente incardinado con la totalidad de las generaciones de arroyanos que están vivos y muchos de los que desgraciadamente ya nos han dejado. Por consiguiente, es el pueblo entero el que debería manifestar al cine-teatro Solano una declaración de amor, tal y como reflejó la película con la que hemos iniciado estas líneas. Por eso, estimo que la Medalla de Oro de la localidad otorgada por el Ayuntamiento al cine Solano en 2016 fue un completo acierto. 
Recordar la historia del cine Solano en Arroyo de la Luz es rememorar la historia de la localidad de prácticamente la centuria del XX y todo lo que llevamos del siglo XXI. Pocas son las aportaciones novedosas que yo puedo referir después del magnífico escrito que hace pocos meses nos legó nuestro amigo Máximo Salomón Román. Si acaso una ampliación de algunas de las cuestiones puramente históricas que su memoria prodigiosa había dejado inconclusas y otras que no llegó a relatar. También he podido contar con el texto que pronunció José Luis Solano cuando el cine recibió la Medalla de Oro de la localidad y, sobre todo, la multitud de recuerdos que atesora Fernando González Solano en su casa de las viñas, joyas que en sí mismas convierten ese espacio familiar en un auténtico “museo del cine Solano”.



       Independientemente de lo anterior, debemos también aclarar que este artículo se formaliza por sugerencia de la actual alcaldía de la localidad, institución que me avanzó hace meses la idea de llevar a cabo algún acto coincidente con el décimo aniversario de la municipalización de este edificio y que se remonta, por tanto, a febrero de 2008. Por ello me comprometí a que el artículo del presente mes para el blog de APyF estuviese dedicado al cine, y siguiendo la estela de aquella crónica que en su momento dedicamos al otro gran emblema del ocio arroyano, la discoteca Venus. Y, por último, manifestar que es tal la carga de emotividad que provoca en mí el cine, que lo emocional me hace perder en el relato el sentido de la objetividad que todo texto debe poseer.
Entrada
El inicio de esta maravillosa aventura está fechada en los años finales de la segunda década del siglo XX. En ese momento, uno de esos empresarios visionarios que la localidad ha ido dejando a lo largo de su historia, Francisco Solano García, Frasco “El Alcantarino”, comenzó una actividad cinematográfica en Arroyo que ni siquiera tenía la capital provincial de manera permanente. Cáceres no pudo inaugurar su primer cine de manera estable, el Gran Teatro, hasta unos años más tarde que el cine Solano. Luego llegaría el Norba, ya durante la República y con 2.000 butacas, el segundo más grande de España después de un cine en Barcelona. Posteriores son ya el Capitol, Coliseum y Astoria, locales que confluyeron en paralelo durante la década de los sesenta y setenta, la época dorada de los grandes cines de la capital cacereña.
Corral de Comedias (antiguo Teatro Viejo)
Arroyo del Puerco tuvo, por consiguiente, mucha más suerte adelantándose a Cáceres y gracias a la labor de la familia Solano. Con sumo esfuerzo y, sobre todo, una gran inversión económica para la época, en el año 1921, año de desastres militares en Marruecos, y quizás para olvidar semejante tragedia, se pudo inaugurar el conocido como “Teatro Viejo”. Un edificio que causó enorme asombro en la población y que hoy se ha reconvertido en el magnífico “Corral de Comedias”, un espacio para el teatro, la cultura, el entretenimiento y la política, prácticamente las mismas facetas para las que vio la luz hace pronto un siglo.
Las primeras representaciones teatrales se alternaron con las proyecciones cinematográficas que, obviamente, eran películas mudas. No obstante, para dar mucha más verosimilitud a las escenas proyectadas, con un público ávido de emociones fuertes o de risas sin descanso, se acompañaba el visionado con la música de un piano que se mantuvo junto al escenario como una gran joya del local hasta bien avanzada la década de los setenta.

