Por Francisco Javier García Carrero
Cronista Oficial de Arroyo de
No son pocos los jóvenes arroyanos, a pesar del exiguo
tiempo transcurrido desde que abandonó la vida pública en la localidad, que
nunca han oído hablar de Felicísimo Bello Merino. Y, sin embargo, estamos
hablando de un personaje crucial en la historia reciente de Arroyo de la Luz y
más concretamente en los años que discurren desde la Transición española hasta
los primeros años de nuestra democracia. La verdad, como bien sabe él y alguna
de sus hijas, es que desde hacía tiempo tenía pensado realizar uno de los
artículos mensuales para dedicarlo en exclusividad a un alcalde con mayúsculas,
un regidor que actualmente con sus casi 80 años de existencia se ha convertido
por derecho propio en la memoria viva de aquella magnífica década de los
ochenta y primeros años de los noventa del siglo pasado.
Elecciones locales de 1995 |
El “diario” de este alcalde, fundamental para todos los de
nuestra generación, se inicia con la historia de sus padres. Y más
concretamente con la intrahistoria de su madre, Benjamina Merino Galán. Y es
que esta joven, como tantos arroyanos de aquella generación casi perdida, vivió
en sus carnes otro episodio dramático, y mira que hemos contado ya unos pocos.
Un suceso que estuvo relacionado una vez más con la guerra civil. Benjamina
Merino Galán era la novia formal, estaban próximos a contraer nupcias, de
Octavio Carrasco Canales, quien incluso ya le había regalado la mantilla para
la boda. Este joven panadero de solo 24 años, una vez controlada la localidad
por las fuerzas rebeldes, fue apresado, encarcelado, juzgado en un irregular
consejo de guerra, acusado de delitos nunca cometidos, y fusilado en Cáceres el
día 10 de diciembre de 1936.
Estamos, pues, ante un cruel episodio que provocó en esta
mujer, que se quedó “viuda” antes de contraer matrimonio, unas profundas
convicciones socialistas y que trasladó a todos sus vástagos, especialmente a
su hijo Felicísimo. Una ideología “que mamé en mi familia”, como reconocía
nuestro alcalde en conversación distendida que tuvimos no hace tanto tiempo en
el patio de su casa, y que me ha corroborado posteriormente una de sus hijas,
mi amiga Julia. Aquel episodio fue el inicio de una militancia política, muchas
veces callada, pero siempre alejada de los partidos de derechas y muy
especialmente de la dictadura a la que identificaba con aquella desgracia. Una adversidad
que nunca fue olvidada por Benjamina que quiso enterrarse, falleció en
diciembre de 1972, con aquella mantilla de boda nunca utilizada, regalada por
su primer gran amor, una prenda guardada como oro en paño durante casi 40
largos años.
Pasado un tiempo, aunque nunca superado ni por supuesto
olvidado aquel escarnio, Benjamina contrajo matrimonio en los inicios de la
década de los cuarenta con Felicísimo Bello Guzmán, con el que definitivamente
formó una familia feliz. Varios son los hijos que tuvo este matrimonio además
del que nos ocupa este artículo, Benjamín, Francisco (Kiko), Petra y Angelita,
los dos primeros ya fallecidos, y las dos mujeres, como nuestro protagonista,
todavía viven en Arroyo de la Luz.
Felicísimo Bello Merino nació un 27 de agosto de 1943, en
una década que con seguridad fue la más nefasta para la población arroyana de
todo el siglo XX (los años del hambre). Como tantos y tantos de nuestros
paisanos todavía adolescente tuvo que trabajar muy duro junto a sus padres en
la agricultura, aunque también conoció el trabajo de ladrillero y carbonero.
Cuando realizó el servicio militar en Madrid, y como otros reclutas que aprovechaban
este tiempo en “filas”, logró sacar todos los permisos de circulación posibles.
Especialmente fructífero para su vida futura fue el carnet de conducir de
camiones, un documento que le habilitaba como chofer, profesión con el que ganó
el sustento familiar durante 23 años, y antes de ser el máximo mandatario en su
pueblo de nacimiento.
Al principio de la década de los sesenta del siglo pasado nuestro
protagonista entabló relaciones formales con Juana Tato Amaya, una joven de la
localidad que acabó convirtiéndose en su esposa y en la madre de sus cuatro
vástagos, dos hijas, las mayores, y dos hijos, los más pequeños: Benjamina (11
de junio de 1962), Julia (6 de septiembre de 1963), Miguel Ángel (17 de marzo
de 1966) y Felicísimo José (Willy, 18 de septiembre de 1971).
