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Día de la Luz de antaño |
Aunque
ya son cientos de años los que venimos celebrando con inusitado interés nuestro
día más grande, no siempre, como todo el mundo podrá entender, el Día de la Luz
se ha celebrado como ahora lo hacemos, ni mucho menos. Bien es cierto que
siempre la fiesta fue espectacular en cuanto a la vistosidad de sus carreras de
caballos, al menos en los últimos cien años de nuestra historia, pero el resto
de la conmemoración de esta jornada siempre estuvo mucho más ligada a nuestra
Virgen de la Lucena- de la Luz, la dehesa (ambos aspectos durante las primeras
horas de la mañana), la comida familiar del mediodía ya en el pueblo, los
espectáculos taurinos y los bailes de la noche en los distintos
establecimientos, diversión última donde todos los arroyanos lucían sus mejores
galas y donde el jolgorio y la diversión era común a todos los grupos sociales.
Con el paso de los años este Día de la Luz quedó casi como una fiesta
mayoritariamente lúdica y ajena, por consiguiente, a la devoción religiosa, de
ahí que desde el año 1930, pronto celebraremos el primer centenario, los
arroyanos institucionalizaron una jornada exclusiva de homenaje y
acompañamiento a la Virgen en su ermita y en su dehesa, lo que todos conocemos
como el Día de la Romería.
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Romería. 1979 |
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Virgen de la Luz. 1879 (archivo Martín Panadero) |
Por
consiguiente, el conocido como Día de la Luz comenzó a celebrarse como fiesta
anual y religiosa prácticamente desde el mismo instante en que los arroyanos
fijaron como residencia habitual el espacio que ahora ocupamos. Una vez
abandonado el anterior emplazamiento de la dehesa, y dejando allí la ermita y
la imagen de la Virgen, los arroyanos marchaban año tras año durante la Pascua
Florida en devota procesión para honrar a su “Virgen de centeno y azahar”. Constancia escrita en los archivos
parroquiales de esos momentos piadosos lo tenemos desde mediados del siglo XVI,
cuando, por ejemplo, un visitador del obispo de Coria nos describió nuestro
gran día con las siguientes frases: “aviendo
visitado el dicho señor Visitador la dicha hermita de la Luz y aviendose
hallado en ella el segundo día de Pascua de Flores que es el día questa Villa
tiene devoción de ir en procesión a ella, hallo que tenía gran necesidad de
abrirse una puerta a la parte del mediodía a donde al presente tiene un altar
en que solían decir misa en dicha día fuera de dicha hermita”.
Por
tanto, esta festividad tenía en origen un carácter eminentemente religioso,
todos los arroyanos en masa y en piadosa procesión acudían desde el pueblo y
bien de mañana hasta la ermita. La multitud concentrada en los alrededores de
la misma era tan elevada que resultaba casi imposible decir el oficio en el
interior del templo. En estas circunstancias, resultaba necesario realizar una
misa de campaña. Concluido el oficio a media mañana, y una vez conocido quién
iba a ocupar la mayordomía de la Virgen de la Luz durante ese año, una
información que se desvelaba a los feligreses ese mismo día, se producía el
regreso de todos los arroyanos a sus respectivos hogares. Con el paso de los
años, los más pudientes dejaron de acudir a la ermita a pie, sino que llevaban
sus mejores corceles y acudiendo con sus mejores galas. De ahí que poco a poco,
el regreso de esos caballos con sus jinetes que partían desde la dehesa cuando
entendían que el “pueblo” ya había vuelto, se convirtió en un acontecimiento
espectacular en la calle principal de la localidad, la Corredera, que se
llenaba de “curiosos” para admirar la llegada y el lucimiento de esos jinetes.
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Archivo de "Chanino" |
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Dia de la Luz 1957 |
Esa
entrada en el pueblo se realizaba por la ermita de los Santos Mártires (San
Sebastián), al principio el paseo era con un trotar pausado y ostentoso que muy
pronto fue transformándose en carreras mucho menos juiciosas y a galope tendido
que acababan en la plaza principal del pueblo y próximo a la Iglesia de la
Asunción. Varios son los poetas arroyanos que han descrito estas carreras de
manera sublime. Entre ellos Pedro Caba, Vicente Criado Valcárcel, Juan Ramos
Aparicio o Eladio Sanjuán. No obstante, particularmente me quedo con las líneas
que nos legó otro “maestro” en esto de componer versos, Juan Luis Cordero
Gómez. Efectivamente este poeta publicó en 1944 su famosa “La Romería de la Luz” describiendo en un fragmento del poema “La Encina”, las populares carreras de
caballos cuando Romería y Día de la Luz eran todavía la misma festividad. O lo
que es lo mismo, una descripción de la fiesta de antes de 1930:
“Desde el Santo hasta la plaza
hormiguean las aceras
y en ventanas y balcones
gentes curiosas se aprietan
por presenciar el desfile
y comentar peripecias;
que ya regresan al pueblo
los que al santuario fueran.
