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Clientela en el Bar Paco |
A lo
largo de treinta años, entre 1970-2000, existió en Arroyo de la Luz un
establecimiento que fue mítico en la población. Fue un bar muy singular, con
una gran aceptación por parte de un colectivo social tremendamente variado y
que aunque no se encontraba en el centro de la localidad, que era donde se
ubicaban los establecimientos con más “categoría” de la villa, el Bar Paco no
necesitó nunca de ese espacio central para que el local estuviese abarrotado de
una clientela muy heterogénea y muy fiel la mayor parte de las horas en las que
permanecía abierto, que eran muchas.
Efectivamente
y con seguridad, el Bar Paco, aunque la inmensa mayoría de la población lo
conoció como Bar “Guarrero”, tenía la clientela más variada de Arroyo de la Luz.
Allí acudían los grupos sociales más “desfavorecidos”, pero también recibía, y
casi diariamente, a las personas con más “pedigrí” que existían en la
localidad, desde el secretario del Ayuntamiento, hasta la mayor parte de los
distintos curas párrocos de la villa, o la totalidad de los alcaldes que se han
ido sucediendo en los años en los que el “Guarrero” estuvo en funcionamiento.
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Fiesta en el Bar Paco |
La historia del Bar Paco, Francisco Valiente
Caro (Montánchez, 23 de febrero de 1936), tiene unos orígenes que se
corresponden con la que fuera tasca de Juan Villar, su suegro, que fue el
fundador de la taberna de Juan el Guarrero, en la década de los cincuenta del
siglo pasado, una taberna al que acudían los ferroviarios de la Estación
Arroyo-Malpartida para tomar su “botellina” y para discutir entre ellos de las
distintas faenas que veían de las corridas de toros que retransmitía la
televisión, un aparato que entonces era un lujo para la mayor parte de las
casas particulares.
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Pilar |
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Paco |
Francisco
Valiente, desde muy joven, y después de estar trabajando varios años en una
fábrica de hilados en Mérida, arribó a Cáceres donde comenzó a trabajar con
Valentín Pinilla. Siendo joven conoció a la arroyana Pilar Villar Aparicio,
hija de Juan “El Guarrero”, con la que contrajo matrimonio después de un feliz
noviazgo. Coincidiendo con la jubilación de su suegro en 1970 fue cuando
decidió abrir el establecimiento con su propio nombre y con su propio estilo,
aunque sin olvidar los orígenes del que era su padre político.
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Juan el Guarrero en el Bar. El inicio |
Los
inicios fueron duros porque, por ejemplo, el bar no tenía ni frigorífico para
poder enfriar las bebidas. Para poder lograrlo Paco tenía una caja de madera
forrada en cinc, que aún conserva, a la que se añadía un bloque de hielo que
picaba y que compraba en la fábrica de Pablo Pérez. También disponía de tres
garrafas que tenía forradas de “márraga”, que empapadas en agua las dejaba al
“sereno” en el corral para que mantuviera fría esa bebida. Luego en 1973 compró
una buena cámara frigorífica a José Bañegil, un electrodoméstico con el que
siguió trabajando hasta el final de la historia de este bar.
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Familia al completo |
El
éxito del establecimiento lo podemos achacar a varias cuestiones entre las que
destacaba, en primer lugar, la gran amabilidad, cercanía y familiaridad que
tanto su dueño como sus dos hijos, Francisco y Juan Manuel, que eran los que
generalmente estaban detrás de la barra, mostraban siempre con toda su
clientela. No obstante, para los de mi generación, cuando éramos jóvenes entre
los 18 y los 25 años aproximadamente, que rara era la noche que salíamos de
fiesta y que no acabáramos en el Bar Paco como colofón final de la parranda,
acudíamos también por algo muy evidente, pero no menos importante, en el
“Guarrero” las cervezas eran mucho más baratas que en el resto de los
establecimientos del pueblo. Y eso, para los que estábamos generalmente
“tiesos”, tenía un valor muy considerable.
Penetrar
en el Bar Paco resultaba siempre una experiencia agradable, generalmente te
cruzabas con las mismas personas de siempre. Clientes que ya estaban allí, e
invariablemente ocupando el mismo rincón, mesa o lugar del establecimiento,
como si nunca se hubiesen marchado a sus respectivas casas. A veces, el cliente
había pasado tantas horas en el bar que llegaba la hora del cierre y allí
seguía porque no podía dar un paso, tal y como nos recuerda con una enorme
sonrisa el que fuera su dueño. De hecho, fueron muchas las veces que Paco tuvo
que trasladar como podía, en un “carrucho”, nos contó, a algunos de estos
asiduos que ya habían perdido el control, “aquí te lo dejo”, señalaba al
familiar, mujer o hijas, que franqueaba la puerta con cara de espanto, dado el
aspecto lastimoso que llevaba el sujeto tumbado en el carro.
En
otras ocasiones, en cambio, cuando ese cliente fijo entraba en el local y
observaba que su puesto estaba ocupado por otro lugareño no asiduo en el
establecimiento, su cara siempre se tornaba en un gran enfado, desagrado que
detectaba el dueño sin ningún género de dudas, “tenías que estar aquí un poco
antes, esto es lo que tienen los retrasos”, pensaba Paco, y con acierto.
