domingo, 2 de junio de 2019

28. EL CRONISTA: "UN MAQUIS ARROYANO EN LA GUERRILLA ANTIFRANQUISTA"

Por Francisco Javier García Carrero
           Cronista Oficial de Arroyo de la Luz

Plasencia, mayo de 2019
El pasado 8 de mayo, e invitado por la Sociedad Extremeña de Arqueología y Patrimonio, pronuncié en Plasencia la conferencia “Guardia Civil y lucha contra el maquis en Extremadura”. El acto, repleto de público que impidió que todos pudieran estar sentados, tuvo lugar en la Sala del Artesonado del Centro Cultural 'Las Claras', un espacio magnífico con varias salas para conferencias y que rezuma cultura por todos sus poros. Con posterioridad a la disertación, y después de referir los nombres de algunos de los maquis extremeños más conocidos como “Francés”, “Chaquetalarga” o “Quincoces”,  se inició un animado coloquio entre el ponente y las personas que se acercaron a escuchar la conferencia.
Conferencia en Plasencia. Mayo de 2019

Como entre el público se encontraban varios paisanos que se habían desplazado desde nuestra localidad, y otros que actualmente residen en la ciudad del Jerte, uno de ellos me preguntó si en Arroyo de la Luz también habíamos tenido algún vecino que protagonizara esta lucha desigual entre guardias civiles y guerrilleros antifranquistas. La respuesta fue que sí, que al menos un arroyano, y durante varios años participó de la lucha guerrillera contra el franquismo, aunque no en ninguna de las montañas extremeñas que habíamos desgranado a lo largo de la ponencia. Efectivamente, nuestro paisano, Eduvigis Orozco Palacín, estuvo enrolado en Federación de Guerrillas de León-Galicia, concretamente en la partida de otro de los míticos guerrilleros españoles, Manuel Girón Bazán, organización de León-Galicia en la que Eduvigis fue su Jefe de Estado Mayor. También le confirmé que, aprovechando la pregunta realizada, el artículo mensual para APyF del mes de junio estaría centrado en la peripecia vital del maquis arroyano.
Eduviges Orozco Palacín
     Eduvigis Orozco Palacín era natural de Arroyo de la Luz (Cáceres), había nacido el 8 de junio de 1910 en el seno de una familia de profundas convicciones izquierdistas y republicanas. Su padre, Sotero Orozco Tato, también arroyano, estuvo empleado muchos años como guardia municipal del municipio. Fue otro de los paisanos que por su ideología política conocería durante más de un año las cárceles franquistas. Uno de sus hermanos, Eliseo, fue también un miembro activo del partido Comunista de Arroyo desde 1932 y concejal del consistorio frentepopulista de la localidad después de las elecciones generales de febrero de 1936. De la misma forma, otra de sus hermanas, Mercedes, también sufrió proceso represivo al final de la contienda armada. Fue detenida en enero de 1940 permaneciendo en la prisión cacereña hasta el mes de marzo de ese mismo año. Fue, por tanto, en este contexto familiar en el que creció Eduvigis ambiente que, una vez que terminó su servicio militar que cumplió en Melilla, le convirtió, junto con su hermano Eliseo, en uno de los activistas locales más destacados del periodo republicano arroyano.
Eliseo Orozco Palacín
 Iniciada la rebelión militar de julio de 1936, y una vez que fue controlado el municipio arroyano por las fuerzas rebeldes de la Benemérita con la ayuda de los falangistas locales, Eduvigis, junto con un grupo numeroso de paisanos entre los que se encontraba su hermano Eliseo, decide huir a zona gubernamental instalándose en los últimos días de julio en Mérida y poco después en Don Benito. Estando en zona republicana Eduvigis se enroló voluntariamente en el ejército que se defendía de la rebelión militar, estamento en el que alcanzó el grado de sargento. Actuó por diferentes frentes de combate hasta la terminación de la guerra, contienda que le sorprendió en la provincia de Ciudad Real donde fue hecho prisionero como otros miles de soldados derrotados.
Una vez detenido en esta ciudad castellano-manchega fue trasladado hasta el Reformatorio de Adultos de Ocaña (Toledo), institución penal donde ingresó el día 4 de mayo de 1939. Allí, como fue habitual con tantos y tantos presos partidarios de la República, se le comunicó su procesamiento en juicio sumarísimo por el Auditor de Guerra de Ciudad Real. No obstante, el 29 de septiembre de ese mismo año se le abrió un nuevo sumario procesal, en este caso por un juez de Cáceres, situación que provocó la inhibición del juez manchego. El tiempo que pasó en esta prisión toledana, hasta el 16 de marzo de 1940, estuvo ejerciendo la profesión que siempre argumentaba en cada una de las filiaciones que le realizaron por los distintos presidios por los que pasó: peluquero-barbero.
Desde este Reformatorio de Ocaña fue conducido por la Guardia Civil hasta la prisión Provincial de Cáceres donde se le comunicó el expediente procesal anteriormente aludido. Su llegada a Cáceres tuvo como finalidad última pasar por un consejo de guerra que se celebró el día 28 de mayo de ese mismo año. En el juicio se le acusó de adhesión a la rebelión militar, es decir una paradoja que constituyó una desnaturalización del contenido de todos estos procesos judiciales. Era evidente que lo único que se juzgaba en no pocos casos fue una conducta política contraria a los vencedores de la guerra. El resultado final de estos juicios era fácilmente previsible: la condena del preso, ya que todos los juzgados carecieron de una posibilidad real de defensa. Por consiguiente, celebrada la audiencia Eduvigis fue condenado a 30 años de reclusión mayor.
Como sucedió a otros muchos presos extremeños, Eduvigis, una vez que tuvo la sentencia firme del consejo de guerra, fue trasladado a otra cárcel y a otra provincia para extinguir la condena. En este caso fue enviado hasta la Prisión Central de Celanova (Ourense), presidio al que arribó el 30 de noviembre de 1941. Esta prisión llegó albergar hasta 1.700 presos que por dimensión y capacidad fue una de las más importantes de España. Un año y medio después, el 5 de marzo de 1943 fue trasladado a un nuevo presidio, cárcel franquista que fue la última que Eduvigis conoció antes de enrolarse en la guerrilla antifranquista: el Destacamento Penal de las Minas de Casayo (Ourense), aquí llegó para trabajar a disposición de la Compañía de Montes de Galicia y, por consiguiente, poder redimir su pena por trabajo, una práctica por la que optaron no pocos presos de la dictadura.
En esta última penitenciaría en la que siempre “había observado buena conducta, y que el rendimiento era plenamente satisfactorio para el trabajo, siendo conceptuado en el mismo como bueno”, diría su expediente carcelario, y a pesar que se habían iniciado los trámites para ponerlo en libertad vigilada en los meses siguientes, Eduvigis no pudo soportar más su estancia en la cárcel con jornadas eternas de trabajo. De esta forma, una noche en compañía de otro preso, Manuel Moreno Casado, decidió fugarse de la misma. Efectivamente, la noche del 29 de junio de 1944 nuestro paisano consiguió evadirse de este centro penitenciario e iniciar su última peripecia vital luchando en la guerrilla antifranquista, un combate desigual que pocos años después le ocasionó funestas consecuencias.
Evasión de Minas de Casayo (Eduvigis Orozco)

