Por Francisco Javier García Carrero
Cronista Oficial de Arroyo de la Luz
En
diciembre de 2017 en el blog de la Asociación Paisajes y Fiestas publicamos un
artículo que estuvo centrado en la familia Herrera, señores feudales de Arroyo
del Puerco, una publicación que aconsejo releer para poder enlazar con el
artículo que presentamos este mes de septiembre de 2018. En aquella crónica
hacíamos referencia, probablemente fue la parte que más me interesó de aquel
estudio, a la construcción de su castillo como edificación de casa fuerte, una arquitectura
que nunca fue Almohade (ni de manera aproximada). Nuestro castillo no tiene
otra fecha real de edificación, como demostramos fehacientemente en aquel
trabajo, que los años de mediados del siglo XV. Concretamente se construyó
durante el mandato de García de Herrera, tercer señor de la villa, y de su
esposa María Niño. Una cronología, por consiguiente, en la que el pueblo
Almohade ya llevaba más de dos siglos fuera de la península Ibérica.
Este
artículo, en cambio, lo centraremos en analizar el paso de una familia a otra
como señores de Arroyo del Puerco (Herrera-Benavente). Efectivamente, ya
comentamos en aquel trabajo que el epílogo del señorío de los Herrera en
nuestra localidad viene dado por el matrimonio de Blanca de Herrera con
Bernardino Fernández de Velasco en el año 1472. Blanca, hija de García de
Herrera y de María Niño, fue una mujer débil y enfermiza que creyó que por esta
causa nunca iba a poder tener descendencia, por lo que convencida de ello
entregó a su esposo todo el gobierno de su herencia paterna, y que era mucha.
Por supuesto, en este gran lote se incluyeron todas las propiedades y el
señorío de Arroyo del Puerco.
Bernardino Fernández de Velasco, señor de Arroyo del Puerco (Geneal.net) |
De
esta forma, en 1484, Blanca, reservándose una pequeña renta para misas y
oraciones por su alma y la de sus antepasados para cuando ella muriese, entregó
para su administración su caudal hereditario a su esposo Bernardino. La
donación viene argumentada en un documento clave de la historia de esta familia,
y por ende, para nuestra población: “seyendo
yo de algunos días más que mi marido”(siendo mayor que él); “e algunas veces no bien dispuesta de mi
persona y él sanno” ( estando enferma y él sano, probablemente moriría
antes que su marido); “y esperando él
heredar uno de los mayores e más sanos patrimonios destos reinos e porque le ha
tratado con verdadero, grande y entrañable amor, no acostumbrada en los maridos
cuyas mugeres no tienen mucha salud” (y, además, porque era un señor feudal
rico, que le había querido y tratado bien, no siendo muy habitual en aquella
época con las personas enfermas).
No
obstante, a pesar de esta donación, y cuando ya nadie lo esperaba, la enfermiza
Blanca tuvo con Bernardino una hija, Ana de Velasco y Herrera, cuyo nacimiento
vino a complicar el destino futuro del caudal hereditario de la familia
Herrera. Paralelamente y de cualquier forma, las previsiones de Blanca sobre su
futuro de escasa salud no tardaron en cumplirse. En noviembre del año 1499
Blanca Herrera falleció, dejando al todopoderoso Bernardino viudo durante tres
años y con una hija, que según el testamento último de Blanca también obtendría
el holgado patrimonio de su madre, situación que generó, a la postre, un
conflicto hereditario entre padre e hija.
El
problema se encontraba en que Bernardino no estaba dispuesto a que su hija
heredase el patrimonio de los Velasco, ya que al ser mujer le imposibilitaba
disponer personalmente de esta herencia; no obstante, vio con mejores ojos, al
fin y al cabo también era su hija, que alcanzara parte de la herencia de los
Herrera, un usufructo de los que él venía disfrutando hasta entonces, y gracias
al poder entregado por Blanca años atrás, el documento del que hablamos
anteriormente. Con seguridad, la lectura del testamento de Blanca de Herrera es
tan interesante que quizás merezca en el futuro un artículo propio.
Fallecida
su esposa, y antes de que él contrajera nuevo matrimonio, Bernardino se dispuso
a encontrar entre la nobleza española el mejor “partido” que pudiese para su
hija Ana y para el gobierno de las tierras que ella iba a heredar, al igual que
había hecho García de Herrera años atrás cuando también buscó un novio para su
hija Blanca, y encontrándolo precisamente a él. Dos fueron los pretendientes
que se mostraron dispuestos a entroncar con la familia Velasco Herrera. Por un
lado, se expresó solícito García de Toledo, que era nada menos que el
primogénito del duque de Alba; y por otra parte también apareció un segundo
aspirante, Alonso de Pimentel, que era el duque de Benavente.
