viernes, 8 de septiembre de 2023

CARTEL FESTIVAL AL EMIGRANTE

 José Luis Solano Rodríguez 


Con la llegada de las primeras aguas preotoñales reverdece, de nuevo, el cartel anunciador del I Festival al Emigrante celebrado el ocho de septiembre de 1977 -cuarenta y seis años atrás- y lo hace para quedarse de forma permanente a disposición de los arroyanos y visitantes en la Oficina de Turismo de Arroyo de la Luz –local del pretendido Museo Local en aquellos tiempos, aún pendiente-, que menos es nada para la perdida mirada de un tiempo transcurrido; dulce recuerdo, soplo de vida, un vivir de esperanza en una deseada, creciente y abundante oferta cultural.

Salió en su día tarde, para el ocho de septiembre –que entonces era simplemente el día de la Virgen de Guadalupe, el de Extremadura habría que esperar oficialmente a 1985,

aunque ya se miraba para esa fecha- , casi tres semanas después de lo pretendido, por culpa de la burocracia-censura del postfranquismo vigente, habiéndose marchado ya muchos de los homenajeados, que no todos, y contando con los que venían para las ferias de septiembre, “señores” incluidos, como canta la copla. Fue el resultado de un grupo de jóvenes constituidos en la Asociación ProCasa de la Cultura, deseosos de elevar el nivel cultural de la localidad, de que hubiera locales para ello, de que aumentara la población para esa causa desarrollando y mostrando sus cualidades ocultas.

Ese cartel, evocación y homenaje al arroyano emigrado, como tantos extremeños, sobre un campo vacio, casi yermo, con colores de muerte, indiferencia y bajo un cielo de esperanza – de los que se hablaba sería la futura bandera extremeña, que, según cuentan ciertas lenguas, surgió por los de los equipos de futbol de Badajoz y Cáceres- , cruzado en su marcha por un paisano de escueto traje y con una maleta en la que porta su escaso “jato” en busca de un futuro mejor para su entorno. Diseñado por Eladio Suárez García, “Yayo”, para que, sobre plancha de cobre, se imprimiera a dos colores y anunciara el evento a celebrar en el campo de futbol de la localidad, como también lo haría en siguientes ediciones. Localizado entre mis enseres, me es grato donar este documento histórico para su exposición pública de forma permanente, esperando que la familia Suárez García pueda encontrar la plancha que sirvió de base a su imprimación, así como los bocetos previos a ella para que tengan el mismo fin público y cultural que se pretendió siempre.

Fue un esfuerzo arduo esa realización, como comenté en artículo anterior sobre el evento, pero ahí quedan las señales, luego tomadas por el Ayuntamiento, y una obra de arte para gozo y disfrute de todos.

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