Por Francisco Javier García Carrero
Cronista Oficial de Arroyo de
Nos
vamos acercando a la fase final del trabajo elaborado por el profesor Antonio
Jesús Pérez Toranzo y la Asociación Photones. En este caso, y consumada la
tragedia con el fallecimiento y bajada de la cruz de Jesucristo, tal y como
vimos en el comentario anterior publicado en el blog de Paisajes y Fiestas,
analizaremos dos obras íntimamente relacionadas con la Pasión y muerte de
Cristo y que el Divino trabajó una y otra vez, La Piedad y la Virgen de los
Dolores.
En ambos casos la función pedagógica del arte se ve incrementado por el interés que el autor de los cuadros pondrá en lo contemplativo, meditativo y devocional. Con estas obras Morales nos narra visualmente una nueva experiencia religiosa que combina a la perfección el dolor interior de una Madre y el deterioro físico del Hijo. Y es que La Piedad junto a La Dolorosa fueron dos de los temas predilectos de Luis de Morales ya que supo plasmar como nadie el sufrimiento de Cristo y el dolor de la Virgen cuando recogió entre sus brazos al cuerpo muerto de Jesús.
Entre
las múltiples versiones que existen sobre La Piedad, el profesor Toranzo ha
elegido la que actualmente se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Bilbao,
un óleo sobre tabla de nogal de 72 x 50 cm y que fue realizado en el año 1568.
Cuando Morales realizó esta obra ya había concluido otras versiones como por
ejemplo la que tenemos en la catedral de Badajoz que está fechada entre 1553 y
1554. A pesar de estar narrando el mismo episodio evangélico, el maestro trata
de introducir ciertas variantes en la disposición de las figuras siempre
reducidas a la Madre y el Hijo, liberándolas casi totalmente de marcos
ambientales, arquitectónicos o paisajísticos.
Sobre
un fondo oscuro, sobre el que sólo se recorta el brazo vertical de la cruz del
Calvario, se desarrolla esta Quinta Angustia de esquema zigzagueante en
el que Cristo está reposando en el regazo materno. Modelo de Virgen de blanca
toca y manto verdeazulado, un repertorio muy común en lo moraliano. Cristo, en
cambio, presenta un rostro fino, barba rala y cabeza profundamente lacerada. El
madero vertical sobre el que se apoyan las figuras subraya el eje de la
composición e identifica, a su vez, el Calvario, la cruz de la que acaban de descender
a Jesucristo. La intensidad dramática queda resaltada por las expresiones
faciales y el “juego de contrarios” de rostro y ojos de Madre e Hijo, patéticos
por la descripción física de los ciegos y en blanco de Cristo (Juanjo Moreno)
y los activos y llenos de emoción de María (Ana Parra).@Antonio Jesús Pérez Toranzo
En
cuanto a la Mater Dolorosa (María de la Luz Cabezas), otro óleo sobre
tabla pintado entre 1560 y 1570 y perteneciente a la colección del Museo del
Prado, nos muestra la Virgen en soledad, de más de medio cuerpo frontal con la
cabeza ligeramente vuelta y las manos entrelazadas ante el pecho. Una obra de
inspiración tizianesca y análogas a las que tenemos en la catedral de Toledo, y
especialmente a la magnífica que se puede visionar en el Museo del Hermitage de
San Petersburgo.@Antonio Jesús Pérez Toranzo
Las
variantes entre estas Dolorosas son mínimas, aunque todas nos demuestran la
creatividad del maestro, siempre de factura soberbia que transmiten el drama
con gran elegancia. El mismo tipo de rostro con el mentón muy alargado, ojos
verdiales de los que están a punto de brotar un par de lágrimas, realizados con
finos arrastres de color cristalino. En esta cara el pintor quiere concentrar
todo el dolor de una Madre ante el drama de la muerte de su Hijo en la cruz. O
lo que es lo mismo, un intencionado propósito de contagiar sentimientos de
devoción y patetismo al espectador de la obra.
En
resumen, en cuanto a La Piedad, el profesor Pérez Toranzo realizó un trabajo
digital para cambiar los tonos de las telas azuladas y el pintado sobre ella de
los pliegues con la finalidad de aproximarse a los originales. También trabajó
digitalmente el cuello de la Virgen y estrechando sus hombros para lograr un
parecido exacto al original. De la misma forma, tuvo que esforzarse en la
digitalización de las púas de la corona de espina que aparecen sobre el rostro
del Señor. Una calidad expresiva que logran magníficamente el matrimonio que
sirvió de modelo para esta obra (Juanjo y Ana). Y respecto a la Virgen de los
Dolores, el profesor Toranzo disfrutó en el procesado de esta obra por el
parecido de la modelo y su alta calidad expresiva ya que Mari Luz logra a la
perfección el rostro compungido de la Madre de Dios y es fiel completamente a
lo que nos quiso mostrar el Divino en su magnífica obra.
Aquí tenéis una pequeña muestra de fotos de @APyF con el Making of (cómo se hizo):
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