Alonso Pimentel Herrera, V duque de Benavente. El Greco (Museo Bonnat) |
Con
ambos pretendientes encima de la mesa, Bernardino eligió al segundo; es decir,
el duque de Benavente. De esta forma, y previa bula de dispensa papal otorgada
por el pontífice español Alejandro VI un 13 de mayo de 1500, ya que los novios
eran parientes, en enero de 1501 se firmaron las capitulaciones matrimoniales
entre los dos contrayentes. Este documento, además de contener la información
sobre los esponsales de boda, es sobre todo un reparto hereditario muy completo
y perfectamente especificado entre padre, Bernardino de Velasco, e hija, Ana de
Velasco Herrera. Por lo que respecta a nuestra localidad, el acuerdo de boda
señalaba para los nuevos contrayentes la entrega de la villa de Arroyo del
Puerco con su fortaleza; es decir, con su castillo o casa fuerte, además de
varias dehesas y otras tierras. De la misma forma, Ana de Herrera recibió de su
padre como dote para su futuro esposo la cantidad de un millón de maravedíes,
una cantidad que le donó en ajuar y en plata.
El
acuerdo de Bernardino con el duque de Benavente y su esposa significó en la
práctica, el punto y final del otrora linaje del mariscal García González de
Herrera, ya que todos aquellos dominios pasaron a dirigirse por dos personajes
sin ligazón de sangre con la familia Herrera (Bernardino de Velasco que obtenía
una gran parte de aquellas tierras, las situadas más al norte, y el duque de
Benavente que se quedaba con las ubicadas más al sur, concretamente con la que
tenía que ver con nuestra localidad). El acuerdo entre ambos nobles se selló de
manera definitiva en el año 1502, específicamente cuando se celebró la boda
entre Alonso de Pimentel y Ana de Velasco. Poco después, y como era
obligatorio, este pacto fue aprobado y confirmado por los propios Reyes
Católicos, una documentación que se encuentra en el Archivo Ducal de Frías
(castillo de Montemayor en Córdoba).
Palacio del Conde-Duque de Benavente en Valladolid (pucelarte.wordpress.com) |
La
llegada de los Benavente a Arroyo del Puerco, como II duque de esta familia,
confirmó el señorío de esta nueva nobleza en nuestra localidad. Un señorío que
abarcaría toda la Edad Moderna y con la que el pueblo tuvo una estrecha ligazón
hasta el inicio de la contemporaneidad ya en el siglo XIX. Alonso Pimentel y Pacheco
sería, por consiguiente, el primer señor feudal de esta familia en Arroyo del
Puerco, y por ende al frente de la casa Benavente hasta 1534 en que falleció.
Su sucesor sería el III duque, Alonso Pimentel y Herrera de Velasco, como hijo
varón del matrimonio entre Alonso y Ana, un nuevo Benavente que gobernó la
localidad hasta su muerte en el año 1575. El III duque fue también amigo
personal del emperador Carlos I, no en vano llegó a ser el padrino de su hijo,
el futuro rey Felipe II. A su muerte le sucedió el IV duque, Luis Alonso
Pimentel Herrera y Enríquez de Velasco que falleció muy pronto y sin herederos,
por lo que no tuvo mayor efecto para el pueblo, y a continuación el V duque,
Juan Alonso Pimentel Herrera y Enríquez de Velasco ya con mucha más trascendencia
para la villa, ya que la gobernó entre 1576 y 1621, o lo que es lo mismo, los años
centrales de la edificación principal de nuestro convento.
Por último señalar que Bernardino, aunque se apartó en el control de nuestra población, siguió muy ligado a la monarquía de Isabel y Fernando. Especialmente su amistad la mantenía con el rey católico que nunca olvidó la ayuda que le prestó la familia Velasco a su causa durante la guerra civil que sostuvo contra la pretendiente Juana “La Beltraneja”. De hecho, y en atención a ello, el rey Fernando conocedor de su viudedad le entregó en matrimonio a una de sus hijas, Juana de Aragón. Bien es cierto que era una hija bastarda, pero hija al fin y al cabo del rey Fernando El Católico. Todo un honor, y la mayor aspiración de cualquier noble de la Edad Media y Moderna, poder entroncar con la familia real. De cualquier forma, Bernardino, que falleció en 1512, tampoco pudo engendrar un varón de este segundo matrimonio. Con su esposa Juana de Aragón únicamente tuvo otra hija, Juliana Ángela de Velasco. Los hijos varones del Condestable Bernardino Fernández de Velasco únicamente los logró fuera de sus dos matrimonios. De hecho, llegó a tener cuatro hijos ilegítimos con tres mujeres distintas, hijos bastardos que posteriormente fueron legitimados oficialmente por la reina Juana I de Castilla, aunque sus nombres y las mujeres con las que los tuvo conformarían otra e interesante historia. En otra ocasión.
Interesante la historia de Arroyo que nos entronca incluso con la realeza. Es un orgullo tener un Cronista Oficial tan trabajador y con tanto rigor científico.
ResponderEliminarGracias a Javier García Carrero, estamos llevando a Arroyo de la Luz al más alto pedestal del conocimiento histórico. El linaje de un pueblo con una historia amplia e interesante.
No dejes Francisco Javier, de mostrarnos nuestra historia arroyana.
Un abrazo.
Muchas gracias Eladio!!!!! Mientras las fuerzas aguanten y esos miles de lectores estén ahí, al otro lado, pero todos muy cerca, seguiremos. No obstante, creo que la labor de APyF es de verdad impagable. No he visto nunca ninguna Asociación que esté tan próxima a su pueblo y con una difusión permanente y actualizada. Seguiremos dando a conocer estas historias desconocidas. Un abrazo. Francisco Javier García Carrero (Cronista Oficial de Arroyo de la Luz).
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