Por si no lo sabéis, el Día de los Olleros siempre empieza un
día antes y acaba un día después de lo que es el Día de los Olleros en sí. Me
explico. Este fin de semana se ha celebrado el Día de los Olleros, que fue el sábado
21 de septiembre, donde se concentran todas las actividades programadas para
ese día; pero nosotros, nos pasamos el día antes a ver a César, el alfarero,
para ver cómo llenaba de cacharros el magnífico horno que tiene. Fue un placer
ver cómo colocaban, como si de una partida de tetris se tratase, uno a uno los cántaros,
tinajas, botijos, tapas de brasero, etc…, pero lo que más nos llamó la
atención, como siempre, son esos amigos que tiene, siempre dispuestos a
ayudarle en aquellas actividades que nadie ve. Desde aquí quiero destacar esa
ayuda desinteresada de toda esa gente que rodea a la Alfarería Ramos.
El sábado llegó el día y las risas estaban aseguradas, con
todos los niños llenos de barro por todos lados. Les encanta ensuciarse y
probar cosas nuevas. Mi sobrina se fue a casa más contenta que unas castañuelas
con los 3 ceniceros que había hecho allí mismo. Pero no os penséis que solo
disfrutaron los niños, eh!! Este año ha sido el año que más adultos maduros he
visto sentándose en el torno y jugar a hacer cacharros, que por otra parte,
algunos fueron obras de arte. Aniceto y compañía, allí sentados disfrutando
como niños de un oficio noble y bizarro como es el de los alfareros.
A primera hora yo no daba abasto. Niños rompiendo pucheros
con un palo y los ojos vendados, adultos y niños haciendo cacharrinos de barro,
gente bebiendo vino de Arroyo y comiendo toda clase de manjares arroyanos, los
niños comiendo chuches, gente observando la exposición de la Alfarería Ramos
que tenía en una esquina, etc… Yo no había visto nunca que hubiera tanta gente
deseando subirse al torno y hacer algo de barro. Este año había mucha
competencia entre los aficionados al barro.
De este año destaco la Exposición de Cacharros de la Escuela
de Oficios de Alfarería que por cierto, algunos eran buenísimos. Todos
realizados por alumnos de esa Escuela, que han estado 6 meses aprendiendo el
oficio.
Otra cosa a destacar es como siempre la aparición estelar de
Germán y Juan con su carro antiguo cargado de escobas para encender el horno
por la noche, ataviados para la ocasión y disfrazados con trajes típicos de
personas del campo. Pusieron el toque de humor, el olor de antaño y las ganas
de querer que una fiesta como ésta -la fiesta de Arroyo de la Luz, pueblo de
alfareros-, vaya creciendo cada año como se merece.
Por último, ya por la noche, acudimos al horno para
presenciar la quema de escobas y darle el toque final a esos pucheros que
llevaban cociéndose al estilo tradicional desde el mediodía. Allí estuvimos
acompañados de gente muy agradable y con un ambiente insuperable, con risas,
charloteos entre amigos, olor a cacharros cocidos y vuelta atrás en el tiempo,
aquel tiempo en el que Arroyo estaba poblado por olleros.
Desde aquí quiero animar a la gente a que el próximo año
acuda a esta maravillosa fiesta, la nuestra y la de todos.
Alfarería Ramos, muchas gracias por hacer sentirnos como en
casa a todos los arroyanos que disfrutamos de otro Día de los Olleros
inolvidable.




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