lunes, 29 de octubre de 2018

EL RINCÓN DEL POETA: "HALLOWEEN"

Por Eladio Sanjuán

El rincón del poeta

Cuando los celtiberos recorrían montes y praderas,
y la luna reinaba en las alturas,
nuestros ancestrales compatriotas,
se calaban las
máscaras remotas y cornudas.
Halloween, sin duda  es española, sin la burda imitación de laInglaterra,
que nos copió una fiesta cojonuda. 
Los Celtas del pedernal, del sílex y las cuevas,
Hacían una gran lumbre en las alburas 
y tapando con pieles sus generosas colgaduras.
Bailaban, reían y cantaban, haciendo con máscaras locuras.
Se pintaban la cara   con tintes de yerbajos 
y metiendo miedo al miedo con bravura,
Iban saltando montes y canchales,
recorriendo también grandes  llanuras.
Al ver Gregorio IV que la fiesta molaba 
se la arrimó a los Santos,
de toda Europa, España y  también de Extremadura.
Y así se festejaba el fin del verano,
pasando a la nueva singladura.
Dicen que fueron  los Celtas de Irlanda.
Yo creo que fueron, más bien de Extremadura.
Pero yo como bien dice, Francisca, 
prefiero la preciosa  #calbotá  y su gustosa calentura,
de las castañas asadas 
de la bella Extremadura.
   ***
Eladio Sanjuán

EL RINCÓN DEL POETA: "UN HOGAR PARA EL FUTURO"

Por Eladio Sanjuán

El rincón del poeta

Con cariño y admiración,  para esas personas  a las cuales llamamos discapacitadas.
***

Y nació de su vientre después de haber crecido en embrión al igual que los otros.
Estaban todos reunidos 
esperando impacientes la llegada del parto...
Y nació la llama estremecida, pero no era lo mismo, él era diferente,
una obra de arte, natural, transparente, inviolada. 
Un ser sensible e inquietante,
a quien sólo podemos con amor acercarnos.
Crecerá pujante, amando y entregando
de sus labios el beso más hermoso.
Tendrá con sus iguales aventuras,  preguntas, reuniones; y ya no será solo.
Conocerá al amigo.
Y se harán mayores y nosotros pequeños.
Y luego...¿ Qué casa habitaran cuando se queden solos?
¿Habremos construido para entonces un hogar adecuado?
Ayuda, siempre ayuda.
Al igual que la hormiga, haremos un granero 
para que, como el sabio le pidamos al Rey sustento para ellos.
Así habrán crecido, alimentados y fuertes,
intentando valerse por sí mismos;
y tendrán en el futuro la casa de sus sueños.
Entonces, habremos comprendido,
que con amor los ángeles nos regalan sus besos.
   ***
Eladio Sanjuán
(De mi libro "Encinas rotas")

lunes, 22 de octubre de 2018

EL RINCÓN DEL POETA: "LOS ÁNGELES DE MONFRAGÜE"

Por Eladio Sanjuán

El rincón del poeta

(En recuerdo de los fallecidos, el 22 de octubre de 1965 en el Salto de Torrejón, 

al romperse una "ataguía" allí murió un arroyano)
        +
Seguiréis en la memoria, 
estrellas parpadeantes,
y habrá rezos y rumores,
en las frondas de Monfragüe.
Habrá silencios continuos 
y voz de amor en el aire...
Sonarán besos y silbos...
La luna pondrá diamantes 
en los apenados lirios,
y en las noches de Monfragüe.
Ángeles con azucenas
y corazones de sangre,
vendrán por el Tajo arriba 
para en los ríos bañarse.
En el Tietar, flores blancas 
y sobre el Tajo, cantares:
coros de luces y hombres,
violines dulcificantes.
Ángeles blancos de agua,
centellas de luz amable.
Espíritus bondadosos
que vienen para quedarse
sobre las ondas del agua
y en los montes de Monfragüe.
El Salto de Torrejón,
sobre el agua y sobre el aire,
tendrá recuerdos queridos,
por los que fueron tan grades,
esos ángeles caídos 
rosas de amor y de sangre. 
Trabajadores del Salto
que, al morir se convirtieron
en Ángeles de Monfragüe. 
+


EL RINCÓN DEL POETA: "LA LUZ DEL SILENCIO"

Por Eladio Sanjuán

El rincón del poeta


(Réquiem por Segundo Díaz Fernández)

*+*
Con la luz de la pena, amigo mío,
escribo este poema a las estrellas.
Y les hablo de ti, hombre valiente,
y les digo lo bueno que tú eras.
Les hablo del dolor en el costado.
Les digo del sentir de nuestra pena,
y del amor tan grande que has dejado.
Segundo, buen amigo, en ésta vela,
con versos y palabras de cariño,
quiero alumbrar caminos y veredas,
que suban hasta el Cielo, tu destino.
Hiciste tanto y tanto, en nuestra tierra, 
que vive el corazón en tu trabajo.
Tu marcha, amigo mío, duele y quema.
Y aunque ya eres un Ángel, flor del Cielo,
sigues siendo el "Listero" de almas buenas.
Aquí dejas amor, cariño y vida.
Quedas pesadumbres y azucenas.
Quedas a Marimar, hondo vacío,
y en toda la familia luz desierta.
¡Hay tanto amor en ellos, tanto duelo
que, el dolor y la pena les superan!
Tu memoria y palabra, compañero,
nos muestran lo valiente que tú eras.
Los Ángeles del Salto te han sentido
y esperan figurar en tu libreta.
A tu lista de amor irán llegando, 
y todos estarán siempre a tu vera. 
           *+*
18 de octubre de 2018.



EL RINCÓN DEL POETA: "EL COLOR DE MI TIERRA"

Por Eladio Sanjuán

El rincón del poeta

Extremadura, jardín y luz de la alborada
fuentes de riqueza bajo el azul cósmico del cielo,
y el brillo imantado de unos ojos
como la bella y dulce enamorada.
Me dueles tanto, Extremadura,
en la honda y vital caja del pecho,
que me vierto en amor, deseos y furia incontrolada,
si alguien osa ofenderte, herirte, o tirarte por los suelos.
Que no te olviden tierra mía,
mi sol, mi luna y mi mañana,
mi tarde de arreboles, de encinares y ensueños.
Yo me rompo en quererte,
y me arranco la voz enamorada.
Salgo de la nada, niña mía, te lloro por amor y te venero.
Pongo mi lucha a tu servicio,
azahares de Luz y flor de las montañas.
Recuerda, tierra nuestra, tierra mía, te queremos y te quiero.
Y no permitiremos tus dolencias, tus penas,
ni que nadie te ofenda, flor de jara.
Estoy aquí. Estamos para amarte, flor de espliego,
sonidos de la noche y la mañana,
entre flores azules del romero. 

domingo, 21 de octubre de 2018

EL TROVADOR: "EL POSTE FELIPE"

