José Luis Solano Rodríguez
Inmersos en el Festival de Cine de Terror
que se celebra desde el 3 al 7 de agosto en el cine de verano de la
localidad, me vienen a la memoria
recuerdos de películas de ese género proyectadas ahí por los Solano, junto con los cines “viejo y nuevo”, como eran coloquialmente
conocidos, lugar preferente en su uso
para esas películas y al gusto de los
espectadores. La temática del horror era de gran éxito entre la población
arroyana, junto con la comedia, el cante flamenco, los dramas y la vida de los
toreros a mediados del siglo pasado, principalmente, por lo que cada vez que se
podía se proyectaba alguna, incluida en los lotes cerrados de películas que se
contrataban con las distribuidoras de ellas, llegando con unos dos-tres años de
retraso sobre su estreno en Madrid dada la escasez de las caras copias en
celuloide, unas ocho para la zona centro peninsular.
El lugar, a oscuras, como la enredadera que ocupaba la pared norte, el cielo
estrellado en estas fechas, las
“lágrimas de S. Lorenzo” cruzando fugaces sobre las cabezas y la vista de
muchos espectadores perdiendo, incluso, momentáneamente, la visión de la pantalla en
el seguimiento, cuenta de su número y petición de deseos, en una “calma chicha
de caló”, con la palmera inmóvil, con algún fogonazo terráqueo de la linterna
del acomodador “Regalao” no dirigiendo
al público a un asiento vacío, sino a sus entresijos entre las sillas de enea cogidas con listones
o las nuevas plegables de madera, predisponía a los espectadores al pánico, al
escándalo, a la gracia de turno, a la recriminación al linternero.
La mayoría de las de terror eran extranjeras, como sus actores. Algunas me quedaron más marcadas que otras, siendo demasiadas las que apenas recuerdo. “El Perro de los Baskerville” en agosto de 1964, con Peter Cushing y el siempre frío, enigmático y terrorífico Christopher Lee, que a la temática que nos trae añadía la intriga, con la maldición de esa familia y la investigación de Sherlock Holmes; el que escribe, con siete años, entra a la sala por la zona del bar, todo sombrío, hasta la pantalla en ese momento, el silencio se ve roto por el aullido profundo de un perro desde el altavoz escondido tras la jardinera y, ¡piernas para que os quiero¡, la carrera de mi grueso cuerpo de infancia, la vista centrada en el pasillo mediano y la luz bajo el graderío del anfiteatro escalonado me llevan jadeante al lugar donde se sienta padre, a su amparo.
Sigue destacada “El Fantasma de la Ópera”, un clásico de la historia del cine, con cinco versiones cinematográficas, en esta ocasión inglesa, también, como la anterior, protagonizada por Herbert Lom, H. Sears, E. de Souza….uniendo el terror con la ópera, la depravación, la codicia…Una película calificada para mayores de 18 años que tuve que ver, en mi corta edad, ante la prohibición y persecución gubernativa de esos límites, por mis privilegios, en la escalera de la cabina de proyección, sólo, entre tejados oscuros, todo un ambiente a añadir al proyectado.
“Los Crímenes del Museo de Cera” puesta en 1968; Doctor Terror en 1969, con los mismos protagonistas que en el Perro de los Baskerville, incorporando ya a un joven Donald Sutherland, mezclando pánico y destinos inciertos; “La cámara de los horrores”, donde al pavor se unía la venganza en una criminal orgia de muerte; “El coleccionista de cadáveres” en 1970, Española, con Boris Karloff en el final de su carrera cinematográfica, con una cara propicia para la ocasión, uniendo miedo y ceguera.
Muy buenos comentarios ygratos recuerdos y yo en el ambigu del viejo arriba
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