Por Francisco Javier García Carrero
Cronista Oficial de Arroyo de
El
quinto análisis de la serie de trabajos del profesor Antonio Pérez Toranzo y la
asociación Photones, continúa con la iconografía que ya referimos en el
anterior estudio y enmarcada en la Pasión de Cristo. En este caso serán dos las
pinturas que analizaremos, ya que cronológicamente estos hechos se produjeron
de manera consecutiva. Importante es que las dos obras se encuentran en nuestro
excelso retablo, y que aluden a Cristo atado a la columna y el Ecce
Homo, dos de los trabajos que Morales repitió una y otra vez, dado el éxito
que tenían entre los distintos mecenas estos dos pasajes del Evangelio.
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Ecce Homo @Retablo Iglesia de la Asunción (Arroyo de la Luz) |
Efectivamente, una vez consumada la traición de Judas, y después del correspondiente beso que le estampó en la mejilla, Jesucristo fue arrestado y a lo largo de toda la noche fue llevado de un lado a otro para someterlo a distintos juicios que protagonizaron judíos y romanos. Los primeros le acusaron de blasfemia, un delito que entonces se penaba con la muerte. No obstante, los judíos carecían de la autoridad para poder ejecutar a nadie y necesitaban contar con la autoridad de los romanos para que este castigo pudiera realizarse.
Judea llevaba entonces poco tiempo convertida en provincia romana, y generalmente había “tumultos políticos” sobre todo si se celebraban fiestas religiosas, como era el caso. Cuando detuvieron a Jesucristo se celebraba la “liberación de Egipto”; es decir la Pascua judía. En un principio, el prefecto romano, Poncio Pilatos, no encontró falta ni culpa alguna en el detenido y fue enviado a Herodes, el tetrarca de Galilea e hijo del más conocido, ya que no olvidemos que el detenido era galileo. Éste no quiso saber nada de él y lo volvió a enviar a Pilatos que en esta segunda ocasión decidió mandarlo a azotar. Es aquí donde aparece el primero de los cuadros analizados, “Cristo atado a la columna” y donde encontramos a Jesucristo (Juanjo Moreno) y el sayón (Juan Manuel García).
@Antonio Jesús Pérez Toranzo |
Estamos
ante un tema en numerosas ocasiones repetidos por el Divino o por su taller. No
obstante, el que poseemos en Arroyo tiene varias particularidades que lo hacen
único. Por un lado, probablemente estamos ante el cuadro más logrado y emotivo
de Morales. Es con seguridad el más bello desnudo que hiciera el pintor a lo
largo de su trayectoria profesional. Los ojos del flagelado alzados hacia el
cielo y la separación del cuerpo de la columna provocan un juego de luces en
diversos planos que modela la bella silueta de Jesucristo sobre la solo
iluminada figura del sayón. Por otra parte, tal y como argumenta Fernando
Claros Vicario en un magnífico artículo publicado en la revista Alcántara,
pudiera ser que el sayón represente el rostro de Luis de Morales, y que por
tanto nos encontremos con un autorretrato del Divino, una situación en absoluto
extraña con los pintores de renombre.
Según
la ley el máximo de latigazos a recibir fue el de 39. La tortura se realizó con
el flagelo, un látigo de cuatro o cinco correas de piel de becerro con bolas de
plomo y trozos de huesos de oveja incrustadas en los extremos. Atado al poste y
desposeído de todas sus ropas, las heridas serían equivalente a quemaduras de
tercer grado debidos al desgarro de piel y musculatura. A continuación, fue
cuando le colocaron la corona de espinas que le provocó numerosas heridas en la
cabeza.
Concluyó este martirio con nuevos golpes con una vara, le abofetearon, le volvieron a desposeer de su ropa y se le volvieron a abrir las heridas de la flagelación. En consecuencia, las condiciones físicas de Jesús eran pésimas antes de ser mostrado a la multitud y antes de ser llevado a la crucifixión. Es ahora cuando aparece la nueva obra a comentar, Poncio Pilatos (Daniel Álvarez), quien, tocado a la moda flamenca del siglo XVI, sostiene una larga vara en su mano izquierda y decide mostrar a Jesucristo ante la multitud a los que señala, mirándolos, “este es el Hombre”, el Ecce Homo, e invitando al populacho a contemplar el rostro dolorido, aunque sereno, del Nazareno (Juanjo Moreno), que repite personaje.
@Antonio Jesús Pérez Toranzo |
Este
Ecce Homo tuvo gran aceptación, prueba de ello son las múltiples versiones que
se conocen del mismo episodio. Una factura soberbia que trasmite el drama que
se avecina, aunque tratado por Morales con gran elegancia y hablando más al
corazón de los fieles que observan la obra que mostrando la violencia inútil
que se acaba de producir.
En
resumen, estas dos obras para Antonio Pérez Toranzo fueron de más fácil edición
fotográfica dado que los tres “modelos” lograron captar magníficamente las
expresiones de los personajes que estaban representando (Jesucristo, el sayón y
Poncio Pilatos). Todo ello resultó, pues, más sencillo dado, incluso, el
parecido formal y físico con los originales, especialmente en el sayón al que interpreta
nuestro párroco.
Aquí tenéis una pequeña muestra de fotos de @APyF con el Making of (cómo se hizo):
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