Francisco Javier García Carrero, Doctor en Historia, Cronista oficial de Arroyo de la Luz
(Tabularium Edit| Número 10, vol.2 Extremadura, Historia y Cronistas)
RESUMEN
El bandolerismo en España fue una evidencia
constante a lo largo de toda su historia.
Un fenómeno que fue combatido con ahínco desde la llegada
de los primeros Borbones en
el siglo XVIII. No obstante, fue en el siglo XIX con el surgimiento del Estado liberal y la fundación de la Guardia Civil
en 1844, como primer cuerpo de seguridad
con competencias a nivel nacional,
cuando se pusieron las bases definitivas para
acabar con esta lacra social que frenaba tanto los intercambios comerciales como la integración de mercados; y, sin olvidarnos, de la
constante zozobra que suponían los viajes en aquella España decimonónica. Extremadura también
conoció un buen número de bandoleros que cobijaban sus fechorías por toda la geografía montañosa de la región. Quizás fuese el Chico Cabrera el último de esos bandoleros que en Extremadura se sitúa en una línea borrosa entre la historia y la leyenda.
INTRODUCCIÓN
El bandolerismo como fenómeno delictivo desde el
medievo hasta bien avanzado el siglo XIX, y
recordando el afamado historiador Eric Hobsbawm, debemos entenderlo como una
conducta penal que se encontraba en
los límites escasamente definidos que marcaba la delincuencia común y la pura rebeldía contra lo social o lo
políticamente establecido61. Además de ello debemos entender que no
es lo mismo un bandolero que un
“bandido”. Ambas palabras no aparecieron en nuestro idioma hasta el siglo XVI, aunque muy pronto se
generalizaron en la totalidad de la población62. Hasta ese siglo,
las voces que se utilizaban para
describir a estos delincuentes eran los de “ladrón” o “malhechor”, por lo que tanto bandido
como bandolero tuvieron un origen diferente y un contexto
distinto desde un principio.
El bandido era un proscrito por haber cometido crímenes o delitos graves, el
bandolero conllevaba implícita,
además, una cuestión de honor, aunque pudiera también identificarse con algún crimen63.
Generalmente con los bandoleros nos encontramos un grupo
de hombres armados que se enfrentan
a la justicia instituida por el Estado y que se regían por un código ético
propio. Todo ello no deja de ser una
forma muy primitiva de protesta social y política. El bandolerismo social
siempre careció de una organización e ideología; e incluso inadaptable a los movimientos sociales modernos. El bandolero quería y añoraba su mundo
tradicional en el que siempre había vivido pero en el que los hombres recibieran un trato de justicia,
no querían, por consiguiente, un mundo nuevo y con visos de perfección64.
En una gran parte de los casos estuvieron siempre idealizados por las clases populares que en no pocas ocasiones les convirtieron en auténticos mitos. Por otra parte, en
todas las sociedades, especialmente
rurales, hubo bandoleros protectores de señores de raigambre y comportamiento
feudal, bandoleros de los campesinos e, incluso, bandoleros de los propios
Estados65. Combatidos desde
los
61 HOBSBAWM,
Eric: Bandidos, Barcelona, Crítica, 2011.
62 Véase sobre este tema, ÁLVAREZ BARRIENTOS, Joaquín
y GARCÍA MOUTON, Pilar: “Bandolero y bandido: ensayo e interpretación” en Revista de
Dialectología y Tradiciones Populares, Cuaderno 41, 1986, pp. 7-58.
63 VIUDES FERRÁNDEZ, Augusto: Bandolerismo. De la imagen al
mito, Tesis Doctoral, Universidad Miguel Hernández, 2017,
p. 7.
64 HOBSBAWM, Eric:
Rebeldes primitivos, Barcelona, Crítica,
2010, pp. 11-21.
65 Entre estas partidas
destacamos a las Rondas Volantes Extraordinarias de Cataluña, puestas en
funcionamiento por tres contrabandistas
cuando solicitaron al rey Carlos III un indulto en 1779 para perseguir y
castigar a los contrabandistas catalanes, es decir
a antiguos compañeros de
fechorías. Sobre esta particular creación véase, GARCÍA CARRERO, Francisco
Javier: “Las Rondas Volantes de Cataluña” en Un siglo de historia de la Guardia Civil en Extremadura. Desde
Todos los reyes, especialmente desde la llegada de los
Borbones a nuestro país, en el inicio del siglo
XVIII y con la llegada de los ministros ilustrados, trataron de combatir un
fenómeno que nunca supieron erradicar
de manera absoluta, aunque todos ellos quisieron ofrecer seguridad en los
caminos y repoblar zonas prácticamente desérticas como eran las estribaciones de Sierra Morena.
