José Luis Solano Rodríguez
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor… “Andaluces de Jaén” / M. Hernández
Esa estrofa del poema de Miguel
Hernández se ajusta bastante a lo que quedó manifiesto en documento de la Casa
de Benavente, expuesto a continuación, sobre quien puso manos a la obra, su
sudor y su salario, aclarado documentalmente:
“Daban los vecinos de esta
villa peonas (peonadas) para las obras de dicha fortaleza sin les pagar nada”
A la procedencia del castillo
de Arroyo de la Luz se le han atribuido diversos orígenes –romanos, musulmanes-
que quizá coincidan y sólo la arqueología, a falta de documentos escritos,
puede aclarar. El hecho evidente es que este edificio que contemplamos es de
época posterior a ambas civilizaciones, aunque puede que ocupe el lugar de otro
anterior de ellas, por el agua que transcurre a sus pies dentro de una fértil
vega y tenga, incluso, materiales constructivos de él, más la traza que muestra, arquitectónicamente
hablando, lo sitúa a finales de la edad media y viene a coincidir por
referencias documentadas indirectas de la Casa de Benavente a que fue Garcí González
de Herrera quien lo mandó construir, posiblemente recién posesionado de Arroyo
del Puerco (1404) en el marco temporal de la conquista a musulmanes, de la guerra
civil de los Trastámara, para defensa de la población y como marco de su
potestad en la villa, zona y centro de sus “estados” (lugares y fincas) en la
Extremadura geográfica de aquella época –algo distinta a la actual-, que subía
hacia Salamanca, como sus posesiones, otorgadas, adquiridas y producto de unión
matrimonial (en las dehesas de
Plasencia, el Bodón, cerca de Ciudad Rodrigo…), al ser él Mariscal de Castilla
a quien le fue concedido Arroyo junto a
sus descendientes, en tanto fuesen varones, con su territorio y jurisdicción junto con
otros terrenos adehesados en las inmediaciones del río Salor (Almedias, el
Picón, Ahijón, la Ruana…). Debió ser continuado por su hijo, ya que muere en la fecha mencionada, rematando la obra fortificada.
Con la orden, la ejecución de
la obra fue llevada acabo por los paisanos, luego complementada, a través de sus Ordenanzas,
la organización, funcionamiento y contribuciones vecinales a él. También
tenían que encargarse del mantenimiento, aportar
365 cargas de leña y 70 de paja anuales
al alcayde y, durante sus obras, ciertas camas de ropa para sus criados, así como hacer
guardias para velarla, al menos ésto en los primeros años, que luego fueron traídos vecinos de Talaván, lugar también suyo. Nombraba un Alcayde para ella como jefe, extendíendo su mando sobre la localidad como máxima autoridad; figura que, por su denominación, refleja un origen
árabe y, con los años, pacificado el territorio, fue cambiada por la de Gobernador, traducción del anterior, que era
lo mismo, más de carácter civil, con un nombre castellano, controlando la administración municipal y nombrando
sus cargos. Esta autoridad organizaba el
desenvolvimiento del castillo, su administración, suministros y entramado
militar, fijaba las guardias, hacía inventario de los bienes cada varios años o cuando era sustituido por
otro.
La documentación del condado
se refiere al castillo como la
“fortaleza”, incluso “casa fuerte”, y, posteriormente, mencionan, referenciado
a ella, a su importancia sobre el pueblo, la “casa de la fortaleza” para hacer alusión al palacio que tuvo el Conde en
lo que hoy es el colegio de Nª Sra. de los Dolores en la calle Germán Petit, al
que se accede bajo el escudo de los
Benavente, empezado a construir hacia 1477 según menciones. Sería el lugar de residencia de su
mayordomía administrativa territorial en Extremadura, situando a su frente la
figura del mayordomo. Anteriormente mencionan otros “palacios” –puede que la
fortaleza- del conde en esta villa al
celebrarse en ellos el 1 de abril de
1431 el acto de posesión y vasallaje del Concejo y vecinos para convertirse en “vasallos
solariegos”: En ella besaron la mano derecha de dicha autoridad condal libremente,
“tomándolo por señor natural”, cumpliendo sus cartas y mandamientos, pagándole
sus derechos y, en señal de aceptación de señorío, le entregaron “una cata (¿)
de plata con tres florines y una dobla de oro” -monedas de la época-.
Tuvo el edificio de la
fortaleza, además del patio -con pozo hoy cegado- y los torreones de entrada aún conservados, sala
de armas a la izquierda de la entrada en la que se guardaban: ballestas,
dardos, cintos, hachas, porras de hierro, arcos, yelmos…. como en sus demás castillos, así como una escalera, hoy tapiada, que descendía a ….tal vez un sótano, una
galería llena de leyendas, como otras localizaciones, literatura que llegó a
inspirar a José Canal a escribir el
poema “Arquitectura Rota”:
… y
le trova la luna en el pandero
de su panza redonda.
Sólo la noche cura, del castillo,
la arquitectura rota.