Por Máximo Salomón Román
Aquella soleada tarde del mes de febrero de 1966 no tuvimos
clase en las aulas. Los alumnos del Grupo Escolar de san Marcos( al que yo
pertenecía), los del Pozo Hambre, los de las Escuelas Graduadas, así como los
de las aulas de la Plaza, calle Larga y Olleros nos encontramos en las
inmediaciones del Río Pontones. Imagino que los alumnos del Colegio de las
monjas hicieron lo mismo. ¡Van a hacer un instituto! Se decía en todos y cada
uno de los lugares de Arroyo. Seguro que hasta en Malpartida que, durante mucho
tiempo, peleó por el tan ansiado centro. Aquello era toda una novedad para
muchos de nosotros. Ver en los pizarrosos aledaños del Pontones un
macroedificio era todo un sueño. Allí estaban todas las fuerzas vivas del
momento, el señor alcalde don Julián Olgado, el Delegado de Educación, don
Daniel Serrano, el Magisterio en pleno… y don José Cordovés (párroco de san
Antón), por ser a esa feligresía a la que pertenecían los terrenos del centro a
construir. Así pues, se procedió a la colocación de la primera piedra del
futuro instituto. La obra duró dos años pero el precio a pagar fue, en
principio, una total dependencia del Instituto “El Brocense” de Cáceres, esto
es, una ramificación más de aquél construido unos años antes (1965, aunque con
una antigüedad de 175 años) .El compromiso de la administración era facilitar
que se estudiara el Bachillerato Elemental (de 1º a 4º, reválida incluida) en
nuestro pueblo. Ello era cantera de alumnado para su incorporación al edificio
de Cáceres a la hora de cursar el Bachiller Superior (5º y 6º) y COU.
Por fin, en el curso 1968-69 comenzó a funcionar como Sección Delegada del
citado instituto. El director del Brocense que en aquella época era el antiguo
Delegado, Daniel Serrano, lo era, también en Arroyo; aunque para gestionar
nuestro edificio se nombraba a un Delegado-Jefe de Estudios. En los dos
primeros cursos la elección recayó en doña Angelines Fuertes; los dos
siguientes en don Antonio Muñoz. Posteriormente, don Enrique García Carrasco y
don César González Valverde, respectivamente.
En los primeros días de octubre se abrieron las puertas del instituto. Aquello
era una novedad. Todo el mundo quería estudiar. Como algunos alumnos ya se habían
iniciado en los estudios de Bachillerato Elemental por libre, o bien de forma
oficial en algún centro de la capital, hubo que habilitar algún aula para
ellos. El resto serían aulas para Primer Curso. Creo que fueron cuatro para los
chicos y dos para las féminas, en lo que se refiere a primero. Eso sí, el
ideario del Régimen seguía siendo: “los niños con los niños y las niñas con las
niñas”. Por tanto, en aulas separadas. Pero no todo el alumnado era de Arroyo.
Para la ubicación del Instituto se había elegido nuestro pueblo por su
situación geográfica. Al mismo llegaron alumnos de Navas del Madroño, Aliseda,
Brozas ,Malpartida y de la Estación de Ferrocarril de Arroyo-Malpartida (que
entonces estaba en su mayor apogeo) que venían, de una u otra manera, a engrosar
las listas.
Eran tantas las ganas que tenían algunas familias de que sus hijos asistieran
al recién inaugurado y flamante Instituto que no obedecían a razones. Según la
normativa vigente, diez años era la edad mínima para iniciarse en el Bachiller
Elemental. Y se podía hacer por dos vías: la primera suponía aprobar una prueba
de ingreso; la segunda, tener aprobado cuarto curso de la antigua Enseñanza
Primaria. Cierto es que el boom del instituto atrajo alumnos desde los curso
superiores (5º, 6º…) quienes se incorporaron a Primero de Bachiller con, al
menos, dos años de desfase. Pero a nadie se le ocurrió hacer una prueba previa
y matricularles directamente en 2º. En fin, que muchos vivieron de las rentas
de la escuela. Ese desfase originó en algunas familias la polémica con los
maestros de turno, toda vez que se pensaba más en la edad mínima exigida que en
el hecho de tener aprobado Cuarto Curso. Así, por su cuenta y riesgo, se
aventuraron a sacar a sus hijos de la escuela e intentar matricularlos en
Bachillerato. Al final, hubieron de regresar a la propia escuela, cabizbajos y
muertos de vergüenza.Y es que en aquella época no se promocionaba sino se
aprobaba, o sea, que en un cuarto (edad lógica, nueve años) podía haber alumnos
con un desfase de tres años.