Un bandolerismo que a pesar de
todos esos intentos por controlarlos saltó con enorme virulencia al siglo XIX y que, por diversas causas, aunque
todas ellas relacionadas con el paso de una sociedad de Antiguo Régimen
a otra de Nuevo Régimen,
se enquistó en la sociedad
casi como un modelo endémico
de muchas de las regiones españolas, entre las
que se encontraba Extremadura.
EL BANDOLERISMO EN EXTREMADURA
El siglo XIX con sus distintas crisis políticas que se
sucedieron unas tras otras, Guerra de la Independencia,
vaivenes de la monarquía fernandina en la asunción del Nuevo Régimen, y Primera Guerra Carlista a la muerte de Fernando
VII, provocaron que el fenómeno delictivo del bandolerismo se expandiera de una manera considerable
por toda nuestra región, momentos en el que en muchos casos será muy complicado poder diferenciar lo que fue lucha
política, militar o social de lo que era la mera delincuencia común o la búsqueda
de la pura supervivencia.
Por otro lado,
los cambios sociales
producidos por la asunción del liberalismo con la llegada
del Nuevo Régimen provocaron una desamortización masiva de tierras que
dejó a muchos campesinos sin su
sustento habitual. Zonas rurales que no podían absorber toda esa mano de obra
excedente y que se convierte, por
consiguiente, en un caldo de cultivo óptimo para el inicio de unas fechorías
que tardarían en ser controladas por las autoridades a lo largo de toda la
geografía regional.
En la Extremadura decimonónica fueron muchos
los bandoleros que se hicieron
famosos por sus correrías. Fechorías que en algunos
casos hicieron de ese bandolero un héroe romántico para el pueblo al que supuestamente protegía.
Heroicidad que fue también fomentada en muchos casos por el estereotipo creado artificialmente y que
propagaron los viajeros extranjeros, y en especial franceses e ingleses
con la publicación de algunos
de sus libros66. Aunque no debemos olvidarnos que los bandoleros se beneficiaron
también de la particular orografía extremeña, en la que estos grupos
66 RUIZ MAS, José: La Guardia Civil en los libros de viajes en lengua inglesa, Tesis Doctoral,
Universidad de Málaga,
1998.
Aunque también lo tenemos detectado en siglos
anteriores, el bandolerismo en Extremadura proliferó
desde la finalización de la Guerra de la Independencia a finales de 1813 y, en
muchos casos, como consecuencia de la
misma. Se organizaron como forma de protesta social muy primitiva y cuyo origen, se encontraba en el mero instinto
de supervivencia por un delito inicial, generalmente un asesinato, que les
obligaba a “echarse al monte” para no
ser detenidos por las fuerzas de seguridad y
así poder sobrevivir en un contexto muy hostil68.
Entre las principales partidas que pulularon por los
montes extremeños desde esa segunda década
del siglo XIX tenemos a las de “Los Muchachos de Santibáñez”, una de las más
violentas que existieron en estos primeros
años del Sexenio
Absolutista de Fernando
VII (1814-1820) e intensamente
buscados por las autoridades extremeñas que no dejaron de emitir Reales Órdenes
de búsqueda y captura como fue la del
marqués de Palacio del 23 de marzo de 181569. Los Muchachos, unos quince hombres, conformaron una de
las cuadrillas más crueles que operaron en Extremadura. Tuvieron un historial delictivo muy activo en número de víctimas
y donde los asesinatos también fueron
su carta de presentación habitual. Representan, por consiguiente, el más claro
ejemplo de bandolerismo antisocial.
Otra partida de bandoleros que actuaron entre 1815 y 1820 la conformaron “Melchor
y Merino”, una de las pocas
cuadrillas que llevaba mujeres en su seno y de las que tuvieron el radio de acción más amplio,
ya que actuaron no solo por toda la geografía
extremeña sino también
por Andalucía. El nombre de
la cuadrilla responde al de Melchor González, alias Platero y Antonio Merino Zajara,
el primero de Zalamea y el
segundo de Puebla de la Calzada70.
