José Luis Solano Rodríguez
La Virgen de la Luz en la Parroquia de la Asunción en la década de 1960
La Novena es un hecho
socio-religioso, e incluso político, en
la vida de Arroyo de la Luz a lo largo de la historia. Aglutinador social, “lazo de unión de todos los arroyanos”
que describe la oración novenaria, por encima de creencias religiosas e
ideológicas, fundamentado en la devoción a la Virgen de la Luz, designada patrona de la villa por su
Ayuntamiento, que ejerció su patronato durante siglos, al igual que sobre la Iglesia de la Asunción, Convento y ermitas respaldada
por la jerarquía católica, a que acude
la población en sus rogativas y plegarias, bien con carácter colectivo ante
necesidades climatológicas –agua, preferentemente-, epidemias, guerras…, o por asuntos familiares o
personales, también como hecho social, cultural, de costumbre que ha movido a
ingente cantidad de personas y que va decreciendo en el tiempo.
Provocaba un gran movimiento ciudadano,
incluso de otras poblaciones, a los
actos religiosos celebrados en la parroquial, donde se instala la imagen,
traída desde su ermita, Durante su
estancia, se celebra una misa matinal y otras en la tarde, siendo la última, al
anochecer, precedida de rosario, oraciones especiales diferentes por día de Novena,
acompañada de un sermón principal en su
homilía a cargo de algún memorable religioso traído de
fuera de la localidad –José Luis Cotallo, Pedro Rubio Merino, que además de en
lo religioso destacó en lo cultural, tanto en Extremadura como en Andalucía…- ,
ante la ausencia de frailes en el Convento
desde 1835, que lo tenían asignado por el Consistorio municipal, siendo una de las fuentes de ingreso de los pobres
hermanos descalzos al estipularle una cantidad, como tampoco se encargaban de
cruzar las puertas de ambos templos con Ella sobre sus hombros, que el resto
del camino, entre las cruces del Patín y la del casco urbano a poniente,
correspondía a los vecinos seglares, principalmente a los regidores munícipes.
Antes de esas plegarias diarias que acompañan al rosario, creadas en el s XIX
por el fraile agustino Benito García, malpartideño precisamente, se mencionan “novenas
de misas”, simplemente, como misas a la Virgen durante nueve días. La eucaristía última congregaba mayor número
de asistentes, hasta llenar la iglesia; se los dividía según la
costumbre anterior al Concilio Vaticano II (1962-1965) por sexo, que D. Vicente
Castro imponía todavía, aunque el sustituto, D. Ciriaco, ejerciera como párroco:
hombres a la izquierda, al lado del evangelio, y
mujeres a la derecha, frente al lugar
de lectura de la epístola –muchas con escapularios, las más mayores con
pañuelos en la cabeza, las demás con velos de blonda en ella-, teniendo ellos preferencia para sentarse, que “venían de la
labor”, prioritaria a la doméstica y sin reivindicarse discriminación.
Ese movimiento, la salida de casa del vecindario hacia la parroquia, a la plaza, a lo largo de las celebraciones, repercutía sobre los negocios y empresas con fines sociales: tiendas, bares, bailes…y el cine de la localidad. En los años sesenta del siglo pasado fue una época de esplendor social en este sentido. Si miramos hacia el cine, se implicó y sirvió al colectivo arroyano. La empresa había construido una nueva sala adaptada a los tiempos, inaugurada en agosto de 1961, para 1.300 espectadores, cuando Arroyo ya había descendido de los 10.000 habitantes.
Durante la Novena, el Cine Solano procuraba proyectar el domingo una película que fuera del máximo agrado del público, en tres sesiones de la tarde-noche, adaptadas a las edades del público y al horario de la celebración religiosa. A principios de los sesenta destacó la proyección de Espartaco, con Kirk Douglas, Tony Curtis, Peter Ustinov dirigidos por Stanley Kubrick, ganadora de 4 Oscars y con 196 min. de duración. El éxito fue apoteósico. Y que decir tiene que el presente, vinculado con la empresa, y dadas las características de la película, vió, sin pestañear, los tres pases con cena incluida (bocadillo de tortilla y chuleta, a la par que padre) en la cabina de proyección en el último de ellos –vieja reivindicación, intentando ser mayor, cumplida - que finalizó bien pasada la una de la madrugada. Al día siguiente, a escuela, con recorte de horario de sueño, pero presumiendo de tal proeza en el recinto escolar y, en el recreo, todos queríamos ser Espartaco.
José Luis Solano
Rodríguez
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