José Luis Solano Rodríguez
Continuando con la estela del rico Patrimonio Arroyano
presente a la vista, oculto bajo el suelo del término
o vete tú a saber si tras una pared, empotrado en ella, sin conocimiento
de causa, nos topamos con la realidad
de unos bienes que salieron de la localidad,
que tratan sobre ella, que la leyenda nos los evoca y no los divisamos, ni admiramos, ni podemos sentirnos
orgullosos de su existir porque simplemente los desconocemos
o no sabemos de ellos. Ese acervo cultural se manifiesta a través de esculturas, pinturas, escritos, cantares
y coplas …. que debemos
tener presente, custodiar, estudiar, mostrar y transmitir a generaciones futuras.
Mencionaba en el artículo anterior una leyenda que cuenta la existencia de un verraco, a la entrada al puente menor del Pontones viniendo desde Cáceres, en el cordel mesteño, invocación a los dioses de la época prerromana erigido en pleno campo como exvoto cuya sangre derramada se ofrecía a las divinidades, pasando a ser hitos o mojones relacionados con las cañadas que seguían los ganados transhumantes, expresión de la potestad de la Mesta que usaba este paso hacia los pastos de Brozas y Alcántara, convirtiéndose, en este caso, en símbolo del pueblo por el nombre que ostentaría durante siglos. Hubo quien comentó que fue llevado al Museo Provincial de Cáceres por un grupo de autodidactas visitadores de Sansueña, del dolmen de la Estación, del patrimonio de la Zafrilla…interesados en protegerlo o tal vez de contribuir a los fondos de la institución museística creada en la IIª República, pero allí nadie sabe nada, no consta entre sus piezas arqueológicas; hasta el momento no aparece ninguna reseña fotográfica del mismo que nos asegure la realidad de su existir. Un verraco representaba un animal sobre una escultura en piedra, generalmente un toro –como los de Guisando, porque es un animal solar con virtudes religiosas que calmaba a los dioses y los patrocinaba en favor de los campos o ciudades donde se erigía- jabalí o puerco, animales más comunes en este entorno. Propuse en ese artículo, manteniéndome en ello, que habría que hacer una reproducción suya –como en otros lugares, La Alberca incluida donde presentan a un cerdo nítido-, sin definir, suiforme, que fuera, a falta de un conocimiento detallado de qué animal se trataba y de que no existen modelos uniformes creados, la representación de lo que pudo ser entre los tres mencionados tirando más hacia los dos últimos, con una aptitud más agresiva, como se da en la zona cacereña y salmantina, acorde con la leyenda del Arroyo del Fresno y el belicoso puerco al que se enfrenta el caballero con lanza o de la fortaleza dicha para el escudo de Arroyo del Puerco y su representación cruzada, hacia la Lusitania en el oeste, seña de identidad local que dio nombre a la villa durante más de ocho siglos, debiéndonos sentir orgullosos de ello –“alegría de ricos y pobres” (A. Ponz)-, además de por su contribución histórica a la economía, alimentación y gastronomía local.
Siguiendo con la esculturas en piedra granítica dentro del Museo Provincial, nos encontramos, esta vez sí, allí depositadas un conjunto de estelas –lápidas- funerarias aparecidas en la dehesa de la Luz, en la Zafrilla de Campofrío, en el Lavadero de lanas de S. Miguel …que nos remontan, como poco, a época romana.
Inscripción lusitana
con caracteres romanos que puede indicar
el nombre primigenio de la población y de su río inmediato
“Isaicid rueti puppid
Carlae enetom indi na…”[De esta manera reza lo que en / para Carla (está)introducido / establecido y no..]
Dentro del apartado
de la Historia Antigua en el área de Sansueña
habría que tener en cuenta
la numismática y la recuperación de tres ases de época republicana de las cecas
de Orosis, Sekaisa
y Tamusia.
