viernes, 2 de agosto de 2019

30. EL CRONISTA: "1963 (Un año de nuestra historia)"

Por Francisco Javier García Carrero
           Cronista Oficial de Arroyo de la Luz

Desde hace unos años, y debido a las redes sociales que facilitan la “búsqueda” de amigos y compañeros que creíamos casi “desaparecidos”, y siempre con una gran dosis de nostalgia, gracias a los muchos años que ya todos vamos teniendo, se ha puesto de moda la reunión de nacidos en un año concreto. De esta forma, ya hemos visto varias de estas reuniones de convecinos que nacieron en 1966, probablemente los pioneros en Arroyo, también se han reunido los del año 1969, 1972 y alguna que otra generación más. Además me consta que no será la última vez que este tipo de actos se celebren en la localidad.
Chicas del 63
Fue así como el pasado 27 de julio, una de las generaciones más sobresalientes que ha dado el pueblo (léase con una sonrisa), la de los nacidos en 1963, se reunieron en una jornada que resultó enormemente grata para todos los que pudieron disfrutar de aquella alegría. Una fiesta perfectamente organizada desde bastante tiempo atrás y en la que han sido claves Carmen Molano y Feliciana Cabeza. No pude estar de manera presencial en la comida y en el “fiestorro” posterior, pero si estuve de manera “espiritual” y muy al tanto de todo lo que allí se “coció”. Por eso el artículo mensual de APyF del mes de agosto quería dedicarlo a todos y cada uno de aquellos que nacimos en un año maravilloso, 1963, y tratando de referir algunas de las noticias y hechos destacados que tuvieron lugar en Arroyo, nuestro querido pueblo, en lo que hemos titulado como “un año de nuestra historia”, el primero de toda una vida.    
Cuando vinimos a este mundo, Arroyo de la Luz era todavía una de las principales poblaciones de la provincia cacereña. Los casi 9.000 habitantes que todavía conservaba la localidad así lo atestiguaban. El año 1963 fue el inicio de la apertura exterior, que aunque todavía no éramos conscientes fue el inicio de un movimiento social que luego tendría muchos adeptos, el movimiento “Ye yes”, aunque en el pueblo fueron más conocidos como los “melenudos”, “peluchos” o “greñas”. Este año está también considerado como uno de los periodos centrales de la generación del “Baby Boom”, aquellos que en pocos años comenzaremos a engrosar la lista de “jubilados”. Aquel 1963 vinimos al mundo 163 preciosos bebés, una cifra impensable 56 años más tarde en Arroyo, unos años que son los que ya todos tenemos o estamos a punto de cumplir (incluso algunos los cumplieron aquel mismo día, Toñi y Fidel).
Don Félix Sánchez, don José Cordovés y don Ciriaco Fuentes.
De ellos, 90 nos bautizamos, poco después de nacer ya que entonces era lo habitual, en la parroquia de la Asunción con don Ciriaco Fuentes; 31 lo hicieron en San Antón con don José Cordovés; y otros 42 recibieron el agua sagrada en San Sebastián con don Félix Sánchez. No obstante, este último párroco se marchó ese mismo verano a Alemania por lo que los nacidos a partir del mes de junio fueron bautizados por un párroco que llegó para sustituirle, aunque algunas madres optaron por que el bautismo lo hicieran en la parroquia de la Asunción.
Al igual que había hecho don Félix Sánchez, resultaba evidente que la emigración arroyana comenzaba a hacer estragos entre nuestras familias. Muchos fueron los que se marcharon a otras regiones españolas e incluso a otros países como Francia, Alemania o Suiza. A pesar de lo anterior, las posibilidades de que siguieran naciendo muchos niños en Arroyo eran muy altas porque en 1963 contrajeron matrimonio nada menos que 178 arroyanos; es decir, 89 enlaces. De ellos 26 se celebraron en San Sebastián, 47 en la Asunción y otros 16 en San Antón. En cuanto a la mortalidad, no fue un año especialmente grave para la localidad, 79 fueron los fallecidos en total aquel año, al margen de 8 fetos que fueron enterrados en el cementerio civil o “huerto”, ya que no pudieron recibir el bautismo como todos nosotros.
Julián Olgado Macías era el regidor que estaba al frente del Ayuntamiento cuando nacimos. Estuvo en el puesto hasta 1974 y al que todos recordamos como el alcalde de nuestra niñez. Su nieto Ramón fue uno de los que también nacieron aquel año. El mayordomo de la Virgen de la Luz, otra de las figuras esenciales en aquel tiempo, era desde 1959 Ángel Collado Bravo, que había sustituido a Florencio Bernal, “don Flore”, uno de los médicos del pueblo y al que nuestra madre nos llevó en no pocas ocasiones a esa preciosa casa de la plaza, hoy casi abandonada, y que tenía un olor muy característico cuando traspasabas el umbral de la puerta.
Los maestros y maestras de la localidad fueron muchos. Los niños, porque entonces no existía la coeducación, recordarán a don Vicente, don Demetrio, don Eusebio y don Juan Ramos. No fue hasta los últimos cursos de la EGB, y ya en el instituto, cuando contactamos en la misma clase con las niñas en el piso superior de aquel centro Luis de Morales, y todos conocimos nuevos docentes, don Justo, don Ángel, don Manuel, que luego fue el alcalde sustituto del anterior, don Joaquín y don Antonio. Recuerdo con perfecta nitidez a mis nuevas amigas Flori, Maxi, Carmen Arias y especialmente a Carmen Parra como mis compañeras de aula en esta nueva experiencia. Las niñas, en cambio, en sus primeros años recordarán a doña Valentina o doña Jacoba, y las que estaban en el Colegio les vendrá a la memoria especialmente la Hermana Montero, ¿quién no recuerda sus afamados capones y su dentadura tan particular? También la Hermana Simón, quien años después colgó los hábitos e hizo su vida de seglar; o la Hermana Rodríguez que, según me han confirmado, les pegaba en las piernas si revisaba la altura del uniforme y se te veían las rodillas.
Alcalde,maestros y maestras de Arroyo.