Otra de las partidas de bandoleros que proliferaron
por la geografía extremeña, aunque un poco posterior
en el tiempo a las anteriores, ya que sus fechorías están ubicadas durante la
Década Ominosa (1823-1833), fue la de
Genaro León. Este bandolero, Genaro Sánchez de León, había nacido en el seno de una familia distinguida de Cabezuela
del Valle y fue en la zona norte de
la provincia cacereña donde tuvo su radio de actuación, concretamente
la Vera, Tierras de Granadilla y
Campo Arañuelo. Las autoridades
absolutistas lograron dar con su paradero para posteriormente encarcelarlo y
ahorcarlo en la plaza pública
de Plasencia un 22 de marzo de
183071.
67 FLORES DEL MANZANO,
Fernando: “Características, localización y consecuencias del bandolerismo extremeño contemporáneo” Revista Alcántara, Números 23 y 24, 1991, pp. 7-28 (para
esta cita, p. 12).
68 RUIZ MAS, José: Guardias civiles,
bandidos, gitanos, guerrilleros, contrabandistas, carabineros y turistas en la literatura inglesa contemporánea (1844-1944), Berna, Peter Lang AG, 2010.
69 FLORES DEL MANZANO,
Fernando: “El bandolerismo extremeño durante el reinado de Fernando VII”, Revista
Alcántara, Número 21, 1990,
pp. 167-196 (para esta cita,
p. 170).
70 FLORES DEL MANZANO,
Fernando: “Los Muchachos
de Santibáñez y otras cuadrillas
facinerosas en la Extremadura contemporánea”, Revista Alcántara, Número 28. 1993, pp. 7-38 (para esta cita,
p. 28).
71 FLORES DEL MANZANO, Fernando: ““Los Muchachos de Santibáñez y otras cuadrillas facinerosas en la Extremadura…”, p. 37.
Por último, también podemos destacar la partida de El
Semental, una de las más operativas durante
el periodo isabelino, por lo tanto, posterior en el tiempo a todas las anteriormente reflejadas. De gran movilidad por toda la geografía
cacereña, provincia que conocían como la palma de su mano. Fue un grupo de facinerosos especializados
en secuestros espectaculares por los que solicitaban unos rescates
desmesurados, concretamente entre los sesenta y ochenta mil reales72.
En resumen, ninguna de estas bandas suele coincidir
con la visión romántica que nos ha trasladado
alguna serie de televisión, o que nos han descrito los viajeros de habla
inglesa cuando conocieron algunos
de estos míticos
bandoleros andaluces de la zona de Sierra Morena. Ninguno
de los bandoleros extremeños, por consiguiente, fueron héroes románticos, ni siempre coincide
su descripción con la de un
hombre apuesto físicamente, representación que estas mismas series quisieron hacernos siempre creer, aunque sí es verdad que fueron en muchos casos héroes legendarios como es el caso
del personaje central de este artículo,
Chico Cabrera.
EL ÚLTIMO BANDOLERO EXTREMEÑO: CHICO
CABRERA
Chico Cabrera probablemente sea el último bandolero de
la Extremadura decimonónica, tal y como
lo describieron Eugenio y Diego Pedrera en un artículo que publicaron en una
revista cultural de Malpartida de
Cáceres73; o el que posteriormente describe uno de estos dos autores
en un trabajo de más reciente
creación74. De lo que no cabe duda es que fue el último que realizó
toda una serie de fechorías por una gran parte de la provincia
cacereña, aunque se movió especialmente por los alrededores de Brozas, Herreruela, Salorino
y localidades próximas. Y es que, en la segunda mitad del siglo XIX el bandolerismo adquiere un
carácter cada vez más esporádico y aislado. Nunca alcanzó las cuotas de sangre y violencia de la primera
parte de este siglo ya que la Guardia Civil se encargó de realizar una persecución sin descanso
desde el mismo momento de su creación en 1844 y hasta su total extinción.