De otro lado, cabe señalar que un buen número de alumnos, sin recursos para
estudiar, se iniciaron en los estudios de Bachillerato Elemental gracias a la
puesta en marcha de la Obra Social del Patronato de doña Magdalena
Orozco(ubicado en Arroyo) que concedió tras examen y buen expediente un número
de becas significativo para la época(creo que fueron diez)y que permitió
estudiar a los hijos de las familias menos pudientes.
Aunque yo soy de la tercera promoción, recuerdo a muchos alumnos de la primera
y que iniciaron el Bachiller; así mi entrañable amigo Félix Bernal Parra, a mi
hermano Julio, a Jesús García, Francisco Lozano, Julio Castaño Carrasco,
Lorenzo Morato, Fernando Cáscales, Felipe Holgado Morejón, Lorenzo Pérez
Collado, Manuel Montero, Cabezalí, Antonio Flores ,Francisco Macías Barroso,
Juan Lucio Ramos, Daniel, Carrasco…Maribel Rodríguez o Pepi Carrero, Josefina
Paniagua…En 2º, Francisco Giraldo, Emilio Durán, José Luis Solano…
En mayo de 1970 algunos alumnos de 5º de Primaria(los chicos de la clase de don
Eusebio y las chicas de la clase de su hermana, doña Valentina) tuvimos la
oportunidad de realizar un examen (se realizó en el Colegio Delicias de
Cáceres, antiguo Perejil) para optar a una beca del MEC que nos permitiera
comenzar el Bachillerato. Algunos la conseguimos, aunque la cuantía era muy
escasa (una ayuda de libros de 4.000 pesetas, unos 24 €) y la matrícula
gratuita. Nos obligaba a no suspender asignatura alguna.
En el curso 1970-1971 comenzamos a estudiar los de la Tercera Promoción
(nacidos en el 59 y 60). Ya se había producido la criba en los dos cursos
anteriores. Y nosotros, con agravio comparativo, fuimos empujados por la nueva
Ley de Educación, esto es, la EGB. Por tanto, la última promoción de todo; al
acabar 1º de Bachiller, este desapareció, al acabar 2º, también desapareció. Lo
mismo aconteció con 3º y con 4º. La reválida de 4º ya no era obligatoria. Es
más, hubo alumnos que no aprobaban un curso y, obviamente, al desaparecer el
mismo hubieron de retornar a la escuela para , al menos, sacarse- como se decía
entonces- el correspondiente Certificado de Escolaridad (exigía haber estado
seis años escolarizado, como mínimo). Y como nuestro Instituto se había
proyectado únicamente para estudios de Bachillerato Elemental, y este tenía los
días contados, a alguien se le ocurrió la descabellada idea de convertirlo en
un Colegio Nacional (aún no se utilizaba el término Público) de Educación
General Básica. De haber seguido la idea adelante nuestro pueblo lo hubiera
lamentado, sobre todo, por la imposibilidad para muchos de nosotros de seguir
estudiando.
Fue entonces, a partir de
1972 cuando el Claustro de Profesores y en su representación el párroco de san
Antón D. José Cordovés, profesor de Religión, inició las gestiones para que la
Sección Delegada se independizase de la capital y se convirtiera en Instituto
de Bachillerato, evitando el proyecto que pretendía convertirlo en el citado
Colegio Nacional . En dichas gestiones colaboró también nuestro paisano, el
filósofo D. Pedro Caba Landa, el Ayuntamiento de Arroyo de la Luz, el
Gobernador Civil de Cáceres, D. Valentín Gutiérrez Durán (vecino de
Garrovillas), los procuradores en Cortes D. Martín Palomino Mejías y D. Felipe
Camisón y el Inspector Jefe de Enseñanza Primaria D. Francisco García Carrasco,
natural de Arroyo e hijo del ilustre maestro D. Florencio García Rubio. Así, el
18 de mayo de 1972 una comisión compuesta por D. Julián Olgado, alcalde de
Arroyo, los concejales D. Justiniano Sánchez de la Calle(Director de Primaria)
y D. Luis Martínez Sierra; D. José Bañegíl, presidente de la Asociación de
Padres, y D. José Cordovés, visitó al Delegado Provincial de Educación
solicitando su colaboración para conseguir que por fin la Sección Delegada se
convirtiera en Instituto. Tres años después, es decir, el primer día de nuestra
feria, el 12 de septiembre de 1975,la Sección Delegada gozaba de autonomía
propia y se convertía en el Instituto “Luis de Morales”.