Durante los años del llamado Tardofranquismo, el último
periodo de la dictadura, se asentaron de manera definitiva sus postulados de lo
que él denomina “hombre de izquierda”. De manera sistemática, y siempre que le
dejaba su profesión, leía todos los artículos editados en las revistas que tenían
la notoriedad de ser publicaciones aperturistas y más o menos críticas con el
régimen político imperante, rotativos como fueron La Codorniz o el
mítico Cambio 16. Su ideología cada vez más evidente le trajo problemas
y enfrentamientos con la Guardia Civil del Puesto en la localidad. Todavía
recuerda cuando acabaron siendo detenidos tanto él como otra treintena de
paisanos cuando estaban celebrando una reunión no autorizada en el piso
superior del bar “Muleto”, un establecimiento hoy ya desaparecido, pero siempre
recordado por aquel excelente bacalao rebozado que ningún otro bar lograba
superar.
Con la muerte del dictador en noviembre de 1975 y la
“explosión” de siglas de partidos que surgieron con el inicio del aperturismo
político, Felicísimo entró en contacto con la agrupación del profesor
universitario Enrique Tierno Galván (Partido Socialista Popular), con el que se
identificaba claramente en estos primeros años. Esta agrupación acabaría
integrándose en 1978 en el PSOE de Felipe González y con él nuestro
protagonista, que acabó participando también de estas siglas de la mano de uno
de los líderes del partido en la provincia de Cáceres, Pablo Castellanos, que
fue a la postre quien acabó por convencerlo para integrarse en el PSOE arroyano.
Convocados los primeros comicios municipales de la recién recuperada libertad para abril de 1979, Felicísimo se incorporó a la lista del PSOE local. Una lista electoral que encabezaba José María González Bravo (para entender los motivos por los que este socialista tan atípico iba de número uno en aquellos comicios, véase nuestro trabajo en De aquí a la eternidad. Estudios de historia arroyana 2, Luz y Progreso, 2020). Felicísimo ocupó el puesto número tres de aquella lista que encabezaba José María González, y justo detrás de otro de los socialistas históricos en la población, Félix Pajares Moreno que iba de número dos.
Elecciones locales de 1979. Papeleta del PSOE con su nombre tachado. |
Aquellas elecciones fueron todo un éxito para la candidatura
en la que iba integrado. El PSOE obtuvo un 67% del voto escrutado reportándole
nada menos que 9 concejalías, una mayoría absoluta muy holgada. Felicísimo fue
nombrado poco después de la toma de posesión de José María González primer
teniente de alcalde. No obstante, muy pronto comenzaron los problemas dentro
del seno de la agrupación vencedora. Felicísimo nos recuerda en la conversación
anteriormente aludida que las principales discrepancias llegaban por unas arcas
municipales que se habían encontrado completamente vacías, y por el intento de
investigar unos gastos que la corporación municipal anterior había realizado en
el campo de fútbol. Un gasto del que el alcalde no quería saber gran cosa y él,
como teniente de alcalde, sí quería conocer más en profundidad. Aquel intentó
de buscar respuestas chocó con el partido al que pertenecía y que acabó por
expulsarlo, privándole, además, de la concejalía que ocupaba. Y es que
Felicísimo siempre fue muy crítico con las posturas “maximalistas” de su propio
partido tal y como podremos volver a comprobar.
En consecuencia, el 22 de noviembre de aquel 1979, solo seis
meses después de acceder al puesto, la Comisión Ejecutiva del PSOE provincial
informaba al alcalde que “se había dado de baja como concejal a don Felicísimo
Bello Merino por incumplimiento de los estatutos de nuestro partido”. Firmó el
documento oficial, y equivocando el primer apellido de Felicísimo, por cierto,
el secretario de organización Francisco Javier Hernández de Cáceres. Se acordaba,
además, que el nuevo puesto debía ser ocupado por el siguiente de la lista. En
este caso Ladislao Bermejo Cerrudo.Documento de expulsión del PSOE. 1979
A pesar de la salida del partido y del Ayuntamiento, los
problemas en el seno de la corporación municipal gobernante siguieron estando
muy presentes. El ejemplo más paradigmático de esta división del PSOE local se
observó cuando en octubre de 1981 se debatió una moción que el propio Partido
Socialista había presentado unos meses atrás. Se trataba la modificación del
nombre en cinco calles, cuatro de ellas de clara significación con la dictadura
y otra que hasta la fecha no llevaba nombre alguno. El resultado de aquella
votación fue contrario a los intereses del propio PSOE ya que cuatro de los
concejales, incluido el alcalde (uno, incluso no apareció ni el día de la
votación), se negaron a apoyar su propia propuesta y que fue, por consiguiente,
desestimada con solo cinco votos favorables de los trece que componían la
corporación.