Partida de Girón (Informe de la Guardia Civil)
Los dos fugados pasaron a engrosar la larga lista de luchadores que llegó a tener la partida del mítico jefe guerrillero Manuel Girón. El recorrido de su compañero de fuga, el jienense Manuel Moreno Casado, fue más breve que el de Eduvigis. No en vano, en la madrugada del 5 de junio de 1945, es decir un año después de su evasión de la cárcel de Casayo, fue abatido por la Guardia Civil cuando se encontraba escondido, junto a otros dos guerrilleros, en el falso techo de una casa en Columbrianos, comarca de El Bierzo (León), zona de actuación principal de esta partida guerrillera.
La muerte de su compañero Manuel coincidió con el final de la II Guerra Mundial. Poco a poco la esperanza de estos hombres en que los Aliados, vencedores de la confrontación mundial, liberasen el país comenzó a esfumarse. A ello se añadió la dureza con la que se empleaba la Benemérita, fundamentalmente desde que el general Camilo Alonso Vega había sido nombrado su director general.  Lo sucedido a Manuel era lo que probablemente ocurriese con todos los demás miembros del grupo. Las deserciones a Francia y la caída de la red de enlaces (familiares y amigos que le ayudaban a sobrevivir en el monte) fue un hecho evidente hacia 1948, fecha en la que podemos decir que la Federación de León-Galicia estaba prácticamente descabezada.
A pesar de todos los inconvenientes y de la dureza de la vida en la montaña, Eduvigis nunca abandonó el maquis. Orozco Palacín cayó abatido en una emboscada la noche del 24 al 25 de febrero de 1949, aunque esto se supo varios meses después. La acción fue preparada sigilosamente por la Guardia Civil cerca de Ocero (León), y pudo llevarse a cabo gracias a la información que proporcionó a la Benemérita un confidente que había sido antiguo enlace guerrillero. Sobre este hecho poseemos varias versiones de las distintas partes involucradas en el suceso (de las memorias de uno de los guardias civiles que participó en la redada; de la información de uno de los maquis que pudo salvarse de aquella encerrona; y del atestado oficial que la Comandancia leonesa elaboró para describir ese hecho de armas), versiones que no difieren entre sí por lo que podemos afirmar que las tres se acercan a lo que sucedió realmente aquella trágica noche de febrero.
“Noticias de carácter confidencial hicieron saber que en la noche del 24 del corriente, un grupo de seis bandoleros pasarían por un camino que saliendo del pueblo de Ocero va hacia Berlanga (Vega de Espinareda). Puestos de acuerdo esta Jefatura, se hizo un estudio del terreno y se estudiaron las medidas apropiadas para aplicarlas en la práctica del servicio (…) Usando un sigiloso procedimiento se trasladó a las 21 horas de la mencionada noche y convenientemente distribuidos se estableció el apostadero en el punto conocido por monte “Castellanos” (…) A las 24 horas aproximadamente el ruido de pisadas y voces indicó que se aproximaba gente. Con saliente disciplina y serenidad por parte de la fuerza se dejó entrar en la emboscada el grupo de seis individuos que caminaban cuatro reunidos delante y dos un poco más atrás y al llegar frente a la pareja que debía iniciar el fuego lo rompió éste y simultáneamente el resto de la fuerza, al mismo tiempo que con las pistolas de señales se hacían disparos para iluminar el terreno (…) Los bandoleros rápidamente se lanzaron al suelo (…) dispersándose y buscando puntos desenfilados del fuego. La fuerza se precipitó en su persecución disparando sobre los que eran vistos en los momentos en que se iluminaba el terreno (…)”, diría una parte del informe elaborado por la Comandancia de León.
