Por Francisco Javier García Carrero
La Romería de la Luz.
Juan Luis Cordero Gómez
Por
eso, este cronista ha querido escribir en el presente mes de abril sobre algo
que tuviese relación central con lo que siempre ha sido nuestra gran fiesta lúdico-religiosa.
Podíamos haber escogido distintas celebraciones de otros años, pero pienso que
la elegida, por distintas circunstancias, merecía ser destacada entre otras
muchas. Efectivamente, el Día de la Luz del 1 de abril de 1929, fue también un
día histórico. Y lo fue, porque esa jornada fue la última que englobó en una
única celebración el Día de la Luz y la Romería de la Luz. El año siguiente; es
decir, el Día de la Luz de 1930 se celebró como siempre el lunes de Pascua,
pero ya no hubo romería alguna aquella jornada, porque 15 días más tarde se
veneró a la Virgen en su dehesa durante todo un domingo. Iniciándose con ello
una nueva fiesta campera que arraigó entre los arroyanos con gran éxito y,
desde entonces hasta la actualidad. Dentro de 9 años, por consiguiente, será el
centenario de la romería arroyana.
Lorenzo Martínez Marín. Mayordomo (1927-1931) |
Y
llegó el gran día, aquel 1 de abril de 1929, y como venía sucediendo desde hacía
siglos, nuestros antepasados estuvieron expectantes desde la madrugada anterior
a que se diera el “pistoletazo” de salida de la fiesta. “Una turba abigarrada y
heterogénea se congrega y bulle por la plaza y vías adyacentes”, ya que la
población de la localidad se acercaba a los 10.000 habitantes. De la misma
forma, sobre el duro empedrado de la plaza de entonces se comienza a escuchar
el “recio trotar de los caballos”. Los testigos de aquel día recuerdan que
únicamente escucharon la primera campanada del reloj de la plaza cuando
empezaban a dar las nueve de la mañana. A partir de ese instante, el resto de
las ocho campanadas quedaron ahogadas por el repique de las campanas de la
iglesia de la Asunción que comenzaron a voltearse con enorme estruendo. Era el
definitivo pistoletazo de salida, el principio de la fiesta, todo el pueblo
está ya en la calle.
Se
inicia la procesión con destino a la ermita. En primer lugar varios pendones
son los que abren el cortejo, elevados y pulcros. Detrás de ellos el clero
parroquial y todos sus acólitos que se han colocado sus más ricas vestiduras. A
continuación la corporación municipal en su totalidad con su alcalde y su
teniente de alcalde, Florencio García Rubio, en perfecta formación.
Inmediatamente detrás varios automóviles que llevan la “gente principal” y
justo a continuación los jinetes que ese día van a correr a partir de las doce de
la mañana los 800 metros de Corredera y dando “suelta a la fogosidad de su
sangre moza”, y no tan moza.
Virgen de la Luz en 1929 con su nuevo manto. |
Rápidamente,
y antes de iniciarse los oficios litúrgicos, tuvo lugar el desfile procesional
por un campo que aquel año tenía un verde muy llamativo. Sonaron a lo largo de
toda la procesión más de un centenar de cohetes que animaron el ambiente antes
de iniciarse la misa por un sacerdote invitado para ese día, un párroco que
hizo las delicias de los asistentes y que, además, con “frases arrebatadoras
hacia la Madre de Dios inundaron de lágrimas los semblantes de los buenos
arroyanos”.
Concluida
la liturgia, el Ayuntamiento y el matrimonio de mayordomos ofrecieron a algunos
invitados, “varios de ellos forasteros” a un refresco acompañado de “exquisitos
dulces” y el renombrado vino casero, que a decir de los que lo probaron era el
“mejor de Europa” (y no era pasión alguna). Parte de la autoridad y el clero al
completo siguieron saboreando estos manjares antes de iniciar a las 13 horas la
procesión de regreso al pueblo. No obstante, una gran parte de los mismos, y la
totalidad de los arroyanos que allí habían acudido habían regresado
precipitadamente a la localidad porque ninguno de ellos quería perderse las que
ya eran las famosas “carreras de caballos”.
Carreras
a galope tendido que se iniciaron a las doce de la mañana porque jóvenes
intrépidos, y no tan jóvenes, se “disputaban los aplausos de la multitud en
reñida lucha”, todos buscaban ser los más galanes en una carrera que dado el
suelo de la entonces Corredera “arranca chispas de lumbre a las piedras”. Estas
“alocadas carreras”, como en años anteriores, y en no pocos casos, dieron lugar
a algún que otro percance que “afortunadamente no revistieron importancia” en
aquella jornada de 1929.