Será en este contexto de desunión cuando el Partido Socialista
a nivel provincial vuelva a contactar con Felicísimo para caminar juntos por
segunda vez. Acabaron convenciéndole para que volviera a integrarse dentro del partido
y para que encabezara la lista en las elecciones que se iban a convocar en la
primavera de 1983. Los integrantes de aquella candidatura contaron con su
beneplácito personal. Con su nombre al frente obtuvo su primer y rotundo éxito electoral,
incluso superando los resultados que habían obtenido en los anteriores comicios
locales. Efectivamente, la papeleta que encabezaba Felicísimo Bello Merino
aquel 8 de mayo de 1983 fue elegida por 2.659 arroyanos, unos números que le
depararon nada menos que 10 de los 13 concejales que tiene el ayuntamiento. Es
decir, una amplísima mayoría absoluta que le dejó un enorme margen para poner
en marcha todos los cambios que él entendía como necesarios para la población.
Lo primero que retomó fue la moción derrotada anteriormente.
Aunque ahora no se limitaría a un cambio parcial del nomenclátor arroyano. Su
propuesta fue mucho más ambiciosa y quiso, casi de un plumazo, acabar con el
nombre de todas las calles de simbología franquista. De esta forma, en
septiembre de 1983 desaparecieron la Plaza de José Antonio Primo de Rivera,
General Mola, Calvo Sotelo, Generalísimo Franco, Onésimo Redondo, Hermanos
Miralles, Sánchez Herrero, Alférez Poblador Guillén, Capitán Cortés, Franco
(con esta se cometió un error al pensar que identificaba al dictador, y no era
así), y otras como Letra A, B, C y D. Un año después también modificó otras dos
que no había detectado en esta primera moción (García Morato y Alférez Canal
Rosado). En ambos casos no se produjo disensión alguna, los diez concejales
socialistas votaron a favor de las modificaciones.Actas de Pleno Municipal. Septiembre de 1983.
Se convirtió Felicísimo, por consiguiente, en el gran
deslegitimador de la dictadura y el que pilotó definitivamente el asentamiento
de nuestra joven democracia en la población. Lo cultural será para Felicísimo
otra de sus prioridades, así por ejemplo supo recuperar la Revista de Ferias y
Fiestas en septiembre de 1984 en la que se rodeó de grandes firmas locales
entre las que destacaba Juan Ramos Aparicio con un magnífico “El español y el
sexto pecado capital”, un texto en el que nuestro poeta criticaba la “envidia”,
tan común en nuestra población a lo largo del tiempo y tan presente hoy día.
Cerraban el resto de aquellos textos José Terrón, M. Salomón, Ángel Rodríguez,
Alonso Ramos, y José Pajares, entre otros. Con esta propuesta trató de
revitalizar un modelo de publicación del que en Arroyo tenemos constancia al
menos desde el ya lejano 1944. Por otro lado, en este mismo año su hijo Miguel
Ángel se había puesto al frente de las Juventudes Socialistas, una agrupación
que quería formar futuros cuadros del partido, aunque por diversas
circunstancias, y salvo honrosas excepciones, Juventudes siempre han estado en
muy segundo plano en la localidad.
Su principal propuesta de trabajo en esta legislatura no
estuvo exenta de disputa, la construcción de un barrio de casas sociales en la
explanada donde se ubicaba la Cruz de los Caídos, que como consecuencia de las
obras tenía que ser reubicada. Un asunto que generó gran polémica en la población
porque no faltaban los que ya entonces entendían que debía derruirse el símbolo
que se había erigido en aquel lugar en los albores de la dictadura. Felicísimo
optó por el traslado de la cruz en el espacio que actualmente ocupa, aunque lo
que sí hizo fue cambiar su resignificación con una nueva leyenda en la base de
la misma, y en la que se homenajea y se pone en valor a todos los caídos
arroyanos, y no solo a algunos como hacía la primitiva placa.
