Por Francisco Javier García Carrero
Cronista Oficial de Arroyo de
Seguimos
avanzando en el estudio del trabajo del profesor Toranzo y la Asociación
Photones. En los anteriores análisis detallamos cómo bajaron de la cruz a Jesús
(Descendimiento) y cómo fue abrazado por su Madre una vez que fue separado del
madero (Piedad). Debemos aclarar que los cuerpos de los crucificados en aquella
época no solían enterrarse. Generalmente pasaban cuatro o cinco días colgados
del madero como escarmiento por sus culpas, una situación que no se vivió con
Jesucristo que teológicamente tenía que ser enterrado para luego poder
resucitar.
Este
nuevo trabajo del Divino, y que se puede admirar en nuestro retablo de la
iglesia de La Asunción, recoge el momento exacto en el que el cuerpo inerte de
Jesucristo está siendo depositado en el Santo Sepulcro. Cronológicamente el
hecho se sitúa para los católicos el Viernes Santo, o lo que es lo mismo, en
los instantes posteriores al Descendimiento, de ahí que los personajes que
aparecen en el cuadro, con una única excepción tal y como veremos
posteriormente, son los mismos que ya señalamos en aquel análisis.@Retablo Mayor de Ntra. Sra. de la Asunción
Arroyo de la Luz
El
Santo Entierro del Señor fue un tema muy popular desde finales de la Edad Media
y durante buena parte de la modernidad. Siempre suele transmitir una gran
espiritualidad y una forma piadosa e íntima de tratar el asunto por todos los
artistas que se acercaron a este pasaje de los Evangelios. Generalmente, como
sucede una vez más en el cuadro analizado, todos los personajes presentan una
intensa vida interior en el que la melancolía y el “llanto en silencio” por lo
que está sucediendo es lo fundamental de todas estas obras.
Efectivamente,
la narración didáctica del episodio del Santo Entierro se transforma en una
profunda meditación interior para alcanzar un diálogo con el espectador,
generalmente analfabeto, con el que logra una interacción devocional. Una vez
más, el Divino nos conmueve por la ternura de los personajes, nos despertará
las emociones más profundas por la serenidad y la resignación que los seis
personajes que acompañan a Cristo, ya cadáver, nos muestran, y lo que ello
supone como redención perpetua del género humano. Es decir, una vez más lo contemplativo
se une a lo meditativo para lograr una simbiosis que irá más allá de la pura
función pedagógica del arte.
Desde
el punto de vista artístico, el Divino Morales nos presenta una composición
manierista donde la influencia de Durero es más que evidente. En la obra
tenemos a tres personajes centrales, y otros cuatro que acompañan la escena en
diversas posturas, tres más alejados y otro más próximo al espectador. Los santos
Varones, José de Arimatea (Antonio J. Pérez) que sostiene a Cristo por
la parte superior del cuerpo, es ayudado por Nicodemo (Francisco Javier
García) que lo toma por los pies y entre ambos están depositando al Señor (Javier
Carrero) en el Santo Sepulcro. María Magdalena (Juan Cid), que en
otras ocasiones besa los pies de Jesucristo, en este caso besa amorosamente su
mano inerte. Completan la escena en la parte superior una Dolorosa (María
Jesús Rosado) con un semblante mucho más sereno que el que el artista nos
mostraba en el Descendimiento. Junto a ella, otra de las santas Mujeres, María
de Cleofás (María Leal), y el apóstol San Juan enjuagándose sus lágrimas
(Manuel Montero).@Antonio Jesús Pérez Toranzo
En
resumen, otra compleja composición con siete personajes, uno menos que en el
cuadro del Descendimiento, son los mismos nombres que en este último, con la
excepción de la plañidera que allí aparecía y aquí desaparece (Carol Higüero).
El profesor Antonio Pérez Toranzo consigue mostrarnos un buen efecto visual a
base de grupos de modelos con varias fotografías diferenciadas y que supuso,
una vez más, ordenar y ensamblar un complejo puzle de edición.
Alguno
de ellos, como es la figura de Jesucristo con una postura casi imposible; se
vuelve a recuperar en el apenado San Juan el rizado pelo de su hijo. También
fue trabajoso incorporar los postizos del cabello alargado en extensiones de
María Magdalena y sin olvidarnos del cambio de color que tuvo que realizar en
los ropajes de José de Arimatea y de Nicodemo. No obstante, el resultado final
ha sido un magnífico trabajo en el que nuevamente la paleta cromática del
Divino se ve interpretada de manera magnífica.
Para
concluir, decir que este cuadro sirvió de práctica en las oposiciones de
Secundaria de no hace tantos años. Aquel día casi un millar de opositores se
encontraron con un Santo Entierro de Morales ubicado en la iglesia de la
Asunción de Arroyo de la Luz. No todos supieron reconocer ni situar la obra en
aquel instante, pero que, una vez concluido el proceso de oposición, todos lo
buscaron y ya nunca lo olvidarían, así también se hace “patria chica”.
Aquí tenéis una pequeña muestra de fotos de @APyF con el Making of (cómo se hizo):
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