lunes, 17 de diciembre de 2018

EL TROVADOR: "CINCUENTA AÑOS NO SON NADA"

Por Máximo Salomón Román

           El Trovador de Arroyo de la Luz

“Hace falta que algo cambie para que todo siga igual”. Esta es la paradoja que exponía Tomaso de Lampedusa (1896-1957) en su novela “El gatopardo”. Traigo dicha cita a colación con la intención de contradecirla, hoy más que nunca, cuando se cumplen las “Bodas de oro” de nuestro instituto. Y es que fue preciso que algo cambiara para que ya nada fuera igual. A Arroyo de la Luz se le concedía un instituto. Ello marcaría un antes y un después en la sociedad arroyana y, me atrevería a decir, que en la de los pueblos vecinos.

…Y aconteció que, llegado el mes de octubre de 1968, ese año grabado en la historia estudiantil por el famoso “mayo francés”, se inauguró el instituto, que fue, en realidad, un anexo más, esto es, una prolongación a 20 kilómetros de distancia del Instituto el Brocense de Cáceres, ya que comenzaba a funcionar como Sección Delegada. Atrás quedaba en el tiempo aquella tarde soleada del mes de febrero del año 1966 en la que todos los escolares, adultos y fuerzas vivas del momento nos dimos cita en las inmediaciones del Río Pontones para ser testigos de la colocación de la primera piedra. Ahí quedan para el recuerdo las imágenes en blanco y negro que lo acreditan.
 Se abrieron las puertas del flamante edificio que comenzó a funcionar, creo, con cuatro primeros cursos, tres de chicos y uno de chicas. La separación por sexos era una de las consecuencias, aún vigentes, del llamado “nacional catolicismo”. Las niñas ocupaban la zona más próxima al río y los varones las aulas opuestas. También, cursaban segundo de bachillerato otro grupo de alumnos (creo que por el número de matrícula funcionaron de forma mixta) que habían preparado su primer curso, con notable éxito, con nuestro entrañable don Juan Ramos. Aunque deseo reflejar bastantes nombres de alumnos y de profesores, no pretendo que al lector le resulte tediosa la lectura sino, más bien, enriquecedora. Posteriormente, es de justicia que aparezcan los profesores, toda vez que fueron actores de nuestra educación. No deseo repetirme en lo ya expuesto en otro artículo sobre nuestro instituto (ver “Del Brocense al Luis de Morales) aunque, inevitablemente, haré alusión a algún punto.
 Ese curso 1968-1969 contó con alumnos y alumnas, ya en segundo, tales como Emilio Durán(q.e.p.d), Luisa Parra, José Luis Solano, Víctora Higuero, José Luis Lozano, Julio(rubio), Francisco Giraldo, Pepi Carrero(q.e.p.d.),Marcelo Domínguez, Francisco Lozano, Mariluz Bernal….También, de los pueblos vecinos se incorporaba alumnado, tales como Godoy o Cabezalí que procedían de Aliseda, o Nacha y Diego Millán que lo hacían de Malpartida. La estación de ferrocarril de Arroyo- Malpartida aportaría en estos años un notable número de alumnos.
En cuanto a los alumnos que se iniciaban en el primer curso los había de diferentes edades, desde los diez a los trece años. Nombres como Jesús García, Félix Bernal (q.e.p.d.), Julio Castaño, Germán Moreno, Lorenzo Morato, José Chaves, Fernando Cáscales, Domingo Ramos, Lorenzo Pérez, Julio Salomón, Patricio Morejón, Felipe Holgado Morejón, Ángel Delgado, Juan Lucio Ramos, Luis Santano, Jesús Iglesias, Olegario, Daniel González… o féminas como Martina Carrero, Ángela Panadero, Benita Manchado, Ángela Pallero, Julia Pascasio, Martina Salgado, Maricarmen Rodríguez. Además de todos estos arroyanos, un número considerable de foráneos venía a engrosar las exitosas listas que todo lo novedoso conlleva. Así, de Navas del Madroño llegaron Joaquín, Bruno, Antonio Flores y Paco Macías; de Aliseda, Paco Bejarano, Pepe, Jesús Madera; de la Estación, Teresa Canelo, Fco. Javier Manzano, Eugenio Jiménez Talavera, Juan Carlos Maya Montero, Emilio Morato Naharro, o Manuel Martín Montero, entre otros.
