martes, 6 de agosto de 2024

TERROR EN EL CINE

  José Luis Solano Rodríguez 

                            


El Cine de verano en su esplendor de los años sesenta con 1.300 localidades

      Inmersos en el Festival de Cine de Terror que se celebra desde el 3 al 7 de agosto en el cine de verano de la localidad, me vienen a la memoria recuerdos de películas de ese género proyectadas  ahí por los Solano, junto con  los cines “viejo y nuevo”, como eran coloquialmente conocidos,  lugar preferente en su uso para esas películas y al gusto de  los espectadores. La temática del horror era de gran éxito entre la población arroyana, junto con la comedia, el cante flamenco, los dramas y la vida de los toreros a mediados del siglo pasado, principalmente, por lo que cada vez que se podía se proyectaba alguna, incluida en los lotes cerrados de películas que se contrataban con las distribuidoras de ellas, llegando con unos dos-tres años de retraso sobre su estreno en Madrid dada la escasez de las caras copias en celuloide, unas ocho para la zona centro peninsular.  

     El lugar, a oscuras,  como la enredadera  que ocupaba la pared norte, el cielo estrellado en estas fechas,  las “lágrimas de S. Lorenzo” cruzando fugaces sobre las cabezas y la vista de muchos  espectadores  perdiendo, incluso,  momentáneamente, la visión de la pantalla en el seguimiento, cuenta de su número y petición de deseos, en una “calma chicha de caló”, con la palmera inmóvil, con algún fogonazo terráqueo de la linterna del acomodador “Regalao”  no dirigiendo al público a un asiento vacío, sino a sus entresijos  entre las sillas de enea cogidas con listones o las nuevas plegables de madera, predisponía a los espectadores al pánico, al escándalo, a la gracia de turno, a la recriminación al linternero.       

     La mayoría de las de terror eran extranjeras, como sus actores. Algunas me quedaron más marcadas que otras, siendo demasiadas las que apenas recuerdo.  “El Perro de los Baskerville” en agosto de 1964,  con Peter Cushing y el siempre frío, enigmático y terrorífico Christopher Lee, que a la temática que nos trae añadía la intriga, con la maldición de esa familia y la investigación de Sherlock Holmes; el que escribe, con    siete  años, entra a la sala por la zona del bar, todo sombrío, hasta la pantalla en ese momento, el silencio se ve roto por el aullido profundo de un perro desde el altavoz escondido tras la jardinera y, ¡piernas para que os quiero¡, la carrera de mi grueso cuerpo de  infancia, la vista centrada en el pasillo mediano y la luz bajo el graderío del anfiteatro escalonado me llevan jadeante al lugar donde se sienta padre, a su amparo.

        Sigue  destacada  “El Fantasma de la Ópera”, un clásico de la historia del cine, con cinco versiones cinematográficas, en esta ocasión inglesa, también, como la anterior, protagonizada por Herbert Lom, H. Sears, E. de Souza….uniendo el terror con la ópera, la depravación, la codicia…Una película calificada para mayores de 18 años que tuve que ver, en mi corta edad, ante la prohibición y persecución gubernativa de esos límites, por mis privilegios, en la escalera de la cabina de proyección, sólo, entre tejados oscuros, todo un ambiente a añadir al proyectado.

     “Los Crímenes del Museo de Cera” puesta en 1968; Doctor Terror en 1969, con los mismos protagonistas que en el Perro de los Baskerville, incorporando ya a un joven  Donald Sutherland, mezclando pánico y destinos inciertos; “La cámara de los horrores”, donde al pavor se unía la venganza en una criminal orgia de muerte; “El coleccionista de cadáveres” en 1970, Española, con Boris Karloff en el final de su carrera cinematográfica, con una cara propicia para la ocasión, uniendo miedo y ceguera.    


Pero también la sala nueva de invierno acogía películas del género, destacando en mi memoria Psicosis  en 1962, un 4 de noviembre , mes de los difuntos, de las campanas de la torre tocando a muerte a diario sobre el catafalco negro de la iglesia parroquial. Tengo cinco años, acompaño a mi hermana, que sabe de la película, de la escena del esqueleto de la madre con su peluca, se esconde bajo la butaca, esperando que la avise cuando pase ese momento; el niño, gracioso, dice que ya, se levanta y se encuentra con lo no deseado. ¡La que me dio!

    

1 comentario:

  1. Muy buenos comentarios ygratos recuerdos y yo en el ambigu del viejo arriba

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