sábado, 13 de abril de 2024

ESPARTACO EN LA NOVENA

   José Luis Solano Rodríguez                 

                          La Virgen de la Luz en la Parroquia de la Asunción en la década de 1960                                          

La Novena es un hecho socio-religioso, e incluso  político, en la vida de Arroyo de la Luz a lo largo de la historia.  Aglutinador  social, “lazo de unión de todos los arroyanos” que describe la oración novenaria, por encima de creencias religiosas e ideológicas, fundamentado en la devoción a la Virgen de la Luz,  designada patrona de la villa por su Ayuntamiento, que ejerció su patronato durante siglos, al igual que sobre la  Iglesia de la Asunción, Convento y ermitas respaldada por la jerarquía católica, a  que acude la población en sus rogativas y plegarias, bien con carácter colectivo ante necesidades climatológicas –agua, preferentemente-, epidemias,  guerras…, o por asuntos familiares o personales, también como hecho social, cultural, de costumbre que ha movido a ingente cantidad de personas y que va decreciendo en el  tiempo.

    

     Provocaba un gran movimiento ciudadano, incluso de otras poblaciones,  a los actos religiosos celebrados en la parroquial, donde se instala la imagen, traída desde su ermita,  Durante su estancia, se celebra una misa matinal y otras en la tarde, siendo la última, al anochecer, precedida de rosario, oraciones especiales diferentes por día de Novena,   acompañada de un sermón principal en su homilía   a cargo de algún memorable religioso traído de fuera de la localidad –José Luis Cotallo, Pedro Rubio Merino, que además de en lo religioso destacó en lo cultural, tanto en Extremadura como en Andalucía…- , ante la ausencia de  frailes en el Convento desde 1835, que lo tenían asignado por el Consistorio municipal, siendo  una de las fuentes de ingreso de los pobres hermanos descalzos al estipularle una cantidad, como tampoco se encargaban de cruzar las puertas de ambos templos con Ella sobre sus hombros, que el resto del camino, entre las cruces del Patín y la del casco urbano a poniente, correspondía a los vecinos seglares, principalmente a los regidores munícipes. Antes de esas plegarias diarias que acompañan al rosario, creadas en el s XIX por el fraile agustino Benito García, malpartideño precisamente, se mencionan “novenas de misas”, simplemente, como misas a la Virgen durante nueve días.  La eucaristía última congregaba mayor número de asistentes, hasta llenar la iglesia; se los dividía según    la costumbre anterior al Concilio Vaticano II (1962-1965) por sexo, que D. Vicente Castro imponía todavía, aunque el sustituto, D. Ciriaco, ejerciera como párroco: hombres a la  izquierda, al  lado del evangelio,   y mujeres a la    derecha, frente al lugar de lectura de la epístola –muchas con escapularios, las más mayores con pañuelos en la cabeza, las demás con velos de blonda en ella-, teniendo ellos  preferencia para sentarse, que “venían de la labor”, prioritaria a la doméstica y sin reivindicarse discriminación.

      Ese movimiento, la salida de casa del vecindario hacia la parroquia, a la plaza, a lo largo de las celebraciones,  repercutía sobre los negocios y empresas con fines sociales: tiendas, bares, bailes…y el cine de la localidad. En los años sesenta del siglo pasado fue una época de esplendor social en este sentido. Si miramos hacia el cine, se implicó y sirvió al colectivo arroyano. La empresa  había  construido una nueva sala adaptada a los tiempos, inaugurada en agosto de 1961, para 1.300 espectadores, cuando Arroyo ya había descendido de los 10.000 habitantes.


Durante la Novena, el Cine Solano procuraba proyectar el domingo  una película que fuera del máximo agrado del público, en tres sesiones de la tarde-noche,  adaptadas a las edades del público y  al  horario de la celebración religiosa. A principios de los sesenta destacó la proyección de  Espartaco, con Kirk Douglas, Tony Curtis, Peter Ustinov dirigidos por Stanley Kubrick, ganadora de 4 Oscars y con 196 min. de duración. El éxito fue apoteósico. Y que decir tiene que el presente, vinculado con la empresa, y dadas las características de la película,    vió, sin pestañear,  los tres pases con cena incluida (bocadillo de tortilla y chuleta, a la par que padre) en la cabina de proyección  en el último de ellos –vieja reivindicación, intentando ser mayor, cumplida - que finalizó bien pasada la una de la madrugada. Al día siguiente, a escuela, con recorte de horario de sueño, pero presumiendo de tal proeza en el recinto escolar y, en el recreo, todos queríamos ser Espartaco.

 

 

                                                                                                                      José Luis Solano Rodríguez 



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