Puesto que el instituto era una Sección Delegada, a todos los efectos el Director era el de Brocense. Para nuestro centro se nombraba un Jefe de Estudios adjunto. Así, la primera designación recayó en Angelines Fuertes, especialista en ciencias químicas. Impartiría Ciencias de la Naturaleza, al igual que Mercedes. El idioma que se ofrecía, entonces, era el Francés. Maria de la Luz López, hija de un maestro de muchos de nosotros era la encargada de impartir la lengua de Víctor Hugo. María Jesús, Antonio Muñoz (profesor de matemáticas) y Abelardo Ibáñez ( sensacional impartiendo dibujo) quien te hacía dibujar desde tu propia mano hasta cualquier objeto que encontrara, ya fuera una guitarra o un alacrán en alcohol. Enrique García Carrasco era el profesor de Geografía e Historia. La asignatura de Valores, entonces Formación del Espíritu Nacional era competencia de una de las mejores personas que he conocido:  Luis Martínez Sierra. La Educación Física (vulgarmente la llamábamos “gimnasia”) corría a cargo de don Joaquín Plata a quien veíamos llegar cada tarde a las cuatro y media con su seiscientos. Y la Religión, era cosa de don José Cordovés (con “V”), el cura de san Antón. Fue el, el verdadero artífice y alma de nuestro instituto al que defendió tanto a la hora de su construcción como en momentos difíciles, circunstancias que relato en otro artículo. No en vano, escribió al propio Muñoz Grande para ello, tal y como en cierta ocasión me relató Tirso, otro profesor de nuestra época.
En el curso siguiente llegó la desbandada, esto es, el abandono por parte de muchos alumnos, consecuencia de la criba del momento y la posterior selección de aquellos que realmente estaban en disposición de estudiar. Alumnos de la segunda promoción son Guillermo Collado, Juan José Higuero, Emeterio Molano, Domingo Lumbreras, Pepe Terrón, Hortensia Braganza, Isabel Collado, Toñi Olgado, Cipri Terrón, Maribel Plata, Vicenta (Membrío)Inés Mendo, María del Carmen Bañegil…, además de foráneos de los pueblos vecinos, tales como María Isabel Plata de la Estación, Picado y Felipe de Aliseda o Pedro Manuel Castela, de Malpartida.
Y llegamos los de la “tercera promoción”. Comenzábamos un nivel (1º) que se cursaría por última vez. Era el ejercicio 1970-1971, precisamente el último curso que se estudiaba el famoso PREU(preuniversitario), ya que al año siguiente sería sustituido por el COU. Conforme avanzábamos cada año, ese curso iba desapareciendo, así en cuatro años, el Bachillerato Elemental pasaba a ser historia. Habría incorporaciones desde la antigua Primaria a 3º de Bachiller Elemental, a fin de reengancharse a estudios superiores. Era don Antonio Muñoz el Delegado-Jefe de Estudios a partir de ese curso e impartía Matemáticas a las chicas. Los varones recibíamos esa materia por parte de Miguel, un mallorquín penene, Abelardo seguía con su magistral clase de dibujo (incluso de manualidades), Remedio impartía Lengua, Concha Matas, Francés…el resto del profesorado no había variado. Chicas como Pupe Rodríguez, Mamen Plata, Obdulia, Rosa, Loli Olgado, Josefina Gutiérrez, Luisa Aparicio, Choni Marín, Isabel Márquez , Fermina Tejero ( de Membrío) Delia y Esther Martín Cabezalí ( de Aliseda), entre otras, a buen seguro que los recuerdan. Entre los chicos, mi entrañable amigo José Collado(Risi, q.e.p.d.), Santos Salomón, José L. Bermejo, Lucio Fondón, Felix J. Lucas, Eulalio Molano, Gervasio, José L. Cabeza, Pablo Terrón, Lázaro Santano, Manuel Ruano, Jesús María Ferrero,Luis Parra…., de Arroyo, Juan Manuel Galán de Navas, Juan Carlos y Luis Manuel de Aliseda, Vicente Gómez y Migui de la Estación, Felipe, Juan Carpa y Paco González de Malpartida, veníamos a completar la lista de alumnos, siempre separados por sexos.