Por Máximo Salomón Román

           El Trovador de Arroyo de la Luz
“En esta escuela moldeó corazones y talló inteligencias, Florencio García Rubio, honra y orgullo del magisterio español, al que Arroyo de la Luz y sus discípulos dedican este recuerdo como símbolo de perpetua gratitud por su gran labor educadora. 15-mayo-1949” .Así reza la citada dedicatoria que el pueblo de Arroyo consagró a uno de sus más insignes maestros, y en el lugar donde ejerciera por varios años. También se conoce como la escuela de don Guillermo Mena (otro pedagogo, casareño y enamorado del romancero arroyano). Fue este edificio sede provisional de la Iglesia de la Asunción en los años de la Restauración de nuestra catedral arroyana. Posteriormente, Club de la Tercera Edad y, actualmente, Oficina de Turismo. Es, por tanto, un lugar bien aprovechado y nuestro punto de partida en este recorrido por la Plaza de Constitución.
Hablar de la plaza, la que fuera el centro neurálgico del pueblo, es hacer un viaje al pasado para reencontrarnos con lo que fuimos y lo que somos, pero con orgullo (y puede que nostalgia) y humildad. Es por ello que os emplazo a buscar la empatía suficiente y la posibilidad de rejuvenecer, mientras hacéis lectura, de estos recuerdos que han formado y siguen siendo parte de nuestra vida. Va por vosotros.
….Arriba, en la esquina derecha de la calle larga vivían “las de Tomé”. Habían alquilado un par de habitaciones a Enrique Márquez, hermano de Luciano, Leonardo… (tenían una tienda en la Corredera, cerca del Casino) para su negocio..Una parte del edificio pertenece a la calle de don Gabino Gracia. Al final de la misma nos encontramos una casa-palacio con blasón. Justo a su derecha hubo en los años setenta un bar (de la señora Pura, la rubia), y en la planta alta,un salón para bodas (aquellos típicos refrigerios de dulces, gaseosa y aceitunas). `¡Cuántos matrimonios arroyanos celebraron allí su convite! . Más arriba, el Complejo “El Palacio” (1979) que merece un monográfico; y “las Brujas”, que primeramente regentaron Ildefonso Rodríguez Doncel (cariñosamente, “el chombo”,) y su cuñado Eloy Javato. Posteriormente, Bocadulde (“el Boqui”), con un ambiente tan estupendo, sobre todo, en las tardes de los domingos que para revivirlos es preciso “ochentarse”, esto es, 
recordar como sonaban Abba o Queen. Triana o los Chichos. Finalmente, el local sería adquirido por el Palacio.
Regresando a nuestra entrañable plaza, teníamos en la otra esquina con la Calle Larga la mercería del señor Santos Domínguez, en donde se podía encontrar lo más variado en botones, cintas, hilos…Pared con pared, el bar de Carrasco. Este edificio, propiedad de la familia de la mujer de Sebastián Higuero (Chanino) sería regentado, con anterioridad, por la propia familia. El señor José Carrasco tuvo en los sesenta y parte de los setenta el negocio y era famoso por sus “chorizos de venado”. Posteriormente se denominó “Cocoloco” y L´atrio. Vecino del bar Carrasco, un edificio en el que vivieron, sucesivamente, un par de familias de zapateros (de los Higuera, y de Jacinto el “Caminero”). Los más mayores a buen seguro que los recuerdan. Hoy forma parte del Colegio de las Monjas.
Y como de todo hubo en nuestra plaza, un comercio (el de Anita Cáceres) cerraba esa acera hasta la esquina con la calle del Palacio. Posteriormente, lo transformó en una sala de Juegos Recreativos .Ángel Cordero y Miguel Carrasco (el Galgo) seguro que recuerdan las partidas de futbolín que echábamos en el local. Y muchos de la época no habrán olvidado las bebidas con polvos colorantes y las aceitunas que nos ponía (supercontadas) En la parte superior del edificio vivían: Maria Luisa y Juan “el perdi”, por un lado; y Fernando Aparicio Crespo, uno de nuestros curas arroyanos que ha ejercido su pastoral, principalmente, en Alemania. Colindante con el edificio está el palacio de los Condes de Benavente (ya en la calle Germán Petit), que fuera sede del Juzgado de Paz y, desde mediados de los sesenta, Colegio de Ntra. Sra. de los Dolores (tras su traslado desde san Sebastián). Al otro lado de la esquina, el Ayuntamiento. Recuerdo que en los años sesenta la fachada era roja con imitación a ladrillos. Fue en los tiempos de mi entrañable compañero Manolo Floriano (q. e.p.d.) cuando se da el actual color .Es bueno recordar que la distribución de la Casa Consistorial ha variado en sus interior. Así, la orientación del Salón de Plenos era en sentido opuesto, es decir, la Corporación se sentaba al este (hoy, obviamente es al oeste). Además, la Alcaldía estaba justo arriba, junto con la Secretaría. Conocí a tres alcaldes hasta la Democracia: Vicente Berrocal, Julián Olgado (17 años) y el ya nombrado Manolo Floriano que lo fue de 1974 a 1979. En el actual despacho de la alcaldía se encontraba la sede de la Policía Local. Muchos se acordarán de los municipales de entonces: Juan Villalba, Felipe “el peloto”, Eduardo Cordero, Eugenio Plata. Abundio Pajares, Fabio. Posteriormente se fueron renovando. Así el señor Francisco Navarro (Peseta) que había estado en la División Azul, pasó a formar parte del grupo; también lo hicieron Ernesto Rodríguez (el peñón), Fausto, Teodoro y el señor Alfredo, un gallego que había sido Guardia Civil en Malpartida. Más tarde, en tiempos de Floriano, formarían parte del grupo los paisanos Marcelo y Cloti. Es lícito reseñar, además, el nombre de algunos empleados municipales. Así, Germán Solano, Luis, Ángel Tato, don Pío (tío de Santos,(uno de los practicantes), Alejandro, Felipe y, en especial, el señor Pepe Gutiérrez (el pregonero y hombre comodín para lo que fuere menester). Era don Fidel el secretario por esa época. Cargos y funcionarios desde entonces hasta hoy son bien conocidos por todos. Acera por debajo del Ayuntamiento cuenta la Plaza con un edificio que albergó en su momento el “Cine Solís” (películas de cine muda me comentaba mi tía Primi). Vivió en los años cincuenta y parte de los sesenta un médico del Casar, don Francisco y, más tarde, fue el primer centro de exposición de Muebles Niso hasta su ubicación actual. Hoy es oficina de Liberbank( Caja de Extremadura):.Y la casa de más abajo ( hoy de la firma Robledo) fue una pastelería, en los tiempos de la señora Mercedes y hermanas, tienda en dónde hacerse una foto (Mercedes era una estupenda fotógrafa),e incluso una peluquería ya a finales de los ochenta (David). El último edificio hasta la esquina con calle Ricos, esto es, la” Papelería Carmen” era sede de dos negocios. Por una parte, la barbería de Rufino Serrano, y por la otra, la pescadería que su mujer, Lucrecia, tenía en la zona que hoy es escaparate. No obstante, tenía un cercano competidor en la pescadería de los Serrano (la gente decía de los Irene) que entonces funcionaba en la calle Carnicero. ¿Recuerdan al señor mayor de los Irene con su cesta llena de sardinas, recorriendo las calles del pueblo al dicho “las llevo vivitas”? Claro está, que había más competencia por las “ruas” arroyanas tales como la de Eutiquio con su carromato (aunque este se dedicó más a la fruta).Ya, en la esquina, dónde hoy existe una pastelería, funcionó un pub, el de Vicente Bonilla (el clavel). Lo regentaron varias personas. Recuerdo a Tomás, a Juan el "liseño" y al propio Vicente. En cierta ocasión tuvo un nombre muy progre:”No te tumbes” 
Cruzando la calle Carniceros (Rafael Chaparro), en la otra esquina, estaba la casa (propiedad del Ayuntamiento, domicilio de la familia del señor Pepe Gutiérrez (el pregonero). Recordarán que la habitación más próxima a la esquina de la plaza funcionó como cárcel, (o prisión, según prefieran).Ante las demandas de un wáter público se puso en marcha, con fachada a la plaza y colindante con la cárcel un urinario que jamás funcionó lo bien que es de desear. Y al lado, defendía su negocio el señor Román Tejado, una carnicería que los días de mercado sacaba a la calle, con su mesa carnicera (se suele llamar “tajo”) para preparar a las amas de casa todo lo necesario para un buen cocido. Tanto los urinarios como la carnicería sobresalían del resto de las casas por lo que hubieron de sufrir el correspondiente retranqueo con la construcción de la Casa de Cultura.
¿Recuerdan a doña Isabel? ¿Y a doña Nico? Eran dos maestras que desempeñaban su profesión en el edificio de los “Párvulos”. La primera era de Malpartida de Cáceres, La otra, la segunda esposa de Don Justiniano (que fuera director, por oposición, del Colegio Público de Arroyo).También, nuestro entrañable paisano, don Juan Ramos estuvo, al menos un curso, en la planta alta del edificio. Era entonces “Juez de Paz”. Puedo afirmarlo toda vez que fueron varias las ocasiones en las que me llamó para sustituirle (un cuarto curso) cuando yo era maestro en prácticas. Y lo hacía con sumo gusto. La planta alta albergó en los ochenta más de una exposición. Recuerdo una “extraordinaria”, de pintura y cuyo autor era Yayo Suárez. En la planta baja hubo en su momento un bar (de Jacinto el “quesero”) y fue sede de varios actos. De ellos uno especial, el primer mitin que dio el PSOE en Arroyo en la elecciones del 79 ¿Recuerdan a Pablo Castellano?.