El éxito con el nuevo negocio fue fulgurante. La empresa se hace familiar y muy pronto sus hijos, Luis y Esteban, e incluso su nieto, especialmente Germán Solano, el alma de toda esta historia, comienzan a colaborar en lo que será el gran medio de vida de estos empresarios con enorme visión de futuro. Efectivamente, el negocio era muy próspero y, al amparo de los últimos compases de los “Felices Años 20”, comienzan a llegar las primeras películas sonoras. Aunque también es cierto, que las primitivas se proyectaron con graves deficiencias y pérdidas de voz de los personajes que provocaban desilusión de los espectadores y sintiendo añoranza de su piano. Para resolver estos problemas la familia se lanzó a una primera remodelación de este espacio y, sobre todo, se obligó a incorporar lo que durante muchos años fue otro de los emblemas de la casa, el “Cine de Verano”, un local para unos 1.500 espectadores que en muchas ocasiones se hicieron insuficientes teniendo en cuenta que la población arroyana de aquellos años rondaba los 10.000 habitantes.
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Cine de verano








Fueron años de efervescencia política republicana. Años de democracia donde los mítines de las distintas agrupaciones políticas se convirtieron en algo asiduo para la localidad. La asistencia a aquellos actos siempre fue multitudinaria, y no había otro espacio en la villa capaz de albergar a esa ingente población. Por eso todos los partidos políticos alquilaban el cine Solano para lanzar sus proclamas electorales. Son muchos los mítines que el Teatro Viejo albergó y muchas las alocuciones que podríamos referir. No obstante, destacaremos por la inusitada expectación que generó, el mitin que organizó el PSOE de la localidad el día 8 de septiembre de 1935.
En aquella jornada, y eso que no estaba previsto convocatoria electoral alguna de forma inminente a nivel nacional, el PSOE arroyano, presidido entonces por Ramón Díaz, logró llevar al acto político del Salón Solano a más de 1.000 personas. Fue tal el interés de los arroyanos por acudir al evento que el partido se vio en la necesidad de cobrar 20 céntimos (de peseta) para poder escuchar a los distintos oradores. Incluso algunos parroquianos se tuvieron que quedar fuera. No pudieron escuchar, por consiguiente, los distintos mensajes del dirigente municipal Eleuterio Rodríguez Sánchez, que fue el principal orador local, ni de Felipe Granado o Trifón Gómez San José, este último Diputado en Cortes en aquel instante.
Compañía Manuel Vallejo.
Feria septiembre de 1934
Pero además de estos actos, al Teatro Viejo también llegaron actuaciones musicales que siempre gozaron de enorme popularidad en la localidad. Con una afluencia semejante al caso anterior se presentó en Arroyo del Puerco durante la feria de septiembre de 1934 el espectáculo “Solemne fiesta andaluza”. Un cuadro flamenco que capitaneaba el gran Manuel Vallejo, un cantaor que no era otro que Manuel Jiménez Martínez, un sevillano que había sido galardonado pocos años antes en Madrid con la prestigiosa II Llave de Oro del Cante, un premio histórico dentro del mundo del flamenco que posteriormente recibieron cantaores de la talla de Antonio Mairena, Camarón de la Isla o Fosforito. Aquel día los arroyanos vibraron con fandangos, seguidillas y bulerías, espectáculos que ya nunca se perderán en Arroyo, ya que eventos semejantes al de Manuel Vallejo han continuado casi anualmente y hasta la actualidad. Incluso con la participación de grandes artistas locales como Faustino Collado “El Torollo”, Alonso Pérez “Molina” o Porfirio Martínez, generalmente acompañados a la guitarra por los hermanos Gallardo.
Porfirio Martínez y Pepe Gallardo
Pasados los terribles años de la Guerra Civil y los primeros del franquismo que llenaron de luto a un buen número de familias arroyanas, el ocio del cine, ya siempre sonoro, comenzó a evadir mentes o simplemente la cruda y cotidiana realidad. Con las imágenes proyectadas nuestros paisanos se trasladaban a un mundo ficticio, manipulador de las conciencias, pero sobre todo inalcanzable para la mayoría de los espectadores. Las fiestas importantes de la población eran los momentos elegidos por los dueños del cine para proyectar esas grandes “superproducciones” que llenaron un Teatro Viejo que siempre se quedaba pequeño.