Fue en esta legislatura cuando también se propuso hacer un
arreglo casi integral del edificio del ayuntamiento, especialmente en la parte
superior del mismo. Según sus palabras el sentido de aquellas obras se
encaminaba a que “ofreciese el aspecto de un lugar digno y moderno y que fuese
reflejo de nuestro pueblo”. De la misma forma, se propuso realizar, y pocos
años más tarde fue una grata realidad para la población, una gran casa de
cultura que incluyera salón de actos para conferencias y representaciones
teatrales, una moderna biblioteca y una sala de exposiciones, entre otros
espacios. Para su realización el consistorio compró una casa privada que junto
a la antigua cárcel y una escuela en plena Plaza de la Constitución
conformarían un edificio moderno y operativo de tres esbeltas plantas. Logró
Felicísimo una mayoritaria financiación de la Diputación Provincial que aportó
19 millones de pesetas a lo que se añadió otro millón más que depositó el
ayuntamiento.
Próximo a la finalización de esta primera legislatura como
alcalde, el 23 abril de 1987 y bajo su presidencia se procedió a la
inauguración oficial de la Biblioteca Pública Municipal. Para ello Felicísimo
encargó al poeta y maestro Juan Ramos Aparicio, con el que siempre tuvo unas
excelentes relaciones, a que pronunciara la conferencia de apertura. Juan la
tituló “Cervantes y su obra”. Aquel mismo día, otro poeta local, Miguel
Espadero, y con la presencia del alcalde, recitó unas “décimas muy cuidadas y
sonoras”, según palabras de Juan Ramos, que el público aplaudió largamente.
Dos meses más tarde, se celebraron nuevas elecciones
locales. Por segunda vez consecutiva Felicísimo lideraba la opción del Partido
Socialista y por segunda vez logró un magnífico resultado electoral. Volvió a
obtener mayoría absoluta, aunque en esta ocasión se dejó por el camino un
concejal. En junio de 1987 el PSOE se tuvo que conformar con ocho puestos, seis
de ellos arroyanos, un malpartideño y otro era originario de Salmoral
(Salamanca). La oposición en aquella segunda legislatura la encabezó
Extremadura Unida con dos concejales, agrupación que llevaba de primero a José
María González, el alcalde anterior, y de segundo a otro antiguo militante del
PSOE. Cerraban el consistorio un concejal de Izquierda Unida, otro de Alianza
Popular y otro del Centro Democrático y Social.
Esta segunda legislatura dentro del Partido Socialista no
fue tan placentera como la primera y no tardaron en llegar nuevas fricciones
con el partido que acabaron en una segunda expulsión. Aunque su salida del
Partido Socialista Obrero Español no fue por una cuestión concreta, Felicísimo
nos resume en una frase los motivos por los que fue separado por segunda vez,
“fui expulsado por discrepancias políticas, que, en este caso, como en el
anterior, por defender los intereses del pueblo frente a los del partido”.
A pesar de los inconvenientes que todo ello le podía
provocar, no olvidemos que eran los años de mayorías absolutas de Felipe
González a nivel nacional y de Ibarra a nivel regional, Felicísimo siguió al
frente del consistorio al que quería seguir modernizando. Por ejemplo, el lugar
donde estaba depositado el archivo municipal era una sala que “guardaba legajos
y documentos todos tirados por el suelo”. Durante esta etapa se propuso
realizar una catalogación y una ordenación del archivo histórico. Después del
mismo, fue consciente que una gran parte de la documentación que albergaba el
mismo había desaparecido. Una lástima, porque sin ella siempre es más difícil
completar nuestro pasado.
De la misma forma, tenía en mente el diseño, junto con la
Diputación de Cáceres, de un polígono industrial pero que no vio la luz hasta
muchos años más tarde. De hecho, esta propuesta fue una constante en todos los
programas electorales que se sucedieron en los años siguientes. Mucha menos
suerte tuvo con otro de sus grandes proyectos, el de la concentración
parcelaria. Y es que un gran número de los propietarios arroyanos se negaron en
redondo a ponerlo en práctica en su totalidad, aduciendo una pérdida de metros con
las parcelas que se les quería adjudicar.
