martes, 2 de febrero de 2021

45. EL CRONISTA: "ACCIDENTE MORTAL (Recuerdo de una guerra)"

 Por Francisco Javier García Carrero

Cronista Oficial de Arroyo de la Luz 

    Numerosas han sido las ocasiones en las que las distintas cadenas de televisión o los periódicos se desayunan con noticias como la siguiente: “artificieros de la Policía Nacional desactivaron un proyectil de la Guerra Civil”. Y es que tres años de conflicto bélico dejó una herencia a las futuras generaciones de destrucción en todos los sentidos. Resulta habitual encontrar este tipo de bombas en las zonas donde se libraron las principales batallas de aquella guerra, Jarama, Guadalajara, Brunete, Teruel o Ebro, pero no hay provincia española que se libre de este peligro.

Y, aunque resulte paradójico, la cifra de artefactos encontrados no acaba de bajar con el paso de los años. Desde 1990 hasta la actualidad se han encontrado más de 1.000 artefactos anuales de este tipo. “Si el proyectil se abre, el explosivo puede degradarse con la humedad, pero si el artefacto está intacto, sigue activo de manera indefinida”, comentaba un día un oficial de la Guardia Civil. De ahí el peligro que estas bombas pueden acarrear para los vecinos. Fue en relación con una de estas granadas cuando ocurrió un gravísimo suceso finalizando el mes de octubre de 1952 en Arroyo de la Luz, y siendo su alcalde Manuel Montero.  

A lo largo de la centenaria historia de nuestro pueblo, han sido numerosos los accidentes ocurridos entre sus habitantes y por las más variadas causas y motivos. Muchos de ellos tuvieron nefastas consecuencias para los que los sufrieron. En algún otro artículo referiremos algunos espectaculares y que están mucho más lejanos en el tiempo, pero en el presente mes de febrero de 2021 me gustaría reseñar uno que acabó de manera desgraciada y con tintes dramáticos. Y lo quiero referir en este instante porque quizás todavía alguna persona pudiera recordarlo, ya que no hace tantos años que ocurrió este accidente que vamos a relatar y que no deja de ser otra de las muchas consecuencias que tuvo la Guerra Civil iniciada en 1936.

El suceso se produjo una tarde del 26 de octubre de 1952 a las 18 horas y en las inmediaciones de la “Charca Chica”, o más probablemente en las proximidades del Pontones (Quebrada), ya que el atestado elaborado por la Benemérita, y redactado por un teniente jefe de Línea que no conocía con detalle el pueblo, ofrece datos que llevan a la confusión y a la contradicción, aunque me inclino a pensar que pudiera ser en la Charca la Quebrada donde ocurrió esta desgracia. La controversia la encontramos en que por un lado, el informante señala que todo acaeció en las inmediaciones de la “Charca Chica”, y todos los arroyanos entendemos dónde se encuentra esa charca, pero por otro, también afirma que el suceso se produjo a “100 metros de la Casa-Cuartel”, y todos los arroyanos también sabemos dónde se encontraba el Puesto de la Guardia Civil en esas fechas. No obstante, este detalle no invalida para nada el desgraciado suceso ocurrido y que llenó  de luto una familia de nuestra localidad.

El Pontones (archivo Martín Panadero)

Los implicados en aquel accidente fueron dos jóvenes amigos de solo 20 y 17 años, llamados el primero Sinesio Cambero Santano y Florentino Tejado Delgado el más joven. Parece ser que ambos estaban en las inmediaciones del río haciendo labores de extracción de arena para alguna obra. Estando en ese trabajo, se percataron que con la arena que estaban sacando venía un “bote” que identificaron similar a los que guardaban el tomate y dado un aspecto físico semejante. Fue el joven Sinesio el que lo sacó del lecho del río y le dio un fuerte golpe con la azada que tenía a mano, con el objeto de conocer qué había en el interior. Fue en ese mismo instante cuando se produjo una terrible detonación que alertó a un buen número de arroyanos que vivían en las proximidades e incluidos los guardias civiles que estaban en la Casa Cuartel próxima.