De lindero con el edificio mencionado existió una librería (de Casto Marín) que gestionaron, su esposa Máxima Morán, y una hermana de ésta, Eloísa (conocidas como las corchetas) y, a continuación, la farmacia de don Nicolás Sánchez Asensio, natural de Hervás. En ella trabajó, durante mucho tiempo, como mancebo-empleado nuestro paisano Flore Durán.
Pero todo cambia con el inexorable paso del tiempo. La plaza no iba a ser menos. Es por ello que el ayuntamiento adquiere en los ochenta la casa de la librería y junto con el edificio de “Párvulos” y la casa-vivienda del pregonero (ya jubilado) presenta a Diputación un espacio para la creación de la actual “Casa de Cultura. ¿Era pequeño el sitio? ¿Se podía haber buscado otro solar? Seguro que sí. Pero a don Manuel Veiga, Presidente de la Diputación en ese tiempo, se le metió en la cabeza que debía construirse allí. Y así se hizo. Si no lo sabían, ya quedan informados. Se inauguró la misma a finales de los ochenta (Rodríguez Ibarra) y contó con dos grandes personas en sus inicios: de una parte Benedicto Rodríguez( animador cultural), que sin apenas presupuesto se movía lo indecible por buscar actividades (así hicimos a través de la Asociación Cultural “La Senara” el Primer Certamen de Teatro), y de la otra, el señor Emilio (“enrea”), encargado de todo, a quien el Colegio Público agradeció en su momento su colaboración más altruista por todo cuanto nos ayudó.
Seguía a la farmacia la casa de la familia de Nano Lucas (descendientes de “los mochos”, con perdón) y, al final de la acera, el Banco Hispano Americano (hoy Santander). Era el director mi tocayo Máximo Clemente y, además, trabajaban en la sede bancaria, entre otros, Casto, Pozo, Germán Ferrero o Samuel Serrano. A pocos metros, ya en la calle santa Ana (posteriormente de los Hermanos Caba), Evaristo “el Caracol” te ofrecía- en su taberna- el mejor de los vinos, excelentes morcillas, jeta o las riquísimas tencas arroyanas. Una aclaración: frente al Bar Caracol existió la ermita de santa Ana que daba nombre al barrial; y tenía aquella un precioso arco(de medio punto o similar) que fue adquirido en el año 1969 por el propietario del palacio que hoy es sede del Parador de Cáceres. Allí lo pueden contemplar. Creo que pagó por el mismo veinticinco mil pesetas.
En la otra esquina de la plaza con la mencionada calle, la familia Ferrero tenía una tienda de telas que luego derivó en juguetería para adaptarse a los tiempos (principalmente Valentín). Y entrando en los soportales, el Bar Moyano que, posteriormente, arrendó Faustino Lozano. Años más tarde serian los "muchachos de Faustino” los transformadores del bar en un pub que gozó durante mucho tiempo de una excelente clientela. En la planta superior, el conocido Salón de Baile y de Bodas del Moyano (Lázaro Galán).Por encima del Moyano recuerdo que vivió don Ángel Salomón (tenía de conductor a Flores Martínez, el “peloto”).En la planta alta vivió Charo, una maestra de Garrovillas que estaba en párvulos. 
El tercer edificio de los soportales era “Casa Bañegil”, bar, centro de negocios y alma de la plaza. En un principio tenía la barra entrando a izquierda (forrada de trozos de baldosines de colores, algo muy usual por entonces) y por encima una escultura de medio cuerpo del señor José Bañegil, el patriarca de la familia. Luego cambiaría su ubicación a la parte derecha. Buen ambiente y buen talante de una buenísima persona como era Manolín Bañegil; y una estupenda cocina dirigida por Carmen, su esposa. ¡Qué tiempos, aquellos! A buen seguro que recuerdan el nombre de varios camareros. Fueron bastantes.
La última casa de los soportales era vivienda habitual de Matías Parra, terrateniente y estupendo jinete (montaba fabulosamente a caballo). Y de vecino, el señor Fernando Tato (de la fábrica de corcho). Allí, viviría más tarde mi compañero de magisterio y alcalde, Manolo Floriano, tras contraer matrimonio con Irene Tato. Ya, finalizando la acera norte tenemos la casa de Juan el Molinero, con una puerta a la corredera y la otra a la plaza. Fue una tienda textil durante varios años y, más tarde, sede bancaria, floristería….
Cruzando la Corredera hacia la margen oeste hoy encontramos una sucursal bancaria, en lo que fue el comercio de Dimas Refolio (un tío estupendo) con su chacina y sus ultramarinos que te ofrecía Elisa, su mujer. En la planta alta, una Gestoría en lo que fue el Salón de Baile de “el Bonito”, además de Salón de Bodas.(Ver artículo del guateque). A lado la casa de don Florencio Bernal y Lola Javato, con su balcón de cristales de principios del siglo XX. Fue don “Flores” (así se conocía a nuestro paisano) un digno médico en la época de los Enríques (don Enrique Rubio y don Enríque Enrique) y de los Practicantes (ambos de Arroyo), don Santos Salomón (Santito) y don Pablo Terrón (Pablito). Este último vivía en la Corredera Alta y tenía la consulta particular al lado de la Pastelería Rafael. ¿Le recuerdan? Yo, con entrañable cariño y agradecimiento. Don Flore fue mayordomo de la Virgen en los años cincuenta. Y muy hospitalario toda vez que, cada Semana Santa, ofrecía el balcón de su casa para que el cura, don Ciriaco, diera el sermón de Jueves Santo (también lo daba el día de la Romería desde el balcón de la casa del ermitaño). Lo del sermón se fue perdiendo (no sé si por normativa del Concilio Vaticano II, o porque el cura se cansó), pero el hermoso balcón resiste el paso de los años. Cerca de don Flores, en la calle Hornillos (posteriormente , santa Teresa) funcionaron el Bar Terrón ( Pelele), la Cueva (One) y el Anlu. En la esquina de la plaza (Casa del Enterrador) se podían adquirir tabaco y amabilidad a la vez; Luis Martínez y Carmela gestionaban el estanco. A lado el bar de Isaías Salomón y la señora Cándida ofrecía, lo mismo un buen vino, que la posibilidad de alojarse el tiempo deseado.
Pero nuestra plaza fue algo más. Fue lugar de juegos, de amores y desamores, de feria, de mercadillo, de negocios. Recordarán que la sacristía de la iglesia tenía una ventana con su reja (hoy está en la puerta de acceso al Sagrario), en la fachada del reloj. También le es familiar el recuerdo de que existió una fuente con cuatro caños, adosada al atrio y justo delante de la citada ventana (donde la cabina telefónica). Allí llegaban, con el cántaro a la cabeza, sobre una rodilla de trapo (ruilla), nuestras madres para acarrear el agua necesaria (aunque sin depurar) para el hogar. ¡Hasta las cocineras de las Escuelas Graduadas (como la señora Pilar) ejercían esa actividad!, en aras de ofrecernos el líquido elemento en el Comedor que funcionaba en la galería de las Escuelas Nuevas. La parte de atrás de la fuente era un buen lugar para la intimidad (sin pasarse, por supuesto); o para al escondite, o la “dola”. Y es que el atrio era una parte de nuestro recorrido (“la madre de los peligros”, “los bolindres”…). Y nos sabíamos el nombre de todos los postes, aunque el más famoso era el “Poste Felipe, en la esquina del atrio (entre la puerta del norte y la principal de la Asunción). Los saltábamos, nos hacíamos más de una brecha (“pitera”) y volvíamos al otro día. No pasaba nada.
Probablemente recuerden aquellas mujercitas que ,muertas de frío ,se sentaban bajo los soportales para ofrecernos pipas, regaliz, pica pica..(la señora Martina, por ejemplo). Y Diego, que llevaba un carro y se colocaba , también, bajo los soportales, entre Bañegil y el Moyano. Y los futbolines del señor Antonio, unas veces en el atrio y otras en la propia plaza. Las planchadoras de Benito Palomo, los caballitos, las voladoras de Andrés, las tómbolas, el Photocall de entonces, con el típico caballo, (bien te hacía la foto la señora Mercedes, o bien, Bermejo el de las Casas Nuevas) . Por cierto, a principios de los sesenta la firma Pablo Pérez (se dedicaba a los helados) brindó a todos los niños arroyanos probar un “polo gigante” que colocó durante la Feria de Septiembre en la plaza, a la altura del Banco Hispano. Nuestros padres nos elevaban para que diéramos más de un chupetón al enorme bloque de hielo. La plaza ha sido lugar para celebrar “vaquillas” (alguna entraba en el bar Bañegil), emplazamiento de verbenas (orquestas como Cámara), de folklore, de mítines, de” fiesta de la tenca”, de fiesta de “carnaval”, de Coronación de nuestra Virgen. Pero ha sido, por antonomasia, el “centro neurálgico” de Arroyo. Y sea cual fuere el futuro que nos aguarda, “siempre será la Plaza, siempre, nuestra Plaza”.
(Dedicado a Vicente Ramos Díaz)