Y dentro de este periodo eran las ferias de septiembre el momento culminante del año para ver los mejores filmes. Durante aquellos días los arroyanos pudieron ver películas de enorme éxito comercial como fueron ¡A mí la legión!, Malvaloca, Rebeca, El prisionero de Zenda, La Venganza de Montecristo o Alí Babá y los cuarenta ladrones, entre otras muchas. Todas las proyecciones, y por orden gubernamental, llevaban incorporado de manera obligatoria el NO-DO, un noticiero que llegó hasta el año 1976 y que presentaba una visión muy “peculiar” de España y del resto del mundo. Un enfoque con nulas posibilidades de poder ser verificado, ya que la información proporcionada en aquel noticiero nunca podía cotejarse ni en prensa ni en radio, unos medios de comunicación que se encontraban completamente controlados por el Gobierno.
Pero la realidad es que el cine siguió teniendo una enorme aceptación entre los arroyanos, tan es así que finalizando la década de los cincuenta los empresarios ya tienen en mente que el Viejo Teatro, se ha quedado “anticuado”. La idea sería hacer algo completamente novedoso y que superara a alguno de los cines cacereños como el Capitol, que ya se había estrenado, y más similar al que constituyó siempre la joya de los cines cacereños, el Coliseum. De esta forma, la familia Solano compró el olivar del “Pequeño”, un espacio que estaba anexo a lo que ya estaba construido. La idea que tuvieron fue edificar un cine a la altura de los más grandes, como así fue. De esta forma, el nuevo cine, el que ya todos conocemos como “cine de invierno”, se inauguró en 1963, un salón que para los de mi generación, nacidos precisamente en esa década, no fue solo un simple entretenimiento, sino también un punto de encuentro donde dimos rienda suelta a todos nuestros sentimientos infantiles y de adolescencia.
Cine antiguo
Maquinaria OSSA
Ambientador
El nuevo cine ya tenía una pantalla adaptada al “cinemascope”, dotado, por consiguiente, con la maquinaria más moderna del mercado que aminoró los cortes, que eran mucho más habituales en el Teatro Viejo. Un interior con una magnífica calefacción y con un olor a un ambientador muy original e inconfundible que provocaba una estancia muy agradable en su interior. Los espacios eran dos, un patio de butacas de 850 localidades, cuyo precio de entrada siempre fue más elevada dado el mayor confort de sus asientos granates, y un anfiteatro para casi 500 espectadores, que pagaban una entrada más económica y que, además de la lejanía de la pantalla, tenía unos asientos de madera más incómodos que los de la planta baja, con excepción de la primera fila.
Entrada
Cuadros de anfiteatro
Sillas de anfiteatro
 El diseño arquitectónico del nuevo espacio fue también espectacular, el anfiteatro “volaba” sobre una parte importante del patio de butacas, lo cual generaba problemas y ventajas para según qué espectadores. Los problemas llegaban cuando alguno de los jóvenes que estaban en la parte superior lanzaba cualquier tipo de material, o diversas modalidades de líquidos, y que caían a los de abajo, generándose el consiguiente alboroto. Las ventajas se encontraban en estas últimas filas del patio de butacas, lugar “recogido” para las parejas que allí se colocaban y que en muchas ocasiones nunca llegaron a enterarse de qué película habían visto. También es cierto que tenían que estar muy atentos a los acomodadores, que linterna en mano no dudaban en apuntar hacia la pareja en actitud “poco decorosa” y expulsarlos de la sala sin mayores miramientos con el consiguiente escándalo posterior en el pueblo. ¡¡¡¡Ayer echaron del cine a fulanito y su novia!!!!
A partir de aquel instante, el Viejo Teatro ya no proyectó películas de cine pero sí realizaba otros actos como banquetes de boda. Son numerosas las parejas de arroyanos que celebraron allí el correspondiente “convite”, evento que te recuerdan un buen número de paisanos que se casaron a lo largo de la década de los sesenta. También seguía como espacio elegido para la celebración de actos lúdicos y culturales como fueron los homenajes populares tributados, por ejemplo, a Pedro y Carlos Caba al ser nombrados Hijos Predilectos de la Villa o el homenaje que se le dedicó al que fuera médico y Cronista Oficial de la localidad Vicente Criado Valcárcel con motivo de su jubilación.