Atestado de la Guardia Civil.

Efectivamente, escuchada la deflagración varios vecinos salieron corriendo en esa dirección al igual que el guardia segundo Guillermo Borrajo Margullón que fue de los primeros en llegar en auxilio de los heridos. La situación en la orilla del río era dantesca. Los vecinos encontraron a Sinesio Cambero, un joven obrero, hijo de Máximo y Eugenia y que vivía en la calle Carretera de Aliseda S/N tirado en el suelo y herido muy grave. Rápidamente todos trataron de auxiliarlo y uno de ellos corrió en búsqueda de alguno de los médicos de la población que no tardó en aparecer. Concretamente el facultativo de asistencia domiciliaria pública que llegó a los pocos minutos fue el doctor Francisco López Gómez, quien después de las primeras curas de emergencias con varios torniquetes incluidos, ya que “manaba abundante sangre por distintas partes del cuerpo” señaló que al herido había que trasladarlo a la ciudad de Cáceres de manera urgente y dado el estado lastimoso en que se encontraba.

Carretera de Aliseda (archivo APyF)

Florentino Tejado Delgado, el otro joven que le  acompañaba, en cambio tuvo mucha más suerte que Sinesio. La deflagración prácticamente no llegó a tocarle de manera violenta en ningún órgano vital. Únicamente tuvo, según el informe del facultativo, una pequeña contusión y una "herida en la pierna izquierda de pronóstico leve”. Unas lesiones por las que ni siquiera requirió de atención médica importante ni en el momento del suceso ni tampoco en los días posteriores.

El arroyano herido llegó aproximadamente una hora más tarde hasta el Hospital Provincial de Cáceres. Se confirmó en el parte médico unas heridas de pronóstico muy graves ya que presentaba “múltiples lesiones y amputación del antebrazo derecho además de heridas en la parte interior de ambos músculos que produjeron abundante hemorragia”. Es decir, un presagio muy preocupante para la localidad en general y para su familia en particular. Tan es así, que pocas horas más tarde los facultativos cacereños poco más pudieron hacer por el infortunado joven. De esta forma, a las 23 horas de ese mismo día 25 de octubre confirmaron y certificaron a la familia el triste desenlace de su fallecimiento.

Bomba tipo Breda

     Esa misma tarde la Guardia Civil comenzó las pesquisas para conocer el tipo de artefacto que había explotado. Y esa misma noche llegaron a la conclusión que el explosivo detonado había sido una “bomba de mano tipo Breda”, ya que habían recogido en el lugar de la explosión restos de la misma, la lengüeta y la cinta de seguridad que poseían estos artefactos. La bomba tipo Breda es una granada de mano ofensiva utilizada por el ejército italiano desde el año 1935 y usada también por el ejército franquista durante los años de la Guerra Civil. Estaba compuesta por una carcasa de aluminio cargada con 63 gramos de compuesto químico conocido como trinitrotolueno. Generalmente suele explotar cuando algún objeto cae de manera contundente sobre ella, como sucedió en el caso que estamos narrando, o cuando es lanzada contra el suelo tal y como hemos visto en un sinfín de películas. Cuando se produce la detonación la Breda lanzaba numerosas esquirlas, la mayor parte de las veces mortíferas en un radio de acción de aproximadamente unos 10 metros.
Guardia Civil artífice de la investigación
        De la misma forma, todo el Puesto de la Guardia Civil se involucró activamente en la resolución del caso. Tratando de conocer el paradero de quién habría podido ser el “desaprensivo que tiró la bomba a la charca de referencia”, dirá el atestado oficial enviado al Gobierno Civil dos días después de ocurrido el triste suceso. Obviamente investigaron entre antiguos combatientes de la guerra que podría haberla custodiado desde el final de la misma, probablemente como “suvenir”. Una bomba del que alguno de ellos se deshizo en algún momento cuando le resultó molesta. No obstante, a pesar de la investigación nunca se supo con exactitud quién o quiénes habían lanzado al río semejante artefacto con el peligro que ello podría acarrear, tal y como realmente sucedió aquella tarde de octubre del año 1952.