EL TROVADOR: "EL FARO DE ARROYO"

Por Máximo Salomón Román

           El Trovador de Arroyo de la Luz
www.arroyodelaluz.es

Uno de los monaguillos fue corriendo a avisarme. Estaba en la sacristía:”Don Ciriaco, don Ciriaco, que se ha caído un trozo del techo de la Iglesia”, comentaba en cierta ocasión el párroco de la Asunción. Julio Bonilla, Sixto Caro, Ángel Sierra,…cualquiera de ellos estarían en la Iglesia. O tal vez, otro monaguillo. Era el año 1964 los escolares acudían a catequesis, según a que parroquia pertenecíamos, a las doce de la mañana desde los diferentes Grupos Escolares (San Marcos, Pozo Hambre, Escuelas Graduadas…) Todavía no estaba unificado como tal el Colegio Ntra. Sra. de la Luz. Incluso había alumnos en aulas complementarias en la calle Olleros, calle Larga o en la propia plaza (frente a la Iglesia). Los de párvulos no asistirían, pienso.
En 1959 nacimos muchos arroyanos (a decir por la foto de quintos del 79). Era el año en que se descentralizaba la Parroquia de la Asunción (el cura era don Vicente Castro que, posteriormente, marcharía a san Mateo en Cáceres) y se distribuía la feligresía en tres sedes, con una injusta partición a favor de la Asunción desde san Marcos hasta la carretera de Aliseda en su margen derecha. El resto, menos de la mitad, era a repartir entre san Sebastián y san Antón que hasta entonces habían sido ermitas, tal y como hoy las conocemos. Ese año es especial en cuanto que Arroyo va a contar tres nuevos sacerdotes. La adjudicación de las parroquias se hacía conforme a lo establecido hasta entonces, esto es, con anterioridad al Concilio Vaticano II. Ello suponía que los curas ganaban la plaza, creo que en concurso oposición o de méritos y no por adjudicación del Obispo de turno. Así, a principios de este año es don Félix quien toma posesión de san Sebastián (el Santo), don José Cordovés de san Antón y don Ciriaco (un poco más tarde ya que está en las misiones de Argentina) en la Asunción (en abril).
He realizado esta de larga introducción para que sirva de marco temporal a la hora de situarnos en los sesenta y, con posterioridad, en los setenta y así recordar los momentos que de una parte nos transportan a la época en la que se nos derrumbaba la Asunción, y de la otra a los tiempos de su restauración.
El año 1966 es especial para muchos arroyanos. Y lo es por varias razones. Es el último año que nuestra patrona visita Arroyo. No lo volverá a hacer hasta casi diez años después, bien avanzados los setenta. Pero es, además, el último año en el que se celebran las Primeras Comuniones (en mi caso). Será la sede de la actual oficina de turismo el lugar elegido (durante casi una década) para el culto. Consecuencia de todo ello es, además, que no recibiremos la confirmación hasta 1974 con la apertura del templo ya casi restaurado.
A buen seguro que muchos lectores recordarán a la “Hermana Rodríguez”. Aquella monjita, ya metida en años, era una de la que nos daba catequesis todas las tardes en la nueva sede del colegio (únicamente existía en edificio de la calle Germán Petit) tras su traslado desde el Santo. Recuerdo en mi grupo a compañeros como Eulogio (el gallo), Jacinto Javato o Juan Luis Collado ( pelirrojo). Podría reproducir las poesías que nos hicieron aprender entonces ,y que era norma recitar ante la familia la tarde del Corpus en la Iglesia. Reconozco que la de Juan Luis (“ Quisiera ser sacerdote”) era la más bonita. Era el año 1966, el segundo año que se celebraba la Primera Comunión con hábitos blancos (los chicos de frailes y las chicas de monjas). Atrás quedaron los más tradicionales que serían utilizados por última vez en las Comuniones del año 1964 y que , con motivo del Congreso Eucarístico, tuvieron lugar en la Plaza Nueva (Divino Morales) con la presencia del señor Obispo don Manuel Llopis Ivorra.
Fue 1964, también, el último años que funcionó el Colegio de la Monjas anexo a la Iglesia de san Sebastián. Por cierto, don Félix había marchado a Alemania y el párroco de turno era don Julián (contaba con una hermana monja en el colegio) hasta la llegada en 1967, aproximadamente, de don Vicente Bolinche, de la mano de su padrino, el Obispo Llopis. Se hizo, pues, el traslado del Colegio Ntra. Sra. de los Dolores al palacio de los Condes de Benavente (hasta entonces sede del Juzgado de Paz).
Pero eran tiempos de incertidumbre y angustias para la parroquia de la Asunción. Ello dio lugar a que en febrero de 1967 se cerrara la iglesia al culto a pesar de que, con anterioridad, se habían apuntalado las bóvedas con unos andamios mixtos (madera y metal). ¿Recuerdan dónde estaban situados? Un año después (1968) los andamios seguían colocados en espera de una solución; y hubo un pequeño temblor de tierra que hizo temer por el templo y, en especial, por el retablo. 
Mi padre comento en casa que, tras una multitudinaria asistencia, en el Salón de Actos del Ayuntamiento, en octubre de 1968 se acordó crear una Junta Central Pro-Reconstrucción de la Iglesia. Fueron muchas las opiniones (incluso alguien sugirió vender una tabla del Retablo a fin de recaudar los fondos necesarios y que, obviamente contó con el rechazo de la mayoría) y deliberaciones a tal efecto. Se acordó pedir a cada familia arroyana de clase media-baja ( la más común en esos tiempos) un donativo de 1000 pts. De ahí hacia arriba, y según el status familiar, se fue incrementando la solicitud económica. Recuerdo que a don Flores (médico) se le solicitó la cantidad de 15000 pesetas (entonces era un capital). Su generosidad le hizo doblar el donativo, hecho que recalcó una y otra vez donCiriaco. Y es sabido todo ello toda vez que el propio párroco se encerraba, a diario y en jornada vespertina en la sacristía (le veíamos por la ventana que existía entonces) y hacía lectura de familias y cantidad donada. Recordarán que había un altavoz en la “Torre del Reloj”. 
Tal vez alguien se extrañe del título de este artículo. Y quizás jamás escucharon hablar del faro de Arroyo. Yo sí. Puede que sea una leyenda urbana pero de niño (años sesenta) mis vecinos de la calle Valdetrás me lo contaron. Afirmaban, además, de que venía en algún libro publicado que el reloj de la Iglesia de la Asunción (que estaba en lo más alto ocultando el templete romano que corona la primera torre que tuvo la iglesia) se veía desde muy lejos, y con su luz (imagino que desde el “alto de la carretera”) ; y que le llamaron “el faro de Arroyo”. El cura jamás me lo desmintió, pero sea como fuere suena bonito.