Terminadas
las carreras y hacia las dos de la tarde concluyó el desfile procesional de
regreso a la plaza Mayor. A continuación todos los grupos de arroyanos se
disolvieron para cada cual ir a sus casas en busca de los sabrosos manjares que
había en todas los domicilios. Era típico encontrar la “chanfaina”, un plato
que todavía se mantiene en muchos hogares ese día y magnífica la de mi suegra.
Aunque, lo que no faltaba ese día, y llegados a 1929 ya desde hacía muchos
años, era el “frite”, el plato típico de todas las casas de Arroyo, y que se
comió aquel día con un toque de “alegría” (picante). Una tradición que
actualmente se sigue manteniendo en no pocos domicilios de nuestra población.
Todavía recuerdo el frite de mi madre, exquisito, un plato que desde que ella
me falta, he seguido posteriormente saboreando, y al final de la jornada de
caballos, en casa de “tita Juani”.
Terminada
la comilona, a las cinco en punto tuvo lugar el inicio de lo que siempre fue el
segundo plato fuerte de aquella jornada festiva: los toros. Con una plaza
abarrotada hasta la “bandera” se inició la tarde con la suelta de “cinco
novillas bravísimas” y que fueron toreadas por cuatro aficionados del pueblo
dirigidos por el famoso “Charolinas”. Aquel día, se distinguió entre los cuatro
arroyanos el joven Benjamín Carrasco Canales, que entonces tenía 20 años, y que
hizo un “verdadero derroche de arte y valor”.
Calle Joselito Romero |
Aquel
Día de la Luz, Joselito llegó medio convaleciente, “demacrado y con toda la
cabeza vendada” después de una reciente cogida. No obstante, se enfrentó a los
dos “morlacos que mugen en los corrales”. El primero era “grande, bien armado y
de muchas arrobas”. El toro muy bravo fue “ablandado por los peones con cinco
pares de banderillas”, aunque no mermaron su bravura y varias acometidas que
provocaron que el diestro lo “despachara con dos certeras estocadas”. El
segundo era tan bravo como el anterior aunque más pequeño, a decir de las
crónicas, y al que el “matador puso dos pares de banderillas excelentes”. La
faena, en cambio, fue poco vistosa y la mala suerte con la estocada provocó que
el lucimiento no fuera del agrado del “respetable”.
Concluido
el espectáculo taurino, la plaza quedó preparada para la gran verbena final. De
la misma forma, dieron comienzo los distintos bailes que estaban organizados en
varios salones del pueblo. Concretamente tuvieron lugar en el Círculo de la
Amistad, y en la Cooperativa. Por otro lado, y para el personal con menos ganas
de “mover el esqueleto” el Salón Solano había contratado una compañía de teatro
que ofreció tres “sainetes”. Una compañía teatral que aquella noche, y con un
salón también a rebosar, no estuvo de lo más afortunada, por decir algo suave,
ya que era más adecuado, a decir del cronista que estuvo en aquella
representación que el mejor comentario que se podía hacer sobre esa actuación
era “no meneallo”.
Bailes y teatro pusieron punto y final a aquella larga jornada de fiesta y devoción. Un año 1929 que fue bastante movido en la localidad, y con actos enormemente significativos para la villa. No en vano aquel 1929, entre otros asuntos importantes, había conocido la inauguración de unas magníficas Escuelas Nuevas de niños y niñas, y también tuvo lugar un plebiscito popular que había intentado cambiar el nombre histórico de la localidad. Acontecimientos ambos de los que ya hemos dado cumplida información en este blog y en nuestro trabajo “Del Puerco a de la Luz”. Calendario 1929
Una crónica de lujo, querido Francisco Javier. Una gran investigación que te ha conducido a mostrarnos un DÍA DE LA LUZ, nada menos que de 1929, una fecha con muchas connotaciones mundiales y Arroyo no iba a ser menos. Gracias Javier por tu excelente crónica del día de la Luz, y gracias también al autor del Blog que nos facilita esta ventana tan necesaria para nuestro conocimiento de la historia de nuestro querido pueblo.
ResponderEliminarUn abrazo a los dos por vuestro trabajo.
Muchísimas gracias, poeta, por lo que me toca. La verdad es que cada vez me apasiona más saber cosas de mi pueblo. Poder escribir sobre el Día de la Luz de 1929 ha sido un placer. Teniendo en cuenta, además, que se ponía fin aquel año a la jornada única de fiesta en honor a la Virgen. A partir del año siguiente, Día de la Luz y Romería de la Luz se convirtieron en jornadas distintas. Creo que fue una genial aportación del mayordomo Lorenzo Martínez. Un abrazo.
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