Comercios arroyanos en 1963
Pero especialmente, ¿cómo no hacer mención de todas las empresas, autónomos con sus tiendas, bares, tabernas y pequeñas firmas, la mayoría familiares? Me vienen a la mente los electrodomésticos de Bañegil, o la carpintería de Niso. El cine de Solano con sus películas infantiles de los domingos por la tarde, aquel cine “interactivo” del que ya hablamos en su momento. Los bares de Carrasco, Moyano, Bañegil o Marciano y sus exquisitos bacalaos. También recordamos la relojería de Alberto Palacín. La pescadería de Rufino Serrano y la frutería de Eutiquio con su carro al que le hubiese gustado subir a alguno de nosotros.


Otros comercios arroyanos en 1963
¿Cómo no inmortalizar la fábrica de hielo y de polos de “mantecado” de Pablo Pérez? Igualmente la ferretería de Jesús Tato, donde íbamos a echar la carta de los Reyes Magos cuando se aproximaba el día 6 de enero. Los muebles de Segundo Sánchez; las mercerías de Santos Domínguez o Antonio Terrón Hernández. También vienen a mi memoria las tiendas de tejido de Olegario Ferrero, Emiliano Terrón, Víctor Reviriego y Robustiano Terrón. Los negocios de comestibles de Isidro Pérez, o la de Mendo en la Carretera. Así mismo importantes las de Dimas Rodríguez o la de Benito Ramos. ¿Cómo olvidar las churrerías de Evelino Leo en la calle Carniceros? Las tiendas de ave y huevos era de Sebastián García Martín; los almacenes de aceite de Lucio Salado y de José Lucas. Las carnicerías de Román o de Teodoro Motino. Las panaderías de Francisco Cordero y la de Vicente Cabezas en Castillejos 52. Los bancos, las empresas de autobuses de Magro o de Mena para poder ir a Cáceres. El transporte de Teodoro Carrero y las distintas dulcerías con sus exquisitos dulces arroyanos, y de las que ya hemos hablado en otras ocasiones. La pensión de la localidad de doña Cándida en la plaza, y tantas y tantas tiendas.
Pregón de Feria en 1963
En el aspecto lúdico dos eran las celebraciones que con mayor intensidad vivíamos en nuestra niñez, la Semana Santa con la cita del Día de la Luz que aquel año de 1963 estuvo un tanto deslucida porque ni el Jueves ni el Viernes Santo hubo procesiones por causa de las intensas lluvias, aunque sí fiesta de caballos y, sobre todo, de carrozas en la que todos hemos participado en alguna que otra ocasión. Con inusitada ilusión también celebrábamos las ferias de septiembre, aquel año don Julián ofreció un pregón muy sentido, y que se iniciaba con una “diana floreada”, que no sabíamos muy bien lo que era, aunque sí el lanzamiento de cohetes, las cucañas, los fuegos artificiales, las barcas de la plaza, los coches eléctricos y sobre todo los gigantes y cabezudos, una atracción que especialmente a las niñas les hacían correr de lo lindo, y no porque a nosotros los niños no nos diesen miedo, que nos daba, es que los cabezudos preferían correr detrás de ellas.

Programa de Feria en 1963

Recuerdos de toda una vida que ahora, con el paso del tiempo, cobran un sentido diferente y maravilloso. ¡Qué lejos queda todo! ¡Cuánta nostalgia! No obstante, aunque más mayores, el 27 de julio nos reunimos dispuestos a revivir lo pasado y especialmente para poder compartir lo futuro y, por encima de todo, con ganas de sumar otros 56 años, aunque quizás sean demasiados. No obstante, por pedir que no quede.  
Generación del 63 (APyF)

2 comentarios:

  1. Como siempre, Francisco Javier, brillante crónica.
    Un gran trabajo que a muchos les habrá emocionado.
    Enhorabuena.
    Un abrazo.
    Eladio Sanjuán

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