Este bandolero dejó un poso importante en las personas mayores de todas las poblaciones cercanas a Brozas. La repercusión que alcanzó de fama y conocimiento de algunas de sus “hazañas” fue mayúsculo. Todas esas fuentes mezclaban historia y leyenda y su conocimiento generalizado se produjo en parte gracias a los textos que, en los años posteriores a su muerte, en un enfrentamiento con la Benemérita, nos legó Juan Luis Cordero Gómez. Este poeta y escritor cacereño de la primera mitad del siglo XX, fue el principal artífice de la propagación del “mito” del afamado bandolero. No obstante, Cordero Gómez, a pesar de lo que se afirma en alguna que otra publicación localista de Brozas, nunca llegó a conocer personalmente al popular bandolero. El Chico Cabrera había muerto por disparos de la Guardia Civil bastantes años antes de que se produjera el nacimiento del poeta y secretario del Ayuntamiento de Arroyo de la Luz75.
72 Ibidem, p. 37.
73 PEDRERA PEDRAZO,
Diego César. y PEDRERA PEDRAZO
Eugenio: “Chico Cabrera,
el último bandolero” en
Revista Baileja, Malpartida de Cáceres,
agosto de 2012, pp. 4-7.
74 PEDRERA PEDRAZO,
Diego César. Esos valientes
extremeños, Cáceres, Gráficas Morgado,
2016.
Bernardo Abujeta, alias Chico Cabrera, nació en Brozas
en el año 1833 en el seno de una familia
muy humilde. Desde pequeño estuvo trabajando de jornalero y pastor en las
fincas que rodean la Sierra de San
Pedro (La Rapaza y Juan Ramos, entre otras). Dato significativo que explicaría
el conocimiento exhaustivo que tuvo
de toda esa zona cuando inició sus correrías como bandolero unos años más tarde. En la finca Juan Ramos y,
según comentarios de Eugenio y Diego Pedrera, entró en contacto con Fernando Mogollón Aguilato, dueño de esa finca y
alcalde de Malpartida de Cáceres quien de alguna forma le ayudó en sus correrías a cambio de la seguridad
de sus propiedades. Haciendo de él
uno de los modelos de bandoleros al que antes hemos descrito.
Obviamente, como sucede con la mayoría de estos
personajes, no poseemos ninguna fotografía del bandolero
Chico Cabrera, pero sí disponemos de la descripción del mismo, aquella
que se distribuyó a todos los alcaldes de la provincia de Cáceres y
especialmente a todos los Puestos de la Guardia
Civil y que explicaría lo del sobrenombre por lo que pasará a la historia:
“Chico Cabrera”. Un apelativo que
nada tiene que ver con las explicaciones dadas hasta ahora. Bernardo Abujeta
medía “5 pies y 2 pulgadas”, o lo que
es lo mismo 1´57 metros. Es decir, se trataba de un bandolero de escasa estatura y completamente opuesto al del
mítico malhechor de gran porte que enamoraba a todas las mujeres, mozas y casadas, al primer golpe de vista. Sus
escarceos amorosos, que los tuvo y muchos, según las puntualizaciones de Cordero Gómez y probablemente parte de su leyenda, tienen por consiguiente un origen distinto al de su presencia física. Cabrera además de su escasa altura era descrito como de “cejas al pelo, pelo castaño, ojos pardos,
nariz afilada, cara regular, boca ídem, barba
lampiña y color trigueño”76.
Sabemos con seguridad que el inicio de las correrías
del Chico Cabrera está fechado en la década
de los años sesenta del siglo XIX. No obstante, su comienzo en la actividad
delictiva no tuvo nada que ver con el
asesinato que se produjo en Brozas en el año 1862, tal y como sugieren Eugenio
y Diego Pedrera en al artículo de la revista
cultural de Malpartida de Cáceres y anteriormente mencionado. Y no es así porque el
asesinato del alguacil interino del
Ayuntamiento de Brozas, y que se
llamaba Manuel Claro, fue perpetrado por el paisano Pablo Cáceres. El autor de
ese crimen fue además inmediatamente
detenido por el cabo comandante del Puesto de esa localidad cacereña Rufino Fernández
junto con el resto de los
guardias civiles de esa casa-cuartel77.
Iniciado en la delincuencia en la década que hemos
señalado, fundamentalmente referido al hurto de ganado, contrabando y extorsión, no tardó la Benemérita en proceder a una primera detención
“hace pocos días se fugaron del destacamento penal de Cádiz dos penados, abusando de la confianza que habían inspirado. Uno de ellos era cabo de vara y se llamaba Braulio Suárez, el otro penado se llama Bernardo Cabrera (sic)”, diría el rotativo78.