Otra
particularidad que siempre mostró al Bar Paco durante todos estos años es que
acudían pocas mujeres, sobre todo cuando no era verano, pero lo que sí generalmente
se percibía era el bullicio tan español, y que habitualmente soportan todos
estos establecimientos populares. Un ruido que se tornaba en silencio inmediato
cuando cruzaba la puerta del bar una pareja de la Guardia Civil con el capote
tan característico de aquellos años a tomar un café, una bebida que allí se
“tiraba” muy poco, como recuerdan perfectamente tanto el dueño como sus hijos.
Con la presencia de los guardias el local parecía que había quedado semivacío.
Era entonces cuando únicamente podía escucharse la televisión que estaba casi
siempre puesta. Cuando se marchaba la Benemérita para continuar con su ronda,
la subida del volumen de las conversaciones volvía a ser la tónica general en
el local y de nuevo la televisión pasaba a un segundo plano.
Teniendo
en cuenta todo lo anterior, es fácil describir al Bar Paco como un
establecimiento muy “familiar”. Tan es así, que cuando llegaba la tarde, y
comenzaban las horas de las “partidas”, el dueño o sus hijos aprovechaban para
dejar la barra sola e irse a comer con la total tranquilidad de que allí no
faltaría nada. Los propios parroquianos vigilaban el local. Y eso que muchos no
pagaban en el acto, porque no podían, y Paco tenía que anotar su débito en una
libreta, llegando en ocasiones hasta contabilizar 7.000 mil pesetas de deuda.
Otras veces, incluso el dueño les llegó a prestar dinero, “les entregaba la
vuelta de mil pesetas, como si me hubiesen entregado ese billete, y a los pocos
días se presentaban con el dinero adeudado”, nos recuerda.
Y es
que Paco, rememora con nostalgia, y con total nitidez a pesar de sus 83 años ya
cumplidos, que allí no hubo nunca un percance desagradable, y sí en cambio “muchas
anécdotas graciosas y con final feliz”, como por ejemplo el olvido de una gran
cantidad de dinero que un feriante dejó abandonado en el cuarto de baño, y que
poco después recuperó con una cara completamente desencajada pensando que ya
nunca más vería las ganancias de aquella feria que se instalaba en la Plaza de
España. También nos habla con nostalgia de la cantidad de amistades que gracias
al bar llegó a tener, y con tristeza nos señala que “muchos de ellos ya han
fallecido”, como fue el caso de Juan Pedro León, el “Topo”, al que también
conocían en el bar como el “Charlatán de la Taberna”, quizás hablara tanto por
los 15 años seguidos en los que, enterrado en vida, no pudo hablar casi con
nadie.
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Francisco Valiente en la actualidad |
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La pistolina o cacipla |
Pero
si existe un producto por el que fue muy conocido en Arroyo el Bar Paco, luego
puesto de moda en otros establecimientos de la localidad al que acudían
personas mayores como sucedió con el Hogar del Pensionista, donde hoy se ubica
la Oficina de Turismo, era por la famosa “pistolina” o “botellina”, también
conocida como “cacipla”, el producto estrella y más barato del establecimiento.
Efectivamente, la “pistolina” era la
típica botella de Pepsi-Cola o Coca-Cola llena de vino, que equivalía a unos 3
vasos. Un vino que les llegaba desde Valdefuentes a granel y que se envasaba en
las distintas garrafas que Paco disponía después de la típica “chupada” con la
correspondiente goma.
En
conclusión, un establecimiento mítico de la localidad y con el que estuvo
perfectamente incardinado durante sus treinta años de existencia. Llegó, por
ejemplo, a promocionar como “mecenas” un magnífico equipo de futbol-sala, “Bar
Paco”, pagándoles a los jóvenes participantes toda la equipación necesaria para
que pudieran participar en las ligas que año a año se celebraban con enorme
éxito en la población en la cancha del Pozo del Hambre. Un equipo que obtuvo
grandes resultados durante los años que vistieron aquella camiseta roja.
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Equipo de fútbol sala |
En
el año 2000 el Bar Paco echó el cierre, pudieron continuar con el oficio cualquiera de
sus dos hijos, y el éxito hubiese estado asegurado, pero ninguno de sus
vástagos optó por este trabajo al que catalogan como muy duro y, sobre todo,
“muy sacrificado para mujer e hijos e incluso para toda la familia que tienes
cerca”, dirán al unísono tanto Juan Manuel como Francisco. Y nos ponen un
ejemplo para que veamos el sacrificio que es tener un establecimiento de esta
índole, “hasta que el bar no se cerró, no conseguimos cenar junta toda la
familia”. Y es que habían echado en falta esas actividades que todo niño está
encantado de compartir con sus padres, “yo siempre tenía que ir con mis tíos, a
la feria, por ejemplo, porque mi padre esos días era cuando tenía más faena”,
nos señala su hijo con gran nostalgia.
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Cuadro del Bar Paco |
En
la actualidad, del bar ya no queda casi nada, una parte de los azulejos que
adornaban aquel espacio, y poco más, como el cuadro de aquella semifinal de la
copa de Europa que el Real Madrid jugó en mayo 1968 y que tantas veces observé
en aquel recinto. Pero sobre todo lo que perdura en nuestro amigo Paco son los
muchos recuerdos que atesora de toda su variopinta clientela, especialmente
cuando lanza con gran maestría, por cierto, la bola de la petanca, el deporte
que desde hace 5 años ocupa buena parte de su tiempo como jubilado feliz, y que
esperemos que sean muchos más.
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Paco y Pilar en la petanca |
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Estado actual donde se ubicaba el Bar Paco |