Aquellos alumnos que suspendían tres asignaturas sufrían las consecuencias de tener que retornar a la escuela para acabar la Primaria, toda vez que el curso se iba eliminando.
El año de segundo seguía don Antonio Muñoz de Delegado-Jefe de Estudios (nosotros le teníamos como el Director) y se incorporó profesorado nuevo. Así, Marcelino en Matemáticas, Maribel (Bele) en Lengua, Manuel Navareño en E. Física o Félix Candela en Ciencias Naturales. Este último profesor nos llevaba al castillo y nos mostraba los huesos del cuerpo humano a partir de algún esqueleto yacente en aquellos nichos que estaban abiertos, tal y como relato en el otro artículo ya mencionado.
Pero a aquellos alumnos que se habían incorporado directamente al segundo curso en el momento de la inauguración se les planteaba un problema. La Sección Delegada arroyana se había programado para estudiar Bachiller Elemental por cuanto ellos habían finalizado en la misma y suponía marcharse a Cáceres para realizar el Bachiller Superior. Pero ahí estaba don José, el cura y profesor de Religión que, una vez más y no sería la última, movía ficha ante las autoridades. Y en Arroyo, que ya se perseguía independizar el instituto, se permitió cursar el Bachiller Superior. Así, la primera promoción de cuarto, tras realizar la reválida (primeramente sería obligatoria y luego, voluntaria) accedió a quinto de bachiller. El instituto crecía por arriba, pero se iban eliminando cursos por abajo. Los que promocionamos a 3º vimos como desaparecía 2º (consecuencia de la Ley de E.G.B. de Villar Palasí). En este curso sería don Enrique García Carrasco el Delegado-Jefe de Estudios. Se incorpora nuevo profesorado. Así, César para Lengua y Literatura, Tirso Moreno para Física y Química, Miguel Delgado en Matemáticas, José Fragoso en Educación Física o Manuel Iglesias Oreiro( el gallego que decía “ la sopa coce”), para Francés. Dos anécdotas de esta época fueron, de un lado, el nerviosismo que manifestaba los alumnos con los exámenes de Física y Química de Tirso (algunos como Jesús Mª Ferrero se cruzaban los dedos, rezando); la otra está relacionada con el fatídico accidente de Aliseda por san Juan. César González, el profesor de Literatura se enteró de la noticia y mal informado de alguno de las víctimas, alumnos del instituto, marchó a Aliseda. La sorpresa fue que alguien, al que se incluía entre los fallecidos, se lo encontró caminando por la calle. Se bajó del coche y le dio un fuerte abrazo. Así me lo relataron.
Y promocionamos a cuarto curso el año que en Arroyo se cursaba por primera vez COU. Se incorporaban nuevos profesores; así, Javier, un mallorquín que impartía Latín o Maribel con su Historia y Griego. Durante este curso y el siguiente (últimos en la dependencia del Brocense) se haría cargo de la Delegación-Jefatura de Estudios César González. Seguíamos separados los chicos de las chicas, al menos en nuestra promoción, aunque, también sería el último año. Nuevos alumnos se incorporaban. Así, Cándido Moriche, Fernando Clemente, Vicente Tato…Era el curso en el que se comenzaba a tener algún éxito deportivo, como en el caso de Luis Marchena que obtendría una medalla en el Campeonato de Campo a través celebrado en Casar de Cáceres; también, en voleibol; y algún premio de redacción del concurso que promocionaba la firma Coca-Cola. Las fiestas en el gimnasio y las exhibiciones con aviones que nos hacía Javier Collado (el amigo de Pérez Reverte), todo ello con motivo de la festividad de Santo Tomás de Aquino, quedaron siempre grabados en nuestra historia personal.
