domingo, 21 de octubre de 2018

EL TROVADOR: "LA ÚLTIMA CENA"

Por Máximo Salomón Román

           El Trovador de Arroyo de la Luz
 “San Sebastián valeroso, vecino de la Plazuela
que tienes por vecina a la Juana , la porquera”

Muchas son las coplas que por toda nuestra geografía se cantan, para celebrar el 20 de enero, san Sebastián. La de la introducción es quizá junto con la que hace referencia a los alfareros, esto es, los olleros arroyanos, la más conocida, toda vez que el personaje en referencia vivió en el arrabal.
El próximo 23 de junio se cumplen cinco años del fallecimiento de nuestro entrañable párroco, don José Luis. A su memoria va dedicado este artículo en el que haré referencia a su labor pastoral intercalando algunos datos de la historia del templo. No obstante, obviaré todo lo referente a otros párrocos que pasaron por ella( don Félix Sánchez, don Julián, don Vicente Bolinche, don Maximino o don Ceferino) así como la funcionalidad del edificio (club parroquial, pista de baloncesto…).Les remito a leer otros artículos ya publicados (“Del guateque a la discomóvil “ o “Medio siglo atrás”).
Fui monaguillo con Don Vicente Bolinche, poco tiempo, allá por el año 1967, pero conocí, con anterioridad, la iglesia del Santo (es como se denominó siempre a san Sebastián) con la puerta que hoy da al oeste (hacia la charca) sita en el lateral más a la derecha de la actual (se veía desde la Corredera). Esta puerta con arco de medio punto (del siglo XV) fue trasladada a su actual ubicación a la vez que se levantaba (pienso que con desacierto) la actual espadaña que, por problemas económicos, únicamente se vistió con una campana. Contrastaba esta torre con la primitiva espadaña cuya construcción-reparación sufragara un mecenas arroyano: don Diego Holgado de Guzmán, al que luego me referiré. Perdía, así, esta ermita su aire de sencillez típico de los barrios. Es el año 1959 cuando esta ermita se transforma (a la par que la de san Antón) en parroquia.
Antes de la reforma, e incluso antes de ser parroquia, este edificio funcionó como un complejo religioso y educativo. Es conocido que un 17 de enero de 1921, tres días antes de la celebración de los mártires, contaba arroyo con cinco hermanas de la orden del Sagrado Corazón que se alojarían en las dependencias de la entonces ermita. Pronto comienza a funcionar el Colegio, primero con un aula mixta para los más pequeños y cuyos gastos subvencionaba el Ayuntamiento, y otra para los más mayores a la que únicamente podían asistir los hijos de la clase pudiente toda vez que era de pago. La escuela pública con los edificios de la plaza, calles limítrofes y, sobre todo, el edificio de Regajal, esto es, las Escuelas Nuevas ( de la época de Primo de Rivera) darán respuesta educativa al resto de los arroyanos en los años siguientes. Pero comienza a aumentar la natalidad y el Colegio de las Monjas necesita aumentar las unidades. Como no cuenta con más salas en el Santo se piensa en otros edificios. Así en 1931 otra mecenas, doña Dolores Millán Petit ofrece un salón en el desaparecido palacio de la calle Germán Petit (el del mirador), próximo a la calle de san Blas (el palacio de Silos). Los más mayores tal vez recuerden la citada aula con una placa de cerámica por encima de la puerta y con el suelo alfombrado en madera( en cierta ocasión con motivo de la restauración de la Asunción se celebraron allí los Santos Oficios de Semana Santa).
Retornando a la iglesia de san Sebastián recuerdo como, antes de la reforma, existía un cortinón grande en la parte de atrás, justo a la izquierda( donde hoy están los despachos de la casa parroquial) que delimitaba el templo del colegio. Algunas paisanas, poco mayor que yo, a buen seguro que recuerdan las tómbolas que hacían en el patio de atrás. La hermana Cifuentes, la hermana Rodríguez y , tal vez, la hermana Montero, impartían docencia y preparaban a los alumnos y alumnas para hacer su Primera Comunión; eso sí, con una salvedad: cuando los varones realizaban su Primera Comunión debían matricularse en la Escuela Pública. Las féminas podían continuar con las monjas (un caso de feminismo?). Eugenia Cabezas, Maricarmen Lucas y unas cuantas arroyanas más son testigos de aquella época. Sería el curso 1963-1964 cuando se traslada, definitivamente, el Colegio de Ntra. Sra. de los Dolores a su actual ubicación, donación de doña Asunción Millán, una vez que fue cambiado de domicilio el Juzgado de Paz ,allí establecido hasta ese momento (era mi maestro, Don Vicente Lorenzo ,el juez de paz) a la calle de la”polería” de Pablo Pérez .
Una vez desalojado el Santo comienzan las obras de la que quiero reseñar una “leyenda urbana” sin fundamento. Era el párroco don Félix Sánchez( natural de Valdeobispo) y se celebraba un entierro. Se cuenta que los albañiles no pararon de trabajar durante el funeral y que la familia del difunto presentó una queja al entonces obispo Llopis . Ello originó que don Félix fuera enviado a Alemania. La versión que alguien me dio ( y que creo) es que se demandaron sacerdotes para la Comunidad Española en Alemania y a don Félix le gustó la idea. Otro cura arroyano, Fernando Aparicio Crespo, también marchó a aquellas tierras.