Puestos a capturar y a recuperar, nos vamos al patrimonio pictórico sobre Arroyo. Empezamos por intentar localizar un cuadro de un paisaje de nuestra Romería de la Luz con la ermita al fondo y sus personajes ataviados con el traje típico arroyano, costumbrista, de grandes dimensiones que estuvo colocado en la sala del Club Juventud Interparroquial en la década de los setenta del siglo pasado, en la parte trasera de la iglesia del Santo que ha desaparecido, desconociendo el actual sacerdote alguna noticia del mismo. Perdido también se halla, tal vez, con suerte en el almacén municipal, un cuadro que colgaba en la parte superior de las dependencias consistoriales hace años, representando la leyenda del caballero, el fresno y el jabalí. Siguiendo con la estela de pictórica, nos encontramos con la obra “Plaza de pueblo extremeño” de Juan José Narbón, un oleo sobre lienzo de reducidas medidas -0,38 x 0,58 m- ubicado en el Museo de Bellas Artes de Badajoz, que recoge la ermita de la Luz y la explanada al sur con paisanos.
Paralelo a estas artes, en el mundo de la cartelería, se hizo un cartel para el primer Festival al Emigrante celebrado un ocho de septiembre de los años 1977 o 1978, precursor de las fiestas de verano que existen ahora, realizado por Eladio Suárez García, incluida la plancha en cobre, elementos que abría que rescatar, lo que no sería difícil si es para un buen fin y con una sede adecuada.
En otro orden de búsqueda, aparecen diseminados por la geografía archivística nacional documentos relacionados con el lugar cuyas copias de ellos, si no cabe el traslado del original, pasarían a completar y enriquecer el ya de por sí valioso archivo municipal, si antes no se lo comen la humedad y los insectos.
Este bosquejo es una pequeña
introducción de las posibilidades de captación y recuperación
patrimonial, con el tiempo y la indagación persistente aflorarán más, sin ignorar las que están a simple vista y no se tienen en cuenta, como son las
piezas derivadas del alfar arroyano, algunas de la cuales no se fabrican
actualmente y puede que lleguen a olvidarse si pasa esta
generación de operarios que casi ni las recuerdan a costa de no fabricarlas desde hace tiempo. Es
curioso que personas catalanas relacionadas con museos de artes y costumbres populares encargaron en su día
–según testimonio de J. Pajares- piezas
de éstas para llevárselas a Cataluña
y aquí no se muestren, cosas de
aquí.
No hay que olvidar la Dehesa de la Luz que ha mostrado algunos
detalles, pudiendo ser más diseminados por su extensión, abarcando diversas culturas
desde la prehistoria hasta los tiempos
actuales, pendiente de excavaciones, de catas arqueológicas –como la de la ermita de la Luz para poder concretar sus
orígenes, sus cimientos culturales entre un templo
protohistórico, una villa romana, un santuario paleocristiano…., o todo a la
vez en la progresión temporal-, de visionado a través de observaciones a simple paseo –quizás haya un resto astrohistórico, a seguir su estudio, por si acaso, …-. Ese
espacio que llevó el nombre de “la Matanza” reflejado en documentos del medievo quedando
circunscritos, con el paso
del tiempo, al pozo de ese nombre simplemente, hecho que aboca por la profundidad en que se dice a que tuvo que ser de gran calado como luego
se expone en la leyenda, que quizá sea un hecho
histórico, ha reflejado y que una
excavación ofrecería luz sobre el tema, aportando restos arqueológicos de origen
bélico –armas, cadáveres…-
Da para tanto la Dehesa,
su explotación económica, su proyección cultural.
Posiblemente no se
puedan adquirir muchas de
estas obras mencionadas, pero sí reproducir, como en otros lugares, llegando a través de copias, cesiones,
depósitos …. que podremos tener en
Arroyo, disfrutar y transmitir a generaciones futuras, visitantes incluidos, a degustar en un Museo local,
porque hay obras en el Museo Provincial acomodadas en la oscuridad
del almacén sin perspectiva de visión, como esperando a salir de esa institución si otra las reclama: ¿La habrá?
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