Otra de las actuaciones a realizar para la restauración, acordadas por la Junta Central( 1968), fue la celebración de un gran festival popular en el Cine Solano. Tuvo lugar poco tiempo después. El mismo fue un exitazo de público con lleno total. Contó con actuaciones de muchos arroyanos, tanto en teatro, recital de poesías (don Juan Ramos), flamenco, humor…El señor José Carrasco (Memorias de un artillero) hizo, utilizando los apodos, un relato de toda la gente del pueblo que resultó todo un éxito. Cuando llegó el plato fuerte, esto es, el flamenco la gente comenzó a desfilar. Y no porque no les gustara. Era más de media noche y al día siguiente, el que más y el que menos tenían que trabajar. Y nosotros teníamos colegio. El festival se celebró un día entre semana. Al fin y al cabo había colegio incluso los sábados por la tarde (vacaciones únicamente la tarde del jueves).Eran otros tiempos.
El cura dio cuentas en cada homilía de la cantidad recaudada en el festival (unas ochocientas mil pesetas) que junto con las donaciones de cada familia alcanzó la cantidad de dos millones de pesetas. Pero era insuficiente para un presupuesto inicial de cinco millones. No obstante, don Ciriaco tuvo la valentía y el arrojo de tirar para adelante con la restauración hecho que, tal vez, nunca se le supo reconocer. Comenzó, por tanto, la obra de albañilería en julio de 1969 y veintiocho meses más tarde (noviembre de 1971) concluía. Me acuerdo del señor Alejandro Barrera (vecino de Trujillo aunque con raíces arroyanas) que actuaba como maestro de obras. Como cantero, el señor Gonzalo Gómez (Palomo), natural de Malpartida de Cáceres. Quitaron el púlpito y picaron toda la iglesia que tenía dada una pintura de saneamiento (orden de Carlos III). Don Ciriaco, en las homilías, solía dar explicaciones del discurrir de las obras; y reconozco que nos tenía muy enganchados.
Y aconteció que, a principios de 1969, llegaron a nuestra villa media docena de frailes ( si mal no recuerdo, “Franciscanos”), dos por cada parroquia. Eran tiempos de misiones. Fuimos a recibirlos a la Plaza Nueva. Sería por febrero y casi de noche. La acogida fue sensacional y, desde allí, cada sacerdote acompañó a sus huéspedes hasta la parroquia seguido de los correspondientes feligreses. Yo, de la Asunción, recuerdo a los dos frailes asignados. Una era bajito y el otro un poco más alto y con gafas. Pero éramos tantos los acompañantes que no cabíamos en la sede provisional. Por ello, se abrió la iglesia, que tenía una luz casi medieval, (aún no se habían iniciado las obras) y se lleno el aforo. El fraile más alto se subió al púlpito y comenzó desde el primer momento a sermonearnos (parecía de los tiempos de Torquemada) hasta el punto de emplazarnos a celebrar, con prontitud, un Vía Crucis Penitencial. Se celebró al poco tiempo. Así fue como el Cristo de la Asunción salió en procesión pero mirando hacia atrás. La Cruz de Guía era llevada por un enamorado de Arroyo: el señor Antonio Delgado (de la “Casa del Gallo” en la calle Larga). Recuerdo , en especial ,a un monaguillo Vicente (su padre , también Vicente, tenía una barbería cerca del Palacio, cariñosamente la de Rompetecho).
No quedaría aquí la misión evangelizadora de los Padres Predicadores ya que, entendiendo que el provisional templo no podía albergar a todos los feligreses, solicitaron la colaboración de la familia Solano para celebrar los cultos de Semana Santa en el Cine. Y así discurrió tras la altruista aceptación del señor Germán y hermanos.
Es digno mencionar que en otra ocasión fue la familia Silos quien puso a disposición de la Iglesia la antigua escuela del hoy desaparecido palacio (al final de la calle Germán Petit) para tales cultos.
Los frailes marcharon de Arroyo no sin antes realizar una visita, con el alumnado local, a nuestra Virgen de la Luz. En ello puso especial empeño don Vicente Bolinche (párroco del Santo) ; y la colaboración del padre de Recaredo (vecino de la Corredera) que era el conductor del autobús ( en la época del pantano de Alcántara).
Fue en el año 1973 en un programa que emitía TVE antes del Telediario Matinal (se llamaba Primera Edición, a las 14:30 h) cuando, con sorpresa, se nos daba noticia del interés de la Dirección General de Bellas Artes, de Madrid, por la Iglesia y el Retablo. Y, aunque se había logrado el compromiso de personas influyentes tales como el alcalde de Cáceres, Alfonso Día de Bustamante, la implicación de Bellas Artes en la Gran Restauración fue un alivio para todos. En aquella época, como camarero del Ambigú del Cine Solano, conocí e hice amistad con dos operarios de Bellas Artes. Eran “estofadores”. Trabajaron en el retablo y me explicaron cantidad de cosas del mismo. Restauraron incluso el altar de san Pedro (que estaba entonces dedicado a Santa Teresa) y el de Ánimas.
El 18 de Julio de 1974 se inaugura en el Museo Provincial de Cáceres (Las Veletas) una exposición de las pinturas del Retablo de Morales, todo un orgullo para los arroyanos.
Don Ciriaco seguía haciendo referencia en sus homilía a las pequeñas obras de la iglesia (altares, imágenes restauradas…) Y como, en algunas ocasiones, viéramos bajar del Simca 1200 del señor Flores Parra( el carnicero)y envueltos en mantas, los cuadros restaurados con dirección al Ayuntamiento, no le quedó más remedio que desvelar el secreto mejor guardado: los cuadros estaban regresando a Arroyo. Así, un domingo tras la misa de doce hizo extensiva a todos, la invitación al ayuntamiento para ver algunas tablas. Allí nos explico el tratamiento, desparasitación, etc. Tiempo más tarde eran ubicados todos los cuadros en el Retablo, la Iglesia estaba prácticamente restaurada (veinticinco millones de pesetas de la época en gastos) y, sobre todo, nuestra Patrona visitaba de nuevo su pueblo (era mayordomo D. Plácido Sánchez Viniegra “Pachi”).
La Iglesia y el Retablo comenzaron a tener gancho turístico en Arroyo , máxime cuando el jueves 20 de Agosto de 1981 son declarados Patrimonio Nacional.
A ti, lector paciente, seas de donde fueres, dediqué este relato que en mis anotaciones y, sobre todo en mi memoria, guardaba durante mucho tiempo. Pero prefiero compartirlo como un enamorado más de mi Virgen de la Luz y el pueblo que me vio nacer: Arroyo de la Luz.
(Dedicado a nuestro entrañable Cronista Francisco Javier García Carrero)