Regresando a los años del Bachiller Elemental es interesante reseñar que el
horario era de lunes a sábado, con algunas tardes incluidas. El sábado fue
reinventándose en jornada dedicada al deporte, o bien, a actividades de dibujo,
salidas, etc.
En cuanto a los profesores más significativos de esa etapa destacaron Antonio
Muñoz (Matemáticas) Angelines Fuertes (Ciencias), Enrique García
Carrasco(Geografía e Historia), Abelardo Ibáñez (Dibujo y Trabajos
Manuales),Remedios (Lengua) Concha Matas (Francés), Don José Cordovés
(Religión), Luis Martínez (Educación Política) y don Joaquín Plata (E. Física).
Durante los cursos siguientes fue cambiando el profesorado. Llegaron Manuel
Navareño (E. F.), Félix Candela (Naturales). María Isabel (Bele,q.e.p.d.),
Marcelino (Matemáticas). Como anécdota de este periodo quiero resaltar que el
profesor de Ciencias Naturales (Félix Candela), con el fin de que aprendiéramos
mejor el “cuerpo humano” tuvo la ocurrencia de llevarnos al Castillo, en el que
todavía quedaban nichos del antiguo cementerio, muchos de ellos
profanados.(algunos estábamos hartos de jugar en ese lugar). Y comenzó a sacar
cráneos, cúbitos, tibias…¡una auténtica clase” in situ”!. Un compañero de la
clase de Segundo, Pablo Terrón Bermejo (cariñosamente “Pelele”) se clavó una
punta oxidada de un ataúd. Y tuvieron que administrarle la antitetánica. Ese
mismo año, la profesora de Lengua “Bele” organizó un concurso entre chicos y
chicas sobre conocimientos de la asignatura. Nuestro capitán de equipo era José
Luis Cabeza Parra. La capitana de las chicas, una tal María, de la estación des
Arroyo. Como es lógico, ganaron las féminas.
De los compañeros de los pueblos vecinos que estudiaron en nuestro instituto,
tal vez recuerden a Bruno, Joaquín, Inés y Juan Galán, todos de las Navas,
Felipe, Bejarano,Pepe, Jesús Madera, Luis Manuel, Juan Carlos, Delia y Esther
Martín Cabezalí, de Aliseda, Felipe, Benito, Juan Carpa y Paco González de
Malpartida, Geni, Vicente Gómez Maya y Miguel Ángel de la Estación.
Las aulas de las chicas estaban situadas en el ala este, es decir, más próximas
al río; la de los chicos en el ala oeste. La limpieza general corría a cargo de
Eloísa que, a veces, mandaba más que todo el profesorado junto.
A partir de Tercer Curso mucha gente se fue descolgando. Nuevas materias como
el Latín que nos daba César, Física y Química (Tirso Moreno), Francés (Manuel
Iglesias, el gallego), o E. Física (José Fragoso). Don José Cordovés, profesor
de Religión, ya había desistido de los tradicionales y casi obligatorios
ejercicios espirituales previos a la Semana Santa; pero solíamos ir a la fiesta
de san Antón (17 de enero) a cantar la misa, alguna vez acompañados de la
guitarra de don Tirso.
En la fiesta de santo Tomás de Aquino (a finales de enero) organizábamos en el
desaparecido gimnasio situado en la planta baja el baile disco, más parecido a
un guateque que otra cosa, aunque fueentonces cuando algunos empezamos a
conocer profundamente a los Beatles, gracias a que un alumno, Javier Collado
(el suave) nos proporcionaba los discos del grupo inglés. En otros momentos
contábamos con algún single de aquellos que regalaba la firma “Mirinda”. Javier
Collado, hoy íntimo amigo de Pérez Reverte ("La reina del sur"), era
un auténtico enamorado de los aviones (hoy trabaja como piloto de helicópteros
en el Estrecho). Disponía de unos aviones, que funcionaban con combustible
(gasolina o gasoil) que manejaba con hilos, y con los que nos deleitaba en el
patio del instituto. Un auténtico crack.
