Por Máximo Salomón Román
El Trovador de Arroyo de la Luz
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Uno de los monaguillos fue corriendo a avisarme. Estaba en la sacristía:”Don Ciriaco, don Ciriaco, que se ha caído un trozo del techo de la Iglesia”, comentaba en cierta ocasión el párroco de la Asunción. Julio Bonilla, Sixto Caro, Ángel Sierra,…cualquiera de ellos estarían en la Iglesia. O tal vez, otro monaguillo. Era el año 1964 los escolares acudían a catequesis, según a que parroquia pertenecíamos, a las doce de la mañana desde los diferentes Grupos Escolares (San Marcos, Pozo Hambre, Escuelas Graduadas…) Todavía no estaba unificado como tal el Colegio Ntra. Sra. de la Luz. Incluso había alumnos en aulas complementarias en la calle Olleros, calle Larga o en la propia plaza (frente a la Iglesia). Los de párvulos no asistirían, pienso.
En 1959 nacimos muchos arroyanos (a decir por la foto de quintos del 79). Era el año en que se descentralizaba la Parroquia de la Asunción (el cura era don Vicente Castro que, posteriormente, marcharía a san Mateo en Cáceres) y se distribuía la feligresía en tres sedes, con una injusta partición a favor de la Asunción desde san Marcos hasta la carretera de Aliseda en su margen derecha. El resto, menos de la mitad, era a repartir entre san Sebastián y san Antón que hasta entonces habían sido ermitas, tal y como hoy las conocemos. Ese año es especial en cuanto que Arroyo va a contar tres nuevos sacerdotes. La adjudicación de las parroquias se hacía conforme a lo establecido hasta entonces, esto es, con anterioridad al Concilio Vaticano II. Ello suponía que los curas ganaban la plaza, creo que en concurso oposición o de méritos y no por adjudicación del Obispo de turno. Así, a principios de este año es don Félix quien toma posesión de san Sebastián (el Santo), don José Cordovés de san Antón y don Ciriaco (un poco más tarde ya que está en las misiones de Argentina) en la Asunción (en abril).
He realizado esta de larga introducción para que sirva de marco temporal a la hora de situarnos en los sesenta y, con posterioridad, en los setenta y así recordar los momentos que de una parte nos transportan a la época en la que se nos derrumbaba la Asunción, y de la otra a los tiempos de su restauración.
El año 1966 es especial para muchos arroyanos. Y lo es por varias razones. Es el último año que nuestra patrona visita Arroyo. No lo volverá a hacer hasta casi diez años después, bien avanzados los setenta. Pero es, además, el último año en el que se celebran las Primeras Comuniones (en mi caso). Será la sede de la actual oficina de turismo el lugar elegido (durante casi una década) para el culto. Consecuencia de todo ello es, además, que no recibiremos la confirmación hasta 1974 con la apertura del templo ya casi restaurado.
A buen seguro que muchos lectores recordarán a la “Hermana Rodríguez”. Aquella monjita, ya metida en años, era una de la que nos daba catequesis todas las tardes en la nueva sede del colegio (únicamente existía en edificio de la calle Germán Petit) tras su traslado desde el Santo. Recuerdo en mi grupo a compañeros como Eulogio (el gallo), Jacinto Javato o Juan Luis Collado ( pelirrojo). Podría reproducir las poesías que nos hicieron aprender entonces ,y que era norma recitar ante la familia la tarde del Corpus en la Iglesia. Reconozco que la de Juan Luis (“ Quisiera ser sacerdote”) era la más bonita. Era el año 1966, el segundo año que se celebraba la Primera Comunión con hábitos blancos (los chicos de frailes y las chicas de monjas). Atrás quedaron los más tradicionales que serían utilizados por última vez en las Comuniones del año 1964 y que , con motivo del Congreso Eucarístico, tuvieron lugar en la Plaza Nueva (Divino Morales) con la presencia del señor Obispo don Manuel Llopis Ivorra.
Fue 1964, también, el último años que funcionó el Colegio de la Monjas anexo a la Iglesia de san Sebastián. Por cierto, don Félix había marchado a Alemania y el párroco de turno era don Julián (contaba con una hermana monja en el colegio) hasta la llegada en 1967, aproximadamente, de don Vicente Bolinche, de la mano de su padrino, el Obispo Llopis. Se hizo, pues, el traslado del Colegio Ntra. Sra. de los Dolores al palacio de los Condes de Benavente (hasta entonces sede del Juzgado de Paz).
