Por Francisco Javier García Carrero
Cronista Oficial de Arroyo de
Y,
aunque resulte paradójico, la cifra de artefactos encontrados no acaba de bajar
con el paso de los años. Desde 1990 hasta la actualidad se han encontrado más
de 1.000 artefactos anuales de este tipo. “Si el proyectil se abre, el
explosivo puede degradarse con la humedad, pero si el artefacto está intacto,
sigue activo de manera indefinida”, comentaba un día un oficial de la Guardia
Civil. De ahí el peligro que estas bombas pueden acarrear para los vecinos. Fue
en relación con una de estas granadas cuando ocurrió un gravísimo suceso
finalizando el mes de octubre de 1952 en Arroyo de la Luz, y siendo su alcalde
Manuel Montero.
A
lo largo de la centenaria historia de nuestro pueblo, han sido numerosos los
accidentes ocurridos entre sus habitantes y por las más variadas causas y
motivos. Muchos de ellos tuvieron nefastas consecuencias para los que los
sufrieron. En algún otro artículo referiremos algunos espectaculares y que
están mucho más lejanos en el tiempo, pero en el presente mes de febrero de
2021 me gustaría reseñar uno que acabó de manera desgraciada y con tintes
dramáticos. Y lo quiero referir en este instante porque quizás todavía alguna
persona pudiera recordarlo, ya que no hace tantos años que ocurrió este
accidente que vamos a relatar y que no deja de ser otra de las muchas
consecuencias que tuvo la Guerra Civil iniciada en 1936.
El suceso se produjo una tarde del 26 de octubre de 1952 a las 18 horas y en las inmediaciones de la “Charca Chica”, o más probablemente en las proximidades del Pontones (Quebrada), ya que el atestado elaborado por la Benemérita, y redactado por un teniente jefe de Línea que no conocía con detalle el pueblo, ofrece datos que llevan a la confusión y a la contradicción, aunque me inclino a pensar que pudiera ser en la Charca la Quebrada donde ocurrió esta desgracia. La controversia la encontramos en que por un lado, el informante señala que todo acaeció en las inmediaciones de la “Charca Chica”, y todos los arroyanos entendemos dónde se encuentra esa charca, pero por otro, también afirma que el suceso se produjo a “100 metros de la Casa-Cuartel”, y todos los arroyanos también sabemos dónde se encontraba el Puesto de la Guardia Civil en esas fechas. No obstante, este detalle no invalida para nada el desgraciado suceso ocurrido y que llenó de luto una familia de nuestra localidad.
El Pontones (archivo Martín Panadero) |
Los implicados en aquel accidente fueron dos jóvenes amigos de solo 20 y 17 años, llamados el primero Sinesio Cambero Santano y Florentino Tejado Delgado el más joven. Parece ser que ambos estaban en las inmediaciones del río haciendo labores de extracción de arena para alguna obra. Estando en ese trabajo, se percataron que con la arena que estaban sacando venía un “bote” que identificaron similar a los que guardaban el tomate y dado un aspecto físico semejante. Fue el joven Sinesio el que lo sacó del lecho del río y le dio un fuerte golpe con la azada que tenía a mano, con el objeto de conocer qué había en el interior. Fue en ese mismo instante cuando se produjo una terrible detonación que alertó a un buen número de arroyanos que vivían en las proximidades e incluidos los guardias civiles que estaban en la Casa Cuartel próxima.
Atestado de la Guardia Civil. |
Efectivamente, escuchada la deflagración varios vecinos salieron corriendo en esa dirección al igual que el guardia segundo Guillermo Borrajo Margullón que fue de los primeros en llegar en auxilio de los heridos. La situación en la orilla del río era dantesca. Los vecinos encontraron a Sinesio Cambero, un joven obrero, hijo de Máximo y Eugenia y que vivía en la calle Carretera de Aliseda S/N tirado en el suelo y herido muy grave. Rápidamente todos trataron de auxiliarlo y uno de ellos corrió en búsqueda de alguno de los médicos de la población que no tardó en aparecer. Concretamente el facultativo de asistencia domiciliaria pública que llegó a los pocos minutos fue el doctor Francisco López Gómez, quien después de las primeras curas de emergencias con varios torniquetes incluidos, ya que “manaba abundante sangre por distintas partes del cuerpo” señaló que al herido había que trasladarlo a la ciudad de Cáceres de manera urgente y dado el estado lastimoso en que se encontraba.
Carretera de Aliseda (archivo APyF) |
Florentino
Tejado Delgado, el otro joven que le acompañaba, en cambio tuvo mucha más suerte
que Sinesio. La deflagración prácticamente no llegó a tocarle de manera
violenta en ningún órgano vital. Únicamente tuvo, según el informe del
facultativo, una pequeña contusión y una "herida en la pierna izquierda de
pronóstico leve”. Unas lesiones por las que ni siquiera requirió de atención
médica importante ni en el momento del suceso ni tampoco en los días
posteriores.
El
arroyano herido llegó aproximadamente una hora más tarde hasta el Hospital
Provincial de Cáceres. Se confirmó en el parte médico unas heridas de
pronóstico muy graves ya que presentaba “múltiples lesiones y amputación del
antebrazo derecho además de heridas en la parte interior de ambos músculos que
produjeron abundante hemorragia”. Es decir, un presagio muy preocupante para la
localidad en general y para su familia en particular. Tan es así, que pocas
horas más tarde los facultativos cacereños poco más pudieron hacer por el
infortunado joven. De esta forma, a las 23 horas de ese mismo día 25 de octubre
confirmaron y certificaron a la familia el triste desenlace de su
fallecimiento.
Bomba tipo Breda |
Guardia Civil artífice de la investigación |
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