75 Sobre la peripecia vital de este escritor que se movió en ámbitos
cercanos al socialismo y al regionalismo en Extremadura véase,
GARCÍA CARRERO, Francisco Javier: Juan Luis Cordero Gómez. Vida y obra, Cáceres,
Editorial Luz y Progreso, 2005.
76 Boletín Oficial de la Provincia de Cáceres (BOPC),
nº 15, martes 4 de agosto de 1868,
p. 1.
77 Servicio Histórico de la Guardia
Civil (SHGC) Madrid, Trabajos
preparatorios para la elaboración de la historia de la Guardia Civil, en lo que respecta al 6º Tercio (Cáceres), p.4.
“En virtud del
presente cito, llamo y emplazo por término de 30 días a Braulio Suárez Martín y a Bernardo Agujeta
Cabrera (sic), para que se presenten en la cárcel pública de esta ciudad a responder a los cargo que les resultan,
en la causa que se les sigue, por haberse desertado
del destacamento presidial (sic) de
esta plaza, seguro que se les oirá y administrará justicia, apercibidos que de no verificarlo se les declarará
rebeldes contumaces, continuando las actuaciones en su rebeldía
y parándoles el perjuicio consiguiente. Cádiz, 21
de octubre de 1868”79.
Nada de esos requerimientos podían tener ningún tipo
de efecto. Ya que Chico Cabrera había decidido
proseguir, en un principio con este otro bandolero, natural de Casillas de
Coria y más joven que él, toda una
serie de asaltos a viajeros y transeúntes de la comarca, lo que provocó el
inicio de la fama del que ya empezaba
a describirse tanto en la prensa como para las autoridades judiciales, civiles y militares
como el “famoso criminal”.
La Guardia Civil perseguía a los dos forajidos con ahínco.
Tuvieron conocimiento del robo no consumado
en su totalidad en el domicilio de Francisco Solana en la noche del 20 al 21 de
agosto de 1868 en los alrededores de
Casillas de Coria, localidad de nacimiento del antiguo cabo de vara. Las autoridades judiciales del Partido de
Coria instaban “con toda actividad y celo
a su busca y captura de dichos
criminales, y se excita el celo de los señores jueces de primera instancia de
la provincia, alcaldes, Guardia
Civil, rural y dependientes del ramo de policía y seguridad pública de la misma
y caso de ser habidos se remitan a
este juzgado con las seguridades convenidas”. En esta instancia, además de reiterar nuevamente las señas
físicas de Chico Cabrera, al que se le adjudicaban 31 años en ese instante,
también se detalló el aspecto que tenía Braulio
Suárez:
78 La Correspondencia de
España. Diario Universal de Noticias, 29 de julio de 1868, p. 4.
79 BOPC, nº 53, 31 de octubre de 1868, pp. 2-3.
Las pesquisas de la Benemérita dieron su fruto tres
años más tarde, concretamente en 1871 cuando
el teniente Francisco Noya y fuerzas a sus órdenes lograron conocer su paradero
y detener “el famoso criminal
Cabrera, terror de los habitantes de Brozas, Salorino y Herreruela en la
provincia de Cáceres. Escapado varias
veces de presidio y con dieciséis causas graves y después de una persecución de dos años, acaba de ser cogido en
Brozas por el arrojo del teniente don Francisco Noya, sacándole de un pozo después de un tiroteo y acabadas
sus municiones contra la Guardia Civil”81. Una noticia largamente esperada por autoridades civiles y militares. No en vano, y con pocos días de intervalo
de la feliz noticia, y al
margen del rotativo anterior, se hizo eco una buena parte de la prensa española
que recogió varias veces la misma
información durante los últimos días del mes de febrero y buena parte del mes
de marzo de ese año del Sexenio Democrático82.
Sin embargo, un año después
Chico Cabrera estaba ya nuevamente fugado. Su leyenda
continuó agrandándose. Y lo sabemos
porque un informe
de la Guardia Civil de 1872 señalaba
con gran alborozo que se
había vuelto a detener al bandolero en cuestión. Aunque la realidad fue que equivocaron al Chico Cabrera
con Sebastián Guerra,
otro malhechor de la zona y que era efectivamente el que había sido
apresado por las fuerzas de la Benemérita:
“…el cabo
primero Manuel Ojeda, acompañado de los guardias León Herránz Pérez, Juan
Sánchez Aranda y Juan Tena Mora capturaron
los criminales Francisco Carmelo Miguel (a) Sombrerero; Manuel Soares Garviria, José María Pelechón y
Sebastián Guerra (a) Chico Cabrera, éste fugado de la cárcel de Cádiz hace mucho tiempo y desde entonces ha
burlado la vigilancia y activa persecución que se le hacía por la fuerza del Cuerpo”83.