Durante este mandato también suscribió, con el beneplácito
del resto de la corporación municipal, la solicitud para que nuestro día más
grande, el Día de la Luz, fuese considerado fiesta de interés turístico. Él no
solo argumentó en marzo de 1988 que este día tuviese interés de carácter
regional, sino que también fuese de interés turístico nacional. Todos sabemos
que el beneplácito regional todavía tardó unos años en conseguirse, de hecho,
la aceptación de nuestra gran fiesta como evento de interés turístico regional
no se lograría hasta 1997, y ya coincidente con la alcaldía de Lorenzo Pérez
Durán.Solicitud para el Día de la Luz como fiesta interés turístico
Elecciones locales de 1991 |
Fueron cuatro años de intensa actividad local en distintos
ámbitos. Muchas veces en relativa soledad administrativa dada la correlación de
fuerzas políticas en la Diputación Provincial o en la Junta de Extremadura en
Mérida. Además de lo anterior, fueron años en los que la desgracia a la
población y a su familia fueron una triste realidad. En primer lugar, la localidad
conoció que nuestro gran pensador, Pedro Caba, había fallecido en Madrid y que
había decidido enterrarse en su pueblo de nacimiento. Fue en octubre de 1992
cuando en una iglesia de la Asunción abarrotada de fieles se dio el último
adiós a nuestro insigne paisano. Felicísimo afirmó en aquel momento para toda
la región que “para Arroyo era todo un honor que haya querido ser enterrado
aquí, donde había nacido”.
En segundo lugar, y mucho más dramático para su persona e
incluso más impactante para toda la localidad, dada la edad que tenía Miguel
Ángel, fue cuando conocimos la muerte de su hijo un 18 de abril de 1994, y ya a
un año de concluir con su mandato como máximo regidor en Arroyo de la Luz.
Aquella triste noticia dejó en todos los que lo habíamos tratado, y
especialmente en su círculo familiar más cercano, un poso de desconsuelo
difícil de superar.
A pesar del infortunio familiar, en 1995 Felicísimo quiso
seguir apostando por su agrupación política que tan buenos resultados le había
acarreado cuatro años atrás. No obstante, los doce años al frente del
consistorio provocaron cierto cansancio en el electorado que ahora sí quiso
volver a confiar de manera mayoritaria en el PSOE que presentaba como candidato
a Lorenzo Pérez Durán. De hecho, los siete concejales que obtiene el Partido
Socialista le permitieron recuperar el poder local. Aunque Felicísimo una vez
más quiso apostar por el personalismo en su candidatura ASOI, “para continuar
con ilusión, vota a Felicísimo” dirían todos sus carteles propagandísticos, la
estrategia se quedó lejos de lograr su objetivo último. De esta forma, con unos
escasos 755 votos quedó exclusivamente como el primer partido de la oposición.
Los otros cuatro concejales se lo repartieron el PP, que volvía al consistorio después
de cuatro años ausentes de la vida pública, e Izquierda Unida que logró los
otros dos puestos.Elecciones locales de 1995
A partir de este año su buena estrella política en Arroyo
comenzó un lento pero progresivo declive. Sus coqueteos con otras agrupaciones
de izquierda que se movían al margen o la izquierda del PSOE tampoco le dieron
resultados positivos. Así, por ejemplo, se estrenó como número 5 para las
elecciones al parlamento europeo del año 1994 en la candidatura de Coalición
por un Nuevo Partido Socialista, una coalición que llevaba de número uno a José
Miguel Villa Antoñana y que nada tuvo que hacer con el candidato del PSOE
Fernando Morán.
Nueva derrota electoral le supuso su presencia en el partido
Socialistas Independientes de Extremadura (SIEX), con el que concurrió en 1999
tanto para la Asamblea de Extremadura en la que iba de número 4, o para las
elecciones locales de ese mismo año, en la que como número uno y con 567 votos,
solamente él fue nombrado concejal de toda la lista que le acompañaba. De
nuevo, en este año el PSOE que lideraba Lorenzo Pérez logró revalidar su
mayoría absoluta con 9 concejalías y siendo ahora el primer partido de la
oposición el PP con dos puestos. Su propuesta fue ya la tercera en las
preferencias de los arroyanos. Por consiguiente, un nuevo paso atrás en su
carrera.