EL TROVADOR: "EL CURA DE SAN ANTÓN"

Por Máximo Salomón Román

           El Trovador de Arroyo de la Luz


“Yo soy yo y mis circunstancias”, es la frase del filósofo y ensayista Ortega y Gasset que, a mi entender, resulta perfecta para subrayar, con mayúsculas, la gran suerte que hemos tenido los arroyanos y arroyanas, además de otras personas que directa o indirectamente igualmente la tuvieran, de conocer a don José Pedro Cordovés Sánchez, esto es, don José, el cura de san Antón.

He de señalar que me dejó helado la noticia de su fallecimiento toda vez que hacía no mucho tiempo que estuve hablando con él. Por ello, quiero hacer con estas breves palabras un reconocimiento de admiración y agradecimiento al párroco que me bautizo, al profesor de religión, a una gran persona.
Es en el año 1959 cuando se hace el reparto de las tres feligresías de Arroyo, tras convertirse en parroquias las ermitas de “los Mártires, el Santo o san Sebastián” de una parte y la de “san Antón” de la otra. Mal reparto en el que lo mejor se lo llevaba la Asunción. Y se cubren las parroquias, tras el traslado a san Mateos, en Cáceres de don Vicente Castro, por concurso de méritos. Aún no había tenido lugar el Concilio Vaticano II y, por tanto, las feligresías o parroquias no se designaban con el dedo del Obispo de turno. Llegan, pues, a Arroyo(mes de abril de 1959) tres nuevos sacerdotes: don Félix Sánchez (que posteriormente emigrará a Alemania y será sustituido por don Julián),a san Sebastián don José Cordovés a san Antón y don Ciriaco Fuentes a la Asunción. Más como don Ciriaco se embarcara en unas misiones por Argentina, nada más tomar posesión, es don José quien se hace cargo de mi parroquia, de la Asunción. Así los nacidos a partir de mayo del 59 somos bautizados, generalmente, por don José (como en mi caso) o por don Félix.
Don José se encuentra en san Antón con una parroquia humilde, de gente humilde y sencilla. No tardará mucho tiempo en acometer obras de restauración y levantar la actual espadaña de la fachada principal. Y agrandar la fiesta de san Antón con aquellas subastas dirigidas por Miguel Marín, Calderón o Quintín.
Pero don José es parte del futuro de muchos arroyanos. Tras la colocación de la primera piedra de nuestro instituto, en la que él impartió la bendición- algo propio de la época- llegaría la inauguración del edificio y puesta en fucionamiento en el curso 1968-1969. Y don José sería el profesor de Religión de todos los arroyanos, malpartideños, estaciones, aliseños venteros y brocenses (o broceños) que pasamos por el citado instituto. Incluso de Salorino y Membrío. 
Además de las clases de Religión, don José nos participaba del discurrir de la Restauración de la Asunción, según la información que sacaba a don Ciriaco (que nos informaba en sus homilías), conocía perfectamente a las familias de alumnos, aconsejaba y ayudaba.
Es vedad que era un clásico del Concilio. Incluso cuando estuve de maestro en Arroyo me solicitaba llevarse a mis alumnos, feligreses suyos, para realizar los ejercicios espirituales en san Antón, una vez llegada la Cuaresma.
Fue, además, don José, Rector del Seminario de Coria-Cáceres, profesor del actual Obispo, Francisco Cerro y, tal vez, no llegó a se alguien más más porque estaba muy ligado a su instituto. Yo, al igual que a don Ciriaco, o don José Luis, les vi como posibles obispos
Don José estaba dotado de gran inteligencia, empatía y gracia. Pero si los arroyanos tenemos algo de verdad que agradecer eternamente es el ímpetu y el coraje que puso para que en Instituto de Arroyo no se cerrase en momento difíciles, cuando la ley de EGB. Tuvo el atrevimiento de escribir una carta de puño y letra a un alto cargo de educación, cercano al político del Régimen, Muñoz Grandes(fallecido en 1970), en complicidad con el presidente de la asociación de padres, don Santos Salomón.
Por tanto, arroyanos, arroyanas y antiguos alumnos del Luis de Morales (antes, Sección Delegada del “El Brocense”), si pudisteis estudiar en nuestro instituto, en parte se lo debéis, se lo debemos, al cura de san Antón. “Al César, lo que es del Cesar”. Descanse en paz, don José.