Nuevos asaltos y distintas relaciones amorosas por la
sierra provocaron el encumbramiento definitivo del bandolero que se incrementó cuando los grupos populares de los que provenía le protegían
y le idealizaban por su constante lucha contra el poder establecido. La suerte
de Cabrera concluyó de manera esta
vez definitiva en marzo de 1877, concretamente fue el 12 de ese mes cuando el guardia primero Ambrosio Gil Mayorga y
fuerzas a sus órdenes “capturaron y
dieron muerte, al tratar de fugarse,
al famoso criminal Bernardo Abujeta (a) Chico
Cabrera”84.
Mucho más explícito que el atestado anterior de la
Guardia Civil, y recogidos en el libro del Tercio
de la Comandancia de Badajoz, fue la información de la prensa de la época que
relató su muerte de manera mucho más pormenorizada. Tenemos la información en La Correspondencia de España del
80 BOPC, nº 31, 10 de septiembre de 1868,
p. 4.
81 La Nación, 8 de marzo de 1871,
p. 2.
82 La discusión, 26 de febrero de 1871, p. 3; La Independencia, 1 de marzo de 1871, p. 1; El Imparcial, 7 de marzo de 1871,
p. 3; La Discusión, 13
de marzo de 1871, p.
3.
83 Archivo de la Comandancia de Badajoz. Libros
del Tercio. Año 1872.
84 SHGC, Madrid, Trabajos
preparatorios para la
elaboración de la historia…
p.23.
A partir de ese momento, únicamente nos queda su
leyenda. Fue Juan Luis Cordero, como hemos señalado
anteriormente, uno de nuestros poetas extremeños, el que mitificó
su figura en distintos
versos y algún artículo y que pasaron de boca en boca a la memoria colectiva de
nuestros mayores por toda la comarca por la que se movió este afamado bandolero. Uno de los más conocidos, y que luego algún autor ha relatado como historia fidedigna,
fue “El castigo”, un escrito que Cordero publicó
en el periódico “El Bloque” en la
edición del 27 de abril de 1915 y donde retrata al bandolero Chico Cabrera infringiendo tremendo escarmiento
a un jornalero que había delatado su presencia a las fuerzas de la Guardia Civil.
De la misma forma, surgen los romances del bandolero,
literatura que en absoluto es ninguna novedad
para este caso, y más bien de gran
auge a lo largo de todo el siglo XIX
y los primeros años del XX. Una expresión artística que logró
inmortalizar por mucho tiempo a estos “héroes” del pueblo, usando metáforas, alegorías
y siempre atribuyéndole sentimientos positivos nutridos
de un romanticismo exacerbado que se mezclaba con “hazañas” que
difícilmente o en ningún caso podemos afirmar como históricas, aunque muy ricas desde el punto de vista sociológico86.
CONCLUSIÓN
El presente artículo demuestra que el bandolerismo no
está siempre identificado con un pobre que
se rebela contra lo establecido socialmente, ni tampoco se corresponde con el
de un hombre que se echa al monte
por su insatisfacción con el sistema liberal-capitalista que se implementó en
España a lo largo del siglo XIX. El bandolero
es, por consiguiente, un personaje
mucho más complejo.
De lo que no cabe duda es
que en Extremadura fueron varios los que participaron de este fenómeno
delictivo casi en paralelo con el
siglo XIX y con todas las vicisitudes políticas ocurridas en aquellos cien años
de nuestra historia.
Todos ellos conformarían lo que podríamos catalogar
como un mal endémico y, sobre todo, un auténtico drama para comerciantes, ganaderos y viajeros
que sufrían la inseguridad y la zozobra
85 La Iberia, Madrid, 18 de marzo
de 1877, p. 3.
86 PAVÓN TORREÑO, Angélica:
Recopilación de cuentos, leyendas
y romances de la tradición
oral en la comarca Tajo-
Salor-Almonte. Trabajo de
fin de Máster, Universidad de Extremadura, 2018, p. 50 (en prensa).