En febrero del año 2000, el año de la victoria por mayoría
absoluta del PP de José María Aznar, quiso dar el paso a la política nacional.
Aquello fue una opción completamente alejada de la realidad. En este caso, y
otra vez con el SIEX, su nombre iba de número 2 para el Congreso de los Diputados
por la provincia de Cáceres, opción política con la que quedó otra vez muy
lejos de sus objetivos. Y es que el SIEX siempre estuvo muy alejado de las
preferencias electorales de los extremeños
Definitivamente, y con el nuevo siglo y milenio su figura
estaba ya cayendo casi en el olvido político. No obstante, y, por último, en el
año 2003 volvió a ofrecerse a sus vecinos en la candidatura del SIEX que él
lideraba con un joven Albino Castaño Carrasco de número 2. Ahora, incluso, las
preferencias de los electores arroyanos le relegaron a un último puesto.
Efectivamente, con 459 votos volvió a ser elegido concejal para los siguientes
cuatro años, pero ese número de electores eran muy pocos para contrarrestar los
9 concejales que había obtenido el PSOE, ganador de nuevo, las 2 concejalías
del PP o el concejal que obtuvo Izquierda Unida con 100 votos más que él.
Terminada esa legislatura y ya con 64 años, se echó a un
lado en la política local, aunque siempre estuvo muy presente en conversaciones
de los que ya peinamos muchas canas porque, no en vano, fue el alcalde clave de
nuestra generación cuando éramos jóvenes. Sirva este artículo como homenaje a
su figura, y que el mismo sirva para recordarlo y darle efusivamente las
gracias por el intenso trabajo que desarrolló durante todos aquellos años en
favor de sus vecinos.
Nota: mi sincero agradecimiento a Felicísimo por aquella
larga conversación en el patio de su casa (ojalá la pueda volver a repetir), y
a su hija Julia Bello por las aportaciones más íntimas de su intrahistoria
familiar. Sin esta doble contribución este artículo hubiese tenido muchas más
lagunas de las que puedan encontrarse. Felicísimo saludando al entonces Rey de España
(Archivo familiar)Felicísimo e Ibarra en una de sus muchas visitas a Arroyo
(Archivo familiar)Con el presidente de la Diputación y con el de la Junta de Extremadura
(Archivo familiar)
Gracias por tu informacion, fue un gran alcalde
ResponderEliminarGran persona y gran alcalde
ResponderEliminarEfectivamente, los dos anónimos tenéis razón. Una gran persona y un magnífico alcalde. Muchas gracias por vuestras aportaciones.
ResponderEliminarel mejor alcalde de los últimos cuarenta años.
ResponderEliminarExcelente tu extensivo y emocionado artículo amigo Javier que nos recuerda una vez más nuestra historia arroyana. El Alcalde de nuestros mejores años, querido y respetado por todos, muy buena gente que dejó un gran legado difícil de superar. Cuánto me gustaría saludarle. Soy amigo de sus hijos Julita y Miguel Angel que tanto recordamos.
ResponderEliminarFuerte abrazo desde Guadalajara.
Muchas gracias, querido amigo. Toda la razón en lo que señalas. Mucha nostalgia se respira en todo el texto. Decirte que en el patio trasero de su casa se pasa buena parte del día, charlando con el que llega. Yo disfruté un montón de su conversación. Un abrazo.
EliminarPablo Bermejo, este arroyano desde Palma , te da las gracias, Frac.Javier por recordarnos estos datos de Felicisimo Como uno de los mejores alcacalde de nuestro pueblo,que yo aunque llevo muchos años ,fuera tuve el gusto de conocer
ResponderEliminarMuchas gracias, Pablo!!!!!
ResponderEliminarComentarios como el suyo muestran la importancia de estos trabajos mensuales. Saludos cordiales.
Gracias Javier ,por recordar lo que significó FELICISIMO para Arroyo.
ResponderEliminarFenomenal el artículo
ResponderEliminarGran artículo Javier, fue un gran alcalde.
ResponderEliminarMuchas gracias a los 3 últimos anónimos. Efectivamente fue un magnífico alcalde. Había que reconocerlo de manera pública y en vida del interesado. Saludos para los tres.
ResponderEliminarGracias Francisco Javier por recorda toda esa historia del mejor Alcalde de Arroyo de la Luz
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