Tarzán
El “cine de invierno” fue un auténtico revulsivo para el séptimo arte en nuestra localidad, y aunque también celebró eventos distintos, como actuaciones musicales, este espacio quedó casi en exclusividad para la proyección de películas. En invierno hubo pases los jueves, sábados, domingos y festivos. Estos últimos con dos sesiones nocturnas. También durante estos meses de intenso frío había una sesión infantil para los domingos y fiestas de guardar. Las películas para los pequeños las veíamos con la adrenalina a flor de piel. Era un cine “interactivo”, si la película era del oeste, y cabalgaba el Séptimo de Caballería al toque de corneta, se producía un ruido ensordecedor en la sala, se pateaba, se gritaba hasta que los pobres indios acababan derrotados. Luego estaban las películas de Tarzán, otra vez la interactividad volvía a relucir y con enorme fuerza. Después de que los “malos” hicieran de la suyas en la jungla, Tarzán y su inseparable Chita lanzaba su característico grito y todos nos poníamos a aplaudir hasta que el bien acababa con el mal. Inocencia de infancia, imposible de olvidar y que ahora recordamos con enorme nostalgia.
En verano no había los domingos cine infantil, pero se reforzaba con los martes que también había proyección. El resto de los días eran iguales. El salón de verano era bastante más incómodo que el de invierno. El patio de “butacas” era de simples bancos metálicos, los que se utilizan para el actual cine de terror en el castillo de los Herrera. La parte del anfiteatro, eran simples gradas de cemento, incluso más incómodas pero habituales para los más jóvenes. No faltaba el día de la típica tormenta veraniega que obligó en no pocos ocasiones a salir corriendo para resguardarse de la lluvia y continuar el visionado en el cine de invierno.
Cine de verano
Aunque con cierto retraso, por el cine Solano pasaron todas las superproducciones cinematográficas estrenadas en España. Algunas tuvieron tal éxito de público que obligó a Germán Solano a proyectar un pase extra los lunes. La película, como antes señalábamos se iniciaba con el correspondiente NODO, luego llegaban los tráileres de los filmes a proyectar los días siguientes y posteriormente, y antes de comenzar la película de la noche, la publicidad que generalmente era local. Allí promocionaron sus productos Antonio Terrón, las distintas empresas de Bañegil, José Terrón, la señora Mercedes y su establecimiento de fotografía, Emiliano Terrón, Segundo Sánchez, Juan Rodríguez, Enrique Chaves o Rafael Rodilla, entre otros. También algunas empresas de mayor calado como la Caja de Ahorros de Cáceres cuando estaba en la calle Luis Chaves.




 Como no podía ser de otra forma, el argumento en las películas fue evolucionando con el país, y la calificación moral de las mismas fue de la misma forma transformándose. Por ello, de las películas con una fuerte carga moral y completamente censuradas durante los primeros años, aptas para todos los públicos en la mayor parte de las ocasiones, se pasó durante los años de la Transición democrática (1976-1978) a películas que nunca antes se habían visto. Ya era habitual encontrarse con calificaciones de “no apta para menores de 18 años”. La situación se puso difícil para los que teníamos 14 o 15 años y queríamos entrar. Generalmente había que esperar a la segunda sesión de los domingos, sacar entrada para el anfiteatro, esperar a que se iniciara la proyección y rezar para que ese día el portero, el señor Lucio, te dejara entrar. En alguna ocasión nos quedábamos algunos con la entrada en la mano porque no había forma, las órdenes eran taxativas y no existía otra posibilidad que tratar de revenderlas en taquilla para no perder el dinero invertido de la misma.

Calificación
Pero cuando lograbas entrar iniciabas algo que rayaba en lo clandestino y eso generaba adrenalina, otra vez, aunque por distintos motivos. Todavía recuerdo con perfecta nitidez la primera vez que entré, junto con mi amigo Flori (q.e.p.d), para ver una película calificada para mayores de 18 años, se titulaba Manuela (del año 1976). No me enteré absolutamente de nada y sería incapaz de contar ni siquiera mínimamente su argumento, pero en la pantalla apareció sin censura alguna el primer desnudo que los dos vimos en una actriz, era Carmen Platero. Fue el tema de conversación durante muchos días con el resto de la pandilla.
