Por Francisco Javier García Carrero
Cronista Oficial de Arroyo de la Luz
Plasencia, mayo de 2019 |
El
pasado 8 de mayo, e invitado por la Sociedad Extremeña de Arqueología y
Patrimonio, pronuncié en Plasencia la conferencia “Guardia Civil y lucha contra
el maquis en Extremadura”. El acto, repleto de público que impidió que todos
pudieran estar sentados, tuvo lugar en la Sala del Artesonado del Centro Cultural
'Las Claras', un espacio magnífico con varias salas para conferencias y que
rezuma cultura por todos sus poros. Con posterioridad a la disertación, y
después de referir los nombres de algunos de los maquis extremeños más
conocidos como “Francés”, “Chaquetalarga” o “Quincoces”, se inició un animado coloquio entre el ponente
y las personas que se acercaron a escuchar la conferencia.
Conferencia en Plasencia. Mayo de 2019 |
Como
entre el público se encontraban varios paisanos que se habían desplazado desde
nuestra localidad, y otros que actualmente residen en la ciudad del Jerte, uno
de ellos me preguntó si en Arroyo de la Luz también habíamos tenido algún
vecino que protagonizara esta lucha desigual entre guardias civiles y
guerrilleros antifranquistas. La respuesta fue que sí, que al menos un
arroyano, y durante varios años participó de la lucha guerrillera contra el
franquismo, aunque no en ninguna de las montañas extremeñas que habíamos
desgranado a lo largo de la ponencia. Efectivamente, nuestro paisano, Eduvigis
Orozco Palacín, estuvo enrolado en Federación de Guerrillas de León-Galicia,
concretamente en la partida de otro de los míticos guerrilleros españoles,
Manuel Girón Bazán, organización de León-Galicia en la que Eduvigis fue su Jefe
de Estado Mayor. También le confirmé que, aprovechando la pregunta realizada,
el artículo mensual para APyF del mes de junio estaría centrado en la peripecia
vital del maquis arroyano.
Eduviges Orozco Palacín |
Eduvigis Orozco Palacín era natural de
Arroyo de la Luz
(Cáceres), había nacido el 8 de junio de 1910 en el seno de una familia de
profundas convicciones izquierdistas y republicanas. Su padre, Sotero Orozco
Tato, también arroyano, estuvo empleado muchos años como guardia municipal del
municipio. Fue otro de los paisanos que por su ideología política conocería
durante más de un año las cárceles franquistas. Uno de sus hermanos, Eliseo,
fue también un miembro activo del partido Comunista de Arroyo desde 1932 y
concejal del consistorio frentepopulista de la localidad después de las
elecciones generales de febrero de 1936. De la misma forma, otra de sus hermanas, Mercedes, también sufrió proceso represivo al final
de la contienda armada. Fue detenida en enero de 1940 permaneciendo en la
prisión cacereña hasta el mes de marzo de ese mismo año. Fue, por tanto, en este contexto familiar en el que creció Eduvigis
ambiente que, una vez que terminó su servicio militar que cumplió en Melilla,
le convirtió, junto con su hermano Eliseo, en uno de los activistas locales más
destacados del periodo republicano arroyano.
Eliseo Orozco Palacín |
Iniciada la rebelión militar de julio de 1936,
y una vez que fue controlado el municipio arroyano por las fuerzas rebeldes de la Benemérita con la ayuda
de los falangistas locales, Eduvigis, junto con un grupo numeroso de paisanos
entre los que se encontraba su hermano Eliseo, decide huir a zona gubernamental
instalándose en los últimos días de julio en Mérida y poco después en Don
Benito. Estando en zona republicana Eduvigis se enroló voluntariamente en el
ejército que se defendía de la rebelión militar, estamento en el que alcanzó el
grado de sargento. Actuó por diferentes frentes de combate hasta la terminación
de la guerra, contienda que le sorprendió en la provincia de Ciudad Real donde
fue hecho prisionero como otros miles de soldados derrotados.
Una
vez detenido en esta ciudad castellano-manchega fue trasladado hasta el
Reformatorio de Adultos de Ocaña (Toledo), institución penal donde ingresó el
día 4 de mayo de 1939. Allí, como fue habitual con tantos y tantos presos
partidarios de la República, se le comunicó su procesamiento en juicio sumarísimo
por el Auditor de Guerra de Ciudad Real. No obstante, el 29 de septiembre de
ese mismo año se le abrió un nuevo sumario procesal, en este caso por un juez
de Cáceres, situación que provocó la inhibición del juez manchego. El tiempo
que pasó en esta prisión toledana, hasta el 16 de marzo de 1940, estuvo
ejerciendo la profesión que siempre argumentaba en cada una de las filiaciones
que le realizaron por los distintos presidios por los que pasó:
peluquero-barbero.