A don Félix le sustituye don Julián que contaba con una hermana monja en Arroyo; posteriormente, don Vicente Bolinche que viene de mano de su paisano de Valencia, el obispo Llopis; le sigue don Maximino y ya en los ochenta es don Ceferino de las Heras (gran sacerdote) el que se hace cargo de la Parroquia de san Sebastián que comparte con la Asunción, toda vez que el párroco a la sazón, don Ciriaco, es nombrado Secretario del Obispado en tiempos de Jesús Domínguez, sevillano. Es este obispo quien a finales de los ochenta decide trasladar a don Ceferino. El pueblo arroyano queda a la espera de un nuevo párroco. Y arriba a nuestra villa un fraile de la Preciosa Sangre, don José Luis Rojo Méndez.
Había nacido don José Luis en un pueblecito de Segovia, el Espinar, un 9 de agosto de 1945. El 11 de diciembre de 1970 se incorpora a la orden de los “Preciosos”. Unos meses después, un 3 de julio (ahora suele hacerse el 29 de junio, fiesta de san Pedro y san Pablo) se ordena sacerdote. Este fraile, muy estudioso (llegó a estudiar Teología en la Universidad Gregoriana de Roma) había desempeñado su labor pastoral en Torre de la Higuera (entorno de Matalascañas) hecho que abriría fronteras a los arroyanos. A finales de los ochenta comienza su ejercicio en Arroyo y con él, a cambiar muchas cosas. Así, recupera la fiesta de san Sebastián haciendo partícipes de ellas a grupos musicales locales, logra que la gente se anime a viajar (excursiones por toda la geografía española, Fátima, etc.)Como buen conocedor de Huelva logra que la gente de Arroyo se anime a visitar sus playas; incluso en alguna ocasión lleva nuestro folklore a aquella zona (el Harriero en el Hotel Flamero). 
Respecto al templo, don José Luis acomete bastantes reformas. Así, sustituye las inacabadas ventanas de la fachada oeste por dos ventanales con arco en cantería acordes a la puerta (el encargado de acometer la obra es el paisano Justo Padilla), cambia vidrieras, se hacen nuevos los bancos, trae un hermoso Cristo de la Preciosa Sangre con la intención de que un día procesione en Semana Santa, aumenta las imágenes, en especial la Virgen de Fátima , con su procesión nocturna ( no falta cada13 de mayo, si le es posible, a Fátima, en compañía de un gran amigo: Fernando Tato). Cada Nochebuena se pone la iglesia a tope en la Misa del Gallo que año tras año acompañamos los del Pandero( nunca me sentí más feliz tocando el Noche de Paz).Además, con buen criterio, conocedor de la figura de un mecenas arroyano, esto es del indiano don Diego Holgado de Guzmán hace justicia colocando una placa tallada en piedra (obra de Alonso Gómez, de Malpartida) que hace referencia a tal señor.
Don José Luis es consciente de que es necesario completar la postiza espadaña del templo con la campana que falta. Se pone manos a la obra y, además , nos sorprende con un regalo que no tiene parangón. Compromete a Roberto Chaves, hoy párroco, a los Ferreros (Valentín padre y Valentín hijo), a Sebastián Holgado, a Carlos Padilla, a Lute… y a otros arroyanos. Uno de ellos, fue profesor de mucho de nosotros, don Enrique García Carrasco, hijo del que fuera ilustre maestro en Arroyo: don Florencio García Rubio. Y el propio don José Luis adquiere idéntico compromiso: posar para una gran pintora, Beatriz quien realiza un precioso cuadro con esos rostros arroyanos que nos recuerdan a Cristo y los apóstoles en le Sagrada Cena. El cuadro respira paz y sosiego, amén de algún anacronismo (así por ejemplo figura al fondo izquierdo la propia iglesia de san Sebastián).¡Que grandes son mis paisanos! Y un viernes de julio de 1997 tiene lugar la inauguración de la campana que completaba la espadaña, con Lola Pajares, Maricarmen Lucas, Eugenia Cabezas y Juani Leal que, entre otras mujeres, actúan de madrinas de citada campana. La misa la cantamos los del grupo del Pandero y, en la homilía, don José Luis explica el proceso seguido para ello, a la vez que elogia el trabajo de la artista. Comenta que el precio del cuadro es millón y medio de pesetas del que la mitad es donación de Beatriz, la autora, y el resto, regalía del propio párroco.
Es conocido el interés de don José Luis por el Viacrucis del Domingo de Ramos. Estableció en el camino a la ermita esas cruces de hierro con un deseo que me comentó en más de una ocasión: tenerlas en piedra como en la subida a la Montaña. Creo que su deseo podrá verlo, en breve, desde alguna estrella.
Don José Luis fue una gran persona, un amigo recurrente a quien podía confiar tus asuntos. Nos casó a muchos y por algo le elegimos. Me consta que , en cierta ocasión ,tenía un gran pregón para honrar a nuestra Patrona pero las circunstancias del fallecimiento de Candi, el Policía Municipal le hizo modificar todos los planes. Es cierto que su carácter se agrió en los últimos momentos, debido a su enfermedad. Pero yo me quedo con lo mejor de él, con su cariño, con su saber escuchar, con su amor por Arroyo y los arroyanos, por su veneración a nuestra Virgen, por ser amigo de sus amigos.
Nuestro amigo falleció un 23 de junio de 2013 y descansa en el cementerio de Guijo de Granadilla junto a sus padres. El Ayuntamiento, a título póstumo, le concedió el Día de Extremadura de ese año la Medalla de Arroyo de la Luz. 
José Luis, duerme con los tuyos ese dulce sueño de la eternidad. D.E.P.
(A José Luis Rojo, in memoriam)










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