jueves, 10 de febrero de 2022

ELECCIONES MUNICIPALES EL DÍA DE AÑO NUEVO

  José Luis Solano Rodríguez


    Y sin haber escuchado nada hasta leer esta noticia, sin haber visto carteles electorales en las plazas y colegios  del pueblo a una semana de ellas. Estén tranquilos que no tendrán que ir a formar parte de ninguna mesa electoral y aguantar en ella catorce horas, ni tendrán que pensar a quien votar tras recibir propuestas y programas electorales,   tampoco los políticos ver sus proyectos aún pendientes de  llevar a cabo,  su cargo acortarse o con incierto futuro inmediato. ¡Que no!, que Sánchez no ha tomado ninguna medida electoral al respecto que nos descoloque.  Hay que transportarse  cuatrocientos años atrás.

       


      “Elecciones del año de       ------------------------------------                MDC.. años /

        mill y seiscientos

        En la villa del arroyo el puerco sábado primero dia del mes / de enero de mill

        e  seiscientos años sus mercedes be…”

 

    El sábado 1 de enero, como el próximo  día de Año Nuevo, “según uso y costumbre”, se celebraron elecciones municipales en Arroyo el Puerco igual que todos los primeros de año, que entonces eran  anuales y los paisanos no tenían que ir a emitir voto, ni había mesas electorales, ni partidos políticos –tal vez partidas, camarillas personales de intereses-. Las elecciones eran reflejo de la sociedad del momento, dividida en tres estados: nobles o hijosdalgo –baja nobleza, dispuestos para “luchar”, que han obtenido  ese estatus tras comprar a la Monarquía  esa condición en la mayoría de casos-, clero –que se dedica a rezar- y el estado llano o de los hombres buenos, representando más del 95% de la localidad, la mayoría del sector agropecuario, que trabaja y abona impuestos –por lo que son llamados pecheros-; el pueblo se dividía en tres collaciones o barrios –S. Bartolomé, entre la plaza de la parroquial y el castillo, residencia de curas y nobles así como de antiguos pobladores; la Corredera, la más numerosa en población, con personas de oficios varios e industrias y la de Santa Ana, entre su ermita (Calle Santa Ana) y la carretera a Alcántara.

     Se elegían en esa votación las justicias y los oficiales del Concejo: un Alcalde ordinario por los hidalgos y otro por los hombres buenos, un Regidor por los primeros y dos por los segundos, según las  zonas, y, también por estos son elegidos un Procurador General, un Mayordomo del Concejo, dos Alcaldes de Hermandad –uno por estado-, dos Fieles, un Alcalde y un Mayordomo del hospital. Los Alcaldes ordinarios representaban la justicia civil y criminal en primer grado, los regidores venían a ser parecidos a los concejales actuales, encargados de los asuntos políticos y económicos, el Procurador General servía para dar voz - que no voto -al pueblo  en el Consistorio, el Mayordomo era el administrador de los bienes y caudales del Ayuntamiento, los Alcaldes de Hermandad eran una autoridad judicial que se  relacionaban con concejos de intereses comunes, los Fieles controlaban los pesos y medidas en comercios y mercado público, incluso repesando productos en las ventas comerciales,  el Alcalde y  Mayordomo del Hospital con las competencias de ambos oficiales orientados a ese servicio municipal.

    


   “se juntaron en las cassas de Consistorio desta / Villa para efeto de nombrar y elegir /          oficiales de concejo este año de mill / e seiscientos y aviendose praticado / entre sus     mercedes quien pueden / ser oficiales de concejo este dicho año an… “

 

    El sistema de elección se basaba en la Provisión del Conde de Benavente de 1551; los alcaldes y regidores salientes, tras haber “praticado”, proponían, cada uno,  dos nombres por  oficio, levantando acta del hecho el escribano, acto seguido se abrazaban en señal de aceptación y conformidad. Terminada la reunión en las “casas de consistorio” se dirigían a la misa mayor en la parroquia –a las doce- encontrándose allí el gobernador o alcalde mayor de la villa, letrado designado por el conde-duque de Benavente, señor de Arroyo, en su escaño junto al altar;  terminado el oficio religioso se retiraba a la sacristía donde los recibía, haciéndoles los cargos salientes “el juicio necesario so pena de prisión”, analizando y eligiendo  la primera autoridad  local la propuesta de “los que más convengan al servicio de Dios” -pudiendo alterar algún nombre-, ordenaba se hiciera pública la resolución en la iglesia conforme estaba aprobada para no incurrir en la condena mencionada y entregaba las varas de justicia a los  alcaldes  designados.  

      Para ser electos, los cargos municipales habían de reunir una serie de condiciones:  ser vecinos de la villa, además por el estado noble había que  tener ejecutoria de hidalguía, el alcalde ser mayor de veinte años, casado, independiente de sus ascendientes, … habiendo el año de 1.600 problemas y recurso por tratar de elegir a un menor de esa edad, que al parecer se carecía de uno  que no lo hubiera sido en los últimos tres años, según tradición; los representantes del estado llano debían tener “buena conducta y ser  sensatos”, pudiendo recaer en cualquiera de ellos, ya fuera labriego, carnicero, platero... Este sistema, levantaba a veces suspicacias, comentarios y recelos en muchos paisanos, que algún año expresaron y recurrieron a la autoridad superior. 

     En el actual sistema político-electoral municipal  nos queda esperar año y medio –que son cada cuatro anualidades- para ir a votar una lista cerrada propuesta por algún partido político o agrupación electoral,  que derivará en la elección de concejales quienes, reunidos en Consistorio, habiendo “praticado” con anterioridad a las elecciones en la sede del partido o asociación –salvo que no haya mayoría- elegirán Alcalde –que ya no es justicia local, aunque le den vara de ello-, el cual designará tenientes de alcalde, junta de gobierno, concejales de área …y los empleados municipales, antiguos oficiales,  a desempeñar su puesto, mediante oferta de empleo público, sin que haya comentarios, suspicacias ni guante negro. Y a esperar que las elecciones sean para bien y convengan al servicio del pueblo, Dios mediante.  

     Bueno, a esperar para otra ocasión el comentario de las del  1 de enero de 1622, también sábado, que tuvieron mucho que decir.

     ¡Feliz año tengáis!

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