Un año después, el Bachiller Elemental era historia. Mi promoción accedía al Bachiller Superior y en Arroyo se luchaba por tener un instituto independiente de la capital, algo ansiado desde tiempo. Aún seguiríamos dependiendo de Cáceres un curso más. Poco varió el profesorado pero se incorporaron algunos alumnos tales como Vicenta Anduro (Membrío), Juana Mª(Aliseda), Mª del Carmen Manzano (Malpartida)el Capi Leonardo (Navas), Paco Acedo y José María (Brozas), Ángel Luis Millán . La ratio del instituto había descendido tanto que se plantearon convertirlo en escuela. Ahí estuvieron el presidente de la Asociación de Padres, don Santos Salomón y , de nuevo, don José Cordovés para dar el do de pecho ante las altas instancias. La implantación del BUP ayudaría a mantener el Centro.
Y llegó sexto curso. Y se consiguió el objetivo. Así, el primer día de nuestra feria, el 12 de septiembre de 1975, la Sección Delegada gozaba de autonomía propia y se convertía en el Instituto. Y, por primera vez, se nombraba un Director que, como anécdota, tardó unos cuantos días en llegar. La nominación recayó en Juan Castell Quiles. Asumía la Jefatura Tirso y la Secretaría César. Castell impartía Literatura en sexto curso y Lengua en Cou. ´Manuel iglesias, el de Francés que impartía, además, Filosofía y de forma magistral. Incluso te prestaba libros para que te engancharas (Luis Santano puede dar buena fe de ello)
De otro lado, en este curso se implantó el BUP que daba continuidad a la ley de EGB. Por cierto, la tercera planta del edificio albergaba, de forma provisional, el ciclo superior de la EGB (6º,7º y 8º) toda vez que estaba en construcción el Centro del Cerro de los Ángeles. Algún profesor nuevo se incorporó. Recuerdo a Mariano y a José A. Clemente. Ese año celebrábamos por primera vez el Día del Árbol, el 21 de marzo. Visitamos la dehesa arroyana y el entorno de la ermita. También, comenzamos con las ligas de Fútbol-Sala que arbitraba Mariano. Y había que poner nombre al Instituto. El de la Patrona ya estaba en Primaria. Castell propuso el de Fray Luis de Granada como alternativa al de Divino Morales, la otra opción. Y ,puesto que enfrente existía un hostal con ese nombre y una plaza, también lo ostentaba, se eligió el nombre de pila del pintor pacense: “Luis de Morales”. Hermosas eran las canciones con las que nos deleitaba Hortensia (Holeta) en los días previos a la Navidad con su guitarra, o la imitación que el liseño Picado hacía del cineasta Alfonso Sánchez. Los chicos del BUP montaban su particular teatrillo (Maxi Pelín, Lucio Carbonilla, Javier Lozano…). Aquel año, muchos nos presentábamos a la reválida de sexto, aunque ya no era obligatoria.
En el ejercicio siguiente desaparecía sexto y se implantaba un segundo año el BUP. Seguía Castell de Director y los de mi promoción alcanzábamos el COU del plan de Bachillerato. Se incorporaba algún profesor nuevo, como en el caso de Maribel (Bele, q.e.p.d.) que retornaba después de cinco años para darnos Francés. Algunos alumnos repetirían algunas asignaturas al curso siguiente, ya que el BUP se alargaba un año con respecto al Bachiller Superior y aún no eran engullidos. Era el último curso de orientación del antiguo plan de estudios.
No quisiera obviar a dos personas que siempre estarán presente en la mente de los que pasamos por el Luis de Morales. De una parte, Eloísa Moreno, del sector de la limpieza Esta mujer mandaba más con el palo de su escoba que todo el profesorado junto. Nos tenía siempre en vilo, incluso más que cualquiera de los bedeles que se sucedieron en esos años. En segundo lugar, la referencia es José Antonio Calderón, administrativo y enorme, tanto en lo físico como en el corazón. Muchas eran las ocasiones en las que nos preguntábamos como una persona tan grande podía caber en aquel seiscientos.