Pero eran tiempos de incertidumbre y angustias para la parroquia de la Asunción. Ello dio lugar a que en febrero de 1967 se cerrara la iglesia al culto a pesar de que, con anterioridad, se habían apuntalado las bóvedas con unos andamios mixtos (madera y metal). ¿Recuerdan dónde estaban situados? Un año después (1968) los andamios seguían colocados en espera de una solución; y hubo un pequeño temblor de tierra que hizo temer por el templo y, en especial, por el retablo.
Mi padre comento en casa que, tras una multitudinaria asistencia, en el Salón de Actos del Ayuntamiento, en octubre de 1968 se acordó crear una Junta Central Pro-Reconstrucción de la Iglesia. Fueron muchas las opiniones (incluso alguien sugirió vender una tabla del Retablo a fin de recaudar los fondos necesarios y que, obviamente contó con el rechazo de la mayoría) y deliberaciones a tal efecto. Se acordó pedir a cada familia arroyana de clase media-baja ( la más común en esos tiempos) un donativo de 1000 pts. De ahí hacia arriba, y según el status familiar, se fue incrementando la solicitud económica. Recuerdo que a don Flores (médico) se le solicitó la cantidad de 15000 pesetas (entonces era un capital). Su generosidad le hizo doblar el donativo, hecho que recalcó una y otra vez donCiriaco. Y es sabido todo ello toda vez que el propio párroco se encerraba, a diario y en jornada vespertina en la sacristía (le veíamos por la ventana que existía entonces) y hacía lectura de familias y cantidad donada. Recordarán que había un altavoz en la “Torre del Reloj”.
Tal vez alguien se extrañe del título de este artículo. Y quizás jamás escucharon hablar del faro de Arroyo. Yo sí. Puede que sea una leyenda urbana pero de niño (años sesenta) mis vecinos de la calle Valdetrás me lo contaron. Afirmaban, además, de que venía en algún libro publicado que el reloj de la Iglesia de la Asunción (que estaba en lo más alto ocultando el templete romano que corona la primera torre que tuvo la iglesia) se veía desde muy lejos, y con su luz (imagino que desde el “alto de la carretera”) ; y que le llamaron “el faro de Arroyo”. El cura jamás me lo desmintió, pero sea como fuere suena bonito.
Otra de las actuaciones a realizar para la restauración, acordadas por la Junta Central( 1968), fue la celebración de un gran festival popular en el Cine Solano. Tuvo lugar poco tiempo después. El mismo fue un exitazo de público con lleno total. Contó con actuaciones de muchos arroyanos, tanto en teatro, recital de poesías (don Juan Ramos), flamenco, humor…El señor José Carrasco (Memorias de un artillero) hizo, utilizando los apodos, un relato de toda la gente del pueblo que resultó todo un éxito. Cuando llegó el plato fuerte, esto es, el flamenco la gente comenzó a desfilar. Y no porque no les gustara. Era más de media noche y al día siguiente, el que más y el que menos tenían que trabajar. Y nosotros teníamos colegio. El festival se celebró un día entre semana. Al fin y al cabo había colegio incluso los sábados por la tarde (vacaciones únicamente la tarde del jueves).Eran otros tiempos.
El cura dio cuentas en cada homilía de la cantidad recaudada en el festival (unas ochocientas mil pesetas) que junto con las donaciones de cada familia alcanzó la cantidad de dos millones de pesetas. Pero era insuficiente para un presupuesto inicial de cinco millones. No obstante, don Ciriaco tuvo la valentía y el arrojo de tirar para adelante con la restauración hecho que, tal vez, nunca se le supo reconocer. Comenzó, por tanto, la obra de albañilería en julio de 1969 y veintiocho meses más tarde (noviembre de 1971) concluía. Me acuerdo del señor Alejandro Barrera (vecino de Trujillo aunque con raíces arroyanas) que actuaba como maestro de obras. Como cantero, el señor Gonzalo Gómez (Palomo), natural de Malpartida de Cáceres. Quitaron el púlpito y picaron toda la iglesia que tenía dada una pintura de saneamiento (orden de Carlos III). Don Ciriaco, en las homilías, solía dar explicaciones del discurrir de las obras; y reconozco que nos tenía muy enganchados.
