José Luis Solano Rodríguez
… y brillan, al anochecer, los astros en el firmamento.
P J Castela Gil-Toresano Atardecer en la dehesa
Cuenta la leyenda que un día -en torno al veintitrés- de abril del año 1229 las tropas leonesas de Alfonso IX batallaron contra otras moras en un espacio que estas habían dominado durante siglos, alrededor de un pozo que pasaría a llamarse de “las matanzas”, denominación extendida en el tiempo a la dehesa donde se ubica, al noroeste de Arroyo del Puerco, entonces aldea de Cáceres -hacia donde se dirigía la conquista-; se echaba la noche, los cristianos, viendo que podían rematar la contienda, invocaron a la Virgen para que los socorriera ante la oscuridad amenazante y, según se ha transmitido, apareció sobre una encina, irradió luz y se culminó el enfrentamiento con victoria para ellos.
¿Fue algo sobrenatural, inexplicable,
milagroso, ese resplandor con presencia de la Virgen sobre ese árbol?.
¿Se
trató de un acontecimiento astronómico raro, como el que parece ser
ocurrió con la estrella de Belén y el
nacimiento de Jesús en el que pudo suceder el hecho de una alineación
planetaria con el sol y la luna entremezclados en distintos puntos del zodiaco
astral, dando lugar a un fulgor súper
brillante, suceso que sólo ocurre cada miles de años, indicando la llegada de un líder especial que
daría vida según la tradición oriental, con sus reyes magos, su incienso,
símbolo en el zoroastrismo de “luz
eterna”?.
¿Quizás
algo más sencillo, astronómicamente hablando, y frecuente, como es el hecho del
alineamiento de Júpiter y Saturno
constatado en la edad media –hace casi 800 años, calculándose un miércoles 4 de
marzo de 1226, tres años antes de la
conquista de Cáceres, pudiendo tratarse
en Arroyo, para esa fecha, de una escaramuza, de una lucha menor previa a ella
y al lunes de Pascua -que ese año fue el
30 del mes- más conectada entonces,
temporalmente, con el domingo de piñata
-primero de Cuaresma-, que implicaba en
la costumbre el rompimiento de la olla,
símbolo de la rotura del vientre materno para dar a “luz”, persistiendo, quizás, el destello por la aproximación en el cielo de los dos
asteroides durante una prolongación temporal
que daría un haz de luz, como sucedió recientemente en 2020, atisbándose
su luminiscencia mirando al horizonte en el crepúsculo a suroeste casi una
hora después de la puesta de sol –la
oscuridad que se avecinaba en la batalla, el remate victorioso de la lucha en
la conjunción planetaria posterior y, puede que, a la par de la rogativa
mariana-, hecho que suele darse cada
veinte años y puede se repita, en plenitud, hacia 2080 por proximidad y, sobre
todo, especialmente, después de 2400, según
Grant
Mathews, astrofísico y cosmólogo?
El
fenómeno está constatado en la carta
astral, aunque los de esta generación no lo viéramos ni, seguramente,
observemos lo que está por venir; la interpretación que se le quiera dar puede
ser enfocada desde muchos puntos de vista: astronómico, literario , religioso
exclusivamente, …
No fue un hecho exclusivo de Arroyo:
vírgenes de la luz se extienden por la geografía española y portuguesa1
sobre todo en su zona fronteriza, como ya analicé en anterior artículo, pero
también más allá de ese espacio territorial va dejando huellas: Tarifa y su
Virgen tienen una leyenda similar a la nuestra en la batalla del Salado;
subiendo a Cuenca, con su historia sobre
la conquista de la ciudad , las luminarias en el cielo, la intervención guiadora
del pastor Martin Alhaja que, también, parece ser, participó en la batalla de
las Navas de Tolosa, identificado como S
Isidro, para facilitar la victoria. Este
hecho luminoso, la religiosidad popular
lo atribuye además a Cristo, siendo muchas
las imágenes a las que se les da el
calificativo de “luz”. Al margen, fuera
de batallas y conquistas, llegamos a Avilés, donde el origen de la devoción a su
patrona se fundamenta en el dios celta “lug” -¿qué similitud en el nombre con
“luz”?- y, al igual, desde una colina, donde estaba su santuario, ahora, cristianizado,
ermita virginal, desprendía luminosidad
a los cántabros.
Esas
celebraciones marianas suelen darse el lunes o martes de Pascua en la cultura
cristiana, santificando a la madre de
Jesús, uniéndola al fenómeno de la Resurrección del hijo, en el paso de las
oscuridad de la muerte a la “luz” de la reencarnación.
Las leyendas suelen sustentarse sobre
hechos reales que se adornan,
literalizan, deforman….pero algo de cierto suelen tener, incluso
todo su contenido.
Buen día de la Luz tengamos tras la
oscuridad de estos dos años pasados.
1. Lux Mundi. La religiosidad popular en torno a la Luz.- Ed. Instituto de Estudios Almerienses.- 2007
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