Desde
este Reformatorio de Ocaña fue conducido por la Guardia Civil hasta la prisión
Provincial de Cáceres donde se le comunicó el expediente procesal anteriormente
aludido. Su llegada a Cáceres tuvo como finalidad última pasar por un consejo
de guerra que se celebró el día 28 de mayo de ese mismo año. En el juicio se le
acusó de adhesión a la rebelión militar, es decir una paradoja que constituyó
una desnaturalización del contenido de todos estos procesos judiciales. Era
evidente que lo único que se juzgaba en no pocos casos fue una conducta
política contraria a los vencedores de la guerra. El resultado final de estos
juicios era fácilmente previsible: la condena del preso, ya que todos los
juzgados carecieron de una posibilidad real de defensa. Por consiguiente, celebrada
la audiencia Eduvigis fue condenado a 30 años de reclusión mayor.
Como
sucedió a otros muchos presos extremeños, Eduvigis, una vez que tuvo la
sentencia firme del consejo de guerra, fue trasladado a otra cárcel y a otra
provincia para extinguir la condena. En este caso fue enviado hasta la Prisión Central de Celanova
(Ourense), presidio al que arribó el 30 de noviembre de 1941. Esta prisión
llegó albergar hasta 1.700 presos que por dimensión y capacidad fue una de las
más importantes de España. Un año y medio después, el 5 de marzo de 1943 fue
trasladado a un nuevo presidio, cárcel franquista que fue la última que
Eduvigis conoció antes de enrolarse en la guerrilla antifranquista: el
Destacamento Penal de las Minas de Casayo (Ourense), aquí llegó para trabajar a
disposición de la Compañía
de Montes de Galicia y, por consiguiente, poder redimir su pena por trabajo,
una práctica por la que optaron no pocos presos de la dictadura.
En
esta última penitenciaría en la que siempre “había observado buena conducta, y que el rendimiento era plenamente
satisfactorio para el trabajo, siendo conceptuado en el mismo como bueno”,
diría su expediente carcelario, y a pesar que se habían iniciado los trámites
para ponerlo en libertad vigilada en los meses siguientes, Eduvigis no pudo
soportar más su estancia en la cárcel con jornadas eternas de trabajo. De esta
forma, una noche en compañía de otro preso, Manuel Moreno Casado, decidió
fugarse de la misma. Efectivamente, la noche del 29 de junio de 1944 nuestro paisano
consiguió evadirse de este centro penitenciario e iniciar su última peripecia
vital luchando en la guerrilla antifranquista, un combate desigual que pocos
años después le ocasionó funestas consecuencias.
Evasión de Minas de Casayo (Eduvigis Orozco) |
Partida de Girón (Informe de la Guardia Civil) |
Los
dos fugados pasaron a engrosar la larga lista de luchadores que llegó a tener
la partida del mítico jefe guerrillero Manuel Girón. El recorrido de su
compañero de fuga, el jienense Manuel Moreno Casado, fue más breve que el de
Eduvigis. No en vano, en la madrugada del 5 de junio de 1945, es decir un año
después de su evasión de la cárcel de Casayo, fue abatido por la Guardia Civil cuando se
encontraba escondido, junto a otros dos guerrilleros, en el falso techo de una
casa en Columbrianos, comarca de El Bierzo (León), zona de actuación principal
de esta partida guerrillera.
La
muerte de su compañero Manuel coincidió con el final de la
II Guerra Mundial. Poco a poco la esperanza
de estos hombres en que los Aliados, vencedores de la confrontación mundial,
liberasen el país comenzó a esfumarse. A ello se añadió la dureza con la que se
empleaba la Benemérita ,
fundamentalmente desde que el general Camilo Alonso Vega había sido nombrado su
director general. Lo sucedido a Manuel
era lo que probablemente ocurriese con todos los demás miembros del grupo. Las deserciones
a Francia y la caída de la red de enlaces (familiares y amigos que le ayudaban
a sobrevivir en el monte) fue un hecho evidente hacia 1948, fecha en la que
podemos decir que la
Federación de León-Galicia estaba prácticamente descabezada.
A
pesar de todos los inconvenientes y de la dureza de la vida en la montaña,
Eduvigis nunca abandonó el maquis. Orozco Palacín cayó abatido en una emboscada
la noche del 24 al 25 de febrero de 1949, aunque esto se supo varios meses
después. La acción fue preparada sigilosamente por la Guardia Civil cerca de Ocero
(León), y pudo llevarse a cabo gracias a la información que proporcionó a la Benemérita un
confidente que había sido antiguo enlace guerrillero. Sobre este hecho poseemos
varias versiones de las distintas partes involucradas en el suceso (de las
memorias de uno de los guardias civiles que participó en la redada; de la
información de uno de los maquis que pudo salvarse de aquella encerrona; y del
atestado oficial que la Comandancia leonesa elaboró para describir ese hecho de
armas), versiones que no difieren entre sí por lo que podemos afirmar que las
tres se acercan a lo que sucedió realmente aquella trágica noche de febrero.
“Noticias de carácter confidencial hicieron saber que en
la noche del 24 del corriente, un grupo de seis bandoleros pasarían por un
camino que saliendo del pueblo de Ocero va hacia Berlanga (Vega de Espinareda).