EL TROVADOR: "EL ENANO Y EL PIMPORRO"

Por Máximo Salomón Román

           El Trovador de Arroyo de la Luz

“Tírate de la moto, de la moto tírate, si te tiras de la moto, ya no te podrás caer...” Esta letra corresponde a una cansina sintonía que,junto con la famosa”Lambada”, se convirtió en los años ochenta en una de las canciones más recurrentes para las diferentes charangas que amenizaban las fiestas de nuestros pueblos y, por tanto, las de Arroyo. Ponían color, daban calor, traían animación y, por supuesto, versatilidad a la hora de pasacalles, alboradas o festejos de toda índole.
Pero no únicamente las charangas animaban eso días de asueto y alborozo. Hubo algo más. Y es que , si lugar a dudas, existió un fenómeno social (que hoy parece resurgir) y que, sea dicho de paso, solamente necesitaba de un poco del apoyo institucional. Me refiero a las “ Peñas” a esos grupos de arroyanos que, perfectamente, representaban todo un fenómeno sociológico digno de tener en cuenta. Suponían una inyección de vitalidad en nuestro “Día de la Luz” y en nuestra feria.
Recordarán a la peña ” el Pimporro “ como primer ejemplo del asociacionismo más emergente en este terreno. Ya, durante el conflicto hispano-marroquí surgido en los últimos momentos del franquismo, y que derivó en la famosa “ marcha verde”, tomaron buena nota nuestros paisanos para satirizar el citado acontecimiento y plasmarlo en una carroza del “Día de la Luz” con el título de “La mancha verde”. De ella recuerdo, especialmente, a Emilio (patero) con su chilaba y su gallina. En otra ocasión sería sobre México y el tren de Pancho Villa. Se reunían en la terraza del Moyano( donde los muchachos de Faustino), con su camiseta blanca y su piporro estampado sobre la misma. Paco Lozano, Emilio (q.e p.d), Maxi (el galgo), Jesús García, Sixto,….y unos cuantos más, aparecían en cualquier evento, bien fuese musical o taurino. Y aconteció, en cierta ocasión que en nuestro Arroyo, pueblo muy aficionado al arte de la tauromaquia en otros tiempos, se celebraba un festejo taurino, con motivo de las Ferias de septiembre. Aquel día , en la portátil situada en Divino Morales (Plaza Nueva), le tocaba actuar al “Bombero Torero” y los enanitos, en la tradicional charlotada, famosa por estos contornos. Tras la lidia de uno de los becerros procedió toda la cuadrilla a dar la vuelta al ruedo, a la par que recibía alguna que otra bota con vino o calimocho, sincero agasajo de los espectadores, y con la que calmar su sed de calor y polvo en la vespertina tarde septembrina. En ese intento de agasajo, y entiendo que con la mejor de las intenciones, esto es -para ofrecer un trago a la cuadrilla -nuestro paisano Emilio Patero, componente de la peña “ el piporro” , lanzó su enorme botijo a uno de los enanos que acompañaban al Bombero. Este, quiero creer que por despiste, no se percató de la situación y recibió el monumental impacto del piporro sobre su cabeza lo que originó que, al punto, el enano cayese redondo al coso taurino. El testarazo provocó, de un lado las correspondientes risas del respetable, y del otro , el monumental enfado de la Presidencia, de la Cuadrilla y de las autoridades del momento , todo ello con graves consecuencias por lo que entendían que era toda una gamberrada. El incidente supuso la correspondiente sanción económica de mil pesetas a la peña. Pero como en el cuento de la “ cigüeña y la zorra” siempre hay quien da más. Y viene ello a colación toda vez que la “peña el pimporro” no se negó a pagar la multa. Pero lo que sí hicieron algunos de sus componentes es presentarse en la oficina de recaudación del Ayuntamiento (hoy oficina de la Policía Local), con la cantidad a abonar, pero cambiada en monedas de pesetas (hoy solemos decir en calderilla). No quedó otra solución al recaudador que contarla una por una.
Tras “ el Pimporro” surge una nueva peña de carácter mixto e integrada lo casi cuarenta personas: la peña “la Bellota” con su inconfundible camiseta verde. Paisanos y paisanas tales como Maxi “Pelín”, Julia Cordero Pablo Tato “ Matacano”, Lucía Peña, Joaqui, Vito, Tapia, Sebastián ”Chanino”, José Mari, Pablo “Leri”, Isi, José David ”Titi”, Antonio “ Cambri”…., entre otros. Algún componente me refrescó la memoria al recordarme cómo surgió la peña tras asistir a una fiesta con vaquilla incluida. Fue nombrado presidente de la misma Antonio Leal ”Cambri” quien ofrecería una entrevista al diario “hoy” un 12 de septiembre de 1980 coincidiendo con el primer día de feria. La página publicada se completaba con un artículo (“Arroyito de la Luz”) del insigne paisano don Pedro Caba, así como otra entrevista a los dos alfareros arroyanos del momento Victorio Collado y José Pajares. En esa primera entrevista, un joven “Cambri” hace especial hincapié en los objetivos de la peña y en los compromisos a la hora de pertenecer a la misma. Muchos paisanos recordaréis las geniales creaciones de Cambri , bien en Carnavales como aquel dragón echando fuego por la boca, o “el decapitado “ en colaboración con Josemari “el largo”, bien en el “Día de la Luz” con la carroza “Van dos caballos”.
Arroyo fue en tiempos pasados un pueblo muy aficionado al arte de la Tauromaquia. Tuve la suerte de indagar en algunos de los legajos manuscritos del que fuera, hasta los sesenta, Cronista local”, don Vicente Criado Valcárcel (médico). Alguno de ellos hacía referencia a festejos taurinos, cuatro siglos atrás, con motivo de la festividad de san Juan, muy celebrada por entonces.
Hasta los años sesenta eran habituales las corridas de toros en ruedos conformados con carros Pero con el discurrir del tiempo aquellas “plazas de carro” fueron sustituidas por recintos portátiles. Aconteció que en uno de ellos, durante una feria de septiembre, se dedicó uno de los días al pueblo Así se conformó una cuadrilla con artistas locales en la que figuraban Pantaleón (Maypa), Tito Miro (el estanquero), Pedro Montero “el Niño del Ebro” (por la marca del camión adquirido por entonces), y el señor José Carrasco que actuaba como banderillero y a quién uno de los novillos diera un buen revolcón que, por suerte, quedara en simple susto. Durante los años ochenta se pusieron de moda los festejos taurinos en la Plaza de Constitución, con encierros incluidos, durante la Feria de septiembre. Aquellos viejos carros serían sustituidos por remolques que, desinteresadamente, eran ofrecidos para la ocasión. Quién no recuerda aquellas vaquillas que eran introducidas el Bar Bañegil a la par que gritaban las féminas en el interior, buscando un hueco en donde protegerse. O al paisano César (q.e p.d.), sentado bajo los soportales en la puerta de Matías Parra, con la vaquilla a un metro, sin arrancarse hacia él. Es por esta época cuando surge otra peña, con arroyanos que hacían la fiesta para todos, demostrando valor y riesgo, dando espectáculo y entretenimiento, sobre todo con los novillos Así Chano, Rafa Cordero, Alejandro,… y un largo grupo pertenecientes todos a la peña” la Cabra”.
En otras ocasiones no era necesario portar una camiseta a grupo, o llevar un nombre, para conformar una peña y dar la nota. Así surgieron comparsas que llegaron a poner su chispa de humor, sobre todo en el Día de la Luz. A buen seguro que recuerdan a Zenón, Puerta, la amiga Candi, Paco(carrucho) ,Sevilla,….desfilando corredera abajo como tribu de negritos africanos.
O el grupo de Pepe Terrón, Marisa, Victoria, Casasola, etc. en sus desfiles de Carnaval 
Es a mediados de los ochenta cuando aumenta considerablemente el número de peñas Surgen en todos los barrios, desde el Santo hasta el Convento. Viene a mi memoria un grupo de paisanos que constituyeron una peña, eso sí, masculina, con camiseta roja y una botella de Larios impresa a la espalda. Cantaban aquello que decía:” Lo primero, amar a Dios; lo segundo, a la botella; lo tercero a la mujer…Se trataba obviamente, de la peña” la Botella “de la que eran componentes Emiliano(cueva), Jorna, Jacinto(churri), Candi(gila), Ladislao (q.e.p.d.) entre otros.
El dieciocho de febrero de 1986 (domingo), tuve la oportunidad de dar el Pregón de Carnaval, por invitación expresa del Ayuntamiento. Ya hacía un par de años que parecía querer resurgir el Carnaval. Justo es recordar el desfile de esa tarde dominical en el que los creadores del Harriero participaron como dormilones, con cama y orinal incluidos, marcando un antes y un después en nuestro carnaval .
A partir de entonces siguieron aumentando las peñas. Tuve el honor de formar parte de una de ellas, la peña” el acordeón”. Ambientábamos la Navidad, la feria, las romerías…, y participamos durante varias ediciones en los desfiles de Carnaval, de “cíngaros”, de “ mejicanos”, etc. Este que relata, tocaba el acordeón y contaba con dos amigos que tocaban la caja de forma magistral, Lorenzo(forestal) y Juan Luis Caro (Fiti). Milagros, Nana, Juan, Sebastián, Ezequiel(q.e.p.d.), Maxi Pajares, Quili, Nemesio, Juani. Petri, Felipe. Quintín y su esposa, Fernando y Teodora eran otros miembros de esta peña. Fueron tiempos felices pero, ya se sabe, el tiempo es efímero, esto es, pasa rápido.
Hoy entiendo que es todo un acierto el apoyo institucional a las nuevas peñas que surgen con fuerza, ilusión y entusiasmo. Es interesante el hecho de haber fijado un “Día de las Peñas” en el sábado de feria. No obstante, no quedaría mal darles más protagonismo en otros eventos toda vez que supondría mantener vivo el espíritu de participación todo el año. Sea como fuere, ¡ánimo! y enhorabuena.
(Dedicado a todas las peñas arroyanas).