Años más tarde llegaron otras películas infinitamente más atrevidas y que estaban calificadas con la S, “esta película por su temática o contenido puede herir la sensibilidad del espectador”, rezaba el cartel anunciador que lo único que provocaba era un interés mayor por ir a verlas. Por entonces, década de los ochenta el control para entrar en las salas se había relajado, y mucho, tan es así que en ocasiones los hermanos mayores y a cargo de los más pequeños, todavía muy habitual en la localidad, no tuvieron ningún problema para acceder a la sala y ver, por ejemplo, una espectacular “Afrodita” que provocó en ese niño pequeño, hoy presidente de APyF, un recuerdo que nunca olvidó. Toda una experiencia, y en absoluto religiosa.   
A finales de la década de los ochenta e inicio de los noventa, el cine como referente cultural y de ocio siguiendo los parámetros anteriormente descritos comenzaba a perder fuerza. La televisión, ya en la totalidad de los hogares arroyanos, y sobre todo el aparato de vídeo, que permitía la reproducción de las mismas películas que se proyectaban en los cines provocaron una disminución de espectadores a las salas como nunca antes había ocurrido. El declive del cine S que pareció que podía salvar la industria fue tan rápido como su auge. La gente veía en sus casas cine tan fuerte o mucho más que el que se exhibía; por otro lado, la televisión comenzó a programar desde 1985 el llamado “Cine de Medianoche”, un espacio que permitió ver en la pequeña pantalla películas míticas como “El último tango en París”, por ejemplo.
No obstante, todavía el cine Solano se resistió a morir, utilizándose para algún que otro acto multitudinario y completamente cultural. En el año 1986, por ejemplo, se celebró en este espacio un Seminario que recordó el cincuenta aniversario del inicio de la Guerra Civil española. La zona del ambigú se pobló de cartelería de los contendientes en la guerra y en el escenario principal escuchamos un grupo numeroso de universitarios locales y foráneos a un profesor de la Universidad de Extremadura, Fernando Sánchez Marroyo, todo un lujo para la localidad.
Pero resultaba más que evidente que el negocio comenzó a perder empuje, los dueños se habían hecho mayores, la juventud optaba por otros entretenimientos y el cine Solano, para desgracia de muchos echó el cierre definitivo en la década de los noventa. Una bajada de la “persiana” que luego, gracias a la labor del consistorio municipal y de la Junta de Extremadura, no fue irreversible para todos los que hemos disfrutado del cine, de sus sueños e ilusiones en sus distintas etapas, niñez, adolescencia y juventud.
Efectivamente, el Ayuntamiento que presidía Santos Jorna decidió con gran criterio “salvar” lo que había sido una de las grandes joyas de nuestra localidad. El inmueble fue adquirido en el año 2003 a la familia Solano por una cifra de algo más de 540.000 euros. Posteriormente, hubo que hacer una rehabilitación en profundidad de todo el complejo. Para ello se contó con la colaboración de la Junta de Extremadura que tuvo que invertir otros 3 millones de euros adicionales para lograr el inmueble del que ahora disfruta toda la población. El acto de inauguración del Cine-Teatro Municipal tuvo lugar el día 21 de febrero de 2008. Además de su alcalde aquel día se contó con la presencia de la consejera de Cultura y Turismo Leonor Flores, entre otras autoridades.

Cine Teatro Municipal
Cine Teatro en la actualidad

        El actual cine-teatro municipal, con una capacidad para unas 600 personas, además de formar parte de la Red de Teatros de Extremadura, ofrece algo único en la región, un cine de verano y un magnífico Corral de Comedias. Por ello, las representaciones teatrales, conciertos, actividades políticas, homenajes y otros actos culturales esperemos que estén siempre garantizados y sean en la medida de lo posible multitudinarios. El último ejemplo lo tenemos en la presentación del video que APyF realiza anualmente y que montado por la periodista Loli Higuero fue un nuevo aldabonazo de reafirmación de todo lo que tiene que ver con lo cinematográfico. Que la Luz de Arroyo siga iluminando nuestro cine. 


Vista aérea del complejo Solano (foto: Ayuntamiento)