En el curso 1974-1975 con motivo de la eliminación de los cuatro cursos de
Bachiller Elemental,y toda vez que aún los alumnos de la EGB estaban en octavo,
se planteó la posibilidad de cerrar el instituto (éramos poco más de cien
alumnos puesto que únicamente se cursaba Bachiller Superior y COU se hacía en
Cáceres). Peligró su continuidad. Pero el entonces Presidente de la Asociación
de Padres de Alumnos, don Santos Salomón, (ATS de la localidad) hizo todas las
gestiones oportunas para lograr que no se cerrara.(Incluso don José Cordovés
escribiría una carta a las altas instancias del ministerio de educación) Se
necesitaba, además, la autorización por parte de la administración educativa
para contar un curso de COU, solicitud que fue aceptada. Y por supuesto, cursos
mixtos. Contábamos, pues con seis curso (5º,6º y COU), tres en cada
especialidad (entonces, Ciencias y Letras). Ese año era César González el
Director.Teníamos como compañeros a alumnos foráneos, de pueblos como Salorino
(Vicenta) o Membrío (Antolina, Fermina Tejero , Vicenta Anduro...), de Navas
como Leonardo Moreno(Capi), de Llerena , como Ángel Luis Millán y de Brozas como
Francisco Fernández o Tato(en Brozas únicamente se estudiaba Bachiller
Elemental).
Al año siguiente cursábamos sexto, Desaparecían dos quintos pero se
incorporaban dos curso de 1º de BUP, con la implantación del nuevo sistema
educativo. EL Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) que se iniciaba, por
suerte con el post-franquismo, aumentaba en un curso el antiguo Bachiller
Superior. La continuidad estaba garantizada.
Con motivo de las obras de construcción del nuevo edificio de Primaria del
Cerro de los Ángeles que se inauguraría, a principios de los ochenta, el
Colegio Ntra. Sra. de la Luz, con el entrañable don Joaquín Plata, como
director solicitó la tercera planta del instituto que, con carácter provisional
le fue concedida. Por allí pasaron, desde el curso 1975 hasta 1980, maestros
tales como Ladislao Reviriego, Justo Cardador, Piliar Castanedo, Ángel
Rodríguez, Emilio Gutiérrez, Antonio Estévez...
El 12 de septiembre de 1975 teníamos instituto propio. Faltaba el nombre. Se
incorporó como Director D. Juan Castell. Se barajaron varios nombres. Recuerdo
los de Fray Luis de Granada y Divino Morales. Al final se optó por el actual
“Luis de Morales”. Profesores de aquella etapa fueron Tirso, César, Maribel
(nos daba Historia, Latín y Griego), Mariano, Bele, Miguel, José Antonio
Clemente. Estaba de administrador José Antonio Calderón.
En la fiesta de Navidad, Vicente Tato llevaba su guitarra y nos cantaba
canciones de Paco Ibáñez (nos aprendimos de memoria “A galopar”), de Víctor
Jara (“Te recuerdo Amanda”).
Hortensia Leo nos deleitaba con su guitarra cantando “El Arriero”. Maxi
(pelín), Lucio (carbonilla), Javier Lozano y Jesús (cabezudalia) con su payasos
de la tele, o con su juicio a la vaca, marcaban la diferencia. Un compañero de
Aliseda (Picado) hacía estupendas imitaciones de Félix Rodríguez de la Fuente y
de Alfonso Sánchez (director cinematográfico). Y, Fernando Clemente, Cándido
Moriche y unos cuantos más lograban los primeros éxitos en Voleibol, de la mano
de José Fragoso. Luis Marchena lograba la primera medalla en atletismo para
nuestro centro, en la Carrera celebrada en Casar de Cáceres.
El próximo curso 2018-2019 se cumple, por tanto, medio siglo de nuestro
instituto, el centro que nos permitió a muchos arroyanos iniciarnos en estudios
que, a la larga, marcarían nuestro modus vivendi, nuestro futuro y el de una
sociedad arroyana más culta y preparada. Y todo, gracias al esfuerzo de todos
aquellos que lucharon, de una u otra manera , para hacer realidad ese sueño :
tener Instituto.
Esta fue, a grandes rasgos, la historia sociológica de nuestro instituto en su
primera década, vista por uno de sus alumnos. La relación posterior con el
Centro vendría, aparte de por la enseñanza de Matemáticas, Física o Química, a
los nuevos alumnos (con carácter particular), por la docencia durante nueve
años a mis alumnos de Arroyo que, a la postre estudiarían en el Instituto de
Arroyo de la Luz.
(Dedicado a todos aquellos que hicieron posible el Luis de Morales).
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