Con estruendo y brío
la vanguardia llega
en un galope que arranca
chispas de lumbre a las piedras.
Son los que la tradición
antañona representan
gente moza un poco loca,
los héroes de la carrera.
Mozos de fibra y de empuje
y casados que mocean
con caballos corredores
o con mulas de las que pegan.
Ímpetu que se desbordan
en exaltación frenética
un atavismo de raza
que surge con inconsciencia”.
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Romería de la Luz (J.L. Cordero Gómez) |
En
estas circunstancias, la parte religiosa que comenzaba en la ermita a las 10 de
la mañana se celebraba con una rapidez extraordinaria porque a las 12 ya
estaban preparados los caballos en la explanada de San Sebastián, y todo el
mundo deseaba verlos, incluidas, por supuesto, las autoridades locales. En
alguna ocasión el párroco de la villa se quedaba casi solo en la ermita y con
la palabra en la boca, “(…) Termina al
fin el bellísimo discurso y continúa la misa. Pero ya los romeros impacientes
requieren sus cabalgaduras y vehículos para regresar al pueblo”, dirán
algunos documentos periodísticos de la época. Todo el mundo retornaba
apresuradamente y, por consiguiente, la Romería de la Virgen de la Luz, se
convirtió, de facto, en el día de las carreras de caballos.
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Lorenzo Martínez Marín. Mayordomo (1927-1931) |
Debido
a ello, la mayordomía de Lorenzo Martínez Marín (1927-1931), pensó que se debía
dedicar un día exclusivo de homenaje a la Patrona casi dos semanas más tarde (y
no tres días, como afirma sin pudor alguno en una fuente oficial vista el 25 de
marzo de 2018, y desde hacía varios meses). Con ello se logró que todo el
pueblo acompañase a su Virgen en la dehesa durante toda la jornada de domingo,
y sin prisa alguna para regresar al pueblo, y siempre previo novenario que se
celebraba en su honor. De esta forma, el primer día de Romería siguiendo estos
nuevos parámetros tuvo lugar el 4 de mayo de 1930.
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Primera Romería (mayo de 1930) |
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Carroza Día de la Luz 1951 |
También
es cierto que además de los caballos del Día de la Luz, y antes de la procesión
de comitiva oficial y con el clero a la cabeza, también pasaban por la
Corredera numerosos carros y algunos camiones que regresaban de la dehesa,
otros con burros y otras “cabalgaduras
más heterogéneas, jacarandosa y más pinturera”, que diría nuestro poeta
Cordero Gómez. Un espectáculo visual que no eran otra cosa que el antecedente
más próximo a los que desde la década de los sesenta del siglo pasado y hasta
la actualidad, conforman las espectaculares carrozas del Día de la Luz, otro de
los atractivos esenciales de nuestra gran fiesta local.
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Carroza el año del hambre 1981 |
Muy
pronto estas carrozas tuvieron una vistosidad plástica que fueron muy bien
recibidas por los más jóvenes de la población. Raro será el arroyano, e incluso
los forasteros, que a lo largo de su vida no haya participado en alguna ocasión
de la fiesta subido a un remolque. Ya la elaboración de las carrozas en la
semana anterior y en cualquiera de los “tinaos” de la localidad, se convertía
en una auténtica fiesta previa de amigos. Bien fuese en carroza típica (la
almazara, la siega, la pela, la herrería, la vendimia, y tantas otras) o en
artística (un, dos, tres, responda otra vez, Curro Jiménez, el planeta de los
simios, España, el cuento y el tebeo, etc.), la participación de los arroyanos
en su festividad más añorada fue siempre, y será, intensa.
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Carroza artística.El cuento y el tebeo |
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Carroza típica. La vendimia. |