Fueron pasando los años, las décadas, el tiempo…Y a Castell le sucedieron directores y directoras como Jacinto Pérez, Antonio Muñoz o Belén Martín. Otros fueron, Sofía Santos Mayordomo, Eduardo, Jesús Galavís, Amparo Vega, Paula Cancho o Juan A. Cáceres. Cerraría el siglo XX, Elías Sánchez. Entrado el siglo XXI sería Joaquín Paredes el encargado de dirigir durante una década, aproximadamente, a nuestro centro, para dar paso a Enrique Pérez.
Muchos fueron, y son, los profesores que en estos cincuenta años impartieron enseñanza en el instituto arroyano. A los ya mencionados podríamos añadir una lista casi interminable. En nombre de todos y cada uno de ellos quisiera recordar a algunos que conocí personalmente, o bien, por referencia de mis alumnos particulares. Tal es el caso de Paco (químico), Pepi Canal, Fernando Claros, Serafín, Felipe, Eusquiza, Javier Muriel, Concha (Física y Química) o el incombustible y buenazo de Antonio Muriel (Geología). Con la ESO, compañeros de profesión y magníficos profesionales como Pilar Castanedo, Pepe Fragoso o Justo Cardador.
En los años ochenta y noventa, tanto a nivel particular como en el colegio público, tuve la oportunidad de dar clases a muchos de los alumnos que, más tarde, formarían parte de los discentes de nuestro instituto. Y disfruté enseñando matemáticas, física o química a excepcionales arroyanos y, tal vez, a la mejor promoción de toda mi carrera profesional. Nombres como Rafael Leal, Carolina Sanguino, Javier Santano, Enrique Robledo, Justo Padilla, Victoria Clemente, María José Collado, Sergio Durán, Julio de Sande o Daniel Álvarez,  son algunos de los muchísimos alumnos que pasaron por mí y que , a buen seguro, dejaron muy alto el Luis de Morales.
Y los tiempos cambiaron. Y con ellos, los proyectos, los planes de estudios (¡hasta el color de la fachada del centro que pasó de rojo a blanco!); se amplió el instituto con la incorporación de los terrenos del antiguo cuartel de la Guardia Civil y se hicieron usuales las excursiones al extranjero en la época de Semana Santa y las cantinas de san Pedrino que sufragaban, en gran medida, los gastos de aquellas. Nuestro instituto dio profesionales excelentes desde médicos, enfermeras y enfermeros, maestros, arquitectos, ingenieros, escritores, cronistas, historiadores, militares, músicos, …e incluso, curas. Hoy Arroyo de la Luz puede estar orgulloso de su otra “joya de la corona”, esto es, de su Instituto. Cinco décadas para la oportunidad de un pueblo de crecer en conocimientos, de moldear el alma y el corazón de tantos talentos y de recordar, particularmente, a ese profesor que –por encima de todos- no cejó en su empeño, sobre todo en los momentos más complejos, de que Arroyo contara con un instituto: don José, “el cura de san Antón”. A él, a todos los profesores y a todos los que un día estudiamos en nuestro instituto va dedicado este recuerdo, aunque queda mucho por dar. ¡Felicidades!
(Para más información en mi artículo “Del Brocense al Luis de Morales”















1 comentario:

  1. Dios mio, que de recuerdos, mi nombre se te ha olvidado y otros muchos, me llamo Angelita Lucas García-Martin, la nieta de Sebastián el pollero, empeze en el segundo curso del instituto, primero para mi y mis compañeras, con lo cual el próximo año se cumplirán 50 años de nuestra llegada al instituto, como me gustaría que pudiéramos reunirnos, en algún momento del año.
    Como me acuerdo de la mayoría de los profesores que has nombrado, don Abelardo, don Tirso que me cateo en 4 de bachiller Gimnasia que tuve que hacer en el que mis compañeras daban quinto de bachillerato y yo que ya no quería estudiar más, lo hice porque lo mando mi abuelo, que buenos años, con 17 años me fui con mis padres a Sagunto y luego con 19 me case y me fui a Guipúzcoa dónde sigo, aunque tratando de pasar todo el tiempo posible en Arroyo . Gracias por todos los recuerdos que traes a mi memoria

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