Había que tratar de asegurar de una vez por todas las
transacciones económicas en un país que comenzaba a estar interrelacionado y cohesionado y para ello utilizarán al Cuerpo básico de la seguridad
española y recién creada en 1844: la Guardia Civil. Un Cuerpo militar de ámbito
nacional y que, nacido en los albores
de la Década Moderada del reinado de Isabel II, será el azote definitivo y último que propició la erradicación, una
tras otra, de todas aquellas partidas de hombres echados al monte. Este fue el caso del que hemos definido
como el último bandolero en la Extremadura decimonónica, el
Chico Cabrera.
ANEXO DOCUMENTAL
Imagen I: Boletín Oficial
de la Provincia de Cáceres, 10 de septiembre de 1868
Imagen II: La Nación,
8 de marzo de 1871
Imagen III: La Iberia, 18 de marzo de 1877
BIBLIOGRAFÍA
ÁLVAREZ BARRIENTOS, Joaquín y GARCÍA
MOUTON, Pilar: “Bandolero y bandido: ensayo
e interpretación” en Revista de
Dialectología y Tradiciones Populares, Cuaderno 41, 1986, pp. 7-58.
CARO BAROJA, Julio:
Ensayo sobre la literatura de cordel, Madrid, Istmo,
1990.
FLORES DEL MANZANO, Fernando:
“El bandolerismo extremeño durante el reinado
de Fernando VII” Revista Alcántara, Número 21, 1990, pp. 167-196.
FLORES DEL MANZANO, Fernando: “Características, localización y consecuencias del bandolerismo extremeño contemporáneo” Revista
Alcántara, Números 23 y 24, 1991, pp. 7-28.
FLORES DEL MANZANO, Fernando. El bandolerismo en Extremadura, Badajoz, Universitas Editorial, 1992.
FLORES DEL MANZANO, Fernando:
“Los Muchachos de Santibáñez y otras cuadrillas
facinerosas en la Extremadura contemporánea”, Revista Alcántara, Número 28. 1993,
pp. 7-38.
GARCÍA CARRERO,
Francisco Javier: Juan Luis Cordero Gómez.
Vida y obra, Cáceres, Editorial Luz y Progreso,
2005.
GARCÍA
CARRERO, Francisco Javier. Un siglo de
historia de la Guardia Civil en Extremadura.
Desde su fundación a la lucha contra el maquis (1844-1944), Badajoz,
Diputación Provincial (Premio Arturo Barea),
2017.
HOBSBAWM,
Eric: Rebeldes primitivos, Barcelona,
Crítica, 2010. HOBSBAWM, Eric: Bandidos, Barcelona, Crítica, 2011.
MELÓN JIMÉNEZ,
Miguel Ángel. Los tentáculos de la Hidra:
contrabando y militarización del orden público en España (1784-1800), Cáceres,
Universidad de Extremadura, 2009.
PAVÓN
TORREÑO, Angélica: Recopilación de
cuentos, leyendas y romances de la tradición oral en la comarca Tajo-Salor-Almonte. Trabajo de fin de Máster,
Universidad de Extremadura, 2018, (en prensa).
PEDRERA PEDRAZO,
Diego César y PEDRERA PEDRAZO,
Eugenio. “Chico Cabrera,
el último bandolero” en Revista Baileja, Malpartida de Cáceres,
agosto de 2012, pp. 4-7.
PEDRERA PEDRAZO, Diego César. Esos valientes extremeños, Cáceres, Gráficas Morgado,
2016.
RUIZ MAS, JOSÉ: La Guardia
Civil en los libros de viajes en lengua inglesa,
Tesis Doctoral, Universidad de Málaga, 1998.
RUIZ MAS, JOSÉ: Guardias civiles,
bandidos, gitanos, guerrilleros, contrabandistas, carabineros y turistas en la
literatura inglesa contemporánea (1844-1944), Berna, Peter Lang AG,
2010.
SOLER PASCUAL,
Emilio: Bandoleros. Mito y realidad en el romanticismo español, Madrid, Síntesis, 2006.
VIUDES FERRÁNDEZ,
Augusto: Bandolerismo. De la imagen al mito, Tesis
Doctoral, Universidad Miguel
Hernández, 2017.
No hay comentarios:
Publicar un comentario