El resultado de la emboscada, al margen de la incautación de dos pistolas ametralladoras, 3 carabinas Máuser, abundante munición y 350 pesetas que portaban los guerrilleros, se tradujo en la muerte de dos de los integrantes de la partida. El primero en ser reconocido fue Alfonso Rodríguez López, “Gallego”, y el otro, se identificó por la Guardia Civil con la presa más buscada por la Comandancia leonesa, Manuel Girón Bazán. La Benemérita mantuvo, durante cuatro días, los cuerpos expuestos en el depósito de cadáveres de Vega de Espinareda, y hasta allí llegó la hermana de Manuel Bazán que reconoció aquel cuerpo como el de su hermano, aunque todo fue una estratagema familiar para que la Guardia Civil dejara de perseguir al mítico guerrillero (en realidad la muerte de Girón no se produjo hasta mayo de 1951).
A partir de ese momento, la alegría de las autoridades franquistas por la “muerte” del este maquis fue de tal intensidad que quince días después de los hechos el Ministerio del Ejército concedió la Cruz de la Orden del Mérito Militar al comandante del Cuerpo artífice de aquella operación. Y, por otra parte, el Ayuntamiento de Ponferrada felicitó efusiva y públicamente a los componentes de la Guardia Civil ya que se creía que esta operación supondría un punto de inflexión definitivo para acabar con el maquis en toda la comarca de El Bierzo.
La confusión sobre el guerrillero que verdaderamente había muerto continuó durante varios meses más. Todo pudo aclararse cuando fue detenido el 16 de noviembre de 1949 otro de los guerrilleros que estuvo presente la noche de la emboscada: Antonio López Núñez, “Objetivo”. Efectivamente este maquis en los interrogatorios a los que fue sometido confirmó que Girón seguía vivo, aunque enfermo, y que el fallecido en aquella noche de febrero fue Eduvigis Orozco Palacín, Jefe de Estado Mayor de la Federación de Guerrillas León-Galicia, y conocido como “Andaluz” u “Orozco”.  
     Estos nuevos datos provocaron nuevas actuaciones de la Benemérita y que llegaron hasta la casa-cuartel de Arroyo de la Luz. La Guardia Civil de este Puesto mandó llamar al cuartel a otra de sus hermanas que aún residía en Arroyo, Felicitas, que no conocía del paradero de su hermano desde hacía ya varios años. Ella pensó que llevaba un tiempo muerto. En la casa-cuartel a Felicitas le enseñaron una fotografía de un cadáver que no reconoció como su hermano en ningún momento, cuando realmente lo era. Esta no identificación tuvo algunas consecuencias en su familia ya que tanto sus padres como su hermano Eliseo, que también pasó buena parte de su existencia en distintas cárceles franquistas, murieron sin saber nada de lo que realmente había sucedido con Eduvigis. De toda la familia únicamente Felicitas, y su hermana mayor Mercedes conocieron en el año 2001 la verdad de lo ocurrido gracias el investigador Santiago Macías.
                  El 29 de noviembre de 2003, algunos de los supervivientes de la guerrilla donde luchó el arroyano Eduvigis Orozco, donativos de particulares, y la colaboración de distintas asociaciones como son “Archivo Guerra y Exilio” y “Ocero Vive”, levantaron muy próximo al lugar en que cayeron abatidos los dos guerrilleros un monumento en su honor. Se trata de un gran bloque de granito de dos metros de alto por metro y medio de ancho que está flanqueado por dos olivos. Un monolito que sus inspiradores quieren que se convierta en una encrucijada para la fraternidad y el rescate de la memoria de una historia casi olvidada, aunque muy real y tan cercana en el tiempo. 
Monumento en Ocero (León) en recuerdo del arroyano.

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