EL TROVADOR: "FUERA EL LOBO"

Por Máximo Salomón Román

           El Trovador de Arroyo de la Luz
Septiembre de 1974. El Lobo, el Dragón, el Baturro, el Payaso y el Cantinflas.
Sin lugar a dudas, el refranero encierra casi siempre mensajes que son la esencia misma de nuestra Lengua. Usted, arroyana/o como yo habrá oído muchas veces aquello de...” A la feria de Arroyo van los señores, a la de Malpartida, ricos y pobres”. Tal vez nunca haya reparado en que esos “señores” eran los de la vecina capital que, bien por su cuna, bien por su suerte, gozaban de un estatus que le permitía viajar un poco más lejos. En cambio, el cacereño de a pie únicamente se podía permitir unas cuantas leguas. Malpartida, dentro de lo posible y, con pequeños ahorros para el bus – cuando no en el tren de san Fernando- era más accesible. Viene esta breve y aclaratoria introducción a colación de la Feria de Septiembre en Arroyo de la Luz, pero no la de ahora. Deseo remontarme medio siglo atrás. Y cómo en los tiempos de niño- allá por los años sesenta y tanto- recuerdo la feria. Gitanos era sinónimo de feria. Cabezudos era la magia de la feria. Los toros, en la plaza de carros (en Divino Morales) eran el broche.
Recuerdo como pasaban los gitanillos, con garbo y con zambra, agarrados a la falda de “mare gitana”, casi siempre con dos cirios asomando por sus narices. Calzaban viejas gurapas(1), vestían calzonas que con más de un siete(2) cubrían sus enjutas piernas. Solían acampar en el “manantío”, bajo el muro de la Charca Grande y cerca del horno de ladrillos, sito al otro lado de la antigua ermita de san Marcos. No faltaban los pañuelos de colores y las telas más variopintas que eran utilizadas en las improvisadas tiendas. Ni tampoco alguna que otra gallina colgada para su posterior guiso al estilo calé. 
Sonaba el cohete que llamaba a diana el 12 de septiembre y comenzaba el mercado, negocio de gente seria, en el otro extremo de la charca, próximo a la antigua plaza de toros. Allí jaleos, tertulias, ganado. Era la feria. Reunidos en las cercanías de las pocas aguas que restaban en la Charca Grande, y que durante el verano regaba el sediento cinturón de huertas de la campiña arroyana, gitanos y merchanes negociaban la compraventa de burros, mulos y algún que otro caballo para dedicarlos a la labor. Alguna vaca se adquiría entre payos.
Y en las calles de mi pueblo se escuchaba: ¡Fuera el lobo, fuera el lobo! Sí amigos, habían salido los cabezudos. Hoy los niños de Arroyo tienen cabezudos en muchas épocas del año. ¡Qué suerte! En mi niñez, tres días en la feria de septiembre. Eran el alma de la feria. Si un año no había cabezudos, no teníamos feria. Por suerte nací en una familia de tradición de cargar los cabezudos. Mi padre, mi tío y hasta mi hermano me antecedieron. Ya con quince años accedimos al relevo.
Nombres como Antonio “el fino”, Pablo Becerra, Vicente “el chino”, los hermanos “soso”, Jesús, artista de “Cabezudalia”... son algunos de los compañeros que recuerdo en la tarea de hacer correr a los peques con los gigantes. La música, con flauta y tamboril, corría a cargo de un señor de Cantagallo, en Salamanca y que se alojaba en la pensión de la señora Cándida, junto a la actual oficina de turismo, en la plaza. El director de todo ello era el señor “Pepe Gutiérrez” más conocido como “el Pregonero”. Preparaba los cabezudos y lanzaba los cohetes. Cada día se hacia un recorrido diferente con parada obligada en el bar de turno, bien fuera Espino, el Guarrero, Sinesio, el Tintorero...Y se seguía oyendo: “Fuera el lobo”.
Llegaba la tarde. Bajaba la calle Carniceros una charanga que más que tocar emitía ruidos con sus cacerolas y sus tambores. Eran los camareros del Bar Bañegil encabezados por el “Chirri padre”. Al entrar en la Plaza Nueva les esperaba “Perico el de los Tangos”, gran aficionado al arte de la Tauromaquia y, junto a los espadas locales de turno, hacían el paseíllo dentro de la improvisada plaza de carros que solía situarse en la zona noroeste, a la altura del Triana. Los pelucos (campesinos) arroyanos, que ya habían recogido las mieses y la paja del año en curso, prestaban sus carros, unos de varas y otros de yugo para confeccionar el ruedo e invitaban a amigos y conocidos a subirse a los mismos en fraternal colaboración. Y, al igual que aquellas corridas de toros que se celebraban por San Juan cuatro siglos atrás, la tarde esa testigo del riesgo y del arrojo de estos valientes arroyanos.
Anochecía. Pepe “el pregonero” volvía al tajo esta vez con el encendido de los fuegos artificiales al más puro estilo de las películas mejicanas, alternados con cohetes, por cierto, bastantes simples, que se lanzaban desde el atrio de la iglesia. Concluía la quema con el famoso “toro de fuego” que alguna vez cargara mi padre.
Al día siguiente, seguía la feria y se escuchaba de nuevo: “Fuera el lobo”.

(1.) Gurapa. Alpargata en jerga gitana.
(2.) Siete. Roto.