Y aconteció que, a principios de 1969, llegaron a nuestra villa media docena de frailes ( si mal no recuerdo, “Franciscanos”), dos por cada parroquia. Eran tiempos de misiones. Fuimos a recibirlos a la Plaza Nueva. Sería por febrero y casi de noche. La acogida fue sensacional y, desde allí, cada sacerdote acompañó a sus huéspedes hasta la parroquia seguido de los correspondientes feligreses. Yo, de la Asunción, recuerdo a los dos frailes asignados. Una era bajito y el otro un poco más alto y con gafas. Pero éramos tantos los acompañantes que no cabíamos en la sede provisional. Por ello, se abrió la iglesia, que tenía una luz casi medieval, (aún no se habían iniciado las obras) y se lleno el aforo. El fraile más alto se subió al púlpito y comenzó desde el primer momento a sermonearnos (parecía de los tiempos de Torquemada) hasta el punto de emplazarnos a celebrar, con prontitud, un Vía Crucis Penitencial. Se celebró al poco tiempo. Así fue como el Cristo de la Asunción salió en procesión pero mirando hacia atrás. La Cruz de Guía era llevada por un enamorado de Arroyo: el señor Antonio Delgado (de la “Casa del Gallo” en la calle Larga). Recuerdo , en especial ,a un monaguillo Vicente (su padre , también Vicente, tenía una barbería cerca del Palacio, cariñosamente la de Rompetecho).
No quedaría aquí la misión evangelizadora de los Padres Predicadores ya que, entendiendo que el provisional templo no podía albergar a todos los feligreses, solicitaron la colaboración de la familia Solano para celebrar los cultos de Semana Santa en el Cine. Y así discurrió tras la altruista aceptación del señor Germán y hermanos.
Es digno mencionar que en otra ocasión fue la familia Silos quien puso a disposición de la Iglesia la antigua escuela del hoy desaparecido palacio (al final de la calle Germán Petit) para tales cultos.
Los frailes marcharon de Arroyo no sin antes realizar una visita, con el alumnado local, a nuestra Virgen de la Luz. En ello puso especial empeño don Vicente Bolinche (párroco del Santo) ; y la colaboración del padre de Recaredo (vecino de la Corredera) que era el conductor del autobús ( en la época del pantano de Alcántara).
Fue en el año 1973 en un programa que emitía TVE antes del Telediario Matinal (se llamaba Primera Edición, a las 14:30 h) cuando, con sorpresa, se nos daba noticia del interés de la Dirección General de Bellas Artes, de Madrid, por la Iglesia y el Retablo. Y, aunque se había logrado el compromiso de personas influyentes tales como el alcalde de Cáceres, Alfonso Día de Bustamante, la implicación de Bellas Artes en la Gran Restauración fue un alivio para todos. En aquella época, como camarero del Ambigú del Cine Solano, conocí e hice amistad con dos operarios de Bellas Artes. Eran “estofadores”. Trabajaron en el retablo y me explicaron cantidad de cosas del mismo. Restauraron incluso el altar de san Pedro (que estaba entonces dedicado a Santa Teresa) y el de Ánimas.
El 18 de Julio de 1974 se inaugura en el Museo Provincial de Cáceres (Las Veletas) una exposición de las pinturas del Retablo de Morales, todo un orgullo para los arroyanos.
Don Ciriaco seguía haciendo referencia en sus homilía a las pequeñas obras de la iglesia (altares, imágenes restauradas…) Y como, en algunas ocasiones, viéramos bajar del Simca 1200 del señor Flores Parra( el carnicero)y envueltos en mantas, los cuadros restaurados con dirección al Ayuntamiento, no le quedó más remedio que desvelar el secreto mejor guardado: los cuadros estaban regresando a Arroyo. Así, un domingo tras la misa de doce hizo extensiva a todos, la invitación al ayuntamiento para ver algunas tablas. Allí nos explico el tratamiento, desparasitación, etc. Tiempo más tarde eran ubicados todos los cuadros en el Retablo, la Iglesia estaba prácticamente restaurada (veinticinco millones de pesetas de la época en gastos) y, sobre todo, nuestra Patrona visitaba de nuevo su pueblo (era mayordomo D. Plácido Sánchez Viniegra “Pachi”).
La Iglesia y el Retablo comenzaron a tener gancho turístico en Arroyo , máxime cuando el jueves 20 de Agosto de 1981 son declarados Patrimonio Nacional.
A ti, lector paciente, seas de donde fueres, dediqué este relato que en mis anotaciones y, sobre todo en mi memoria, guardaba durante mucho tiempo. Pero prefiero compartirlo como un enamorado más de mi Virgen de la Luz y el pueblo que me vio nacer: Arroyo de la Luz.
(Dedicado a nuestro entrañable Cronista Francisco Javier García Carrero)
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