Puestos de acuerdo esta Jefatura, se hizo un estudio del terreno y se
estudiaron las medidas apropiadas para aplicarlas en la práctica del servicio (…)
Usando un sigiloso procedimiento se trasladó a las 21 horas de la mencionada
noche y convenientemente distribuidos se estableció el apostadero en el punto
conocido por monte “Castellanos” (…) A las 24 horas aproximadamente el ruido de
pisadas y voces indicó que se aproximaba gente. Con saliente disciplina y
serenidad por parte de la fuerza se dejó entrar en la emboscada el grupo de
seis individuos que caminaban cuatro reunidos delante y dos un poco más atrás y
al llegar frente a la pareja que debía iniciar el fuego lo rompió éste y
simultáneamente el resto de la fuerza, al mismo tiempo que con las pistolas de
señales se hacían disparos para iluminar el terreno (…) Los bandoleros
rápidamente se lanzaron al suelo (…) dispersándose y buscando puntos
desenfilados del fuego. La fuerza se precipitó en su persecución disparando
sobre los que eran vistos en los momentos en que se iluminaba el terreno (…)”, diría una parte del informe elaborado por la Comandancia
de León.
El
resultado de la emboscada, al margen de la incautación de dos pistolas
ametralladoras, 3 carabinas Máuser, abundante munición y 350 pesetas que
portaban los guerrilleros, se tradujo en la muerte de dos de los integrantes de
la partida. El primero en ser reconocido fue Alfonso Rodríguez López, “Gallego”, y el otro, se identificó por
la Guardia Civil con la presa más buscada por la Comandancia leonesa, Manuel
Girón Bazán. La Benemérita mantuvo, durante cuatro días, los cuerpos expuestos
en el depósito de cadáveres de Vega de Espinareda, y hasta allí llegó la
hermana de Manuel Bazán que reconoció aquel cuerpo como el de su hermano,
aunque todo fue una estratagema familiar para que la Guardia Civil dejara de
perseguir al mítico guerrillero (en realidad la muerte de Girón no se produjo
hasta mayo de 1951).
A
partir de ese momento, la alegría de las autoridades franquistas por la “muerte”
del este maquis fue de tal intensidad que quince días después de los hechos el
Ministerio del Ejército concedió la
Cruz de la
Orden del Mérito Militar al comandante del Cuerpo artífice de
aquella operación. Y, por otra parte, el Ayuntamiento de Ponferrada felicitó
efusiva y públicamente a los componentes de la Guardia Civil ya que se creía
que esta operación supondría un punto de inflexión definitivo para acabar con
el maquis en toda la comarca de El Bierzo.
La
confusión sobre el guerrillero que verdaderamente había muerto continuó durante
varios meses más. Todo pudo aclararse cuando fue detenido el 16 de noviembre de
1949 otro de los guerrilleros que estuvo presente la noche de la emboscada:
Antonio López Núñez, “Objetivo”.
Efectivamente este maquis en los interrogatorios a los que fue sometido
confirmó que Girón seguía vivo, aunque enfermo, y que el fallecido en aquella
noche de febrero fue Eduvigis Orozco Palacín, Jefe de Estado Mayor de la Federación de
Guerrillas León-Galicia, y conocido como “Andaluz”
u “Orozco”.
Estos nuevos datos provocaron nuevas
actuaciones de la Benemérita y que llegaron hasta la casa-cuartel de Arroyo de
la Luz. La Guardia Civil de este Puesto mandó llamar al cuartel a otra de sus
hermanas que aún residía en Arroyo, Felicitas, que no conocía del paradero de
su hermano desde hacía ya varios años. Ella pensó que llevaba un tiempo muerto.
En la casa-cuartel a Felicitas le enseñaron una fotografía de un cadáver que no
reconoció como su hermano en ningún momento, cuando realmente lo era. Esta no
identificación tuvo algunas consecuencias en su familia ya que tanto sus padres
como su hermano Eliseo, que también pasó buena parte de su existencia en
distintas cárceles franquistas, murieron sin saber nada de lo que realmente
había sucedido con Eduvigis. De toda la familia únicamente Felicitas, y su
hermana mayor Mercedes conocieron en el año 2001 la verdad de lo ocurrido gracias
el investigador Santiago Macías.
El 29
de noviembre de 2003, algunos de los supervivientes de la guerrilla donde luchó
el arroyano Eduvigis Orozco, donativos de particulares, y la colaboración de
distintas asociaciones como son “Archivo
Guerra y Exilio” y “Ocero Vive”,
levantaron muy próximo al lugar en que cayeron abatidos los dos guerrilleros un
monumento en su honor. Se trata de un gran bloque de granito de dos metros de
alto por metro y medio de ancho que está flanqueado por dos olivos. Un monolito
que sus inspiradores quieren que se convierta en una encrucijada para la
fraternidad y el rescate de la memoria de una historia casi olvidada, aunque
muy real y tan cercana en el tiempo. Monumento en Ocero (León) en recuerdo del arroyano. |
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